miércoles, 28 de julio de 2010

¡Oleeeeeeeeeeee!: se acabó la Fiesta

El picador clava la puya y prepara al toro para el tercio de muleta. Luego el banderillero brega y adorna al toro con tres pares de banderillas. Finalmente, el torero hace sus pares de muleta y remata la faena con una estocada final: el último toro de la plaza cae muerto y la Fiesta Nacional ha terminado en Cataluña.
El Parlament de Catalunya ha aprobado con 68 votos a favor, 55 en contra y 9 abstenciones la prohibición de las corridas de toros en tierras catalanas. Las reacciones tanto de partidarios como de detractores no se han hecho esperar, comentarios que un servidor se imaginaba cuales serían y que se ahorra de explicar. Sin embargo, me complace responder al artículo de un blog llamado “Mites i mentides del nacionalisme català” y a un ciudadano de las Islas Canarias “que va de cara”.
Un blog (con un grupo en Facebook) que trata sobre mitos y mentiras del nacionalismo catalán afirma que éste “se empeña a conservar la cultura catalana como si fuera un fósil, en glorificar un apoyo irrestricto a las tradiciones heredadas (algunas de ellas inventadas) y a hacer apología de un conservatismo cultural de cementerio. Alega que “la cultura no es un conjunto estático de valores y prácticas, sino que es el hombre, y la libertad cultural es fundamental para el desarrollo humano”. Dice que “la cultura, la gente, tiene que actuar en libertad, y los nacionalistas catalanes escayolan la cultura”. Y finaliza diciendo que “el hombre se mueve hacia la libertad cultural, y los nacionalistas catalanes se empeñan en que vaya contra dirección, convirtiendo al hombre en estatua, y a la cultura en Decreto-Ley”. En primer lugar, sobre este blog (http://mitesimentides.wordpress.com/) con grupo en Facebook, admito que acerca de unos cuantos mitos y mentiras expuestos por el autor debo decir que no anda del todo equivocado, aunque este no sea ahora tema de debate sino que lo será para un próximo artículo. Sin embargo, yo voy a contestar que los mitos, las mentiras y las manipulaciones no son exclusivos del nacionalismo catalán, sino también de los sectores antinacionalistas, no nacionalistas y sobre todo del nacionalismo español, el gran silenciado por quienes se tachan de “antinacionalistas”, muchos de los cuales no lo son porque defienden un nacionalismo de estado. ¿Acaso el gobierno del PP no manipula la realidad o inventa historias en la Comunidad Valenciana o en Madrid? ¿No lo hace tampoco el PSOE en Andalucía o Extremadura? ¿Nunca mintieron ni manipularon Felipe González o José María Aznar? ¿Son todos objetivos, honrados y honestos menos los nacionalistas catalanes? ¿Es Cataluña un oasis peninsular de mentiras? Debería de crearse un blog acerca de los mitos y mentiras del nacionalismo español (y de otros como el norteamericano) empezando por su modelo “uniforme” de estado que nunca ha existido. Primer gran mito.

