viernes, 29 de enero de 2010

Memorias de un cinéfilo de estreno III: cine Bailén

Si por algo recuerdo el cine Bailén, es por las veces que lo frecuenté con mi amigo Carles, compañero de la facultad. Con él, iba a menudo los fines de semana a ver los últimos estrenos. Carles vivía en el barrio de Gràcia y tenía esta sala muy cerca de su casa. Yo me trasladaba en autobús desde la plaza del Congrés hasta la confluencia de las calles de Còrsega con Bailén. Además, cuando él y yo quedábamos siempre lo hacíamos delante del cine Bailén como punto habitual de encuentro. No tenía pérdida. Cuando cerró y se transformó en un supermercado Caprabo, no perdimos la costumbre de seguir quedando en el mismo punto diciendo que nos encontraríamos a tal hora delante del Bailén.
Este cine ubicado en el número 161 de la calle de Bailén, abrió sus puertas el 17 de marzo de 1974. Era de la cadena Cinesa. Para celebrar su apertura, la sala proyectó una serie de ocho películas, exhibiéndose una cada día: “Gritos y susurros”, “El gran duelo”, “La pasión de vivir”, “Hasta que el divorcio nos separe”, “Las dos inglesas y el amor”, “La piel en el asfalto”, “Le llamaban Aleluya y Sartana” y “El heredero”.
Posteriormente, la sala pasó a ser inmediatamente un local de estrenos frecuentada por los habitantes de Gràcia y del norte del Eixample. Las veces que había ido el ambiente era más bien tranquilo y con gente de todas las edades. Tenía un vestíbulo con la taquilla situada a la derecha y el bar a la izquierda. La platea tenía capacidad para 500 personas. No era un cine muy grande y su decoración interior, a cargo del arquitecto Jordi Galí, era bastante similar a la del cine Diamante de mi barrio, con butacas e interiores rojizos. Eso es algo que no tiene nada de extraño al tratarse de la misma empresa.
El 17 de diciembre de 1991 sufrió un incendio intencionado que destruyó parcialmente su interior, de modo que tuvo que ser reconstruido. La película que entonces exhibían era “Terminator 2, el juicio final”. Irónicamente podemos decir que la propia sala se anticipó a ese “juicio final”, aunque por suerte la profecía no se cumplió.
Como anécdota, recuerdo la gran cola que yo, mi hermano Tomás y dos amigos más (Francesc Fernández y Juan Antonio Durán) tuvimos que hacer para poder ver “Alien 3”. Casualmente, yo me encontré a otro amigo de la facultad (Lluís Canals) acompañado de unos amigos suyos (uno de ellos, el joven director de cine Carlos Meroño conocido como Carlos Atanes). De paso, mientras hacíamos cola, pululaban un par de chicos la mar de freackis. El primero, se dedicaba a dar puñetazos a una persiana de una tienda cerrada, y el otro se acercó a nuestro amigo Juan Antonio Durán a demostrarle que era más inteligente que él y que se encontraba liberado porque el día anterior se había separado de su mujer. Bueno, que entre esos dos personajes nos distrajimos un poco y nos hizo más llevadera la espera. El caso es que yo entré antes que los amigos Lluís Canals y Carlos Atanes porque ellos estaban bastante más atrás en la cola. Yo, sin embargo, tuve que esperarme solo una sesión y no dos. Lo que mi amigo Luís recuerda es que cuando salí de ver “Alien 3” (o “Alien al cubo” como decían algunos), nada más verle yo a él lo primero que le dije fue “tantas horas haciendo cola para ver esta mierda”. Mi comentario lo animó mucho, sobre todo después de haber esperado tres horas en la calle.
Otra película que recuerdo haber visto con mi amigo Carles fue “Torrente el brazo tonto de la ley”, posiblemente la mejor de las tres que se han realizado porque era la novedad, no tanto porque fuese buena aunque técnicamente reconozco que Santiago Segura no es tonto como muchos creen y sabe parodiar y dirigir, aunque está claro que él no tiene ninguna pretensión artística más que la de divertir y no hacer obras de arte.
El cine Bailén cerró juntamente con los cines Astoria y Arkadín en junio del año 1999, siendo “La trampa” la última película que proyectaron, y la que yo y Carles vimos juntos.

