miércoles, 31 de enero de 2024

Barcelona: 40 años de 10 distritos


Se cumplen cuatro décadas de la división de Barcelona en 10 distritos municipales, siendo la organización territorial y administrativa que con leves modificaciones nos ha llegado hasta la actualidad. Los orígenes históricos los encontramos en el gobierno municipal surgido de las elecciones municipales del 3 de abril de 1979 en las cuales salió elegido como alcalde de Barcelona Narcís Serra i Serra. Precisamente uno de los objetivos que se marcó fue la reforma, simplificación y modernización de la estructura administrativa de la ciudad. Desde 1949 no se había producido modificación alguna de la ciudad en 12 distritos municipales. Sin embargo, el nuevo Consistorio democrático, a modo provisional, efectuó una primera y provisional modificación, nombrando un solo concejal por los Distritos I y V (Ciutat Vella) y IV y VI (Eixample) y dividiendo el Distrito IX en Distrito IX-a o de Sant Andreu y Distrito IX-b o de Nou Barris-Turó de la Peira.
El 27 y 28 de junio de 1980 se celebraron las “Jornadas sobre Descentralización Municipal en las Grandes Ciudades” organizadas por el Ayuntamiento de Barcelona. Invitaron a los geógrafos Lluís Casassas y Joaquim Clusa a presentar una ponencia donde ambos expresaron sus opiniones acerca de la reorganización de la Administración municipal, pues los dos profesionales estaban entonces trabajando con la Fundació Jaume Bofill sobre la división y organización territorial de Cataluña. En aquellas Jornadas se expuso que los nuevos distritos debían tener, como mínimo, un “campanario grande”, debían ser de dimensión poblacional y extensión similar y debían tener estructura técnica para poder funcionar como si se trataran de ayuntamientos autónomos.


El consejero de Descentralitzación Jordi Vallverdú encargó en noviembre del citado año el trabajo de justificación de unos nuevos distritos y una hipótesis de los contenidos que parecieran más adecuados. Como resultado en junio de 1981 los citados geógrafos presentaron el primer estudio sobre la reorganización de los distritos municipales que había encargado el Área de Descentralización del Ayuntamiento de Barcelona.
De la necesidad de reorganización de los distritos se observaron desproporciones poblacionales entre los 12 distritos diferentes y una carencia de homogeneización, la presencia de unos distritos municipales con unas mínimas competencias y unos servicios municipales territorializados con un número muy diferente de unidades. Los nuevos distritos debían de ser significativos respecto de las relaciones urbanas existentes y de las unidades de vida colectiva (ya que el criterio más importante era el de conectividad o de relaciones diarias entre el lugar de residencia y el lugar de trabajo) y desde el punto de vista de la organización municipal actual o propuesta (sin romper con los servicios entonces vigentes aumentando los gastos y la plantilla municipal). Los nuevos distritos propuestos serían lo suficientemente grandes y similares en población para poder gestionar con eficacia los servicios destinados a satisfacer las necesidades originadas en cada distrito. A su vez, serían lo suficientemente pequeños para que el ciudadano estuviera muy cerca de su administración local, pues en la descentralización de los servicios públicos la dimensión territorial y demográfica de los distritos propuesta era la más adecuada al poder gestionarse tanto a nivel de Barcelona como en el ámbito metropolitano.


En junio de 1983 se creó la “Ponencia de la División Territorial de Barcelona” bajo la dirección del geógrafo y teniente de alcalde Jordi Borja. Aquí el equipo de gobierno formado por PSC-PSOE y el PSUC, el grupo de CIU y el grupo de AP lanzaron sus propias propuestas. Paralelamente fue creada la Comissió Ciutadana per a l’Estudi de la Divisió de la Ciutat. Lluís Cassasas y Joaquim Clusa se encargaron de evaluar todas las propuestas. En uno de los informes presentados en el proceso de decisión final en octubre siguiente se decía que Barcelona constituía el centro de una aglomeración de cerca de 4 millones de habitantes y, por tanto, necesariamente, la organización en distritos municipales debía tender, cada vez más, a estructurar ordenamiento todo el entorno metropolitano, pues las viejas divisiones habían perdido operatividad y representatividad y se habían convertido en obsoletas y nada útiles. El 17 de octubre siguiente finalizaron los trabajos de la Ponencia y el 12 de diciembre, ya en la segunda legislatura, se aprobó el nuevo mapa municipal de los 10 distritos actuales tras un importante debate ciudadano. Por primera vez aprobar la división territorial de Barcelona había sido el resultado de un largo proceso social, político e institucional tanto dentro del Ayuntamiento de Barcelona como por la intervención de entidades ciudadanas, especialistas y partidos políticos. Por ese motivo la nueva división era fruto de un gran compromiso.


