Tras 85 años en la plaza de las Glòries, los históricos Encants Vells de Barcelona se trasladan a otro emplazamiento cercano más moderno, sobre el antiguo espacio que ocupó el Bosquet dels Encants, en la avenida Meridiana con la calle de Castillejos. El conjunto, completamente de diseño, destaca por su singular y espectacular cubierta, la cual ha tenido que ser mejorada para permitir una mayor evacuación de las aguas de lluvia, razón por la que el recinto se inaugura con tres meses de retraso, el 25 de septiembre. Obra del arquitecto Fermín Vázquez, el nuevo complejo dispone de 33.306 metros cuadrados de superficie y está dotado con toda clase de servicios y comodidades. El traslado responde a la nueva remodelación interminable de la plaza de las Glòries, a la que es de desear una solución urbanística definitiva tras años de propuestas varias y pugnas entre vecinos y Ayuntamiento.
Sin embargo, este mercado no es moderno sino uno de los más antiguos de Europa, resultado de la fusión del mercado de los Encants y la feria de Bellcaire. La primera noticia que se tiene de los Encants hace referencia a un mercado medieval que se celebraba al lado de las murallas barcelonesas, en el camino del Rec, fundado en 1375. Documentos del año 1392 hablan de su emplazamiento en la Llotja. En el siglo XVI se trasladó a la plaza Nova y en el siglo XVII se encontraba en la plaza de Sant Jaume. Abría todos los lunes, miércoles y viernes no festivos y se celebraban subastas públicas. Generalmente vendían objetos procedentes de subastas judiciales, de embargos, efectos nuevos de comercios clausurados, pasados de moda, etc., pero no antiguos.
Coincidiendo con la Guerra del Francés, en 1808 se creó un nuevo mercado ferial en la Rambla (a la altura del palacio Moja) bautizado con el nombre de Bellcaire en alusión al mercado de lujo de Beaucaire, un municipio del departamento de Gard, en la región de Languedoc-Roussillon. La denominación, de origen popular, fue en realidad una ironía porque este mercado era de muebles, ropas y trastos viejos. Solo funcionaba los domingos y días festivos. Por contra, el historiador Joan Amades nos habla de otro origen diferente, asegurando que Bellcaire es una deformación de las palabras vell caire (carácter viejo) en referencia a que se trataba de un mercado de ropa y objetos viejos. Indica, además, su primitivo emplazamiento sobre el actual paseo de Lluís Companys y su origen sobre el siglo XIV. Es posible que ambas versiones sean ciertas, pues existían varios mercados dispersos de objetos viejos (o sea, de vell caire) por la ciudad amurallada que progresivamente fueron desapareciendo.
Una ordenanza del 29 de enero de 1822 obligó el traslado del mercado de los Encants de la plaza de Sant Jaume a la desaparecida plaza de Sant Sebastià (ubicada sobre el actual edificio de Correos y Telégrafos) y en la calle del Consolat de Mar, en cuyos porches se celebraban las subastas públicas. Ocupaba también las calles de la Fusteria y de las Panses. Paralelamente, la feria de Bellcaire se reubicó de la Rambla al llamado Pont d'en Biromba, que iba desde la calle del Rec con Sabartet hasta la calle de la Explanada, y también en el paseo del Born, donde era frecuentado por marchantes de artículos viejos. Se sabe que entre el mercado y la feria había rivalidades y mala convivencia.
En 1865 la feria de Bellcaire se trasladó a la ronda de Sant Pau, y en 1880 se mudó a la ronda de Ronda de Sant Antoni. El 25 de noviembre de 1882, coincidiendo con la apertura del nuevo mercado de Sant Antoni (entonces conocido como el mercat del Pedró), la feria de Bellcaire ocupó espacio colindante en las aceras de las calles de Tamarit, Comte Borrell y Manso, y en la avenida de Mistral (entonces llamada paseo de la Creu Coberta). Es por todos aquellos alrededores del barrio que se construyeron numerosos almacenes, cubiertas y barracas de obra y madera. Años después, por acuerdo municipal, el 26 de marzo de 1888 se añadió en el mismo emplazamiento compartiendo con la feria de Bellcaire el mercado de los Encants, a pesar de las protestas de sus comerciantes. El motivo de los traslados fue con motivo de la celebración de la Exposición Universal de Barcelona en 1888, de ahí la desaparición de la feria que dio paso al actual paseo de Lluís Companys, entonces salón de entrada al recinto expositor presidido por el Arco de Triunfo.
