Se han cumplido dos décadas de la desaparición del mítico parque de atracciones de la montaña de Montjuïc. Cerró un 27 de septiembre de 1998. Fueron 32 años, 3 meses y 3 días de existencia, un tiempo relativamente corto pero intenso y lleno de historia, a la vez un referente de numerosas generaciones. Son muchas las anécdotas y curiosidades que se podrían explicar por parte de quienes lo vivieron en persona, por ello aquí se ha procedido a hacer un resumen histórico de lo que fue este lugar. Para ello en la elaboración del presente artículo han sido referentes destacados la interesantísima y recomendable página web http://www.achus.biz y el libro "Parcs d'atraccions de Barcelona. De 1853 fins a l'actualitat", escrito por Ròmul Brotons y editado por Albertí.
La génesis de de este espacio de ocio barcelonés tuvo su origen a finales de la década de los años cincuenta del pasado siglo, cuando la alcaldía de José María de Porcioles aprobó un plan de regeneración de la montaña de Montjuïc con el propósito de recuperarla como espacio público y lugar de interés con la instalación de numerosos equipamientos. En 1960 había logrado la cesión del castillo y en 1962 inauguró el Mirador del Alcalde. Promovió además la Feria de Barcelona. Tras buscar ubicación, finalmente se optó por adquirir unos terrenos que antaño albergaron el antiguo Maricel Park (un parque de atracciones abierto en 1930 y cerrado en 1936 por la Guerra Civil) y el antiguo destacamento militar de artillería de costa Álvarez de Castro.
En 1963 se presentó un proyecto con un presupuesto de 72 millones de pesetas. El 22 de noviembre siguiente se adjudicó mediante concurso al empresario José Antonio Borges Villegas, la única persona que presentó oferta. Este personaje ya tenía experiencia en esto, pues hasta entonces había dirigido el parque de atracciones Coney Island de Caracas.
Se previó una explotación para un periodo de 30 años. El 18 de diciembre siguiente la empresa hispano-venezolana Parque de Atracciones, S.A. presentó el proyecto y presupuesto a la prensa. Las obras de construcción se iniciaron en enero de 1964, y merece mencionar que en el transcurso fueron hallados huesos humanos de lo que probablemente fue un antiguo cementerio judío. Llegados al año 1966, poco antes de la apertura del parque de atracciones, el 19 de marzo, se inauguraron los monumentos dedicados a La Sardana y a Carmen Amaya, obras del escultor José Cañas y Cañas.
Finalmente, y tras algunas dificultades en la construcción y un gasto final de 160 millones de pesetas el 23 de junio del citado año tuvo lugar la inauguración oficial, siendo presentes diversas autoridades, entre ellas el alcalde de Barcelona José María de Porcioles y el jefe del Estado Francisco Franco acompañado de esposa y sus nietos. Allá se celebró una ceremonia al aire libre en el teatro del parque. Las 40 atracciones allá instaladas se pusieron en funcionamiento para los invitados al acto. El precio para el público se fijó en 10 pesetas. Poco después en el mismo año se incorporó un tercer monumento dedicado al gimnasta Joaquín Blume, obra del escultor Nicolás Ortiz.