viernes, 22 de enero de 2010

Max Baer: un ejemplo de cómo el cine nunca copia la realidad

Resulta increíble lo que el cine es capaz de hacer con los personajes reales, pues sobre todo quienes conocen un poco de su historia se dan cuenta de la fantasía y la manipulación que de la realidad hace el séptimo arte. Y luego algunos presuntos expertos en cinematografía nos hablan de “películas realistas”, etiqueta siempre puesta especialmente para el cine español. No cabe duda de que el arte, en realidad, en ninguna faceta, nunca copia la realidad. Ni siquiera un retrato, una obra hiperrealista o incluso una fotografía, aunque pueda parecer todo lo contrario. Existen muchas realidades y no una sola y objetiva. De hecho, hay tantas como personas en el mundo, de modo que cuando se pretende copiar la realidad lo que se consigue es imitar una visión subjetiva de quien lo ha producido. Ni siquiera el llamado “cine de mensaje”, “cine pedagógico”, “cine social”, “cine del Realismo” o “cine Expresionista” refleja la realidad objetiva.

Con esta breve y agresiva introducción no estoy ni mucho menos desmereciendo, maldiciendo o criticando al arte cinematográfico. Al contrario, puesto que yo soy muy aficionado y solo quiero expresar mi desacuerdo acerca del cine como espejo de la realidad, porque me parece una prepotencia y una demagogia de quienes van de intelectuales.
Para poner un claro ejemplo, me ha llamado la atención la manipulación que del boxeador Max Baer se ha hecho. En la película titulada “Cinderella Man”, dirigida por Ron Howard y estrenada en el año 2005, se presenta a dicho boxeador como un joven malvado, mujeriego, despreciable, cruel, orgulloso y de temperamento psicópata. Incluso hay una secuencia en la que en una fiesta intimida a la esposa de su rival, Jimmy Braddock, haciéndole peticiones deshonestas tratando de aprovecharse sexualmente de ella una vez haya matado de un puñetazo mortal a su marido en el ring. Pues bien, aunque en términos generales se trata de una buena película y el personaje de Maximilian Adelbert Baer (1909-1959) está bien interpretado por el actor Craig Bierko, no se ciñe en absoluto a la realidad histórica. Todo lo contrario. Este magnífico pegador cuyo golpe derecho era mortífero, relatan muchos testigos de la época que fue un hombre muy caballero, muy noble y muy simpático, nada que ver con la repugnante visión de la película. Hay constancia de que precisamente con James Walter Braddock (que en el filme lo interpreta muy bien Russell Crowe) se llevaba muy bien e incluso llegó a visitarle después de haber tenido un combate con él. Lo mismo sucedió con el boxeador Primo Carnera, al que venció en repetidas veces y no por ello llegaron a enemistarse. Y eso no es todo. A uno de sus rivales que llegó a matar con su mortal derechazo, Max Baer tuvo tales remordimientos que sufrió una depresión y hubo de tratarse psiquiátricamente para superarlo. Luego, llegó a pagar los estudios de los hijos de este boxeador al que había matado accidentalmente, nunca adrede como expresa la película de Ron Howard.

Aparte de boxeador, trabajó como modelo playboy y como actor. Participó en la comedia “Las minas del rey salmonete”, de 1949, junto con la pareja formada por Bud Abbot y Lou Costello, y en 1956 coincidió con Humprey Bogart en el filme “Más dura será la caída”.
En definitiva, un Max Baer que nada se parece al reflejado en el filme “Cinderella man”. Como este caso se podrían contar muchos más. Unos cuantos años atrás, la película “Amadeus”, a mi parecer una obra maestra de Milos Forman, consiguió convencer a algunas personas de que el genio de la música Wolfgang Amadeus Mozart era idiota (así se lo dijo literalmente a mi padrino un conocido suyo). Afortunadamente, con el paso de los años parece que ha crecido la convicción de que se trataba de una fantasía sobre el personaje y que la rivalidad con Antonio Salieri no tiene una gran base histórica.


