Las cosas, como son. Al margen de partidarios o detractores, de monárquicos o republicanos y de aciertos o errores, es indiscutible que la reina Isabel II del Reino Unido (Elizabeth Alexandra Mary) ha sido todo un símbolo de una época, un referente ineludible y un personaje extremadamente importante de la historia contemporánea. Posiblemente se convirtió en la figura monárquica más representativa, poderosa e influyente de buena parte del siglo XX hasta su reciente fallecimiento el pasado día 8. Ningún otro rey o reina de cualquier monarquía del mismo periodo histórico que ella ostentó ha llegado a acaparar semejante protagonismo y con tanta fuerza. Siete décadas es un largo espacio de tiempo (fue coronada el 2 de junio de 1953) y 96 años de vida casi un siglo (nació el 21 de abril de 1926).
Si tenemos en cuenta que el Reino Unido es uno de los grandes países del mundo no solo por su historia sino también por su capacidad de aportar e influir en decisiones a escala global y Londres una de las grandes capitales del mundo, se puede afirmar sin vacilaciones que Isabel II, más allá de haber sido jefa de estado de 16 países, fue una reina del mundo. Prueba de ello fue su facultad para reflotar la Commonwealth logrando aumentar los estados miembros de 8 a 54, su involucración en asuntos internacionales, su voluntad de reducir conflictos ofreciendo ayuda humanitaria a millones de personas afectadas por desastres naturales y otras emergencias, así como su lucha contra la pobreza. En esta vertiente la ONU reconoció su labor, algo meritorio si consideramos que ella siempre mantuvo su fuerte talante conservador y típicamente victoriano al que jamás renunció aún adaptando la monarquía a los nuevos tiempos.
Resulta inevitable en el presente blog recordar que la reina Isabel II estuvo en Barcelona una sola vez. Fue en una visita diplomática a España en la cual hubo un encuentro con los entonces reyes Juan Carlos I y Sofía y el entonces presidente del Gobierno español Felipe González. Tras años de relaciones turbias entre las monarquías española y británica, en 1986 se efectuó un giro positivo tras una visita de los reyes de España al Reino Unido, algo que no sucedía desde 1905 cuando Alfonso XIII conoció a Victoria Eugenia. Los días 18 y 19 de octubre de 1988 la monarca y su marido Felipe de Edimburgo (fallecido el año pasado) permanecieron en Madrid. El día 20 viajaron a Sevilla y por la tarde volaron hacia Barcelona, donde se hospedaron en el yate real Britannia. Se dice que la operativa que se desplegó para la visita provocó importantes atascos por el centro de la ciudad.
Tras llegar a la plaza de Sant Jaume los monarcas británicos fueron recibidos con una salva de honor por los reyes Juan Carlos I y Sofía. En el Palau de la Generalitat el entonces presidente Jordi Pujol actuó de anfitrión. En el Saló de Sant Jordi les regaló una estatua de plata de San Jorge, que también es patrono de Inglaterra. Tras ello pasaron al Ayuntamiento de Barcelona donde tuvieron un cordial recibimiento por el entonces alcalde Pasqual Maragall, el cual les explicó el significado del mosaico del Saló de Cent. Se cuenta que la reina Isabel II fue obsequiada con una colección de estampas de Tomàs Piferré impresas por el Consell de Gremis de Barcelona de 1764 que conmemoraban la llegada a España del rey Carlos III, además de unas camisetas, unas chapas y unas pegatinas de Cobi, la mascota de los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992, para que las regalara a sus nietos.
Fue una jornada intensa en la cual visitaron el Museo Picasso y el Estadio Olímpico de Montjuïc todavía en obras de remodelación. En Pedralbes inauguraron un nuevo edificio de la Kensington School y luego acudieron a una comida en su honor en el Palau Reial de Pedralbes. Allá mismo en los jardines se les ofreció un baile de sardanas. Tras la gala se dirigieron hacia el puerto para una recepción en el yate real Britannia, donde asistieron un centenar de personalidades como el pintor Antoni Tàpies, el tenor Josep Carreras, las sopranos Montserrat Caballé y Victoria de los Ángeles, los doctores Dexeus, Puigvert y Barraquer, el arquitecto Ricard Bofill, el diseñador Javier Mariscal y los dueños de las cavas Codorniu, Freixenet y Torres, entre otros invitados. A última hora del día la embarcación soltó amarras y partió con destino hacia Mallorca, donde la reina Isabel II y su marido pasaron dos días de recreo en la zona durante el fin de semana. El lunes por la mañana volaron desde la isla hacia Londres.
En líneas generales el sentir monárquico de la mayoría de la población británica es indiscutible, de un 76% a favor frente a un 17% que optaría por una república. Incluso se dio el singular caso cuando se celebró el referéndum de independencia de Escocia el año 2014 de que los mismísimos independentistas escoceses aceptaban que Isabel II continuara siendo reina del futuro estado escocés. ¿Alguien se imagina a un independentista catalán o vasco aceptando que el rey Felipe VI fuese rey de Cataluña o de Euskadi en una hipotética independencia de ambos territorios?
Posiblemente un sueño frustrado de España fue la oportunidad perdida de crear una "Commonwealth" española. De haber triunfado esta posibilidad habría que preguntarse si los países hispanoamericanos hubiesen sido o no más prósperos, estables y democráticos, es decir, si hubiesen podido evitar los graves desequilibrios económicos, la elevada corrupción política y las dictaduras militares padecidas durante décadas.
No todo su reinado fueron luces, también hubo algunas sombras. En 1992 la reina tuvo que vivir la separación matrimonial de sus hijos Carlos y Andrés, además del incendio ocurrido en el castillo de Windsor. En 1996 Carlos y su esposa Diana Spencer (la entrañable Lady Di) acabaron divorciándose y al siguiente año ella falleció en un accidente de automóvil bajo circunstancias no muy claras. La sombra de las teorías conspirativas continúa a los 25 años de su muerte. La sociedad británica jamás lo acabó de superar, pues la princesa Diana de Gales fue un personaje muy querido, influyente y decisivo que contribuyó al acercamiento de la monarquía al pueblo, sin duda una bocanada de aire fresco a esta institución tras décadas de rigidez protocolaria.
Isabel II del Reino Unido ha sido y será una mujer que no dejará a nadie indiferente. El príncipe Carlos, ahora rey Carlos III del Reino Unido, heredará la función más difícil de su vida. Probablemente ser monarca británico sea la más complicada de asumir por todo lo que representa y el peso que lleva consigo. Ahora el gran debate es por cuánto tiempo permanecerá en el trono, hasta el final de su vida o si por contra se tratará de una transición generacional, abdicará y pasará el trono a su hijo Guillermo. El tiempo lo dirá. God Save The Queen.
Fotos: Agencia EFE, Arxiu Fotogràfic de Barcelona, El Periódico, Fundació Pasqual Maragall.