miércoles, 31 de enero de 2018

TRAMVIA BLAU para siempre


El pasado domingo 28 de enero tuvo lugar la despedida del entrañable Tramvia Blau con motivo de su cierre por tiempo indefinido. Fue un acto festivo afortunadamente sincero, sentimental y entrañable, carente del incivismo, el cinismo y la hipocresía que tuvo la despedida del tranvía el 18 de marzo de 1971. A diferencia, la mayoría reivindicó que el cierre no sea definitivo y que en un futuro no muy lejano vuelva a circular. Y ello es lógico, pues ha abarcado a muchísimas generaciones de barceloneses que le han tomado cariño como un juguete no solo de la infancia sino también de adulto, porque a fin de cuentas nos ha hecho rebrotar aquel niño o niña que jamás debemos perder por muchos años que cumplamos. A pesar de la gran incertidumbre que genera el caso, TMB asegura que reabrirá su servicio con una infraestructura completamente renovada y más adecuada que la actual. Para el lobby del coche, siempre tan poderoso, era un sistema de transporte que molestaba y generaba sensación de inseguridad durante la conducción. Lamentablemente algunos tópicos no mueren a pesar de las evidencias en contra.


Desde hacía años se había planteado la posibilidad de construir una infraestructura similar a la que actualmente usan el Trambaix y el Trambesòs, es decir, de plataforma reservada. Ahora la remodelación de la avenida del Tibidabo supone una excusa perfecta para llevar a cabo el proyecto. Por parte de los aficionados a los transportes, historiadores, geógrafos, representantes de asociaciones y entidades varias así como otras personas sensibilizadas por este mundo existen dudas no poco razonables alrededor de su reabertura y de la conservación del material móvil durante este tiempo de clausura. Siempre se han acusado a las administraciones local y autonómica de tener escasa sensibilidad con el patrimonio histórico relativo al transporte público y de la falta de voluntad para abrir un museo donde conservar las piezas restauradas e incorporar progresivamente las pendientes de restauración.
Polémicas aparte de las que cada uno ha sacado distintas conclusiones, del Tramvia Blau destacaría personalmente diez particularidades que lo definirían como un sistema de transporte único e irrepetible de Barcelona.


En primer lugar, es el tranvía clásico en funcionamiento más antiguo de Europa. Inaugurado el 29 de octubre de 1901, ha circulado casi ininterrumpidamente durante 117 años desde la Rotonda hasta la estación inferior del funicular al Tibidabo. Ello lo convierte en el único testigo de una época pasada en el presente.
En segundo lugar, su tracción eléctrica supuso un avance tecnológico para principios del siglo XX. Efectivamente, tras la novedad presentada en 1899 en el tranvía de Circunvalación, la electricidad supondría el recurso energético que daría paso a una nueva era moderna no solo para los transportes sino también para la industria. Las ventajas que supuso para los tranvías motivó la pronta eliminación de los viejos sistemas de tracción.
En tercer lugar, abrió Collserola a Barcelona. Eran tiempos en los que se reivindicaba la montaña como un espacio salubre en contraposición a la contaminada ciudad industrial. Las corrientes higienistas se pusieron de moda y ello tuvo como consecuencia el proyecto de ciudades-jardín y la construcción de equipamientos varios en zona forestal. La propuesta del doctor y farmaceutico Salvador Andreu Grau fue la que más frutos obtuvo a pesar de no completarse y el Tramvia Blau fue el sistema de transporte que permitió el acceso de la ciudad a la montaña. Y así fue como la sociedad barcelonesa, además de Montjuïc, descubrió la otra montaña de la ciudad.