domingo, 17 de enero de 2010

Adiós al “Chupa-Chups”, 40 años de un servicio popular

El pasado día 1 de enero desapareció en el barrio de Ciutat Meridiana de Barcelona un servicio urbano interior de autobús conocido como el “Chupa-Chups”. Tras cuarenta años circulando por calles estrechas, empinadas y curvadas de la última barriada de la ciudad, esta línea no tendría nada de especial si no fuese porque su establecimiento se consiguió gracias a las luchas vecinales. Así, nos ha dicho adiós todo un símbolo de una época.
Si efectuamos un repaso histórico, en Ciutat Meridiana habían dos servicios urbanos: la 2, que conectaba con la plaza de Tetuán, y la 202, que reforzaba a ésta desde el Clot. Sin embargo, con motivo del crecimiento del barrio y el aumento progresivo de su población, hacía falta mejorar las conexiones con transporte público con el resto de la ciudad. Las dos líneas antes mencionadas no efectuaban un recorrido por todo el polígono de viviendas, y el apeadero de RENFE de Torre Baró dejaba más bien lejos. Además, el hecho de que los bloques se hubiesen edificado sobre la montaña (en unos terrenos previstos para construir un cementerio, proyecto que se descartó por el exceso de humedad, la cual, por lo visto, era buena para los vivos) hacía complicado ir a pie, especialmente para la gente mayor, desde la parte baja hasta la más elevada y limítrofe con el municipio de Montcada i Reixac.

Las protestas vecinales y las constantes peticiones al Ayuntamiento de Barcelona dieron su fruto y la empresa municipal Transportes de Barcelona estableció un servicio especial que efectuaría un recorrido interior por Ciutat Meridiana que permitiría conectar toda la barriada hasta la parte, acercando el transporte público a los lugares más inaccesibles y facilitando el enlace con otros servicios con un simple intercambio y a un precio módico. El resultado fue la implantación en una fecha indeterminada del año 1969 de una nueva línea especial de microbús que, iniciándose en la avenida de los Rasos de Peguera, circularía por las calles de Costabona, Les Agudes y Perafita, haciendo su regreso por la avenida de los Rasos de Peguera hasta la calle de Vallcibera. No tenía número ni constaba en ninguna guía de transportes urbanos de Barcelona, y sólo tenía el indicativo de “Servicio interior Ciudad Meridiana”, siendo conocida a efectos internos como “Enlace línea 2”. A diferencia de las líneas convencionales de autobús cuyo billete sencillo era de 4 pesetas, esta, en cambio, sólo valía 1 peseta, el mismo precio que el de un Chupa-Chups, de ahí que popularmente esta línea se la bautizara con el nombre de éste caramelo. Al parecer, desde un principio la nueva línea obtuvo un excelente número de usuarios, motivo por el cual el microbús que tenía asignado fue sustituido por un autobús estándar.

Posteriormente, al servicio se le designó el número 0, y desde el 4 de febrero de 1974, era conocida como la línea 602. Durante los años posteriores no hubo modificaciones ni hechos relevantes. El 1 de junio 1985 volvió cambiar la numeración pasando a ser la línea 400.
Con el propósito de ampliar el recorrido hasta lograr una completa cobertura territorial por Ciutat Meridiana, el 7 de abril de 1994 modificó su recorrido pasando a ser de circunvalación, es decir, con un único origen y final en la calle de Vallcibera. Desde la calle de Perafita pasó a circular por Les Agudes y la avenida de Rasos de Peguera para continuar con su recorrido habitual. La nueva ampliación supuso la instalación de seis nuevas paradas. Aunque en los años posteriores las tarifas aumentaron de precio, el billete sencillo fue siempe inferior al del resto de servicios urbanos de autobús por su corto recorrido.

El 31 de octubre de 2002, volvió a cambiar de número, pasando a ser la línea 159, motivo debido a un reajuste numérico por parte de Transports Metropolitans de Barcelona (TMB) para que todas sus líneas se integraran a la numeración asignada por la Autoritat del Transport Metropolità (ATM), del 1 al 199.
El 26 de septiembre de 2003, se abrió la conexión entre la calle de Perafita y la avenida de Rasos de Peguera, en la zona más alta del barrio. Ello permitió la prolongación del “Chupa-Chups”, conjuntamente con las líneas 62 y 76.
Durante el año 2008, el vecindario de Ciutat Meridiana se alarmó al saber que se estudió la posibilidad de suprimir el “Chupa-Chups” porque su recorrido se superponía completamente al de las líneas 62 y 76, pero finalmente la propuesta se rechazó porque las terminales de las tres líneas eran diferentes, habiendo además el caso de algunos viajeros que tendrían que realizar un viaje suplementario por el barrio de Can Cuiàs.