En segundo lugar, esa crítica que hace el autor hacia la defensa “petrificada y fosilizante” de la cultura catalana por parte del nacionalismo catalán es exactamente la misma que hacen de la tauromaquia los nacionalistas españoles. Prueba de ello es “blindar” la Fiesta Nacional como un patrimonio de interés nacional en la Comunidad Valenciana y en Madrid, tal y como han hecho recientemente. Sin embargo, nadie les ha criticado por hacer esa “petrificación” de las tradiciones para que sobreviva como sea y a cualquier precio. ¿Acaso muchas fiestas, costumbres y culturas populares catalanas deben morir por evolución y las corridas de toros no? ¿Solo unas fiestas deberían de ser objeto de “fosilización”?
Por lo referente a un señor de las Islas Canarias que ha respondido en un foro de debate del diario La Razón que “los canarios han ido de cara contra las corridas de toros porque no querían el maltrato a los animales a diferencia de los catalanes”, debo de responder en primer lugar que en este caso no tendrá inconveniente en que en su archipiélago prohíban también las viles peleas de gallos. Y en segundo lugar, decir que venga y pase una buena temporada viviendo en Cataluña para que se dé cuenta de que la realidad social de la gente no se corresponde con la ofrecida por los políticos y los medios de comunicación, con el buen propósito de no juzgar algo que desconoce, como suele ser. Quien promocionó la prohibición de las corridas en las Islas Canarias fue el grupo del PP, responsable de hacer una política lingüística similar (aunque no igual) a la catalana en comunidades autónomas bilingües como Galicia y Baleares y de aceptar artículos del Estatuto de Andalucía que en el de Cataluña han sido derogados. El grupo popular se mueve por el “catalanes haced lo que nosotros digamos que haremos para el resto de España lo que nos dé la gana”.
¿Debate identitario en el Parlament? Por supuesto que sí. De los políticos no puedes esperar otra cosa. No solo la prohibición de las corridas de toros responde a dicho debate identitario, pues la defensa de la Fiesta Nacional también lo es aunque eso no se diga. Y si no ¿a qué vienen las banderas españolas con la silueta del toro de Osborne? Todo se politiza. Y la politización de las cosas es mala porque significa un retroceso democrático. Llegará un día que comer “pa amb tomàquet i pernil” será tachado de nacionalista o independentista, y comer tortilla de patata lo calificarán de españolista. Te dirán que si bebes vino de Jerez serás de derechas y si bebes una Estrella Damm serás de izquierdas. Cuando esto suceda, llegará un momento en que ya no se podrá ni salir a la calle, incluso resultará prácticamente imposible levantar la cabeza de la almohada cuando suene el despertador porque uno ya no sabrá qué hacer.

A título personal, soy contrario a las corridas de toros y a cualquier fiesta o tradición que suponga hacer un espectáculo la matanza de un animal, sea española, catalana o extranjera. No me valen argumentos como la conservación de una tradición histórica, de que ha habido muchos toreros catalanes ilustres como Mario Cabré, de que se destruye una parte de nuestra cultura, de que también matamos a mosquitos y cucarachas con insecticidas cuando ellos tienen derecho a vivir, que se despellejan a focas vivas para obtener su piel o que en los mataderos muchos animales sufren al morir sacrificados y sin embargo se permite. Respecto a eso, también soy contrario a muertes crueles, y prefiero una acción sin apenas sufrimiento de un animal en el matadero para su consumo. Tampoco soy vegano y creo que nunca lo seré, pues me gusta comer carne, el pollo y el pescado. Sin embargo, dejar morir de forma natural a la Fiesta Nacional por falta de público, como sucedió en las Islas canarias, tampoco hubiese sido una mala idea, como tampoco me parecería mala idea la celebración de corridas de toros sin matar ni herir al animal, como es el caso de Portugal. Aunque esas otras dos alternativas también se hubiesen criticado porque la cuestión es siempre criticar todo lo que hacemos.
Así, pues, no lo trato como un debate identitario, y como yo, mucha gente catalana, gente que no es nacionalista o independentista o gente del resto de España es contraria a las corridas de toros. Sin embargo, por su condición o procedencia, serán creídos por sus convicciones a diferencia de los catalanes que seremos tachados una vez más de antiespañoles. Una vez más, quienes clavan la puya y dan la estocada a nuestras espaldas son los políticos y los medios de comunicación, los grandes agentes de la ruptura social del país que ven como espectadores lo que han desencadenado. Sin embargo, tampoco defiendo los Correbous catalanes aunque sea una fiesta tradicional catalana. No haber hecho un gesto a favor de su abolición ha roto un posible equilibrio compensatorio y ha puesto en evidencia que se trataba de un debate identitario. Pero lo que cuenta es la opinión de la sociedad catalana, que en su mayoría aboga por una razón de defensa de los derechos de los animales.

jueves, 22 de julio de 2010

Cataluña ¿adónde vas?