En cuarto lugar, fue el primer tranvía de montaña de Barcelona. Debe recordarse que el 18 de abril de 1905 el recorrido fue prolongado hasta Vallvidrera, entonces del municipio de Sant Vicenç de Sarrià. Es decir, que fue un servicio intermunicipal e interurbano llegando a circular por verdaderas carreteras de montaña. Finalmente, con motivo de la inauguración del funicular a Vallvidrera, el servicio entró en decadencia hasta quedar nuevamente limitado hasta la actual plaza del Doctor Andreu en 1937. Debe recordarse que el famoso tranvía de l'Arrabassada no se inauguró hasta el 19 de julio de 1911.
En quinto lugar, ha conocido a todos los sistemas tranviarios implantados en Barcelona. Durante sus años en circulación ha sido contemporáneo a los tranvías a caballos, a los tranvías a vapor, a los tranvías eléctricos y a los modernos Trambaix y Trambesòs.
En sexto lugar, sobrevivió a la desaparición del tranvía. El hecho de estar explotado por una empresa privada, la Sociedad Anónima "El Tibidabo", y haber renovado la concesión de explotación de la línea, lo salvó de su desaparición.


En séptimo lugar, celebró el centenario del tranvía y su propio centenario. La supervivencia del Tramvia Blau permitió rendir un homenaje a un sistema de transporte que desde 1872 no ha desaparecido de la ciudad a pesar de haber sido testimonial entre 1971 y 2004, es decir, entre la clausura de la red convencional y la inauguración del Trambaix. Igualmente, los cien años del tranvía y del funicular supuso un debate alrededor del futuro de estos medios singulares del Tibidabo.
En octavo lugar, ha asumido todas sus funciones sociales como sistema de transporte. Es decir, inicialmente fue un transporte caro solo asequible a las clases sociales acomodadas. Posteriormente pasó a ser un transporte popular al alcance de todas las clases sociales, y finalmente ha asumido su papel no como un medio de desplazamiento regular sino destinado a fines lúdicos debido a su actual singularidad como línea histórica.
En noveno lugar, es patrimonio histórico e industrial de Barcelona. El Tramvia Blau acumula una larga historia social, empresarial e industrial de la ciudad, y ello sumado al mantenimiento de un material tan antiguo lo convierte inevitablemente e ineludiblemente en patrimonio. Es por ello que debe ser protegido y conservado. Es un legado del pasado aprovechable en el presente y legado para el futuro, prueba material de que el transporte público es cultura.


Y en décimo lugar, forma parte de la verdadera identidad de la ciudad. Cuando buscamos aquellos elementos que otorgan personalidad a la ciudad y la identifican como Barcelona, el Tramvia Blau es uno de ellos. No se trata de una identidad artificial, es decir, fabricada por un grupo político, sino una identidad real, forjada por la ciudad y para la ciudad, con unas raíces muy profundas y una fuerte personalidad.
En absoluto se trata de un sistema de transporte peligroso y, mucho menos aún, que su vida útil haya finalizado, tal y como algunos medios de comunicación han pregonado. Al contrario, se puede adaptar a los modernos sistemas de seguridad y todavía supone un medio lúdico y de ocio no solo para turistas sino para el todo público en general. Habrá que aceptar la nueva infraestructura de plataforma reservada si queremos volver a verlo circular, aunque precisamente la gracia recaía en ser un ejemplo único en Barcelona de vías convencionales compartidas con el tráfico y los peatones, tal y como sucede por ejemplo con el Cable Car de San Francisco y la línea C de dicha ciudad, donde circulan impecablemente restaurados los PCC's y otro material histórico sin problemas de compatibilidad con la circulación de automóviles.


Algunos consideran que ello sumado a la remodelación (o "tuneado" como algunos dicen) de los tranvías 5, 6 y 7 ha desvirtuado la esencia original del Tramvia Blau. Y es que el tema genera toda clase de controversias al respecto, especialmente entre los nostálgicos. Quedan pendientes los coches 2, 8 y 10 por remodelar. El 2, de la primera serie del 1 al 4, tiene como única opción para volver a circular someterse mecánicamente a lo efectuado con los números 5, 6 y 7. De lo contrario, deberá reposar para siempre en un museo. En cuanto a los coches 8 y 10, todavía con el aspecto clásico aunque no el original, se ha hablado de reformar uno y mantener el otro tal y como es ahora. En este sentido, puestos a ser inevitablemente "tuneados", recomendaría que al menos uno de los dos se le reformara la carrocería para devolverlo al aspecto original de 1904.
Los amantes del tranvía esperaremos a su regreso. Rememoraremos su pasado, lucharemos en el presente y reivindicaremos su futuro, porque el Tramvia Blau es para siempre.