El 3 de julio de 1918 , el Ayuntamiento de Barcelona puso en vigor una ley que prohibió trabajar los domingos a cambio de poder hacerlo en sábado. La unidad de criterios normativos significó la confusión definitiva entre el mercado de los Encants y la feria de Bellcaire.
En 1928, con motivo de la próxima celebración de la Exposición Internacional de 1929, para ofrecer una "buena imagen" al turismo que visitaría Barcelona, el Ayuntamiento acordó el traslado del mercado y de la feria en lo que actualmente es casi el centro de la plaza de les Glòries Catalanes, en un terreno sin urbanizar rodeado de campos y huertos conocido como el Camp del Sidral. Dos años después, en 1931, pasaron a su última ubicación, en un espacio de 15.000 metros cuadrados de superficie limitado por dicha plaza y las calles de Cartagena, Independencia y Consell de Cent y la avenida Meridiana, formando dos manzanas separadas por la calle del Dos de Maig. Desde entonces, aquello pasó a ser conocido como el Mercat Fira de Bellcaire, o popularmente Encants Vells. El 23 de marzo de dicho año se desplazó hasta allí el primer vendedor, Josep Font. Pasados ocho días ya había quince vendedores, al cabo de un mes eran cincuenta y rápidamente se pasaron los doscientos vendedores restantes.
Desde entonces el mercado ha permanecido allí inmóvil hasta su nuevo traslado, funcionando los lunes, miércoles, viernes y sábados de 10 de la mañana a 6 de la tarde ininterrumpidamente, con 500 comerciantes y un promedio semanal de unos 100.000 visitantes. Aunque el traslado al nuevo recinto será beneficioso, es probable que el típico ambiente de "zoco" desaparezca. Precisamente la antigüedad del espacio ocupado por barracas, pasajes estrechos, explanadas llenas de trastos y objetos varios desperdigados y unas pocas casas viejas otorgaba un aire de autenticidad único e inigualable que ahora se echará de menos.
La entrada principal era en la avenida Meridiana, cuyo acceso se efectuaba mediante unas escalera o bien una rampa. A la derecha, un barracón ocupaba el bar El Museo. De diseño totalmente "setentero", destacaba por sus ricas tapas variadas y por unos menús del día bien cocinados. Siempre estaba lleno y al mediodía hasta la bandera como vulgarmente se dice. En la entrada al recinto, un pasillo principal separaba dos hileras de barracas dedicadas mayormente a decoración y a muebles antiguos y modernos. A mano izquierda, había un pasillo donde se vendían objetos para la decoración. Continuando por el pasillo principal, a la derecha se abría un laberinto de pasajes estrechos con locales dedicados a la venta de objetos antiguos, maquinaria y elementos de hierro forjado. Había algún que otro pequeño taller metalúrgico. Tras la calle principal había una plazoleta, cuyos locales eran también mayormente de objetos y muebles para el hogar. En el centro se ubicaba la Font de Sant Luquesi, inaugurada el 24 de abril de 1966. Al final de la calle principal se accedía a la calle del Dos de Maig, cuyo tramo inferior estaba completamente cortado por numerosas paradas de ropa, calzado, objetos de decoración, retales, componentes electrónicos y utensilios de cocina, entre otras variedades. Al acceder al segundo tramo del mercado suponía ir a la zona más grande y concurrida.
A mano derecha había un pasillo dedicado mayormente a la venta de libros antiguos, donde a menudo conseguías rarezas a bajo precio. También se vendían revistas, enciclopedias y discos de vinilo. A mano izquierda se extendía una gran explanada ocupada por paradas a cielo abierto, donde los objetos a vender se hallaban tirados y dispersados por el suelo. Solo habían barracas en los muros perimetrales del recinto. Las paradas, delimitadas por unas marcas pintadas en el suelo, originaban calles interiores. En el lado que daba a la avenida Meridiana había un pequeño bar donde servían bebidas y bocadillos y unos servicios. Tras la explanada había una segunda zona formada por unas cubiertas metálicas que definían unos callejones paralelos que limitaban con la calle de Cartagena, donde había un acceso. Otros dos accesos al recinto mediante escaleras estaban en la avenida Meridiana. En todo este espacio, la oferta era muy variopinta de objetos antiguos y de ocasión: muebles, radios, gramófonos, libros, objetos decorativos, minerales, aparatos electrónicos, teléfonos móviles, ropa, calzado, pieles auténticas, juguetes, relojes, fundas, ferretería, herramientas...
