Antes de celebrarse los XXV Juegos Olímpicos de 1992, Barcelona ya vio pasar por sus calles la antorcha olímpica. Fue veinticuatro años antes, con motivo de la próxima celebración en la Ciudad de México de los XIX Juegos Olímpicos. Para ello el Comité Organizador de los Juegos de la XIX Olimpiada contó con la colaboración de los gobiernos de Grecia, Italia y España para hacer realidad un recorrido que buscó emular la primera ruta que Cristóbal Colón efectuó, además de simbolizar la unión de las culturas clásicas del Mediterráneo con las del continente americano.
Para preparar el acontecimiento, representantes del Ayuntamiento de Barcelona, de la Diputación de Barcelona, de la jefatura de Tráfico, la Guardia Urbana, de la Comandancia de Marina, del Comité Olímpico español, de la concejalía de Deportes del Ayuntamiento, de la Delegación Nacional de Educación Física y Deportes y de la Federación Catalana de Atletismo, entre otras instituciones y entidades, se congregaron para crear un Comité Organizador de los actos previstos para el 31 de agosto y el 1 de septiembre.
Tras su tradicional encendido en Olimpia el 23 de agosto de 1968, la antorcha recorrió las ciudades griegas de Atenas y El Pireo, en cuyo puerto el buque destructor "H.H. Navarino" se encargó de trasladarla por mar hasta la ciudad de Génova, llegando el día 27. Allá se hizo un homenaje ante la casa donde vivió Cristóbal Colón y, al día siguiente, se partió hacia Barcelona. El viaje se efectuó a bordo del bergantín italiano "Palinuro", un buque escuela de la Marina Militare que llegó a su destino el sábado 31 de agosto. Al entrar en aguas barcelonesas fue recibido a modo de bienvenida con toques de sirenas de los barcos que se hallaban atracados en la zona portuaria o bien circulando. La tripulación se hallaba presente en la cubierta saludando al numeroso público que allí se congregó. A las 11:45h. fondeó ante la Puerta de la Paz, frente una tribuna habilitada para las principales autoridades, las cuales la Guardia Urbana montada les rindió honores desde el monumento a Colón.
A la espera de la salida de la antorcha olímpica, se lanzaron previamente cohetes de bienvenida. A bordo del "Palinuro" viajaba el representante del Comité Olímpico Italiano, el cual procedió a hacer entrega de la antorcha con el fuego olímpico prendido en Grecia al vicepresidente del Comité Olímpico Español, Anselmo López, acompañado del presidente de la Federación Catalana de Atletismo, Sánchez Madriguera. Tras bajar del barco a las 12:00h. del mediodía le hizo entrega de la llama olímpica al presidente del Comité Olímpico Español (COE) Juan Antonio Samaranch, acompañado del alcalde de Barcelona, José María de Porcioles y del delegado municipal de Deportes, Pablo Negre. Samaranch fue quien se encargó de depositar la antorcha sobre un pequeño podium adornado con la bandera de Barcelona y flanqueado por las banderas de Grecia, Italia, España, Bahamas y México, es decir, de los cinco países por donde cruzaría la llama olímpica. El alcalde pronunció unas palabras de bienvenida en nombre de la ciudad de Barcelona, de España y de toda su afición deportiva.
Después del discurso la Banda Municipal interpretó los himnos olímpico y nacional. El señor Samaranch hizo entrega de la antorcha al deportista Enrique Bondía, vestido con el uniforme deportivo facilitado por el Comité Olímpico Mexicano, e inició la marcha desde el monumento a Colón hacia la plaza de Cataluña, precedido por la escolta de la Guardia Urbana motorizada que abría paso y seguido por la Guardia Urbana montada vestida con el uniforme de gala. El paso de la llama olímpica por las Ramblas fue saludado por el público que allá se congregó. Enfrente del teatro del Liceu, Enrique Bondía fue relevado por el atleta José Gabernet. Al paso por la rambla de las Flores, las floristas saludaron el paso de la llama olímpica con el lanzamiento de una lluvia de flores.