Fotos: Arxiu Betevé, Arxiu La Vanguardia, Arxiu Tibidabo, Institut Municipal d'Història, Ricard Fernández Valentí.

viernes, 19 de enero de 2018

Balañá: el imperio del ocio barcelonés


El reciente fallecimiento del empresario Pedro Balañá Forts a los 93 años de edad lleva a recordar que el apellido Balañá forma inevitablemente parte del listado de personajes, familias o linajes ilustres de la historia de Barcelona. Y ello es bien merecido puesto que debe relacionarse con el mayor imperio del ocio que ha tenido la ciudad, una época dorada del entretenimiento cultural que jamás volverá a repetirse. Para conocer los orígenes de todo ello deberíamos remontarnos a la figura de Pedro Balañà Espinós, padre del antes citado. Nació en el entonces municipio de Sants en 1883. Como suele ser en la mayoría de los grandes empresarios, empezó humildemente de la nada, primero vendiendo periódicos, luego trabajando en un obrador vendiendo leche y finalmente como comerciante importador de vacas de los Países Bajos y Suiza. Su primer contacto con el mundo de la tauromaquia fue vendiendo de carne de toro, concretamente de las reses estoqueadas en la plaza de toros de Las Arenas, un hecho muy curioso si tenemos en cuenta que él, inicialmente, perteneció a una entidad cultural de Hostafrancs más bien hostil a las corridas.


Tuvo una formación académica elemental, en una escuela privada donde pagaba una peseta al mes. Pasó brevemente por la política militando en la Unión Federal Nacionalista Republicana, partido que en las elecciones municipales de 1915 fue en coalición con el lerrouxista Partido Radical. Fue así elegido regidor del Ayuntamiento de Barcelona por el Distrito 7 como independiente, siendo el segundo concejal más votado con 4.705 votos. Para que el partido tuviese una plataforma compró el periódico "El Poble Català" y participó en las luchas populares desde el Fomento Republicano de Sants. Como regidor defendió la creación de una escuela pública en su barrio. Su labor, breve pero buena, le mereció un cálido homenaje del municipio, entonces ya barrio, de Sants. En 1917 fue miembro del Ateneu Barcelonès. Llegados los años veinte del pasado siglo abandonó la política para desarrollar su vocación de empresario. Fue así como arrendó y explotó a partir de 1926 la plaza de Toros de Las Arenas y desde 1927 la Monumental y el Torín, ésta última entonces ya cerrada definitivamente. Ello fue posible porque los tres cosos taurinos, arrendados por una empresa madrileña, perdían dinero y el gerente vino a Barcelona a vender el contrato. En 1924 nació el "hereu" Pedro Balañá Forts.


Ya en plena postguerra, decidió ampliar sus miras de negocio en las salas cinematográficas. Era un buen momento, pues el cine era el ocio mayoritario de la sociedad barcelonesa del momento, a la vez que el franquismo aprovechó la apertura de salones de proyección porque era una manera fácil de difundir propaganda del régimen. La primera sala fue el Avenida de la Luz, inaugurada el 1 de enero de 1943, cuya gestión fue a parar a Pedro Balañá Forts, iniciándose así en la carrera empresarial junto a su padre y su tío José. Éste último regentaría en L'Hospitalet de Llobregat los cines Alhambra, Florida y Victoria.
En 1947 Pedro Balañá Espinós pasó a ser propietario de la plaza de toros Monumental, la cual tuvo que ser reformada y reconstruida porque las gradas de madera habían desaparecido, requisadas por las gentes humildes porque la madera era un buen combustible para hacer fuego y calentarse durante el invierno, un claro reflejo de la miseria de la postguerra. Una vez recuperada la plaza, además de las corridas habituales, anualmente se hacía también una corrida benéfica para recaudar fondos con destino a las viudas y huérfanos de militares.