La Comissió de Descentralització Municipal i Participació Ciutadana trasladó al gobierno municipal la propuesta y, finalmente, el 18 de enero de 1984 en sesión plenaria se resolvieron las alegaciones presentadas y se aprobó la nueva división territorial de Barcelona en 10 distritos basados en realidades históricas, sociales y urbanísticas de los diferentes territorios pero sin reproducir literalmente los límites de los antiguos municipios que formaban la ciudad: 1 Ciutat Vella, 2 Eixample, 3 Sants-Montjuïc, 4 Les Corts, 5 Sarrià-Sant Gervasi, 6 Gràcia, 7 Horta-Guinardó, 8 Nou Barris, 9 Sant Andreu y 10 Sant Martí. Así, los distritos de Ciutat Vella y Eixample se correspondían con la Barcelona histórica; Nou Barris correspondía a una zona de crecimiento más reciente y con una fuerte personalidad; mientras que el resto de distritos respondían a los antiguos municipios añadidos a Barcelona. El 29 de febrero de 1984 la Generalitat de Catalunya aprobó la actual división territorial. El resultado final fue la aplicación de un modelo administrativo similar al de muchas ciudades importantes con región metropolitana, especialmente Londres. Así, los distritos municipales tendrían autonomía y capacidad de decisión y gestión económica propias, funcionando como si se trataran de microautonomías o como una especie de municipios independientes. Cada uno de los 10 distritos se egiría por el Consejo Municipal de Distrito el cual se encargaría de coordinar tanto los servicios como los bienes del distrito. Todos los Consejos Municipales de Distrito representarían a un distrito y estarían integrados por 15 consejeros nombrados por el alcalde de Barcelona. En función de los resultados electorales cada partido político tendría su propia representación. La Comisión de Gobierno de cada distrito estaría presidida por el concejal y tendría la función de órgano ejecutivo. Cada concejal de Distrito sería elegido directamente por el alcalde de Barcelona, de modo que no necesariamente ostentaría el mismo color político que el del Consejo Municipal de Distrito.


Años después, a los 10 distritos, las 233 áreas estadísticas básicas y las 1.061 secciones censales, el 22 de diciembre de 2006 se aprobó y delimitó la denominación de los 73 barrios de Barcelona (en sustitución de las 38 zonas estadísticas grandes) y el 1 de enero de 2014 las secciones censales se ampliaron a 1.068. En la actualidad existen cuestiones pendientes relativas a la delimitación de algunos barrios históricos y su incorporación en distritos donde no se sienten identitariamente identificados, así como la presencia de barriadas que, pese a su fuerte personalidad no han sido oficialmente reconocidas como unidades independientes. A todo ello, existen corpúsculos minoritarios de vecinos pertenecientes a aquellos distritos formados por los antiguos municipios agregados a la capital catalana que solicitan anexionarse de Barcelona y recuperar la independencia perdida, siendo Sant Andreu y Gràcia los casos más significativos.