La antorcha llegó a las 12:25h. a la plaza de Cataluña. Allí, entre las dos fuentes se hallaba habilitada una tribuna elevada presidida por los aros olímpicos. Tras un saludo al toque de clarinetes, José Gabernet subió y prendió el fuego al pebetero, que ardió hasta las 10:00h. de la mañana del día siguiente. El acto fue visto y aclamado por el numeroso público barcelonés allá presente y también por varios turistas que casualmente se hallaban de paso visitando la ciudad. Ante el pebetero posaron los atletas Enrique Bondía, José Gabernet y Reina Terreros (miembros del equipo catalán de atletismo y ganadores recientes del título nacional), siendo este último el encargado de izar la bandera olímpica. Las autoridades presentes fueron, principalmente, además del alcalde Porcioles y el presidente del COE Juan Antonio Samaranch (que se trasladaron en vehículo oficial), el embajador de Italia en España señor Rossetti acompañado por el cónsul en Barcelona, el decano Ernesto Selva Sandóval de Nicaragua, el cónsul de Argentina Julio Peña, y el cónsul de El Salvador Arturo Araujo.
Seguidamente el señor Samaranch pronunció un discurso que a continuación reproduzco literalmente: "Barcelona, ciudad cuya solera deportiva y profundo humanismo no es menester descubrir, ahora acaba de recibir en nombre de toda España la llama olímpica encendida hace diez días en Grecia y cuyo fulgor y simbolismo alumbrará la primera olimpíada de habla española en la ciudad de México el próximo día 12 de octubre, fecha que tiene una honda significación para todos nosotros. Me satisface enormemente que sea la capital catalana la primera ciudad hispana que reciba la antorcha de los Juegos de la XIX Olimpíada, y con ella, este mensaje de comprensión, de fraternidad y de paz. Fue aquí también donde llegó la civilización helena y Ampurias la primera urbe española en donde se compitió bajo las reglas y el espíritu de los primitivos juegos olímpicos. Son pues dos mil años de historia deportiva. También fueron nuestras tierras las que tuvieron el honor de la primacía de una organización de carácter olímpico, al albergar los II Juegos Mediterráneos en el año 1955 que han marcado con su sello generoso y deportivo a toda una generación. Por ello me complace que esta ciudad mediterránea, abierta y deportiva albergue durante unas horas la llama que lucirá dentro de seis semanas en las tierras hermanas de México, iluminando a la juventud de todo el mundo, en el más noble y la más leal de todas las luchas. En su viaje por las tierras de España, esta antorcha estará rodeada por la mirada fraternal, cordial e ilusionada de toda nuestra juventud. Dentro de pocos días, en la española y lejana isla de Gomera, diremos adiós a la llama olímpica con la misma esperanza de feliz retorno con que hace más de cuatro siglos se despidió a Colón y a sus hombres. Esperamos también que esta antorcha olímpica regresará un día a España, no solamente para iluminar, como ahora, desde las suaves riberas del Mediterráneo hasta las bravas aguas del Atlántico a todo este nuestro maravilloso país, sino que hago fervientes votos para que vuelva un día para permanecer sobre nuestra piel de toro y una, con su calor una vez más, a toda la juventud del mundo bajo el signo de los cinco aros olímpicos. Bienvenido seas, fuego olímpico, a España. El deseo de todos los españoles es que bajo tu luz, pueda presenciar el mundo entero los mejores juegos olímpicos de la era moderna."
A continuación el representante del Comité-Olímpico Mexicano, Juan Manuel Gallástegui, coordinador de la antorcha olímpica, pronunció unas palabras agradeciendo las atenciones recibidas en Barcelona a través de la cual México había deseado unir a los cinco países de su recorrido: "Con el corazón de México, con el pueblo de México, con el comité organizador de los Juegos Olímpicos, para que pueda quedar para siempre como una muestra de agradecimiento y simpatía hacia todo el pueblo de España". Como recuerdo de la acogida hizo entrega al delegado municipal de Deportes Pablo Negre de una ánfora-antorcha fundida en México. Con la interpretación del himno nacional español finalizaron los actos oficiales y se dio paso a numerosas actividades festivas en la plaza de Cataluña. Atletas, directivos y miembros del Comité Olímpico Español realizaron turnos de guardia en el pebetero.
