Uno de los cines de barrio que más frecuenté en mi infancia y adolescencia fue el Victoria, buena sala cinematográfica donde solíamos ir a ver las películas de estreno que no se proyectaban en el cine Río.
Situada en el número 53 de la rambla de Fabra i Puig, abrió en el año 1958 bajo la titularidad de Francesc Alomà i Balañà y Pere Soronella i Llagostera, con la exhibición de la película “Papá piernas largas”. Dos años más tarde, el 27 de septiembre de 1960, el cine pasó a pertenecer a la empresa de Pere Balañà. En sus inicios, era la típica sala de barrio con programas dobles de reestreno, aunque ocasionalmente intercalaba películas de estreno.
Recuerdo de niño como era el cine Victoria antes de su remodelación. El interior era viejo, incómodo y destartalado, pero con una gran pantalla. Luego, a partir de 1981 lo sometieron a una profunda remodelación que lo convirtió en una moderna sala, con el único inconveniente de que la pantalla redujo su tamaño. La fachada del edificio siempre se mantuvo igual: funcional y grisácea, muy fea y degradada, pues nunca se rehabilitó. Era simétrica, con doce puertas coronadas por doce ventanas en la parte superior. Las cuatro puertas centrales pertenecían a la entrada y salida del cine, y el resto (laterales) eran para locales comerciales, aunque solo recuerdo abierta una vieja zapatería (Calzados Andorra). En la parte superior de la fachada coronaban las grandes letras blancas de “Cine Victoria”.
El vestíbulo era muy pequeño. La taquilla se situaba a la derecha y prácticamente hasta el cierre del cine la taquillera siempre fue la misma mujer: una señora mayor, delgada, de cabello corto, con grandes gafas y una peca en la cara. Buena persona, por cierto. La sala de proyecciones tenía solamente platea, con una capacidad para 1103 personas. Los asientos, de color rojo, se distribuían de modo que había tres pasillos (dos laterales y uno central) más un pasillo transversal. Las paredes y el techo presentaban una decoración a base de terciopelo verdoso. Los servicios y el bar se encontraban a la derecha de la pantalla.
Situada en el número 53 de la rambla de Fabra i Puig, abrió en el año 1958 bajo la titularidad de Francesc Alomà i Balañà y Pere Soronella i Llagostera, con la exhibición de la película “Papá piernas largas”. Dos años más tarde, el 27 de septiembre de 1960, el cine pasó a pertenecer a la empresa de Pere Balañà. En sus inicios, era la típica sala de barrio con programas dobles de reestreno, aunque ocasionalmente intercalaba películas de estreno.
Recuerdo de niño como era el cine Victoria antes de su remodelación. El interior era viejo, incómodo y destartalado, pero con una gran pantalla. Luego, a partir de 1981 lo sometieron a una profunda remodelación que lo convirtió en una moderna sala, con el único inconveniente de que la pantalla redujo su tamaño. La fachada del edificio siempre se mantuvo igual: funcional y grisácea, muy fea y degradada, pues nunca se rehabilitó. Era simétrica, con doce puertas coronadas por doce ventanas en la parte superior. Las cuatro puertas centrales pertenecían a la entrada y salida del cine, y el resto (laterales) eran para locales comerciales, aunque solo recuerdo abierta una vieja zapatería (Calzados Andorra). En la parte superior de la fachada coronaban las grandes letras blancas de “Cine Victoria”.
El vestíbulo era muy pequeño. La taquilla se situaba a la derecha y prácticamente hasta el cierre del cine la taquillera siempre fue la misma mujer: una señora mayor, delgada, de cabello corto, con grandes gafas y una peca en la cara. Buena persona, por cierto. La sala de proyecciones tenía solamente platea, con una capacidad para 1103 personas. Los asientos, de color rojo, se distribuían de modo que había tres pasillos (dos laterales y uno central) más un pasillo transversal. Las paredes y el techo presentaban una decoración a base de terciopelo verdoso. Los servicios y el bar se encontraban a la derecha de la pantalla.
De niño solía ir los domingos por la tarde con mi hermano Tomás y a veces con su grupo de amigos del barrio o bien con mi padre. Otras veces había ido entre semana en sesiones de noche con mi hermano Tomás y mis padres. Como curiosidad, decir que justo pegado al lado del cine había la desaparecida Acadèmia Catalunya, en la cual mi hermano Tomás estudió el bachillerato nocturno. Debido a tal proximidad, era frecuente que en clase se oyese de fondo alguna película. Cuando estrenaron "Aullidos" de Joe Dante, me aseguró haber oído los ladridos de los lobos.
Como en otros cines de la cadena Balañà, antes de empezar la película, hasta mediados de los años ochenta pasaban los célebre cortometrajes producidos por José Esteban Alenda (a cual más soso y aburrido) y otros sobre el yogourth, siendo el más popular y divertido "Andar Bulgaria".
