viernes, 27 de marzo de 2009

Reivindicando la figura de Josep Tarradellas


Transcurridas dos décadas de su muerte, y un siglo y una década de su nacimiento, me ha venido a la cabeza el recuerdo de un político que, si bien su paso por la Generalitat fue muy fugaz, es ahora reivindicado por diferentes sectores ideológicos como un personaje de referencia: Josep Tarradellas i Joan.
Si efectuamos un repaso a su biografía, este hombre nació en Cervelló (Barcelona) en el año 1899. Ya en 1914 se trasladó a Barcelona con sus padres y su hermana, empezando a trabajar como dependiente de comercio. En 1915 se inscribió como socio en el Centro Autonomista de los Dependientes de Comercio y de la Industria (CADCI), donde estudió catalán, castellano, francés, inglés, aritmética, contabilidad y cultura general. Su militancia catalanista lo trajo de muy joven a la vida política, llegando a secretario de propaganda del CADCI. En 1916 conoció a Francesc Macià. En 1919 fundó los semanarios Abrandament y El Intransigente. El 1919 se unió a la Federación Democrática Nacionalista de Francesc Macià y en 1920 militó en la Joventut Nacionalista La Falç. Participó en la fundación del partido Esquerra Republicana de Catalunya, por el cual fue elegido secretario general y diputado a las Cortes Españolas en 1931. También fue diputado y Consejero de Gobernación y de Sanidad de la Generalitat en el gobierno catalán entre 1931-1932, y del primer gobierno posterior a las elecciones de 1932. Por discrepancias con Macià, fue expulsado de ERC y en 1933 fundó el partido Partit Nacionalista Republicà d'Esquerra (PNRE). Durante los hechos del 6 de octubre de 1934 fue detenido y encarcelado. Durante la Guerra Civil española, decidió reconciliarse con Lluís Companys y ocupó las carteras de Servicios Públicos, Economía y Cultura, llegando a ser Consejero Primero en septiembre de 1936. Encabezó la Comisión de Industrias de Guerra, desde la cual forjó una gran industria armamentística en la que participaron numerosas fábricas. Sin embargo, los problemas económicos traducidos en la falta de financiación para el desarrollo armamentístico por parte del Banco de España, supuso un descenso de la producción de armas y el consecuente avance de las tropas nacionales. Exiliado en Suiza y en Francia a partir de 1939, los diputados catalanes lo eligieron como presidente de la Generalitat en 1954 en México, tras la dimisión de su antecesor, Josep Irla i Bosch. Desde su residencia de Saint-Martin-le-Beau mantuvo durante largos años la vigencia de la institución.
Tras la muerte de Franco, creyó la necesidad de coordinar su acción exterior con las fuerzas políticas del interior mediante la constitución del Consell de Forces Polítiques de Catalunya. El gobierno de Arias Navarro envió una delegación del gobierno español a Saint-Martin-le-Beau. Junto con Carlos Sentías, se trasladó a Madrid para hablar con el entonces presidente del Gobierno Adolfo Suárez. La entrevista, a pesar de las tensiones iniciales, terminó con un acercamiento entre los dos y con la aprobación de un Real Decreto de reinstauración de la Generalitat. Tras su regreso a Francia, el 20 de octubre de 1977 regresó a Madrid, y tres días después a Barcelona. En el balcón del Palau de la Generalitat gritó a la multitud de la plaza de Sant Jaume la famosa frase “Ciutadas de Catalunya. Ja sóc aquí”, que acompañó un discurso. Hoy en día, estas palabras son de mucha emoción, especialmente para los catalanes, pues de alguna forma ponen punto final a la Dictadura Franquista y todo lo que ella implicaba, para dar paso a la Democrácia. Tarradellas formó un gobierno de concentración con doce consejeros para redactar el Estatut d’Autonomía de Catalunya que sería aprobado en referéndum en noviembre de 1979, convocando después elecciones al Parlament de Catalunya en 1980. Su período de tiempo como presidente abarcó de octubre de 1977 a abril de 1980. Su primer gran reto fue la construcción de un gobierno de unidad proporcional a los resultados de las elecciones autonómicas de 1977. Se reservó para él las carteras de Gobernación, Hacienda y Cultura porque eran las que representaban la esencia del poder y las que ostentó durante la II República. Sus cuatro preocupaciones básicas fueron: dotar a la administración catalana de una normativa básica, para la cual se promulgó el Reglamento de Régimen Interior de la Generalitat, y luego el decreto estructurando la organización, competencias y servicios dependientes de cada departamento; disponer de los instrumentos necesarios para coordinar la administración civil del Estado, la Generalitat y las entidades locales; preparar la estructura y los cuadros de la función pública en Cataluña; y la regulación de la incorporación de la lengua catalana en el sistema educativo. Tras la elecciones de 1980 se retiró de la política. En 1985 fue nombrado marqués de Tarradellas por S.M. el Rey Juan Carlos I. Murió en Barcelona en 1988.