Los actos festivos y populares empezaron con bailes de sardanas a cargo de la "Cobla Ciutat de Barcelona" y la "Cobla Barcelona" con un repertorio que terminó con la sardana "Juny" del maestro Juli Garreta. Las collas castelleres "Xiquets de Valls" y "Els nens del Vendrell" levantaron algunos castells, y a continuación se celebró un concierto a cargo de las bandas de música de la Cruz Roja y de Tranvías de Barcelona. Tras estos actos se estrenó "La Sardana Olímpica", una cobla expresamente compuesta para la ocasión por el maestro Lluís Moreno Pallí con motivo de la llegada de la llama olímpica. Interpretada por la cobla "La Principal de Badalona", fue bailada por cinco anillos de danzantes vestidos de los colores de los cinco aros olímpicos. Luego los actos estuvieron presididos por un conjunto de danzas catalanas a cargo de los esbarts "La Floresta", "Montserrat Martinenc", "Folklore de Catalunya" y "Barcelona", acompañados por la copla "La Principal de Badalona". Finalmente, el programa de fiestas se cerró con un concierto de masas corales y una exhibición de danzas regionales con la participación de las casas regionales de Galicia, Murcia y Albacete y el Centro Cultural Recreativo Aragonés.
Al día siguiente a las 10:00h. de la mañana la antorcha olímpica a manos del delegado municipal de Deportes Pablo Negre reanudó su marcha a través del paseo de Gracia, tomando relevo a la altura de la calle de Mallorca a su compañero Reina Terreros, el cual prosiguió hasta alcanzar la avenida Diagonal (entonces llamada del Generalísimo Franco). A la altura de la calle de Tuset se produjo un incidente en el relevo entre Mariana Valls (hijo de Fermín Mariana, presidente de la Federación Barcelonesa de Atletismo) y el ex-atleta internacional y olímpico Gregorio Rojo, al explosionar la antorcha de éste en el momento de tomar el fuego, debido a que el combustible usado que permitía aguantar la llama sin riesgo de apagarse a veces podía explotar debido a su volatilidad. Afortunadamente, ambos sufrieron solo pequeñas lesiones. Tras el percance, la antorcha prosiguió por la avenida Diagonal hacia arriba pasando por numerosos municipios como Igualada, Lleida, Zaragoza, Medinaceli, Guadalajara, Alcalá de Henares, Madrid, Toledo, Navalmoral de la Mata, Trujillo, Mérida, Sevilla, Huelva y Palos de Moguer. En total un recorrido de 1.295 kilómetros, 88 horas y 20 minutos de viaje y 1.286 relevistas, siendo el último español en tomar la antorcha el joven de 19 años Cristóbal Colón de Carvajal y Gorosábel, descendiente de Cristóbal Colón.
A bordo de la corbeta "Princesa", proporcionada por el Gobierno español, partió hacia el continente americano. Al cabo de dos días hizo escala en Las Palmas de Gran Canaria y quince días más tarde llegó a San Salvador (Bahamas), lugar donde históricamente desembarcó Colón y donde se conmemoró la llegada del citado descubridor y la primera llegada del fuego olímpico a América. Tras ello el destructor mexicano "Durango" llevó la antorcha hacia Veracruz. Habiendo pisado al fin el país mexicano en fecha 6 de octubre, de allí pasó por Xalapa, Oritzaba, Puebla, Teotihuacán y Ciudad de México, lugar final de destino, el día 12 siguiente, Día de la Hispanidad. Coincidiendo con esta festividad, en el Estadio Olímpico Universitario se celebró la ceremonia inaugural de los XIX Juegos Olímpicos. La deportista Enriqueta "Queta" Basilio se encargó de encender el pebetero olímpico, convirtiéndose así en la primera mujer de la historia en llevar la antorcha olímpica y encender el pebetero. El fuego que iluminó los juegos más memorables celebrados hasta aquél momento se dio breve cita por Barcelona, dejando un claro presagio de lo que acontecería veinticuatro años después. Una llama de nuestra memoria histórica.
Fotos: Arxiu La Vanguardia, Arxiu Mundo Deportivo, Pérez de Rozas, Valls.