miércoles, 28 de septiembre de 2011

La última estocada


El pasado domingo día 25 de septiembre se celebró la última corrida de toros en la plaza Monumental de Barcelona. Tras 97 años de historia, este coso, el único de estilo modernista del mundo y que fue el preferido de Manolete ha cerrado sus puertas. El mundo de la tauromaquia desaparece definitivamente de las tierras catalanas, o tal vez regrese de nuevo. Pase lo que pase, es nuestra sociedad quien determinará ese destino final, pues son muchas las voces que han creído mejor que la llamada fiesta nacional, en vez de prohibirla por ley, sencillamente hubiese sido mejor dejarla morir por causas naturales debido a la escasez de público, como sucedió con las antiguas salas de cine de barrio. Sin embargo, de haberse dado esa opción, Cataluña tampoco se hubiese librado de críticas y nos hubiesen acusado de desinteresados por lo español. Fuera como fuera, estábamos igualmente destinados a recibir el garrotazo.
Recuerdo durante mi infancia haber ido algunas veces acompañado de mi padre los domingos por la tarde a la plaza de toros Monumental para ver las corridas. Tenía tal vez 12 o 14 años de edad. Como era un espectáculo que nunca había visto en vivo y en directo no negaré que sentía cierta emoción y curiosidad para asistir. Cogíamos el autobús de la desaparecida línea 18 en la plaza del Congrés Eucarístic y en unos 15 minutos llegábamos a la plaza de toros. Si bien el exterior de la edificación me parecía bonito y arquitectónicamente artístico, el interior era en cambio bastante sencillo y funcional, con tres plantas muy grises poco iluminadas de pasillo circular y varias escaleras de acceso. Solíamos sentarnos en la segunda gradería correspondiente a la zona de sol, a la izquierda del palco principal de autoridades, de manera que teníamos buena visibilidad. Era aproximadamente mediados de la década de 1980, y las pocas veces que acudí recuerdo haber visto un aforo lleno y un ambiente tranquilo pero a la vez alegre de un público dispuesto a animar a los toreros con un perfil mayoritariamente de mediana edad y jubilados, poca juventud y la presencia de pequeños grupos de turistas. En una tarde solían torear tres toreros con todos los elementos típicos de una corrida que no hace falta explicar. Nunca vi incidentes graves, salvo una pequeña cogida de nula gravedad que no impidió al torero terminar su faena con éxito. La última vez que acudí a ver una corrida todavía recuerdo la voz de una mujer del público decir “pobre animal” cuando el toro, ya herido y cansado, estaba a punto de recibir la estocada letal. Al finalizar las corridas, antes de marchar de la plaza, mi padre y yo bajábamos hasta la planta baja del coso y observábamos como en uno de los corrales despedazaban a los toros muertos como si se tratara de un matadero. Incluso algunas personas se llevaban trozos de carne de toro envueltos en papel de periódico para su consumo y lo enseñaban muy alegremente como si de un trofeo se tratara. Mi padre también había ido solo en diversas ocasiones para aprovechar las entradas que le habían regalado para asistir, incluso una vez que toreó el malogrado Francisco Rivera “Paquirri” en la Monumental mi padre explicó que llegó a tener una pequeña conversación con él. Lamenté que casualmente aquél día no pude ir. Precisamente esto sucedió en el mismo año 1984 en que el diestro murió, unos pocos meses antes.


Entonces yo era muy joven e ignoraba muchas cosas de la vida y del mundo, de modo que acerca de determinados temas políticos o morales yo no me planteaba absolutamente nada. Admito que me gustaba ir a ver corridas de toros porque no era algo que hiciese habitualmente y para mí se trataba de un entretenimiento diferente a los que solía hacer un domingo por la tarde, como ir al cine, ir al fútbol o quedarme en casa a jugar. Yo no relacionaba la tauromaquia con los conflictos identitarios, sencillamente no lo pensaba porque tenía la cabeza llena de otras preocupaciones más propias de un adolescente. La única cosa por la que manifesté cierta sensibilidad y sentía discrepancias era acerca de la muerte del toro, porque no entendía los motivos por los cuales el animal tenía que morir.
Ahora que las corridas de toros han pasado a la historia, me quedaré con la satisfacción de poder explicar en el futuro a las nuevas generaciones que hubo una vez en Barcelona una cosa llamada tauromaquia y que yo fui testigo viviente de su existencia. Personalmente, y con todos mis respetos a quienes son aficionados, desde mi perspectiva de adulto confesaré que soy contrario a esta clase de espectáculos, aunque no negaré la cultura y el folklore que se ha formado alrededor de la llamada fiesta nacional. No creo que mi postura sea hipócrita porque a cambio defienda el sacrificio de animales para consumo alimentario, si bien me opongo a las recreaciones o a los abusos que pueda haber en los mataderos. Y no se trata de razones identitarias, pues también discrepo de los Correbous, el toro embolado, las peleas de gallos y otros espectáculos similares, como tampoco me gusta el boxeo, el Kick Boxing o las luchas de artes marciales y similares entre los humanos. Estamos ante un debate muy largo, muy controvertido y muy difícil de resolver y que solo la evolución de nuestra especie en los próximos años determinará el futuro de todas estas prácticas amparadas bajo el techo de la “cultura” y la “tradición”.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