Desde aquí, al personaje de Tarradellas quiero merecerle un entrañable recuerdo por haber sido un ejemplo de catalanista nacionalista abierto e integrador, un hombre de conciliación y de concordia entre Cataluña y el resto de España (creía que Cataluña debía de integrarse a España y luego hacernos entender), dialogante con todas las fuerzas políticas para defender los intereses de Cataluña, favorable a una política lingüística favorable a la enseñanza del y en catalán pero que evitara enfrentamientos con la lengua castellana, promotor de la cultura y la identidad catalana como un patrimonio enriquecedor y un hecho singular, nunca con fines secesionistas, y defensor de un concepto de nación pero en términos históricos (como pueblo y como hecho diferencial) pero no burocráticos (separatista y antiespañol). Sus memorias y las entrevistas realizadas ponen en evidencia que Tarradellas fue un buen político y estadista, gran conocedor de la política, de la clase política, de los políticos, de la historia de Cataluña y de España y del talante tanto del pueblo catalán como del español. El proceso para conseguir el restablecimiento de la Generalitat demuestra que fue algo muy difícil y extremadamente laborioso bajo una constante lucha y portentoso trabajo.
Es por todo ello que, desgraciadamente, los sectores nacionalistas lo calificaron erróneamente de hombre falso, de catalanista traidor (por estrechar la mano al resto del país e intentar que el pueblo catalán fuese entendido y se acabaran los prejuicios), de españolista (por su Visca Catalunya i Visca Espanya!) y de mal político. Sin embargo, tampoco desearía aprobar la apropiación ilegítima que algunos sectores antinacionalistas han hecho de su figura como ha sido el caso de Jiménez Losantos, similar a lo que José María Aznar hizo con Francesc Cambó, otro gran genio político olvidado. Es realmente lamentable que se haya hecho todo lo posible para arrrinconarlo y criminalizarlo (mediante obras como las de Josep Benet) por el simple hecho de no querer la independencia de Cataluña, ni la formación de unos "Països Catalans" sino que España nos comprendiera y nos estrechara las manos. Y eso, después de que grácias a él la Generalitat se haya salvado, preservado y nuevamente restablecido. Como si hacer eso no fuese hacer nada.
Su célebre frase Ciutadans de Catalunya, ja sóc aquí! ha sido interpretada como una prueba de su catalanismo abierto e integrador, pues al no decir catalans sino ciutadans de Catalunya, agrupaba a toda la ciudadanía de Cataluña, viniera de donde viniera y hablara en la lengua que hablara, sin excepciones, en el sentido de que todos formábamos parte de un mismo equipo.

1 comentario:

KikoAlbacete dijo...

Fenomenal entrada,esta entrada, me ha conmovido interiormente, porque, en estos tiempos de separatismo, se ha utilizado el video de Josep tarradellas desde el balcón de la generalitat, para un video electoral en un concepto separatista por CiU, cuando este hombre en vida luchó por mantener España y Catalunya en convivencia pacífica y con respeto mutuo.