Finalmente, la Entitat Metropolitana del Transport (EMT) no renovó la concesión de las líneas 80, 81, 82 y 83 a la empresa Transports Lydia, y abrió un concurso de adjudicación de las cuatro líneas a una nueva compañía, más el Chupa-Chups. A pesar de algunos movimientos de protesta, el objetivo se cumplió, y desde el 1 de enero de este año, la empresa Sagalés, con material móvil cedido por TMB, explota los servicios de Transports Lydia. Ello ha comportado la supresión del entrañable “Chupa-Chups”, absorbida por la línea 83 que se ha convertido en un Bus del Barri efectuando un completo recorrido de circunvalación por los barrios de Torre Baró, Ciutat Meridiana y Vallbona.
Agradecer al “Chupa-Chups” sus cuarenta años de servicio, pues ahora pasa a formar parte de la historia de un barrio y de una época. Que en la memoria histórica quede para siempre.

Nota: todas las fotografías han sido extraídas de la página web www.autobusesbcn.es

lunes, 11 de enero de 2010

El islamismo ejemplar del señor Harish

El otro día me quedé perplejo ante el televisor por las declaraciones de un abogado musulmán residente en Holanda opinando sobre el islamismo en Europa. De entrada, aparte de no aceptar la cultura occidental, hacía una proclamación a la no integración, invitando al pueblo musulmán que viviese en el continente europeo exactamente igual que en sus países de origen, haciendo de cada comunidad un pequeño país dentro de otro país. Por ello, se mostró crítico con el islamismo europeo porque lo consideraba demasiado occidentalizado en tanto que se alejaba de las leyes islámicas. Defendía, además, el derecho a la diferenciación entre hombres y mujeres, y como ejemplo declaró que a ellas no les daba la mano. Sin embargo, también decidió no darla tampoco a los hombres para, según él, demostrar que no hacía discriminación sexista sino que cumplía con los principios de su doctrina.
Y después de estas declaraciones, empezó a hablar sobre derechos humanos, la defensa de la multiculturalidad y de sus simpatías hacia el presidente de los Estados Unidos Barak Obama por haber afirmado que no es enemigo del Islam.
El tema merece una reflexión porque es una cuestión delicada en la que caer en la demagogia o en el racismo es muy fácil. De entrada, es cierto que nunca es justo calificar a todos los miembros de un mismo colectivo de iguales tanto si se alaban como si se criminalizan. Dicho familiarmente, no hay que meter a todos en el mismo saco. Está muy claro que existen muchas clases de musulmanes. Se trata de una cultura, una religión y una forma de vida desconocida para la sociedad occidental, lo que alienta fácilmente los prejuicios, el miedo y el rechazo. El Islam es, sin duda alguna, lo que es, y el radicalismo o la moderación la definen las personas comulgantes. Es decir, no podemos hablar de islamismo moderado o radical, sino de islamitas o musulmanes moderados o radicales. Las gradaciones y el nivel de aplicación de las leyes las marcan los creyentes porque la doctrina es la que es, ni más ni menos.

Siempre se debe de buscar aquel punto de equilibrio que garantice una buena convivencia entre personas diferentes, especialmente si se es inmigrante y se reside en un país con una cultura y una tradición distinta u opuesta. Los musulmanes moderados existen, pues existen muchos casos de quienes practican la fe islámica con buenas intenciones sin el deseo de molestar o provocar a nadie, respetan a quienes tienen otras ideas o confesiones religiosas, respetan al sexo opuesto y no imponen su doctrina ni sus costumbres. En mi barrio, por ejemplo conocí un caso. Se trataba de una familia hindú musulmana que regentaba una tienda de “todo a cien”. El marido, el señor Harish, lo recuerdo como un hombre encantador, muy agradable y cordial. A veces nos dejaba en DVD películas de Bollywood. Tenía dos hijas adolescentes mayores de edad, y vestían al estilo occidental, con pantalones tejanos y no llevaban ni pañuelo ni velo ni prenda alguna que las tapara. Solo la esposa vestía al estilo tradicional. Al cabo de unos meses, tuvieron que cerrar el negocio y trasladarse en el barrio de Sants porque no les fue rentable. Al hacer la despedida, el señor Harish no tuvo inconveniente alguno en que mi madre le diera dos besos. Estoy seguro que como Harish, existen muchos más musulmanes de buena fe, que dejan elegir a sus hijas sus creencias y sus atuendos sin imponerles doctrina alguna, que no obligan a su futura esposa a llevar el velo o a convertirse al Islam, y que son demócratas. Esta clase de musulmanes merecen un respeto por mi parte y no deben de ser discriminados, y es la prueba de que la moderación existe y la convivencia es posible entre personas de distinta fe y cultura.