El recinto, de 130.000 metros cuadrados de superficie, se estructuraba en cuatro zonas distribuidas en base a las cotas de altitud de la montaña. La planta inferior era la más grande, donde se hallaba el acceso principal por la plaza de Dante. Allá habían las atracciones Tren del Oeste, Tren Fantasma y Le Mans. Había además el popular teatro auditorio con capacidad para 5.800 personas que ofrecía espectáculos durante los meses de verano. Seguía la planta infantil, más pequeña, con las atracciones Tanques de Guerra, Calesinas, Mini Montaña Rusa, Helicópteros y Látigo. Más arriba se hallaba la planta media, donde había las atracciones Loco Ratón, Montaña Rusa, Noria, Gusano, Paracaídas, Zig-Zag, Torbellino, Martillo y Coctelera. Finalmente, coronaban la planta superior las atracciones Jaulas, Pulpo, Avioncitos, Zeppelin y Nueva Ola. Algunas de estas atracciones fueron importadas del parque de Caracas, mientras que otras fueron consideradas muy innovadoras para la época. La oferta y la modernidad del de Montjuïc contribuyeron al envejecimiento del parque de atracciones rival, el del Tibidabo. Había también equipamientos como cuatro restaurantes, diez bares cafeterías (entre ellos el más popular fue el que tenía forma de ballena), lavabos y servicios de información (uno de ellos fue el trolebús imperial ubicado en la entrada del parque entre los años 70 y 80 conocido como "La casa del niño"). En los alrededores se habilitó una gran zona de aparcamiento.
Funcionaba los fines de semana de todo el año y a diario durante verano y Semana Santa. En 1967 el parque cerraba durante los meses de verano a las 2:00h. de la madrugada, y en un día considerado óptimo la demanda podía llegar a las 22.000 personas. Dicho año se cerró con un total de 1.400.000 visitantes. Desde el primer día fue un parque popular para todas las clases sociales, a diferencia del Tibidabo, más bien del deleite de la burguesía aunque entonces ya empezó también a popularizarse. Llegados a finales de la década las obras todavía pendientes se dieron por finalizadas, existiendo variaciones con respecto al proyecto original. Entre ellas destacar la apertura en 1968 de la discoteca Lord Black, un restaurante que también funcionó como una boîte.
El 19 de abril de 1970 le fue entregada la llave de la ciudad de Barcelona a José Antonio Borges Villegas como reconocimiento a su labor, el cual fue presidente del consejo de administración de la sociedad hasta principios del año 1974, momento en que se produjo un cambio en los cargos y abandono definitivo de la sociedad. Su lugar en la sociedad lo ocupó Carlos Merino Luengo hasta el año 2005.
En 1972 se instalaron dos nuevas esculturas: El Payaso (de Joaquín Ros) y Charlot (de Núria Tortras). Entre 1973 y 1975 se instalaron nuevas atracciones coincidiendo con un proceso de remodelación y modernización. Se instalaron nuevas atracciones como Casa Magnética, Ciclón, Noravisión, Twister, Amor Expréss (en la planta media) y el Pulpo (en la planta superior). Otras, en cambio, desaparecieron.
A finales de 1977 se dio un episodio desagradable al despedirse 30 trabajadores eventuales que iniciaron un paro de protesta al no ver atendidas sus demandas laborales. En 1983 Santi Castellanos, director artístico, y José Manuel Martín Olmedo, consejero delegado de la sociedad presentaron la nueva temporada y alertaron sobre la concesión del Ayuntamiento de Barcelona por 30 años que limitaría la adquisición de nuevas atracciones. La sociedad había invertido unos 700 millones de pesetas en mejoras. En aquellos años existían nuevas atracciones como Mini Karts, Barcas, Tren Tirol, Coches Tren, Chocones Llobregat, Formula 8, Tobogán (en la planta inferior), Scooterinos, Platillos Volantes, Carrusel Gigante, Baby 2000, Camas Elásticas (en la planta infantil), Chocones Ter, Safari, Hula hoop, Barco Mississipi, Tazas, Jets (en la planta media), Castillo del Terror, Vikingo, Palacio de Cristal y Bazar (en la planta superior). Abrieron dos restaurantes más y seis bares cafeterías quese sumaron a la oferta ya existente. Como resultado durante los años setenta y ochenta aumentó la popularidad en detrimento del Tibidabo, y a ello se sumó la actuación en el teatro auditorio de artistas destacados de la época, entre otros Santi Sans, Peret, Maruja Lozano, Manolo Escobar, José Luis Moreno, Guardiola y Calduch, Los Chichos, Santi Vendrell, Bibi Andersen, Pepe da Rosa, Emilio José, Los Diablos, Paolo Salvatore, Dyango, Bordón 4, Los hermanos Calatrava, Isabel Pantoja, Teresa Rabal, Chiquetete, Bertin Osborne, Norma Duval, El Fari, Olé Olé, Raphael, Duo Dinámico, La Maña, Los Marismeños y Los Pecos.