Cataluña. Mi querida Cataluña ¿adónde vas? La verdad es que después del épico fin de semana en que una parte de la ciudadanía se manifestó contra la sentencia del Estatut y la otra celebraba al siguiente día el triunfo de la “Roja”, veo que no eres una sola Cataluña, sino muchas. Aquí tenemos variedad de criterios y ninguno de ellos es minoritario: desde los más catalanistas hasta los más españolistas.
Así, pues, Cataluña ¿adónde vas? ¿Cuál va a ser tu destino? ¿Qué futuro te depara? El pesimismo más profundo me invade. No veo por ahora viable la conciliación de las diferentes partes, aunque el conflicto no se vea reflejado explícitamente en la calle. No hay voluntad política ni institucional para arreglar las cosas. Parece que la grieta se abre cada vez más y el agujero es más difícil de sellar. La verdad es que uno ya no sabe qué hacer. Y los medios de comunicación son también muy dañinos por la difusión de mentiras y difamaciones y por la elevada capacidad de manipular y hacer llegar a las grandes masas sociales una visión tergiversada de la realidad. Aprovecharse de la ignorancia de la plebe es lo más fácil para engendrar el odio hacia otra comunidad, y los mensajes populistas siempre resultan atractivos especialmente ahora en tiempos de crisis.
Pobre Cataluña ¿adónde vas? ¿Hacia dónde te diriges? ¿Qué va a ser de ti? Pues la verdad es que yo no lo sé. Miro hacia delante y solo veo un largo túnel blanco sin un final apreciable.
Cataluña ¿adónde vas? ¿Qué necesitas? ¿Qué quieres? Dímelo por favor. ¿Qué quiere realmente la ciudadanía? Lo único que desea cualquier persona decente es vivir bien y que no la molesten. Una aspiración muy simple y sencilla pero complicada de alcanzar. Se quiere un trabajo bueno, estable y bien pagado; prosperar con el paso de los años y aprender; disponer de recursos económicos necesarios para adquirir una vivienda digna; obtener facilidades y calidad para la educación y formación de sus hijos; disponer de equipamientos deportivos, sanitarios y culturales al abasto y sin masificaciones; disponer de servicios en general que sean abundantes y sin aglomeraciones; que las administraciones respondan bien y rápido con el menor número de trámites posible; vivir en un ambiente seguro donde se respire calidad de vida; moverse cómodamente por el territorio mediante una buena red de transporte y buenas infraestructuras; y tener un buen retiro hasta el fin de sus días. En resumen, todo lo que ofrece una vida feliz. Pero ¿qué hace falta para conseguir eso? Sin lugar a dudas, una buena gestión y una buena política. Cuando estos dos ingredientes funcionan, las quejas y las reivindicaciones disminuyen. El resto son caprichos y luchas estériles que no llevan a ninguna parte.

Para ello ¿qué modelo territorial necesita Cataluña? ¿Autonómico, regionalista, federal, nacionalista, la independencia? Todo dependerá de la capacidad de gestión y de buena política. Si ambos elementos funcionan y dan a la sociedad lo que quiere y necesita, serán bien recibidos con independencia del modelo territorial. Cataluña siempre ha aspirado al autogobierno y a la preservación de su lengua y su cultura autóctona, y eso es algo legítimo y positivo, pero se debe de hacer bien para hacerlo creíble, porque en caso contrario se verá como un capricho ligado a los intereses de un partido. Por poner un ejemplo, el traspaso de la red de cercanías no ha generado el optimismo deseado. Ciertamente todavía es muy temprano para hacer valoraciones y es innegable que se están produciendo cambios lentamente. Debemos de dar más margen de tiempo. Sin embargo, ya hay quienes afirman que “se han traspasado también los retrasos y las averías porque la red funciona igual de mal”. Cuando Cataluña recibe un traspaso de competencias se supone que se hace con el objetivo de gestionarlo mejor que cuando dependía del Estado.
Yo creo que los buenos gestores y los buenos políticos son prioritarios al modelo territorial. Una vez se haga una gestión excelente y una política eficiente y eficaz que satisfaga a la población, luego será cuando se podrá aspirar a obtener otro modelo territorial más ajustado a la realidad. No es factible hacerlo al revés o de forma paralela. Tal y como están las cosas en este preciso momento, es muy difícil pretender un cambio porque nacerá cojo y terminará peor, con lo que todos saldremos perdiendo.

