El pasado domingo 28 de enero tuvo lugar la despedida del entrañable Tramvia Blau con motivo de su cierre por tiempo indefinido. Fue un acto festivo afortunadamente sincero, sentimental y entrañable, carente del incivismo, el cinismo y la hipocresía que tuvo la despedida del tranvía el 18 de marzo de 1971. A diferencia, la mayoría reivindicó que el cierre no sea definitivo y que en un futuro no muy lejano vuelva a circular. Y ello es lógico, pues ha abarcado a muchísimas generaciones de barceloneses que le han tomado cariño como un juguete no solo de la infancia sino también de adulto, porque a fin de cuentas nos ha hecho rebrotar aquel niño o niña que jamás debemos perder por muchos años que cumplamos. A pesar de la gran incertidumbre que genera el caso, TMB asegura que reabrirá su servicio con una infraestructura completamente renovada y más adecuada que la actual. Para el lobby del coche, siempre tan poderoso, era un sistema de transporte que molestaba y generaba sensación de inseguridad durante la conducción. Lamentablemente algunos tópicos no mueren a pesar de las evidencias en contra.
Desde hacía años se había planteado la posibilidad de construir una infraestructura similar a la que actualmente usan el Trambaix y el Trambesòs, es decir, de plataforma reservada. Ahora la remodelación de la avenida del Tibidabo supone una excusa perfecta para llevar a cabo el proyecto. Por parte de los aficionados a los transportes, historiadores, geógrafos, representantes de asociaciones y entidades varias así como otras personas sensibilizadas por este mundo existen dudas no poco razonables alrededor de su reabertura y de la conservación del material móvil durante este tiempo de clausura. Siempre se han acusado a las administraciones local y autonómica de tener escasa sensibilidad con el patrimonio histórico relativo al transporte público y de la falta de voluntad para abrir un museo donde conservar las piezas restauradas e incorporar progresivamente las pendientes de restauración.
Polémicas aparte de las que cada uno ha sacado distintas conclusiones, del Tramvia Blau destacaría personalmente diez particularidades que lo definirían como un sistema de transporte único e irrepetible de Barcelona.
En primer lugar, es el tranvía clásico en funcionamiento más antiguo de Europa. Inaugurado el 29 de octubre de 1901, ha circulado casi ininterrumpidamente durante 117 años desde la Rotonda hasta la estación inferior del funicular al Tibidabo. Ello lo convierte en el único testigo de una época pasada en el presente.
En segundo lugar, su tracción eléctrica supuso un avance tecnológico para principios del siglo XX. Efectivamente, tras la novedad presentada en 1899 en el tranvía de Circunvalación, la electricidad supondría el recurso energético que daría paso a una nueva era moderna no solo para los transportes sino también para la industria. Las ventajas que supuso para los tranvías motivó la pronta eliminación de los viejos sistemas de tracción.
En tercer lugar, abrió Collserola a Barcelona. Eran tiempos en los que se reivindicaba la montaña como un espacio salubre en contraposición a la contaminada ciudad industrial. Las corrientes higienistas se pusieron de moda y ello tuvo como consecuencia el proyecto de ciudades-jardín y la construcción de equipamientos varios en zona forestal. La propuesta del doctor y farmaceutico Salvador Andreu Grau fue la que más frutos obtuvo a pesar de no completarse y el Tramvia Blau fue el sistema de transporte que permitió el acceso de la ciudad a la montaña. Y así fue como la sociedad barcelonesa, además de Montjuïc, descubrió la otra montaña de la ciudad.
En cuarto lugar, fue el primer tranvía de montaña de Barcelona. Debe recordarse que el 18 de abril de 1905 el recorrido fue prolongado hasta Vallvidrera, entonces del municipio de Sant Vicenç de Sarrià. Es decir, que fue un servicio intermunicipal e interurbano llegando a circular por verdaderas carreteras de montaña. Finalmente, con motivo de la inauguración del funicular a Vallvidrera, el servicio entró en decadencia hasta quedar nuevamente limitado hasta la actual plaza del Doctor Andreu en 1937. Debe recordarse que el famoso tranvía de l'Arrabassada no se inauguró hasta el 19 de julio de 1911.