Fotos: Ajuntament de Barcelona.

domingo, 21 de enero de 2024

Adiós a la quiosquera de Sant Antoni


Recibimos con tristeza la noticia del reciente traspaso de la señora Milagros Carballo García a los 90 años de edad el pasado martes día 16. Ha sido toda una vida dedicada al comercio de barrio y un ejemplo de lo que popularmente entendemos como “fer barri”. Un servidor tuvo el placer de haberla visto en persona en numerosas ocasiones, pues durante algunos años por aquella zona se hallaba mi trabajo. La recuerdo como una mujer amable, vital y muy lucida en su profesión pese a su avanzada edad. Casi nunca estaba sola, siempre hablaba con alguien, probablemente a ciertas alturas de su vida las ventas eran lo de menos. Aquél viejo, destartalado y diminuto quiosco de golosinas y refrescos llamaba siempre la atención sobre todo en una Barcelona que resulta tan cambiante y ante un perfil de comercio tan distinto al de antaño. Ciertamente perfumaba un aire de anacronismo e incluso de obsolescencia a la vez que entrañable y sorprendente.
No todo el mundo puede presumir de haber permanecido poco más de seis décadas al pie del cañón, por lo que se ganó a pulso y muy merecidamente la estima del vecindario de Sant Antoni e incluso también del Raval hasta convertirse en toda una institución. Decidió buena parte de su propio destino, su voluntad fue mantenerse hasta el final de sus días y lo consiguió. Un claro ejemplo de trabajadora incansable.


Nacida en 1933 en Piedrafita do Cebreiro (Lugo), siendo huérfana de madre trabajó duro en su tierra natal pero a pesar de sus esfuerzos apenas logró cosechar fortuna. Observando cómo elegantes visitantes barceloneses de perfil pudiente iban allá a veranear, finalmente un día del año 1955 se aventuró a ir a Barcelona con un grupo de conocidas que fueron a Galicia a pasar unos días. Tras llegar a la capital catalana empezó su nueva vida profesional como sirvienta en numerosas casas de la ciudad. Contaba con tan solo 22 años de edad. Sin embargo, su paso por un quiosco ubicado en la calle de Villarroel con la ronda de Sant Antoni cambió su vida. Allí conoció a su propietario, su futuro marido, un hombre de origen andaluz que se dedicaba honradamente a vender golosinas, almendras, helados y dulces variados. Así fue como a partir del año 1962 ella pasó a formar parte de ese negocio. Eran tiempos en los que el comercio de barrio era muy diversificado y se fundamentaba en una estructura económica muy fragmentada en multitud de pequeñas y medianas empresas de carácter familiar. Ese quiosco respondía perfectamente a este modelo, a la vez que su estratégica ubicación fomentaba las relaciones sociales y de vecindad. Ello hacía que muchos vecinos se conocieran y se creara un ambiente popular. Al ser tanto ella como su marido dos personas muy conocidas ocasionalmente se fiaba a la clientela de confianza, es decir, quienes eran menos solventes se llevaban algún producto del quiosco y más adelante lo pagaban.


No solo fue punto de encuentro de adultos sino muy especialmente de niños y adolescentes que al salir de la escuela o del instituto se reunían asiduamente y compraban sus chuches, chocolatinas, frutos secos, chicles, caramelos, helados o refrescos.
Tras fallecer su marido en 1992 ella decidió continuar emprendiendo con el negocio por su propia cuenta, abriendo todos los días sin descanso de 9:00h a 15:00h y de 17:00h a 21:00h., incluso algunas veces hasta las 22:00h de la noche. De este modo evitaba aburrirse y quedarse encerrada en su casa, a la vez que le sirvió para ganar un dinero extra que le ayudara a pagar los gastos mensuales de la casa.
La clientela ha sido indudablemente testigo de las anécdotas e historias que compartía. Muchos no solo iban a comprar golosinas o refrescos, sino también a pasar un rato con ella, charlar y compartir momentos de su vida, incluso algunos jubilados se traían una silla y se sentaban junto a ella haciéndole compañía en la esquina de la calle pasando entretenida la mañana o la tarde. Con el paso de los años, las transformaciones urbanísticas, el cambio de modelo de comercio, los nuevos hábitos de consumo y la gentrificación de los barrios hicieron que el quiosco acabara siendo una reliquia del pasado, parte de un modelo en vías de extinción, único en la ciudad de Barcelona.