Cataluña ¿por qué lloras? Porque te encuentras en medio de una guerra de nacionalismos que no te dejan respirar. ¿Qué es lo que más te conviene? ¿Por qué nos vamos más que nunca de un extremo al otro y resulta tan difícil establecer un término medio? Lloriquear y culpar de los males a los demás siempre es lo más fácil. Para el actual modelo de nacionalismo catalán, Madrid tiene la culpa de los males que padece Cataluña, España es hostil, nos desprecia y nos expolia, y nos quiere anular imponiéndonos un modelo de estado uniforme sin condiciones. Para el nacionalismo español, los catalanes construyen mitos y mentiras, manipulan la verdad histórica, intentan barrer todo aquello que huela a castellano o a español y quieren enriquecerse a costa de empobrecer al resto del país. Victimismos mutuos a cual peor, que ciega a la sociedad y le impide ver la realidad de las cosas. Particularismos tomados como generalidades. Para el nacionalismo catalán España es enemiga. Para el nacionalismo español, Cataluña es enemiga. Dos lobbies de gran poder de influencia y decisión a los que sumaríamos la Iglesia y el Ejército. Los pilares de la sociedad, los ojos que todo lo ven y nos vigilan. Ellos siempre ganan y todo el mundo lo permite. Basta con que abran la boca para impedir la aprobación de una ley o la modificación de otra. La derecha lo tolera y lo apoya por su talante rancio, nada que ver con la derecha o centro-derecha de los países bajos o nórdicos, más práctica y posibilista. La izquierda, siempre más débil y cobarde, se baja los pantalones, se monta una excusa convincente y culpa a la oposición de sus errores y fracasos. Y mientras tanto, nuestra sociedad, como espectadora ante una gran pantalla de cine, sentada observando esta inacabable película.
En las próximas elecciones, gane quien gane, todo seguirá siendo más de lo mismo. El túnel blanco parece infinito y no se le aprecia el final. Parece eterno. Cataluña, ojala pudiera sanar tus heridas y fortalecerte, pero yo solo no puedo.
Cataluña ¿adónde vas?

miércoles, 14 de julio de 2010

Breve historia de Nou Barris VII: el nacimiento de los “Nou Barris”

El origen de la Asociación de Vecinos de Nou Barris se remonta al principio de la década de 1970 con motivo del proyecto de ejecución del llamado Plan Parcial Torre Baró-Vallbona-Trinidad Nueva. En los capítulos anteriores hemos visto que precedente a esta época existían entidades independientes desde las cuales el vecindario hacía sus reivindicaciones, como por ejemplo la Sociedad Cooperativa Torre del Baró y la Asociación de Propietarios y Contribuyentes de las Roquetas. Algunas instituciones de tipo cultural y artística se añadían colectivamente a reivindicar mejoras, como por ejemplo el Centro Moral Eulaliense. Sin embargo, ninguna de ellas tuvo la fuerza y la repercusión de la Asociación de Vecinos de Nou Barris ni fue capaz de cambiar la historia de este sector del norte de Sant Andreu. De algún modo, se pasaría del poder político al poder vecinal, porque estos pasarían a ser los constructores de sus barrios, los arquitectos sociales de una transformación dirigida a mejorar la calidad de vida de la ciudadanía.