No sólo regentó los cosos barceloneses sino también los de otras ciudades españolas como Almagro, Aranjuez, Calatayud, Girona, Guadalajara, Inca, Jerez de la Frontera, Linares, Medina del Campo, Palma,  Segovia, Sevilla, Tarazona de Aragón y Zaragoza. En 1960 recibió la Cruz de Beneficencia del gobernador civil de Barcelona Matías Vega Guerra. Ya en sus últimos años de vida, regresó a la política colaborando con en entonces alcalde de Barcelona José María de Porcioles, llegando a regidor municipal por el tercio sindical en 1963. Dos años más tarde falleció.
Durante aquellos años construyó nuevas salas de cine de grandes dimensiones como el Victoria (1958), el Aribau (1962), el Regio Vistarama Palace (1962), el Canadá (1963), el Urgel (1963) y el Palacio Balañá (1965). Concretamente el Regio fue el más grande de Barcelona, con pantalla formada por tres pantallas convencionales, superior a las de los cineramas, y un interior con platea y dos anfiteatros. Su construcción compensó el intento frustrado de erigir en el mismo solar un circo permanente.


Compró también locales históricos que ya existían desde hacía muchos años, como el Arenas (1943), el Alcázar (1948), el Tívoli (1949), el Borrás (1953), el Novedades (1957), el Coliseum (1958), el Delicias (1961), el Diagonal (1963) y el Bosque (1965). En 1949 adquirió también el teatro Principal, el más antiguo de Barcelona, donde se instaló la célebre taquilla de venta de entradas para ir a los toros. En 1965 la plaza de toros Monumental pasó a la historia por convertirse en el escenario donde actuaron una única vez los Beatles, en una noche memorable y 25.000 asistentes.
Al año de la muerte del padre, en 1966 Pedro Balañá Forts probó suerte como director de cine llegando a dirigir su única película que lleva por título "El último sábado". No solo se dedicó al mundo del ocio, pues en aquellos años del desarrollismo promovió la construcción de un nuevo barrio en L'Hospitalet de Llobregat conocido como Granvia Sud. Estrenado en 1967, consta de ocho bloques residenciales erigidos sobre terrenos de su propiedad, antiguos campos de cultivo de forraje para toros que logró recalificar como edificables. A diferencia de otros polígonos de viviendas, los pisos eran de mayor calidad por lo que se vendieron muy caros, y por ello fueron a vivir personas con mayor poder adquisitivo. Sin embargo, no por ello quedó exento de problemas, pues la falta de equipamientos y de otras necesidades motivaron luchas vecinales como en los barrios humildes de Barcelona y el extrarradio.


Años después bajo la mano del heredero del imperio del ocio se construyeron nuevos cines como el Rívoli (1969) y el Club Coliseum (1978). Otros se adquirieron como fue el caso del Rex (1969), el ABC (1971), el Fémina (1971), el Cristal (1973), el Fantasio (1973), el Río (1973), el Rosal (1973), el Paris (1974), el Liceo (1976), el Dorado (1976), el Versalles (1977), el Palacio del Cinema (1977), el Savoy (1978), el Pedro IV (1979) y el Niza (1980). En general las salas cinematográficas de Balañá se caracterizaron por su belleza, elegancia, vistosidad y comodidad, especialmente las de estreno situadas en el centro de la ciudad. Además, eran las que incorporaban los más modernos sistemas de proyección y sonido. Todo ello ayudó decisivamente a ganarse un prestigio. Incluso los cines de reestreno y repertorio, aunque más funcionales y modestos, a menudo poco tenían que envidiar a los más céntricos en cuanto a calidad se refiere. Durante los años sesenta y setenta del pasado siglo muchas salas se sometieron a una profunda modernización, casi siempre obra del arquitecto Antonio Bonamusa, el cual plasmó un estilo y una personalidad inconfundible. Muchos todavía recordarán las típicas butacas rojas, las paredes forradas y las pantallas con doble cortina que daban la "bienvenida" al público, esto último algo ya extinguido (por desgracia).