54 anys del Camp Nou

El dia 24 de setembre l'estadi del F.C. Barcelona, el Camp Nou, celebra el seu aniversari. Enguany compleix 54 anys al servei del club, del futbol, de l'esport i de les persones. La seva construcció va ser l'origen d'una nova etapa caracteritzada per la projecció mundial del Barça fins el punt de convertir-se en "més que un club".

Per tal de fer un repàs històric, a continuació adjunto una sel·lecció de documentals explicatius sobre l'origen de la "catedral" del Barça. Desitjo que passeu una bona estona repassant aquells vells temps, alhora que desitgem al Camp Nou moltes felicitats i per molts anys.

El projecte del Camp Nou

Col·locació de la primera pedra al Camp Nou (1954)

La construcció del Camp Nou (1954-1957)
Inauguració del Camp Nou (24 de setembre de 1957)

I per acabar aquest petit homenatge, em complau mostrar-vos aquestes tres entrades autèntiques de la inauguració del Camp Nou, pertanyents a la meva col·lecció particular.




Visca el Barça!!!

viernes, 16 de septiembre de 2011

Una conmemoración ignorada: 50 años de la muerte de Josep Maria de Sagarra


La politización de absolutamente todas las cosas no tiene límites, y no es de sorprender que cada día descubramos algo nuevo. Esta vez le corresponde a la gran figura de la lengua catalana Josep Maria de Sagarra i de Castellarnau, que el próximo día 27 de septiembre hará cincuenta años de su fallecimiento y no se prevé hacer ningún tipo de conmemoración.
No hay duda de que forzosamente alguna cosa debe de haber por la que determinados sectores de la clase política no le han perdonado y le han arrinconado como a muchos otros. Así, pues, para algunas personas, todo lo que hizo y aportó en el transcurso de su vida por el fomento de la lengua catalana y de la literatura en catalán no ha sido suficiente, ni siquiera haberse convertido en uno de los mejores traductores del mundo de obras de William Shakespeare del inglés a otra lengua y de haber escrito en lengua catalana bajo las severas restricciones del régimen franquista. A efectos prácticos, otras cosas pesan más y se valoran por encima del genio y el artista.
Si analizamos la etapa de su labor literaria correspondiente al período franquista, Sagarra regresó a Barcelona en el año 1940 después de haber permanecido dos años de exilio en París. Se incorporó a la vida literaria clandestina como miembro de la sección filológica del Institut d’Estudis Catalans, que era clandestina puesto que la oficial se había convertido en el Instituto de Estudios Hispánicos. A partir de 1945 negoció la posibilidad de recuperar el teatro en catalán, y conseguido esto con éxito se animó a escribir dramas en prosa y existencialistas que no tuvieron la suficiente aceptación del público, por lo que volvió nuevamente al poema dramático. Por aquellos años procedió a traducir obras escritas en otras lenguas al catalán con gran brillantez. A partir de la década de 1950 se desanimó en la resistencia antifranquista y poco a poco fue abandonando estos círculos para dirigir su camino hacia la escritura, el teatro y el periodismo. No se debió a motivos ideológicos sino a razones literarias y económicas porque eran tiempos difíciles. Como periodista, colaboró hasta el año 1957 en el Diario de Barcelona, entre 1951 y 1961 en la revista Destino y entre 1957 y 1961 en La Vanguardia Española. Fueron los únicos ámbitos en los que escribió en castellano. Aceptó también formar parte de la Sociedad General de Autores de Madrid como consejero. En 1960 recibió la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio.