En el año 1969, el Ayuntamiento de Barcelona aprobó unas directrices urbanísticas a pesar de las presiones vecinales de los barrios afectados que veían cómo se destruirían sus viviendas a cambio de proponer una urbanización del territorio con grandes bloques de viviendas. Se configuraría así un modelo similar al de Ciudad Meridiana pero ocupando buena parte de la colina de las Roquetes. Entonces, el Ayuntamiento convocó un Concurso de Ideas con el fin de hacer constar que la administración era abierta y sensible ante la opinión vecinal. Los tres barrios afectados pudieron contar con el apoyo y el asesoramiento de técnicos que se constituyeron como equipos destinados a recoger las necesidades vecinales con el fin de darles una solución. El equipo formado por el arquitecto Emili Donato y el sociólogo Jordi Borja, vinculados profesionalmente y políticamente con los movimientos vecinales, se presentaron al concurso del Plan Parcial, pero desgraciadamente quedaron en segundo lugar y no pudieron ejecutar sus propuestas. El proyecto ganador, que afectaba 535 hectáreas y planteaba el derribo de 4.370 viviendas, daba prioridad a grandes vías de circulación y a la creación de espacios libres para el cual las inmobiliarias dispondrían de nuevos terrenos donde construir pisos, todo más ligado con los intereses municipales. A pesar de haber reunido en mesa redonda a los principales representantes vecinales de los barrios afectados y haber hecho más de 3000 impugnaciones contra el Plan, las conversaciones no dieron resultado.

Con el fin de defenderse de este Plan tan agresivo, oficialmente nació en fecha del 11 de abril de 1970 la Asociación de Vecinos de Nou Barris, en el barrio de la Trinitat Nova, en una reunión celebrada en el barracón del Centro de Vida Comunitaria para Todos. Como su nombre dice, la nueva asociación estaba formada y representada por nueve barriadas o secciones: Prosperitat, Verdum, Roquetes, Trinitat Vella, Trinitat Nova, Torre Baró, Vallbona, Guineueta y Ciutat Meridiana. A partir de diciembre de 1971 empezaron a editar un boletín informativo llamado “Nueve Barrios” donde quedaría reflejada la cronología de todas las luchas. Además, cada barriada editó también su propia revista como una separata de “Nueve Barrios” donde se profundizaba sobre luchas y reivindicaciones concretas.
Paralelamente, el 20 de enero de 1971, el Concurso de Ideas se convirtió en Anteproyecto y en el Pleno Municipal del 10 de mayo de 1973, se presentó para ser aprobado. Un año antes, las diferentes secciones de la Asociación de Vecinos de Nou Barris celebraron asambleas contra el Plan Comarcal: en Vallbona se concentraron 400 personas, en Torre Baró 350, en Trinitat Vella 700, en Verdum y Roquetes 150, en Ciutat Meridiana 100, y en Prosperitat 60.
En la citada fecha del Pleno Municipal tuvo lugar la entrada de un centenar (de las cuatrocientas que se congregaron) de personas en el Salón de la Reina Regente del Ayuntamiento a mostrar delante del alcalde de Barcelona su oposición al Plan. El 11 de mayo siguiente, se hizo una manifestación silenciosa entre la plaza de Sant Jaume y la calle de Ferran. Ante fuerte alboroto que se produjo, las autoridades del régimen franquista aconsejaron a Josep Maria de Porcioles que dimitiera como alcalde de la ciudad. Finalmente, el Plan Parcial no fue aprobado.

A partir de este episodio tan destacado y durante los años posteriores, la Asociación de Vecinos de Nou Barris, desde sus secciones cada una de las cuales representaba los intereses de un barrio, continuó su tarea en la lucha urbana para la mejora de la calidad de vida de los habitantes de las entonces nueve barriadas que conformaban el norte de Sant Andreu. La celebración de diversas asambleas vecinales (especialmente en los cines de los barrios), la realización de manifestaciones y los cortes de las calles, entre otras acciones, centrarían las actuaciones para pedir equipamientos sanitarios, deportivos, educativos y culturales, zonas verdes y plazas, reparaciones de las viviendas, mejores comunicaciones con transporte público, la urbanización de las calles, la erradicación de los focos de barraquismo y la construcción de infraestructuras básicas, entre muchas otras cosas, que contribuyeran a dignificar la calidad de vida de las barriadas obreras de la periferia barcelonesa, hasta el punto de crear un gran grupo social de unidad y especialmente una identidad producto de un sentimiento de pertenencia.