El 21 de septiembre el viejo "zoco" barcelonés abrió sus puertas por última vez. Los viejos encantes sobrevivirán y se adaptarán a la modernidad del siglo XXI, pero su antigua ubicación no pasará desapercibida ni se olvidará fácilmente porque 85 años de historia es mucho tiempo, muchas generaciones y demasiados recuerdos de toda una vida de numerosas generaciones de barceloneses.
Procedencia de las imágenes: Eugeni Forcano Andreu, David de Moragas Maragall, Ricard Fernández Valentí.
11 comentarios:
molt encertat el titol
fantàstic el document
Lidia
felicidades ricard, como siempre
L'han ben cagat, els Encants mai tornaran a ser el que eren, malauradament.
No puc entendre aquestes pseudomodernitats que gasten els estetes i politiqueios de torn.
Per què canviar una cosa que ja està bé com està?
Per què els venedors ho han acceptat com a xaiets?
Tot plegat per fer desapareixer i esborrar un dels més meravellosos encants amb regust que tenia la nostra ciutat.
Sempre ens quedarà el metro de Londres.... (merd...!)
He estado esta mañana en los nuevos "Encants". Una vez mas, la hemos cagado y perdemos un trozo de nuestra identidad. El séquito de "Tgias", penoso. Ahora bien, son tope fashion. Hasta hay un centro de estética. Que pena ...
Hola:
Gràcies pels vostres comentaris. Certament, aquell caliu d'abans ja no el tornarà a tenir. La Barcelona del disseny ho acapara absolutament tot.
aun no he podido ver bien tu blog pero te felicito hace que buscaba algo sobre la vieja Barcelona, me gusta .
Quina merda ... No vui una Barçelona customizada i lobotomizada..Que te que veura amb els encants antic aixo??
Los Encantes Viejos que han hecho ahora, con su ultramegafashion modernismo...SON UNA PM. Han arruinado la vida de muchos comerciantes periféricos y a los vendedores de los encantes les estan cobrando un pastón por tener sus paradas. Ah! y les han obligado a irse a ese horrible pavellon aislado de la gente. Y LO PEOR ES QUE DONDE ESTABAN LOS ENCANTES VIEJOS VAN A CONSTRUIR OTRA MIERDA PARQUE MAS PARA QUE LA ZONA SIGA TAN MUERTA COMO LO ESTA. Y QUE SEPAIS QUE NOS VA A COSTAR MUCHOS MUCHOS MILLONES LA BROMA. Es que no escarmientan? El bosquet fue una autentica ruina y desastre, la rotonda igual, el parque del clot otro desaastre!! que pongan casetas para que la gente venda ahi lo que quiera, que hagan viviendas protegidas bares discotecas supermercados...k se dejen de parques millonarios gigantescos donde nadie vamos a ir. estoy harta de ver como destruyen la alegria y espontaneidad de los barrios solo para quedarse con comisiones x obras estupidas y carísimas que nadie ha elegido. QUE NOS PREGUNTEN A TODOS QUE QUEREMOS!
que bien me lo pasaba en los encants viejos .que gracia tenian.de la simplicidad que tenian.con comerciantes anecdoticos.nos han quitado hasta esas pequeñas cosas que nos hacian felices.todo en bien de aparejadores arquitectos y politicos con muy mal gusto
No tengo muchos recuerdos pero los que gurdo son de días felices. De esto ya hace mas de 60 años y me ha impresionado ver una de las fotos; la del espejo y dos señores, el de la derecha con bigote, mi padre, Antonio Picazo que fue el primer millonario de los encantes viejos. Ha sido un regalo ver esta foto y reconocerlo. Muchas gracias por este bello articulo.
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