Esto ya es como la Lotería Nacional. Parece que unas determinadas personas están destinadas a que les toque el “gordo” mientras que otras deberán de conformarse con la “pedrea”. Algo similar sucede entre el centro y la periferia de Barcelona, y la historia de esta ciudad lo ha corroborado con muchísimos ejemplos que se podrían contar. Por lo visto, solo el eje formado por los distritos de Ciutat Vella, Eixample y Gràcia tiene derecho a conservar y fomentar su patrimonio histórico y arquitectónico, a exhibirlo como motivo de orgullo y ser objeto de visita por parte de los turistas. Sin embargo, otros distritos más alejados del centro tradicional solo podrán disponer de obras consideradas menores y que en un momento dado pueden desaparecer. Durante los treinta y dos años de gobierno socialista, se presumió que las diferencias de clase entre barrios ricos y pobres se habían reducido, de modo que la tendencia a homogeneizar la sociedad barcelonesa era considerada un éxito de su labor. Sin embargo, no todas las diferencias se han reducido, pues en el caso del patrimonio histórico y arquitectónico todavía existen barrios de primera y barrios de segunda. Y el nuevo gobierno convergente parece ser continuista en este aspecto, y claro ejemplo de ello son las ruinas romanas halladas al lado de la futura estación central de ferrocarril del tren de alta velocidad de la Sagrera. Esta práctica viene haciéndose desde hace ya más de sesenta años y desgraciadamente se ha heredado, si bien ahora hay mayor sensibilidad que antes por conservar y restaurar aunque todavía es insuficiente para según qué casos. Los grandes proyectos son prioritarios al patrimonio, y como ejemplo histórico tenemos el derribo en el año 1967 de la antigua Torre del Baró del siglo XVII para abrir la avenida Meridiana. Y más recientemente, podríamos citar algunas de las históricas fábricas derribadas que dieron paso a la flamante Vila Olímpica, como Motor Ibérica y Can Folch, en vez de ser rehabilitadas y usadas como equipamientos para el nuevo barrio.
Las administraciones se defienden diciendo que se dispone de un amplio catálogo de edificios y otros elementos arquitectónicos preservados, y que periódicamente se revisa y actualiza. Así con ello pretenden demostrar su sensibilidad por el patrimonio histórico y arquitectónico de la ciudad. Sin embargo, cuando toca derribar, se justifican asegurando que aquello tiene poco valor, que absolutamente todo no se puede conservar porque eso forma parte de la evolución, el edificio se encuentra en muy mal estado de conservación o bien que por Barcelona ya existen numerosos ejemplos similares o iguales al destinado a desaparecer y que, por consiguiente, no se trata de algo único e irrepetible merecedor de mantenerse en pié. Como ejemplos de todos estos argumentos encontraríamos el derribo de diversas masías situadas como la Torre Melina (en les Corts) y Can Girapells (en el Guinardó), el Mirador Apolo (en Torre Baró) y el recientemente derribado chalet integrado dentro del antiguo Instituto Mental de la Santa Cruz, hoy día (lo que queda de él) Seu del Districte de Nou Barris. Solo la arquitectura elitista sobrevive y se reutiliza a nuestros tiempos, y cuando hay grandes cantidades de dinero en juego las ganancias están por encima del valor histórico. Todavía recuerdo que en la calle de Campo Florido, entre Concepción Arenal y Jordi de Sant Jordi (en los Indians), existió una pequeña cubierta modernista derribada hace cosa de unos once años para ampliar el CEIP Pompeu Fabra. Nada tendría de extraño eso si no fuese que se trataba de una obra menor del arquitecto Lluís Domènech i Montaner. Y así se podrían poner un montón de ejemplos más.
La periferia, pues, no interesa en este sentido. Cuando se explica la historia de Barcelona los barrios que antiguamente habían sido municipios independientes tienen en realidad un papel secundario, especialmente los más pobres. Todavía se salvan las periferias ricas, como Sant Gervasi, Sarrià, Pedralbes y Les Corts, porque contienen edificaciones y espacios de interés turístico, y el distrito de Sant Martí por la espectacular transformación urbanística que viene teniendo desde los juegos olímpicos. En cambio, en las periferias populares solo habría la gran excepción de los jardines del Laberint d’Horta. El resto, aunque histórico pero no turístico y, por tanto, económicamente menos rentable, se permiten cuestionarlo y eliminarlo i hace falta. Solo se salvarán las principales construcciones para darles un uso social o cultural, hecho que garantizará su supervivencia, y así ha sido en muchos casos de masías y edificios civiles. Sin embargo, lo que apenas se cuenta de este asunto y no todo el mundo sabe es que detrás del mérito que se cuelga la administración municipal de haberlos salvado del derribo, ha habido largas e intensas luchas, presiones, manifestaciones y negociaciones vecinales que han conseguido cambiar de parecer a alcaldes y regidores.
Ahora todas las miradas apuntan hacia las excavaciones romanas halladas en la Sagrera. Por lo visto, a pesar del gran valor histórico y del carácter excepcional e irrepetible del hallazgo, se ha decidido extraer aquellos elementos considerados “de valor” para restaurarlos y conservarlos en el (céntrico, claro está) Museu d’Història de la Ciutat, mientras que lo demás quedará enterrado para siempre bajo tierra porque las obras del AVE no pueden demorarse más. La gran desgracia de esta increíble descubierta es que esté emplazada en una zona alejada del centro histórico y turístico, es decir, como si la culpa de todo esto la hubiesen tenido los colonos romanos por haber construido esa colonia en aquél sitio sin haber pensado ni previsto que 1500 años después pasaría por allí al lado el tren de alta velocidad. Posiblemente, de haberse descubierto en el centro histórico de Barcelona o en una barriada periférica de clases más pudientes, otro gallo le hubiese cantado a esa colonia romana, que de un plumazo volverá a camuflarse bajo tierra, esta vez para siempre, como si nunca hubiese existido.
1 comentario:
estic completament d'acord amb tu. En quan a la casa modernista de la que parles, si malament no recordo, vols dir que no han fet pisos i no pas ampliat l'escola?.
En fi ja se sap, com tu mol bé dius, la història dels barris "pobres", no és té molt en compte.
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