Paralelamente a esta unidad asociativa de los nueve barrios del norte de Sant Andreu, también desarrollaron una fuerte actividad vecinal las barriadas que configurarían lo que hoy conocemos como la zona sur de Nou Barris: Vilapicina, Turó de la Peira, Can Peguera (Ramon Albó), Porta y Torre Llobeta. Todas ellas estaban representadas por la Asociación de Vecinos del Turó de la Peira-Vilapiscina-Ramón Albó, constituida oficialmente el 5 de octubre de 1973 para defender los intereses vecinales, especialmente como reacción al Plan Comarcal, que llegó a concentrar hasta 300 personas. Para ello, informaban mediante la convocatoria de una Asamblea de Barrio, cuyas reuniones eran clandestinas y en las que participaban fundadores de CC.OO. Inicialmente, las reuniones se celebraban en el local-teatro del SESE bajo permiso de la rectoría. En estas reuniones eran muy habituales los vecinos aquejados de sus problemas y los obreros en huelga. Más tarde se alquiló un local en la calle de Alloza, lugar desde donde se emprendieron las luchas más importantes.
Con la fundación de la Asociación de Vecinos de Nou Barris, juntamente con la Asociación de Vecinos del Turó de la Peira-Vilapiscina-Ramón Albó, la nueva década de 1970 iniciaría un nuevo rumbo en la historia de Nou Barris, marcando un antes y un después, convirtiendo las luchas sociales en un referente histórico y geográfico más allá de los límites de Barcelona, pero eso será objeto de un nuevo capítulo.

miércoles, 7 de julio de 2010

Sobre la sentencia del Estatut


El pasado 28 de junio, el Tribunal Constitucional dictó sentencia favorable a la aprobación del Estatut de Cataluña, salvo 14 artículos que han sido declarados inconstitucionales, relativos a la lengua catalana, a las competencias sobre Justicia y sobre la ampliación de las competencias fiscales de la Generalitat. Este resultado no ha dejado a nadie indiferente, sino que enseguida han llegado reacciones de todas clases tanto por parte de la clase política como por parte de la ciudadanía catalana.
Este Estatut ¿es bueno o es malo? Buena pregunta, muy difícil de responder sobretodo si no se ha leído, una faena bastante ardua y pesada especialmente si desagradan los temas relacionados con política y derecho. Sin embargo ¿cuánta gente realmente se lo ha leído, ni que haya sido un resumen? Está claro que una minoría. Así, pues ¿qué criterio ha seguido la población para juzgar algo desconocido cuyo contenido se ignora? ¿Cómo ha podido ser capaz de establecer un juicio de valor positivo o bien negativo? Un servidor reconoce no habérselo leído, y por tanto, no puedo juzgarlo como desearía. No obstante, es mi intención leerlo aunque solo sea un resumen, incluso el Estatut de 1932 y el de 1979 porque me resultaría muy interesante establecer una valoración comparativa.