Sin embargo, el ejemplo del abogado musulmán residente en Holanda es el polo opuesto al que siento inevitablemente rechazo, porque significa un deseo de no integrarse en el territorio de acogida, sino de que nosotros nos integremos a ellos para que puedan vivir y hacer exactamente igual que en su país pero en Europa, y eso es una falta de respeto y una manera de manifestar que los europeos importamos un rábano. El respeto es mutuo. No es posible que nosotros tengamos que ceder y ellos no. Casos de musulmanes que afirman que la mujer que se case con ellos deberá de convertirse al Islam o llevar velo es inaceptable. ¿Qué sucedería si una mujer exigiese a un musulmán que se convirtiese al cristianismo o que vistiese con pantalones tejanos y una camiseta negra con un logo de Iron Maiden? ¿Acaso ellos valen más que nosotros para darse el derecho a exigir? Eso no es amor, sino posesión. Si se ama a otra persona la aceptas tal como es y no le exiges que cambie, porque nadie es perfecto como para pedir a otra persona que sea lo que le pida. Por ello, yo rechazo a este sector de islamistas que no desea integrarse, exige y somete a la mujer, pretende expandir su doctrina territorialmente e intentan que la sociedad occidental cambie sus pautas de comportamiento, por ejemplo, rechazando a los homosexuales y exigiendo que las mujeres que van a la piscina se cubran para no ofender a la vista. Si una mujer quiere cubrirse con un velo u otro atuendo por su propia voluntad me parece bien, del mismo modo que quienes quieran llevar una cresta de punk en la cabeza o cuatro aros en la oreja lo puedan hacer. Ahora bien, si en una escuela o en otro lugar exigen una forma de vestir, eso ineludiblemente se debe de respetar. Si en una escuela piden quitarse el velo se debe de acatar, del mismo modo que en una boda o en un acto oficial se debe de ir de traje y corbata.

Y estas críticas no son islamofobia porque solo hago referencia concreta a ese sector radical e inflexible, y no a la totalidad. Argumentos como que los occidentales tampoco se integran en África o Asia porque quieren occidentalizar el mundo, que judíos, chinos, italianos, japoneses y negros viven en ghettos en las ciudades norteamericanas, que el catolicismo ha hecho y hace muchas atrocidades y que en España también hay machismo y episodios de violencia de género no son respuesta al problema sino una evasiva. Insisto en que no se debe de tomar la parte por el todo ni criminalizar al colectivo musulmán, porque creo en los moderados, en los islamistas abiertos, integradores, respetuosos, conciliadores y demócratas de verdad, que no juegan con nosotros, ni hacen chantaje racial cuando les surge un problema, ni usan la democracia para boicotear y salirse con la suya, y que creen en la igualdad de derechos y oportunidades. Ese es el modelo de musulmán que debe de existir, del cual el señor Harish es un ejemplo a seguir.

jueves, 7 de enero de 2010

Recordant els Reis Mags i les cavalcades

La Nit de Reis. Una nit màgica. Una nit de somni. Una nit d’il·lusió. Una nit de fantasia. Una nit d’alegria. Una nit de desitjos. Una nit de moltes coses. Un any més, gaudint de la cavalcada. Els Reis. Sempre els Reis. Que venen els Reis!!!
El rei Melcior, sempre tant ros i tant blanc, irradiant tanta llum. El rei Gaspar, el rei morè, que tant poc l’escullen els infants com a favorit però que allí està encantador. I el rei Baltasar, el negre, l’exòtic i el favorit de la meva infantesa. Allí hi són, els tres Reis Mags d’Orient.
Els recordo de molt petit. Proper al Nadal veia pels carrers instal·lades les casetes on havia un Rei al qual et podies apropar a fer-li un petó, a dir-li quines joguines volies i a fer-te una foto amb ell. En veia més de tres, però com que eren mags deduïa que senzillament es podien multiplicar per arreu del món i agafar diferents formes segons convingués. I el dubte de seguida estava resolt. Fins i tot, me’n recordo en els antics magatzems Sears de l’avinguda Meridiana (ara Hipercor) d’un tal rei Melgasar, una mena de barreja dels tres. Per a mi no era altra que el cap dels altres tres reis. Un altra dubte infantil resolt. La fantasia al poder.
Amb el pas dels anys, malauradament, la tradició dels estands de Reis Mags als carrers es va anar perdent. Per sort, les cavalcades encara continuen.