En 1990 se inauguró el Boomerang, una moderna montaña rusa que destacó por encima del resto de atracciones, y el Carrer del Terror, a imitación del Passaje del Terror del Tibidabo. Sin embargo, la sombra de los nuevos parques temáticos como Port Aventura (abierto en 1995) sumado a una falta de inversiones provocaron un descenso progresivo e inevitable de público, de entre 100.000 y 200.000 menos por año. Ante la amenaza de cierre la empresa interpuso un recurso, pero en mayo de 1996 el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña dio la razón al Ayuntamiento de Barcelona sobre el fin de la concesión. Durante los últimos años de funcionamiento del parque, la empresa le reclamo al Ayuntamiento de Barcelona los días que la montaña había permanecido cerrada mediante un recurso que provocó la prolongación de la concesión durante dos años más. Ante la esperanza de renovar la concesión, la directiva de la empresa estudió la posibilidad de efectuar una gran inversión modernizadora con la introducción de atracciones basadas en la realidad virtual a imitación del parque de atracciones francés Futuroscope, en Poitiers. Todo quedó en una mera ilusión.
En mayo de 1998, el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña volvió a dar nuevamente la razón al Ayuntamiento de Barcelona sobre el fin de la concesión. A ello se sumó un accidente ocurrido en mayo, lo cual aceleró la caducidad de dicha concesión sin voluntad e interés municipal alguno por renovarla.
Finalmente, y por este motivo, en la citada fecha del 27 de septiembre cerró definitivamente el parque de atracciones. Aquél año visitaron el recinto 300.000 personas, una cifra lejana a las iniciales. Tras la clausura el Ayuntamiento de Barcelona no se mostró favorable a presentar nuevos proyectos, por lo que se decidió desmantelar el parque de atracciones, vendiéndose las atracciones a otros parques y ferias de todo el mundo. A cambio se apostó por remodelar el parque de atracciones del Tibidabo, combinando clasicismo y modernidad, es decir, con atracciones clásicas y de nueva generación. Probablemente la presión de algunos colectivos ecologistas que aspiraban a aumentar la zona verde de la montaña sumado a intereses políticos varios precipitaron el cierre. En el año 2003 sobre los antiguos terrenos se abrieron los nuevos jardines de Joan Brossa, los cuales aprovecharon algunos elementos arquitectónicos del parque de atracciones. Algunos vestigios del parque de atracciones de Montjuïc son todavía visibles y los nostálgicos acuden a descubrirlos. Los más notables son las esculturas, las oficinas ahora para los empleados de Parcs i Jardins, los túneles del Tren Fantasma y el bar Damm ahora convertido en el moderno centro de convenciones Esfèric BCN.
Fotos: José Luis Almecija, Josep Manel Castro, www.achuz.biz, www.barcelona.cat, Zerkowitz.
4 comentarios:
Muy buen artículo y interesante.
Siempre tuve la curiosidad de saber porque lo cerraron.
Muchas gracias por tu comentario. Ciertamente ojalá lo hubiesen conservado. De hecho había un proyecto de modernización del parque que preveía retirar las viejas atracciones por unas nuevas con realidad virtual, similar al parque Futuroscope de Francia. lamentablemente los intereses municipales fueron por otros caminos.
Y el tranvia azul del Tibidabo, para cuando piensan renovarlo, Sra Colau
Hola Anónimo. Lo del Tramvia Blau me temo que va para largo. Todo lo relacionado con el patrimonio del transporte va increíblemente lento. Inexplicable. Comparto tu indignación. Un saludo.
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