No desearía una mala interpretación o provocar ofensa a nadie con lo anteriormente dicho. No estoy tachando de imbécil y superficial al pueblo catalán por haber juzgado algo que mayoritariamente no ha leído, al contrario, respeto las opiniones diversas ofrecidas con respecto al Estatut. Pero no cabe duda de que el criterio seguido por las masas ha sido la opinión ofrecida por aquellos partidos políticos con el cual se simpatiza. Así pues, los devotos de CIU, PSC e ICV han votado favorablemente porque los señores Mas, Montilla y Herrera, respectivamente, lo han dicho. En cambio, los fieles a ERC han optado por creer, tal y como afirmó Carod-Rovira, que se trata de una declaración de principios insuficiente para Cataluña. Y los simpatizantes del PP y C’s lo han creído excesivo, intervencionista e inconstitucional porque así lo piensan Sánchez-Camacho y Rivera, respectivamente. ¿Y quien tiene la razón? Pues eso dependerá de con quien se simpatice. La política es como una religión laica, y sus seguidores acatarán lo que el líder político (el profeta) les diga y les mande hacer (la doctrina). Y cada uno elige su religión de acuerdo con sus intereses. Aunque no voy a entrar en el debate sobre la sentencia del Tribunal Constitucional, extraña me resulta también la decisión final. ¿Por qué no hay nunca (o casi nunca) unanimidad para determinar si un artículo es constitucional o inconstitucional? Me resulta incomprensible que siempre haya votos favorables y contrarios. Es muy sencillo: o un artículo se ajusta a la Carta Magna o no se ajusta. No hay más deliberación. Un artículo o es constitucional o no lo es, y no hay juicio de valor subjetivo posible, pues en caso contrario no sé de qué sirve entonces la Constitución española. ¿Dónde está ese marco de referencia, ese patrón de donde emanan los estatutos y las leyes que tanto nos debe de garantizar la libertad y el desarrollo territorial? Si un artículo o una ley es constitucional lo es y punto, y si es inconstitucional no es legal y punto. ¿Qué significan esos juicios de valor subjetivos por parte del Tribunal? ¿Acaso no ven si un precepto se ajusta o no a la ley? ¿Por qué se aplican criterios personales en base a la ideología progresista o conservadora de cada miembro que ha deliberado? ¿Acaso las leyes y la Constitución no son iguales para todos? Me parece algo tan estúpido como la existencia de sacerdotes progresistas, conservadores y moderados en el Vaticano ¿Es que las enseñanzas de Jesucristo sobre amar y perdonar a tus enemigos no son iguales para todos? ¿Entonces, a qué viene relativizar y hacer juicios subjetivos de valor? En definitiva, si un artículo del Estatut ha sido aprobado o bien denegado con votos a favor y algunos en contra ¿Qué debo yo de creer? ¿Con quien debería de confiar, con la parte que han votado favorablemente o con aquellos quienes lo han rechazado?


Se llega a la conclusión de que este es un Estatut redactado en base a unos juicios subjetivos de valor, y probablemente los de 1979 y de 1932, también. Yo creía que había una base un poco más matemática detrás como la Constitución. ¿Significa ello que esté en contra? En absoluto, solo es una percepción personal y hago referencia a la manera como se ha hecho, con independencia de que pueda estar de acuerdo o no con su contenido.
Sin lugar a dudas, polémica aparte, yo soy partidario de que cada territorio pueda definirse como quiera. A pesar de la existencia de una Constitución, esta es humana y, por tanto, imperfecta, criticable y cuestionable. La Constitución no es la Biblia, y cada artículo no es como un versículo de las sagradas escrituras. La Constitución se puede reformar, y creo que los derechos y las libertades de las personas pueden ir más allá. Es decir, puede pasar que un precepto sea inconstitucional pero no por ello malo o perjudicial. Solo quiere decir que no se ajusta a ese marco. Se trata de un tema muy complicado, y a menudo el sentido común va más allá de las leyes establecidas. Aunque no soy separatista ni uniformista, sino tarradellista, desde sectores antinacionalistas de acusa al nacionalismo catalán de obligar a la ciudadanía de Cataluña a ser nacionalista, es decir, a ser de la manera que los gobernantes nacionalistas quieren, y que son ellos quienes determinan quien es buen o mal catalán, y quien es más catalán o menos catalán. Se decía que Pujol repartía los llamados “carnets de catalanidad” y de él salió aquellos míticos dichos de que Pujol es Cataluña y quien no era pujolista no era catalán. De acuerdo, pero entonces, si para los antinacionalistas cada ciudadano de Cataluña tiene derecho a definirse como quiera y a confeccionar su propia catalanidad sin que sea marginado o discriminado ¿por qué no dejan entonces que el pueblo catalán, en su conjunto, se defina dentro de España como quiera? ¿Por qué quienes critican el reparto de “carnets de catalanidad” se dedican a repartir “carnets de españolidad? ¿Por qué no dejan que el pueblo catalán defina su españolidad a su manera en vez de imponer un patrón común y uniformista? ¿Acaso un catalán por definirse como quiera o de manera diferente al criterio impuesto y establecido va a ser menos español y menos patriota? Yo soy catalán y catalanista, y también soy español, pero a mi manera y de la España en la que yo creo, diversa, pluricultural y plurilingüe, porque para mí es la real y no existe otra. ¿Soy entonces un traidor a la patria o un antiespañol? Si no existe una sola forma de sentirse catalán tampoco la hay para sentirse español. Yo creo que si este marco de libertad de definición se hubiese permitido no habría tanto independentismo y las relaciones entre Cataluña y el resto de España hubiesen sido más cordiales. Por suerte, a nivel social lo son, y prueba de ello es cuando viajas por la península y ves el trato que recibes por parte de la mayoría del pueblo español, salvo minorías que las hay por todas partes. Volvemos de nuevo al lema forjado por Francesc Cambó: “ni separatismo ni asimilación”.