Les primeres cavalcades que recordo eren les del meu barri. No podien ésser més rudimentàries. Possiblement, la cavalcada de Reis del Congrés ha estat la més freaki de Barcelona. De moment, no n’he coneguda cap altra que l’hagi superat. Organitzada per la Cadena els Tigres, anava encapçalada per una colla de timbalers i al darrera unes carrosses que no eren altra cosa que uns models Buggies de la marca Citroën però descapotables. Acompanyaven una colla de nens i nenes disfressats de tigres amb un vestit de cremallera de ratlles, i en particular al rei Baltasar se li notava amb els ulls embenats que era un home blanc amb la cara embetumada. Que les criatures no eren tontes!!! La resta de la comparsa amb ballarins i correfocs animaven la festa. Records divertits i entranyables. Actualment, es fa amb més mitjans, doncs ara ja disposen d’unes carrosses més sofisticades i un rei negre de veritat.
En contrast amb l’anterior, la més espectacular és, sens dubte, la general de Barcelona. La primera vegada que la vaig veure va ser amb el meu germà a casa de la Margarita i el Paco. Ella era la filla d’uns veïns del costat. Tenien tres nenes (la Marga, l’Eva i la Maripí) i un nen (el Francesc). Aleshores jo deuria tenir uns set o vuit anys. Recordo que tots plegats varem sortir al balcó que donava al carrer de Sepúlveda, i des de ben alt (seria un cinquè pis) varem veure desfilar tota la llarga comparsa.

La cavalcada general també la veig contemplar durant alguns anys jo i el meu germà acompanyats del meu pare. Anàvem amb metro o autobús fins a Colom i, des d’allà, amb el meu pare que acabava de sortir de treballar de la fàbrica, ens reuníem amb l’Àngel (un company de feina) i el seu fill, i tots plegats agafàvem una Golondrina del port que ens portava a un punt de l’escullera des d’on es llençaven focs artificials. Després tornàvem a port i esperàvem l’arribada dels Reis Mags. Finalment, entre una gran multitud de gent, veiem desfilar la clàssica cavalcada.
Al llarg dels anys, i fins l’actualitat, mai no he deixat de veure les cavalcades. Altres que he vist força interessants han estat la de Sant Andreu, la de Nou Barris i la de Badalona, que de fet no tenen gaire a envejar a la clàssica del centre de Barcelona.

La cavalcada de Barcelona sempre efectua el mateix recorregut. Surt del parc de la Ciutadella, i continua per l’avinguda del Marquès de l’Argentera, Pla del Palau, passeig d’Isabel II, plaça d’Antonio López, Via Laietana, Fontanella, plaça de catalunya, Pelai, plaça de la Universitat, ronda de Sant Antoni, Sepúlveda, Vilamarí, Lleida i avinguda de Rius i Taulet. Malgrat que cada any s’introdueixen novetats, alguns elements són fixos, com la Guàrdia Urbana muntada a cavall que encapçala la desfilada, la carrossa de l’estrella, les carrosses dels reis Melcior, Gaspar i Baltasar, i la carrossa del carbó. La resta de carrosses han anat canviant amb el pas dels anys i de mica en mica s’han anat sofisticant arribant a introduir elements multiculturals. En dues ocasions ha pogut participar com a escorta de carrossa i en una altra, muntat en una d’elles, acomplint així el meu somni de formar part d’una nit màgica irrepetible una vegada a l’any. Unes hores en què tens la sensació de què el món és món de veritat. A primera hora de la tarda, una bona estona abans de desfilar has d’estar present al parc de la Ciutadella per a disfressar-te amb un uniforme que, per cert, es subjecta pel cap i es lliga amb una corda que arriba a pressionar tant que sembla que t’estrenyi el cervell. El final de la desfilada en el Palau de Victòria Eugènia de Montjuïc, on t’espera un entrepà, un gotet de brou calentó i un got de xocolata desfeta, idoni per a entrar en calor després d’aguantar el fred del carrer. Descansar després d’una llarga marxa en què no pares de somriure i aprecies l’expressió d’encant i de innocència de la mainada amb una emoció que no pots explicar.
A la cavalcada dels Reis Mags, fins a l’any vinent.