Ahora solo nos queda un quiosco cerrado, para algunos un viejo local medio roto y grafiteado que forma parte del pasado, mientras que para otros memoria histórica e identidad de barrio que sirve para conocer el pasado, entender el presente y definir el futuro. La pronta desaparición de este elemento lleva a recordar que desde hace algunos años el Arxiu Històric de Roquetes-Nou Barris se dedica a señalizar la historia del distrito de Nou Barris mediante la colocación en las paredes de los edificios y en los espacios adecuados de unas pequeñas placas con una imagen y un breve texto explicativo que, encabezados con el título "Recuperem la memòria" informan de un lugar, de un personaje o bien de un hecho histórico allí ocurrido. Este proyecto quiere señalizar la historia de los barrios relatada desde el discurso de los propios vecinos entendidos como testigos y protagonistas de unos hechos y lugares que han formado parte de sus vidas, al tiempo que se pretende convertir las calles en un pequeño museo de historias, curiosidades y hechos.


Tomando ejemplo de esta entidad cultural sin ánimo de lucro, resultaría muy interesante señalizar el cruce de la calle de Villarroel con la ronda de Sant Antoni con una placa en recuerdo de Milagros Carballo García y su quiosco. Que la voluntad administrativa y sobre todo la decisión popular lo hagan realidad. Su frase "Dicen que el que trabaja en algo que le gusta, es como si nunca trabajase" confirma aquello de que cada uno en esta vida debe aprovechar el tiempo y dedicarse (o al menos intentarlo) a lo que le gusta, con pasión y con amor. Hasta siempre, Mila.

Fotos: archivo familiar de Milagros Carballo García, Arxiu Betevé, El Progreso de Lugo.

jueves, 18 de enero de 2024

Vuelve pronto COMEDIA


El pasado domingo día 14 cerró definitivamente sus puertas el cine Comedia. Los nuevos hábitos cinematográficos producto de los tiempos presentes y la falta de renovación de las salas de proyección han precipitado su clausura definitiva. Barcelona pierde otro espacio dedicado al séptimo arte, un chaflán lleno de historia en un espacio privilegiado de la ciudad.
Si efectuamos un breve repaso histórico, deberíamos remontarnos al año 1869 cuando Llorenç Oliver i Soler (1822-1885), conde de San Juan de Violada, encargó al arquitecto Rafael Gustavino y al maestro de obras Pau Martorell la construcción de un palacete en el número 13 del paseo de Gràcia de Barcelona con la Gran Vía, entonces calle de las Cortes.
Tras el fallecimiento del citado comerciante y terrateniente menorquín el empresario y político Frederic Marcet i Vidal (1828-1898) adquirió la finca para la edificación de su nueva residencia. Para ello encargó al maestro de obras Tiberi Sabater, al pintor Eduard Llorenç, al escultor Joan Parera, al vidriero Antoni Rigalt y a los marmolistas Joan Balletbò y Francesc Roig la construcción del que sería el Palau Marcet. Tras el derribo del anterior edificio y tres años de trabajos, en 1890 se terminaron las obras. Tras la muerte de Marcet el palacete pasó a manos de su sobrino, Francesc Planàs i Amell, perteneciente a una familia de industriales barceloneses y emparentado con el famoso escritor y pintor Santiago Rusiñol.


En 1909 los jardines que actualmente ocupa el edificio del hotel Avenida Palace fueron derribados para la construcción de una sala de cine, el Metropolitan Cinemaway, abierto en 1911. En ese mismo año la sala se derribó y en su lugar se erigió el cine Ideal, el cual sobrevivió hasta 1925 tras ser sustituido por el restaurante Casa Llibre.
Años después el empresario Josep Maria Padró junto a un grupo de accionistas negoció con la familia Marcet la ubicación en el palacete de un local de espectáculos público, con cine, con tarima por conciertos y pequeñas exhibiciones. El proyecto, del arquitecto Pere Domènech i Roura, se firmó el 25 de agosto de 1934. Siete meses más tarde el Ayuntamiento de Barcelona otorgó el permiso para transformar el edificio en un teatro moderno. Sin embargo, el estallido de la Guerra Civil interrumpió el proyecto que no fue posible retomar hasta 1939 a manos del arquitecto Josep Rodríguez Lloveras por iniciativa de la entidad Espectáculos, S.A. Para ello se derribó todo el interior manteniendo únicamente la fachada.