Todo el mundo cree que sus ideas personales son las mejores, y es normal si para uno mismo funcionan, como también a todos nos gustaría que el mundo y la humanidad entera fuesen tal y como imaginamos. Por suerte (o por desgracia) eso no es así, y es por ello que a menudo se quiere imponer sobre los demás el criterio personal, a veces por convicción, y muchas otras (en la mayoría de casos) por orgullo aun sabiendo conscientemente que estamos equivocados.
Jamás se debe de pensar que nuestra postura es la mejor de todas. Al contrario, ya que en ese caso se llega a la intolerancia y a la soberbia. Yo nunca he creído que mis ideas sean las mejores porque no soy (ni nadie lo es) perfecto, y por consiguiente me puedo equivocar, e incluso con los años, evolucionar con otras posturas porque la vida es un aprendizaje diario. Nunca he escondido que soy un tarradellista, es decir, seguidor de las tesis catalanistas y políticas de Josep Tarradellas. Sin embargo, jamás lo impondré a nadie como tampoco quiero hacer del tarradellismo una religión. Sería absurdo y si él viviera tampoco lo querría.
Defender tus propias ideas es a menudo muy duro y difícil. Es preferible el desacuerdo que el descrédito. Si alguien te dice que no está de acuerdo con tus ideas, significa que por lo menos te reconoce como tal y te respeta. Sin embargo, cuando alguien no te reconoce tal y como eres ni tus ideas, sobre todo después de haber luchado intensamente durante mucho tiempo, ello hace que caigas en la frustración y en la ofuscación, porque crees que en alguna cosa te has equivocado o que el largo esfuerzo ha sido inútil y en vano porque absolutamente nada va a cambiar. Por mi postura tarradellista y por otras cosas, en más de una ocasión no me han faltado motivos para desistir, arrojar la toalla e incluso largarme de mi tierra para irme a vivir al extranjero y no querer saber nunca más nada. Pero mi sentido de la razón, por suerte, vence, y cada vez que alguien me pincha maliciosamente o me hace un comentario con el propósito de hundirme moralmente, yo simplemente me levanto del suelo y continuo mi largo camino de la vida porque creo que vale la pena tanto para mí como por mis seres queridos y mis amistades.



Si a pesar de no haber leído ningún Estatut me tengo que guiar por la opinión de los políticos con quienes simpatizamos, entonces yo, por esta misma regla de tres, debería seguir ciegamente a Tarradellas y afirmar que para Cataluña convendría un estatuto como el de 1932, repudiar el de 1979 y por consiguiente ignorar el vigente. ¿Sería correcto hacer esto? De acuerdo que cuando simpatizas con un líder, te predispones a creer en lo que dice, pero sin embargo es necesario a menudo tener la mente fría y despejada e intentar hacer un juicio de valor personal e individual. Repito otra vez que, en cuanto disponga de tiempo, no dudaré en leer (ni que sea un resumen) los tres estatutos para hacer una valoración personal, naturalmente subjetiva, que será objeto de un próximo artículo para el presente blog. Y mis respetos para quienes defienden el Estatut y acudan a la manifestación del día 10, como quienes crean que la sentencia del Tribunal Constitucional ha sido la justa.