En 1979 el teatro Principal y el cine Latino se convirtieron, respectivamente, en los cines Principal Palacio 1 y Principal Palacio 2. Ante la primera gran crisis del cine derivada de los cambios de hábitos del ocio barcelonés y de la aparición del vídeo doméstico que llevó a cerrar especialmente salas de reestreno y de repertorio, llegó la moda de los multicines. Así, en 1988 el cine París resurgió de las cenizas tras un aparatoso incendio como el Cines Paris 2 salas, el ya cerrado Pedro IV se convirtió en Club Pedro IV 2 salas (1992) y el Dorado en Club Doré 2 salas (1994). Otro fenómeno que Balañá también explotó fue la moda de las salas "X", en este caso el histórico Avenida de la Luz y Principal Palacio 2.
En el ámbito taurino en 1977 la plaza de toros Las Arenas celebró su última corrida. Tras años de abandono y amenaza de ruina, la Feria de Barcelona intentó derribarla para construir un nuevo pabellón expositor, pero su catalogación como patrimonio lo impidió. Se dice que el prestigioso compositor teatral Andrew Lloyd Webber intentó comprar el coso y reconvertirlo en teatro musical para estrenar sus obras musicales, algo a lo que el Ayuntamiento (lamentablemente) no accedió.


Durante los años noventa se ampliaron los multicines con el Glòries Multicines de 8 salas (1995), el primero de nueva construcción de Barcelona, el Bosque Multicines de 9 salas (1999) y el Gran Sarrià Multicines de 8 salas (1999). Llegados a finales del siglo XX prácticamente todas las salas de reestreno, programas dobles y repertorio habían cerrado sus puertas por falta de rentabilidad. Igualmente a la oferta taurina y cinematográfica se sumó la teatral con la conversión de las salas Novedades (1992), Tívoli (1992), Borràs (1995) y Club Capitol (1997), ésta última reformada a dos salas, una de las cuales (la 1) lleva el nombre del malogrado actor y humorista Pepe Rubianes.
Entrados en el siglo XXI y hasta la actualidad, una nueva crisis obligó al cierre de las salas grandes que no se reconvirtieron en multisalas y que habían quedado obsoletas al lado de las modernas multisalas de proyección. Ello hizo desaparecer locales míticos e históricos. Sólo el Coliseum, catalogado como patrimonio histórico y arquitectónico, se reconvirtió en teatro, respetando la arquitectura original de la sala. Otra excepción fue el cine Aribau, integrado como sala 5 del Aribau Multicines, un complejo de 5 salas de las cuales cuatro de ellas se erigieron justo enfrente, en el solar que antiguamente ocupó el desaparecido cine Central. Ello se dio en el 2002, año en el que el cine Palacio Balañá reabrió como Palau Balañá Multicines con 7 salas.


El 2006 el Club Doré pasó a llamarse Aribau Club, a modo de extensión de los Aribau Multicines. El 2011 tuvo la inauguración de 12 salas en el centro comercial Las Arenas ubicado en la antigua plaza de toros reconvertida en centro comercial y de ocio el 2011 tras ser vendida al Grupo Sacresa. Y el 2013 tuvo lugar la inauguración de las 12 salas de los nuevos Balmes Multicines, erigidos sobre el frustrado auditorio Manén, y que proyecta películas de estreno en versión original subtitulada.
La plaza de toros Monumental cerró sus puertas en el 2012 tras la prohibición de las corridas aprobada dos años antes por el Parlament de Catalunya. Desde entonces permanece clausurada salvo su uso esporádico para determinados eventos musicales, deportivos y circenses.
Actualmente la empresa Balañá dispone de 8 multicines (Arenas, Aribau, Aribau Club, Balmes, Bosque, Glòries, Gran Sarrià y Palau Balañà) y 4 teatros (Borràs, Capitol, Coliseum y Tívoli). El Palacio del Cinema y el Teatre Principal, ya cerrados, tienen un futuro incierto, mientras que la plaza de toros Monumental está por determinar su uso ciudadano. 


El negocio sigue a manos de Pedro Balañá Mumbrú el cual gestiona los cines y la plaza de toros, mientras que su hermana María José se encarga de los teatros. El imperio del ocio barcelonés ha sobrevivido adaptado a los nuevos tiempos, y se espera que continúe por muchos años al servicio de la ciudad.

Fotos: A.G. Abad (ABC), Associació de Veïns Ildefons Cerdà de Granvia Sud, Grup Balañà, Pérez de Rozas (La Vanguardia), Ricard Cugat (El Periódico).