El nuevo Teatro de la Comedia abrió sus puertas al público el 2 de abril de 1941 con el estreno de “El carillón mágico”, coreografiado por Joan Magriñà y con la participación del ballet y la orquesta del Gran Teatre del Liceu. El día 12 siguiente se estrenó la obra “Aves y pájaros”, de Jacinto Benavente, el cual se encargó personalmente de interpretar el prólogo. La sala, muy sobria y con buena visibilidad, disponía de platea y dos pisos con lonjas y sillones, con capacidad total para 1.246 espectadores. Básicamente se representaron obras de teatro contemporáneas, ópera, zarzuela y conciertos de música.
A finales de los años cincuenta la familia Planàs y la empresa Espectáculos, S.A. acordaron la transformación de la sala de teatro en una sala de cine. El 31 de julio de 1960 cerró sus puertas y el 19 de noviembre siguiente reabrió como Cine Comedia con el estreno de la película “Un grito en la noche”. Desde entonces pasó a ser sala de estreno. En 1965 se efectuaron obras de reforma y modernización.


Durante los años ochenta, de acuerdo con la normativa municipal de paisaje, fueron suprimidos sus famosos carteles cinematográficos, dejando nuevamente al descubierto la fachada que fue remodelada con motivo de los Juegos Olímpicos de 1992.
Ante la crisis de las salas de reestreno y el descenso de público general en las grandes salas de proyección, con el propósito de adaptarse a los nuevos tiempos el 5 de julio de 1983 abrieron dos salas de proyección más, habiendo un total de tres, de 839, 226 y 153 butacas. La oferta de películas de estreno era idéntica a la de las multisalas de la cadena cinematográfica Cinesa, posiblemente gracias a un acuerdo con la citada empresa. El 15 de diciembre de 1987 acogió el estreno de "Robocop", siendo el Comedia el único cine de Barcelona donde se proyecto el film de Paul Verhoeven, promocionado por la prensa como "la película más espectacular de todos los tiempos". El 3 de febrero de 1995 abrieron dos salas más, de 309 y 150 butacas cada una, sumando un total de cinco.


Ya en el siglo XXI, en 2015 se efectuó una nueva restauración de la fachada, a la vez que el director gerente de Espectáculos, S.A., Josep Maria Padró, junto a Ramon Colom y Joan Lluís Goas, pretendieron reconvertir el Comedia en un gran espacio polivalente de teatro, música, cine y restauración. Sin embargo, todo quedó en un proyecto.
En 2017 Espectáculos, S.A. entró en un concurso de acreedores, de modo que el juzgado de lo mercantil de Barcelona número 2 resolvió el procedimiento a favor de la empresa Yelmo, la única que se presentó por un importe de 900.000€. Las mejoras que introdujo de digitalización de una sala de proyeccion y la informatización de la infraestructura resultaron insuficientes en un complejo que requería una importante remodelación.
Tras la clausura definitiva del Comedia el paseo de Gràcia se quedó sin salas de cine. Actualmente su preocupa a muchos ciudadanos ante la posibilidad de que el edificio termine albergando franquicias comerciales, un hotel o bien viviendas de lujo. Sin embargo (y afortunadamente) la normativa municipal no permite dichos usos, con lo cual sería deseable recuperar el proyecto de espacio cultural polivalente del año 2015.


Fotos: Ajuntament de Barcelona, Arxiu Cuyàs (ICGC), Arxiu L'Abans, Arxiu RTVE, Trac Rehabilitació, Zerkovitz.

domingo, 7 de enero de 2024

El príncipe MELGASAR de los almacenes Sears de Barcelona (1967-1981)


Inauguro el nuevo curso 2024 que estará especialmente dedicado a conmemorar el centenario del metro de Barcelona, además de tratar otros temas de interés sobre Barcelona, su historia y sus transportes, entre otras cosas. Para cerrar el periodo de Navidad os brindo con un artículo dedicado a recordar al entrañable príncipe Melgasar.
Bajo esa denominación, formada por los nombres de MELchor, GASpar y BaltaSAR, la cadena norteamericana de centros comerciales Sears Roebuck & Company en España decidió inventar un nuevo personaje cuya función sería la de recoger las cartas que los más pequeños escribían a SS.MM. los Reyes Magos de Oriente.
Sears disponía de dos grandes almacenes en Barcelona, el primero construido en la avenida Diagonal con la plaza de Francesc Macià (en aquél entonces Generalísimo Franco con Calvo Sotelo) e inaugurado el 30 de marzo de 1967, y el segundo ubicado en la avenida Meridiana con la calle de Dublín, abierto al público el 1 de octubre de 1975.


