No solamente sucede en las dictaduras, sino también en las democracias que cuando un personaje no interesa se le margina y una vez muere, se le olvida para siempre como si jamás hubiese existido, o al menos se intenta hablar de él lo menos posible. Y que eso precisamente suceda en un estado democrático donde se supone que hay libertad de expresión, de opinión y de culto resulta especialmente muy grave y escandaloso. No se trata de un fenómeno reciente sino que viene de muy lejos, tal vez de toda la historia. Cuando nos gobierna un grupo político en concreto (da igual que sea de derechas o de izquierdas, catalanista o españolista) y los llamados lobbies de poder presionan para que se impongan sus intereses personales por encima de los generales, es entonces cuando se decide qué personajes famosos tanto vivos como muertos serán exaltados y puestos como iconos de referencia para rendirles culto y cuáles se enterrarán y permanecerán en el olvido, borrados para siempre de la memoria histórica.
Cuando un personaje público no interesa y se le aparta a pesar de sus cualidades y de sus aportaciones al progreso de la sociedad e incluso de un país, en Cataluña se dice que ello se debe a que no ha formado parte de la “capelleta” (capillita), o sea, que no ha hecho migas con aquel partido o lobby que manda y decide. Y es que todo funciona así. Si quieres disponer de un rango determinado o aspiras a alcanzar la cima del éxito, tienes que formar parte de la “capelleta” que te apadrinará y te ayudará en tu viaje. Da igual que tus méritos y tu labor sea más mediocre que la de tu contrincante, o que seas menos inteligente y competente, porque si les caes bien llegarás hasta donde te dejen llegar.
Y puestos a olvidar y a enterrar personajes, merecen una mención especial los historiadores Jordi Nadal y Josep Fontana, a los que representantes de la Universitat Autònoma de Barcelona han considerado que no merecen ser reconocidos como doctores honoris causa a pesar de sus méritos académicos. Ambos personajes fueron durante muchos años profesores de esta universidad y miembros fundacionales de ella, y algunos entendidos en la materia han asegurado que su calidad y relevancia académica y científica son indiscutibles, superando sus obras incluso a la de Jaume Vicens Vives.
Entre sus trayectorias históricas, Josep Fontana destacó a finales de los años cincuenta formando parte de un grupo de jóvenes intelectuales por tener la heroicidad de publicar una revista en catalán, clandestina por supuesto, llamada “Quaderns de cultura catalana”. Además, tanto Nadal como Fontana fueron los grandes organizadores del año dedicado a la figura de Jaume Vicens i Vives, y en su juventud, formaron parte de los grupos de izquierdas y antifranquistas que tanto combatieron las represiones durante la década de 1970. Sin embargo, eso no ha bastado y han sido tachados de españolistas y faltados de catalanidad por parte de un sector claramente contrario a la entrada de nuevas generaciones de profesores con la influencia de Carles Solà, exmilitante del partido independentista Solidaritat Catalana.
Y después de tantos años de lucha y de trabajo por la democracia, la libertad, la memoria histórica, la cultura y la educación, esta ha sido la recompensa y el reconocimiento que han recibido. Los catedráticos en historia Jordi Maluquer y Borja de Riquer enseguida han reaccionado ante esta decisión y han hablado de sectarismo ideológico, envidias e ignorancia. Es de desear que quienes dirigen la Universitat Autònoma de Barcelona rectifiquen esta absurda decisión, pues sería un grave error denegar este título a Nadal y a Fontana porque desacreditaría y desprestigiaría a la UAB. Esta universidad, fundada el año 1968, nació como un icono de la resistencia antifranquista y su denominación pretendía homenajear el espíritu de libertad y democracia que imperó hasta la Guerra Civil. De ella han surgido alumnos que en el futuro han destacado como Matilde Asensi, Àngels Barceló, Llum Barrera, Antoni Bassas, Jaime Cañellas Galindo, María Casado, Joan Clos,Adrià Collado, Jordi Évole, Joan Ferran, Carles Francino, Manel Fuentes, Pasqual Maragall, Dani Mateo, Gemma Nierga, Oleguer Presas, Joaquim María Puyal, Xavier Sala Martín, Javier Sardà, José María Siles, Mònica Terribas i Sala Pau Solana i Roca y Marc Aguilera i Moncosí.
Pero la vida sigue y muchos personajes catalanes ilustres, a pesar de todo lo que han aportado por nuestra lengua y nuestra cultura, una vez más, lo que va a contar por encima de todo son sus ideas y con quienes comulgan. Su labor, su arte y su amor hacia Cataluña no cuentan absolutamente para nada si no es de la forma como algunos quieren. Podemos citar muchos nombres, como Josep Pla, Salvador Dalí, Avelí Artís Gener “Tísner”, Avelí Artís Tomás “Sempronio”, Josep Tarradellas, Francesc Cambó, Josep Maria de Nadal, Manuel Riu, Jaume Castell i Abellà, Fabià Estapé, Josep Clarà, Josep Maria Sert, Adolf Florensa, Martí Sanglas…
Todo ello demuestra en realidad que en el fondo ni a la clase política ni a los lobbies de poder les interesa en realidad Cataluña, el catalanismo, la lengua catalana y la cultura forjada en nuestra tierra, nuestra nación, nuestro “petit país”. Todo no es más que pura imagen y un juego de intereses. La defensa de todo lo dicho debería de estar por encima de ideologías o simpatías personales.
Por cierto, este año se conmemoran los cincuenta años del fallecimiento del ilustre dramaturgo, periodista, novelista, memorialista, traductor y poeta Josep Maria de Sagarra i de Castellarnau, otro personaje que, tras la muerte de Franco, inexplicablemente ha ido a engordar el saco de los olvidados porque tampoco interesaba. Pero bueno, no importa, que allá donde se encuentre no se preocupe porque yo ya me encargaré de reivindicarlo mediante una entrada en este blog.