El Parlament de Catalunya ha aprobado con 68 votos a favor, 55 en contra y 9 abstenciones la prohibición de las corridas de toros en tierras catalanas. Las reacciones tanto de partidarios como de detractores no se han hecho esperar, comentarios que un servidor se imaginaba cuales serían y que se ahorra de explicar. Sin embargo, me complace responder al artículo de un blog llamado “Mites i mentides del nacionalisme català” y a un ciudadano de las Islas Canarias “que va de cara”.
Un blog (con un grupo en Facebook) que trata sobre mitos y mentiras del nacionalismo catalán afirma que éste “se empeña a conservar la cultura catalana como si fuera un fósil, en glorificar un apoyo irrestricto a las tradiciones heredadas (algunas de ellas inventadas) y a hacer apología de un conservatismo cultural de cementerio. Alega que “la cultura no es un conjunto estático de valores y prácticas, sino que es el hombre, y la libertad cultural es fundamental para el desarrollo humano”. Dice que “la cultura, la gente, tiene que actuar en libertad, y los nacionalistas catalanes escayolan la cultura”. Y finaliza diciendo que “el hombre se mueve hacia la libertad cultural, y los nacionalistas catalanes se empeñan en que vaya contra dirección, convirtiendo al hombre en estatua, y a la cultura en Decreto-Ley”. En primer lugar, sobre este blog (http://mitesimentides.wordpress.com/) con grupo en Facebook, admito que acerca de unos cuantos mitos y mentiras expuestos por el autor debo decir que no anda del todo equivocado, aunque este no sea ahora tema de debate sino que lo será para un próximo artículo. Sin embargo, yo voy a contestar que los mitos, las mentiras y las manipulaciones no son exclusivos del nacionalismo catalán, sino también de los sectores antinacionalistas, no nacionalistas y sobre todo del nacionalismo español, el gran silenciado por quienes se tachan de “antinacionalistas”, muchos de los cuales no lo son porque defienden un nacionalismo de estado. ¿Acaso el gobierno del PP no manipula la realidad o inventa historias en la Comunidad Valenciana o en Madrid? ¿No lo hace tampoco el PSOE en Andalucía o Extremadura? ¿Nunca mintieron ni manipularon Felipe González o José María Aznar? ¿Son todos objetivos, honrados y honestos menos los nacionalistas catalanes? ¿Es Cataluña un oasis peninsular de mentiras? Debería de crearse un blog acerca de los mitos y mentiras del nacionalismo español (y de otros como el norteamericano) empezando por su modelo “uniforme” de estado que nunca ha existido. Primer gran mito.
En segundo lugar, esa crítica que hace el autor hacia la defensa “petrificada y fosilizante” de la cultura catalana por parte del nacionalismo catalán es exactamente la misma que hacen de la tauromaquia los nacionalistas españoles. Prueba de ello es “blindar” la Fiesta Nacional como un patrimonio de interés nacional en la Comunidad Valenciana y en Madrid, tal y como han hecho recientemente. Sin embargo, nadie les ha criticado por hacer esa “petrificación” de las tradiciones para que sobreviva como sea y a cualquier precio. ¿Acaso muchas fiestas, costumbres y culturas populares catalanas deben morir por evolución y las corridas de toros no? ¿Solo unas fiestas deberían de ser objeto de “fosilización”?
Por lo referente a un señor de las Islas Canarias que ha respondido en un foro de debate del diario La Razón que “los canarios han ido de cara contra las corridas de toros porque no querían el maltrato a los animales a diferencia de los catalanes”, debo de responder en primer lugar que en este caso no tendrá inconveniente en que en su archipiélago prohíban también las viles peleas de gallos. Y en segundo lugar, decir que venga y pase una buena temporada viviendo en Cataluña para que se dé cuenta de que la realidad social de la gente no se corresponde con la ofrecida por los políticos y los medios de comunicación, con el buen propósito de no juzgar algo que desconoce, como suele ser. Quien promocionó la prohibición de las corridas en las Islas Canarias fue el grupo del PP, responsable de hacer una política lingüística similar (aunque no igual) a la catalana en comunidades autónomas bilingües como Galicia y Baleares y de aceptar artículos del Estatuto de Andalucía que en el de Cataluña han sido derogados. El grupo popular se mueve por el “catalanes haced lo que nosotros digamos que haremos para el resto de España lo que nos dé la gana”.
¿Debate identitario en el Parlament? Por supuesto que sí. De los políticos no puedes esperar otra cosa. No solo la prohibición de las corridas de toros responde a dicho debate identitario, pues la defensa de la Fiesta Nacional también lo es aunque eso no se diga. Y si no ¿a qué vienen las banderas españolas con la silueta del toro de Osborne? Todo se politiza. Y la politización de las cosas es mala porque significa un retroceso democrático. Llegará un día que comer “pa amb tomàquet i pernil” será tachado de nacionalista o independentista, y comer tortilla de patata lo calificarán de españolista. Te dirán que si bebes vino de Jerez serás de derechas y si bebes una Estrella Damm serás de izquierdas. Cuando esto suceda, llegará un momento en que ya no se podrá ni salir a la calle, incluso resultará prácticamente imposible levantar la cabeza de la almohada cuando suene el despertador porque uno ya no sabrá qué hacer.
A título personal, soy contrario a las corridas de toros y a cualquier fiesta o tradición que suponga hacer un espectáculo la matanza de un animal, sea española, catalana o extranjera. No me valen argumentos como la conservación de una tradición histórica, de que ha habido muchos toreros catalanes ilustres como Mario Cabré, de que se destruye una parte de nuestra cultura, de que también matamos a mosquitos y cucarachas con insecticidas cuando ellos tienen derecho a vivir, que se despellejan a focas vivas para obtener su piel o que en los mataderos muchos animales sufren al morir sacrificados y sin embargo se permite. Respecto a eso, también soy contrario a muertes crueles, y prefiero una acción sin apenas sufrimiento de un animal en el matadero para su consumo. Tampoco soy vegano y creo que nunca lo seré, pues me gusta comer carne, el pollo y el pescado. Sin embargo, dejar morir de forma natural a la Fiesta Nacional por falta de público, como sucedió en las Islas canarias, tampoco hubiese sido una mala idea, como tampoco me parecería mala idea la celebración de corridas de toros sin matar ni herir al animal, como es el caso de Portugal. Aunque esas otras dos alternativas también se hubiesen criticado porque la cuestión es siempre criticar todo lo que hacemos.
Así, pues, no lo trato como un debate identitario, y como yo, mucha gente catalana, gente que no es nacionalista o independentista o gente del resto de España es contraria a las corridas de toros. Sin embargo, por su condición o procedencia, serán creídos por sus convicciones a diferencia de los catalanes que seremos tachados una vez más de antiespañoles. Una vez más, quienes clavan la puya y dan la estocada a nuestras espaldas son los políticos y los medios de comunicación, los grandes agentes de la ruptura social del país que ven como espectadores lo que han desencadenado. Sin embargo, tampoco defiendo los Correbous catalanes aunque sea una fiesta tradicional catalana. No haber hecho un gesto a favor de su abolición ha roto un posible equilibrio compensatorio y ha puesto en evidencia que se trataba de un debate identitario. Pero lo que cuenta es la opinión de la sociedad catalana, que en su mayoría aboga por una razón de defensa de los derechos de los animales.