Antaño era una tradición que con motivo de la llegada de la Navidad las asociaciones de comerciantes de barrio y los grandes almacenes hiciesen sus propias campañas para la venta de juguetes y como gancho habilitaran una parada con un Rey Mago (o con los tres) o bien con un paje real. Por aquellos años funcionaban comercios emblemáticos como El Águila, El Corte Inglés, El Siglo, Jorba Preciados, Sepu y Simago. Ciertamente existía una competencia entre todos ellos a ver qué Rey Mago o paje real tenía más éxito de público y recogía más cartas.
En el caso de los almacenes Sears durante el mes de diciembre llegaba la campaña de Juguetelandia (muy parecida al Juguetilandia del centro comercial El Corte Inglés), en la cual se habilitaba una gran sección a la exposición y venta de juguetes de todas las clases y marcas así como la difusión de un gran catálogo a modo de revista con toda la oferta y las últimas novedades del mercado. A todo ello resultaba fundamental la presencia de un personaje mágico al cual los niños le entregaran la carta con las peticiones, le dijeran que se habían portado muy bien, qué juguetes querían e incluso hacerse una fotografía de recuerdo. En ciudades de otros países los almacenes Sears usaban habitualmente la clásica figura de Papá Noel, pero en aquellos años todavía no era lo suficientemente tradicional en España, así que decidieron adaptarse a las costumbres del país debido al gran arraigo que aquí tenían los Reyes Magos.


Melgasar era interpretado por un hombre joven o de mediana edad vestido con el clásico atuendo de paje, es decir, casaca con capa, camisa, fajín, pantalones, cinturón, guantes blancos, turbante y botas. Se hallaba sentado en su trono y acompañado de sus dos pajes ayudantes. Solía estar presente por las mañanas de 11:30h a 13:30h y por las tardes de 17:00h a 19:00h (en algunos años prolongándose hasta las 19:30h o las 20:00h), durante la segunda mitad del mes de diciembre, salvo los días 25, 26 y los domingos en que los almacenes permanecían cerrados. Por 50 pesetas había la posibilidad de retratarse con el mencionado personaje y conseguir dos fotografías efectuadas en cámara Kodacolor. Tras la entrega de las cartas él obsequiaba a los niños con unos caramelos y ofrecía un cupón para participar en el sorteo de un gran lote de juguetes valorados por 25.000 pesetas que se celebraba al siguiente día hábil de Año Nuevo. La parada del centro de Calvo Sotelo (Francesc Macià) se hallaba justo al lado del acceso por la calle de Villarroel, mientras que la correspondiente al centro comercial de la avenida Meridiana se ubicaba dentro de los almacenes, al lado derecho del acceso sur que da a la plaza del grupo residencial Meridiano Cero, frente al antiguo Hiper Radar (actual plaza de la Tolerancia).


La iniciativa tuvo bastante éxito de público, incluso un servidor llegó a asistir en algunas ocasiones a entregarle la carta, tal y como atestigua la primera imagen del presente artículo. Sí que me llamó la atención que no se tratara de ninguno de los tres Reyes Magos que yo conocía. Siempre me decían que Melgasar era el cuarto Rey Mago, el jefe de los otros tres. Y yo de bien pequeño así lo creí. A partir de 1982 esta singular tradición dejó de hacerse definitivamente debido a la crisis económica de la cadena Sears por falta de ventas frente a fuertes competidores como El Corte Inglés, lo cual precipitó que al año siguiente sus dos centros comerciales de Barcelona y su centro comercial de Madrid pasaran a ser absorbidos por Galerías Preciados, entonces del Grupo Rumasa.

Fotos: Archivo "La Vanguardia" y Ricard Fernández Valentí.