En quinto lugar, ha conocido a todos los sistemas tranviarios implantados en Barcelona. Durante sus años en circulación ha sido contemporáneo a los tranvías a caballos, a los tranvías a vapor, a los tranvías eléctricos y a los modernos Trambaix y Trambesòs.
En sexto lugar, sobrevivió a la desaparición del tranvía. El hecho de estar explotado por una empresa privada, la Sociedad Anónima "El Tibidabo", y haber renovado la concesión de explotación de la línea, lo salvó de su desaparición.
En séptimo lugar, celebró el centenario del tranvía y su propio centenario. La supervivencia del Tramvia Blau permitió rendir un homenaje a un sistema de transporte que desde 1872 no ha desaparecido de la ciudad a pesar de haber sido testimonial entre 1971 y 2004, es decir, entre la clausura de la red convencional y la inauguración del Trambaix. Igualmente, los cien años del tranvía y del funicular supuso un debate alrededor del futuro de estos medios singulares del Tibidabo.
En octavo lugar, ha asumido todas sus funciones sociales como sistema de transporte. Es decir, inicialmente fue un transporte caro solo asequible a las clases sociales acomodadas. Posteriormente pasó a ser un transporte popular al alcance de todas las clases sociales, y finalmente ha asumido su papel no como un medio de desplazamiento regular sino destinado a fines lúdicos debido a su actual singularidad como línea histórica.
En noveno lugar, es patrimonio histórico e industrial de Barcelona. El Tramvia Blau acumula una larga historia social, empresarial e industrial de la ciudad, y ello sumado al mantenimiento de un material tan antiguo lo convierte inevitablemente e ineludiblemente en patrimonio. Es por ello que debe ser protegido y conservado. Es un legado del pasado aprovechable en el presente y legado para el futuro, prueba material de que el transporte público es cultura.
Y en décimo lugar, forma parte de la verdadera identidad de la ciudad. Cuando buscamos aquellos elementos que otorgan personalidad a la ciudad y la identifican como Barcelona, el Tramvia Blau es uno de ellos. No se trata de una identidad artificial, es decir, fabricada por un grupo político, sino una identidad real, forjada por la ciudad y para la ciudad, con unas raíces muy profundas y una fuerte personalidad.
En absoluto se trata de un sistema de transporte peligroso y, mucho menos aún, que su vida útil haya finalizado, tal y como algunos medios de comunicación han pregonado. Al contrario, se puede adaptar a los modernos sistemas de seguridad y todavía supone un medio lúdico y de ocio no solo para turistas sino para el todo público en general. Habrá que aceptar la nueva infraestructura de plataforma reservada si queremos volver a verlo circular, aunque precisamente la gracia recaía en ser un ejemplo único en Barcelona de vías convencionales compartidas con el tráfico y los peatones, tal y como sucede por ejemplo con el Cable Car de San Francisco y la línea C de dicha ciudad, donde circulan impecablemente restaurados los PCC's y otro material histórico sin problemas de compatibilidad con la circulación de automóviles.
Algunos consideran que ello sumado a la remodelación (o "tuneado" como algunos dicen) de los tranvías 5, 6 y 7 ha desvirtuado la esencia original del Tramvia Blau. Y es que el tema genera toda clase de controversias al respecto, especialmente entre los nostálgicos. Quedan pendientes los coches 2, 8 y 10 por remodelar. El 2, de la primera serie del 1 al 4, tiene como única opción para volver a circular someterse mecánicamente a lo efectuado con los números 5, 6 y 7. De lo contrario, deberá reposar para siempre en un museo. En cuanto a los coches 8 y 10, todavía con el aspecto clásico aunque no el original, se ha hablado de reformar uno y mantener el otro tal y como es ahora. En este sentido, puestos a ser inevitablemente "tuneados", recomendaría que al menos uno de los dos se le reformara la carrocería para devolverlo al aspecto original de 1904.
Los amantes del tranvía esperaremos a su regreso. Rememoraremos su pasado, lucharemos en el presente y reivindicaremos su futuro, porque el Tramvia Blau es para siempre.
Fotos: Arxiu Betevé, Arxiu La Vanguardia, Arxiu Tibidabo, Institut Municipal d'Història, Ricard Fernández Valentí.