Algunas de las películas que recuerdo haber visto fueron, entre otras, “Terminator”, “Dune”, “Aullidos”, “Saigón”, “Rambo III”, “Papillón”, “Patton”, “Spiderman”, “Spiderman II”, “Spiderman y el dragón”, "Aladdyn", “Pocahontas”, "La puta del rey", “Un puente lejano”, “Viaje al centro de la Tierra” (versión española de Juan Piquer), “Star Treck IV misión salvar la Tierra”, “Star Treck VI aquel país desconocido”, “Tiburón la venganza”, “Batman”, “Batman vuelve”, “Eduardo manostijeras” y “Los Goonies”.
A finales de los años ochenta y primeros de los noventa, el cine Victoria empezó a acusar la crisis de los cines de barrio y el auge de las multisalas, a pesar de ser de estreno. Según informaban los empleados, la época de esplendor fue entre 1958 y 1970, y luego el número de espectadores descendió progresivamente hasta hacer solamente un 10% de las recaudaciones de sus buenos tiempos. En algunas sesiones solo había entre 5 y 15 espectadores, y entre semana, en varias ocasiones llegaron a suspender sesiones de noche por falta de espectadores. Posiblemente el último gran éxito fuese "Batman" de Tim Burton, cuya cola de asistentes el primer fin de semana llegó hasta el carrer Gran de Sant Andreu. Todo y que se presentó un proyecto de multicines, finalmente el cine Victoria cerró definitivamente sus puertas en 1995 y en su lugar se ha levantado un bloque de pisos con un supermercado.
A finales de los años ochenta y primeros de los noventa, el cine Victoria empezó a acusar la crisis de los cines de barrio y el auge de las multisalas, a pesar de ser de estreno. Según informaban los empleados, la época de esplendor fue entre 1958 y 1970, y luego el número de espectadores descendió progresivamente hasta hacer solamente un 10% de las recaudaciones de sus buenos tiempos. En algunas sesiones solo había entre 5 y 15 espectadores, y entre semana, en varias ocasiones llegaron a suspender sesiones de noche por falta de espectadores. Posiblemente el último gran éxito fuese "Batman" de Tim Burton, cuya cola de asistentes el primer fin de semana llegó hasta el carrer Gran de Sant Andreu. Todo y que se presentó un proyecto de multicines, finalmente el cine Victoria cerró definitivamente sus puertas en 1995 y en su lugar se ha levantado un bloque de pisos con un supermercado.
2 comentarios:
¡El cine Victoria! Junto con el cine Río, una de mis salas cinematográficas de cabecera de mi barrio...
Allí fue donde vi por primera vez "Blade Runner", recién estrenada (y, si no recuerdo mal, se proyectaba junto con un complemento de reestreno, es decir, una película ya estrenada semanas o meses atrás que todavía circulaba por cines de barrio). Y precisamente la última película que se proyectó allí, la última que vimos mi familia y yo en este entrañable cine en su última semana de vida, fue otro film de Ridley Scott: "Tormenta blanca". Significativamente, una película en torno a un naufragio...
Como digo, después del cine Río, el Victoria era el cine al que más veces acudía, salvo en las raras ocasiones en que, siendo ya cine de estreno, su programa coincidía con el del Río, y entonces iba a éste por tenerlo más cerca de casa.
Una de las películas que vi allí y que me dejó una impresión más vívida en su momento fue "Tron", de Steven Lisberger. Ya sé que es un film mediocre, pero era la primera producción que empleaba decorados creados por ordenador, y en su época fue una auténtica pionera; y, creedme, verla en pantalla grande era ver algo que hasta entonces no se había visto, por más, insisto, que el film en sí mismo fuese poca cosa. No volví a experimentar esa sensación de estar viendo algo que antes no se había visto hasta el estreno del primer gran éxito de Pixar, "Toy Story".
En efecto, estudié bachillerato (los tres años de lo que entonces se llamaba Bachillerato Unificado Polivalente: BUP) en una academia nocturna que estaba justo al lado del cine Victoria y que actualmente tampoco no existe (en su lugar hay una cafetería). Y recuerdo, cuando se estrenó el "¡Aullidos!" de Joe Dante, oír los rugidos de los hombres lobo viniendo de la pared de al lado, tal y como cuenta Ricard.
El Victoria es otra sala íntimamente ligada a mi formación como espectador de cine, y siempre estará en mi recuerdo.
Un saludo para todos,
Tomás.
Recuerdo haber visto en ese cine películas de Disney como Dumbo, Tod y Toby. Ya de adolescente vi Howard The Duck, Superman IV y Batman de Tim Burton.
Es una pena que este como otros cines hayan desaparecido de Sant Andreu, quedando como único recurso las multisalas de los centros comerciales.
The times are changing que diría Dylan.
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