 
 

 
Es muy probable que esta nueva faceta literaria periodística en castellano, sumada al nuevo cargo que le habían designado y a la condecoración recibida un año antes de su muerte por parte del gobierno español ocasionara la irritación de ciertos sectores catalanistas que no lo vieron con buenos ojos, por lo que optaron por desprestigiarle y apartarle de sus círculos culturales al considerar que había cedido ante el régimen franquista. Efectivamente, Sagarra, como muchos hicieron en aquella época, se decantó por vivir en paz y evitar arriesgar su vida por unos ideales, y así siguió trabajando por la cultura, la literatura y la lengua catalana, logrando estrenar obras de teatro en catalán y publicar poemas en catalán gracias a sus gestiones, cosa que muchos quienes lo criticaron de débil y condescendiente y presumían de ser los grandes defensores de Cataluña no lo consiguieron ni una sola vez durante los treinta y ocho años que duró el régimen franquista. Entre 1940 y 1961 escribió las siguientes obras en lengua catalana:
Poesía
Entre l'equador i els tròpics, 1947
El poema de Montserrat, 1956
Teatro
1946. El prestigi dels morts. Comedia dramática en 3 actos y 6 cuadros, estrenada en el teatro Romea de Barcelona, el 17 de octubre de 1946
1947. La fortuna de Sílvia. Comedia en 3 actos. Estrenada en el teatro Romea de Barcelona, el 5 de abril de 1947
1948. Galatea. Farsa en 3 actos y 6 cuadros, estrenada al Teatro Victoria de Barcelona, el 15 de diciembre de 1948
1948. Ocells i llops. Drama en 3 actos, estrenada en el teatro Apolo de Barcelona, el 15 de noviembre de 1948
1949. L'hereu i la forastera. Poema en 3 actos, estrenado en el teatro Romea de Barcelona, el 17 de noviembre de 1949
1950. Els comediants. Poema en 3 actos, estrenado en el teatro Romea de Barcelona, el 18 de abril de 1950
1950. Les vinyes del Priorat. Poema en 3 actos, estrenado en el teatro Romea de Barcelona, el 9 de noviembre de 1950
1952. L'alcova vermella. Comedia dramática en 3 actos y en verso, estrenada en el teatro Romea de Barcelona, el 15 de febrer de 1952
1952. L'amor viu a dispesa. Comedia en 3 actos, estrenada en el teatro Romea de Barcelona, el 26 de noviembre de 1952
1954. La ferida lluminosa. Estrenada en el teatro Romea de Barcelona, el 18 de noviembre de 1954
1955. La paraula de foc. Drama dividido en 4 cuadros, estrenado el 28 de octubre de 1955, en el Teatro Romea de Barcelona
1958. El pobre d'esperit i els altres. Comedia en 2 actos, el primero dividido en dos partes, estrenada en el teatro Guimerà de Barcelona, el 16 de abril de 1958
1959. Soparem a casa. Comedia en 2 actos y 5 cuadros. Estrenada en el teatro Romea de Barcelona, el 29 de diciembre de 1959
El senyor Perramon. Adaptación lliure de "L'avare" de Molière, en 2 partes y 6 cuadros. Estrenada en el teatro Candilejas de Barcelona.
El fiscal Requesens. Comedia en 1 prólogo y 2 partes, adaptación libre de "El casament" de Nikolai Gógol
El senyor Pupurull. Farsa en tres actos, adaptación libre de "Georges Dandin" de Molière.
Obras diversas
La ruta blava, traducida al catalán en 1964
Memòries, 1954
La bruixa dels panellets, 1960
Montserrat, 1960 (guía turistica)
Verdaguer, poeta de Catalunya, 1968 (póstuma)
Traducciones al catalán
La Divina Comèdia, traducida de Dante Alighieri, 1950 (considerada por expertos italianos como la mejor traducción del mundo de esta obra a cualquier lengua)
El senyor Perramon, versión de L'avar de Molière, 1960
El fiscal Requesens, versión de El casament de Gógol, 1961
Casi todas las obras de William Shakespeare (consideradas por expertos como unas de las mejores traducciones de estas obras del inglés a otra lengua)

Todo este prolífico trabajo no habría sido una realidad si Sagarra hubiese optado por la resistencia antifranquista, lo que no significa criticar o desprestigiar a quienes combatieron el franquismo como si hubiesen perdido el tiempo o fuese algo menos importante. No es esa la pretensión, pero todas las personas no somos iguales ni nos encontramos bajo idénticas circunstancias personales, y eso es lo que no supieron entender. Tal vez hubiese ido a la cárcel o incluso lo habrían fusilado, convirtiéndose en un mártir por la libertad, pero viendo que ese no era su camino, dedicó sus años de vida hasta su muerte a mantener viva la lengua catalana en período de prohibiciones. Y como resultado de su labor, muchos catalanes pudieron ver teatro hablado en catalán e incluso leer obras literarias de autores extranjeros en lengua catalana, algo que otra persona en su lugar nunca hubiese hecho de no haber sido por la voluntad de Sagarra, que jamás dejó de amar a su tierra.
Otro catalán olvidado, como si nada hubiese sido su sacrificio, que merecería recibir un grato homenaje y reconocimiento por ser uno de los mejores literatos en catalán del siglo XX. En la ciudad de Barcelona, muy discreta, tiene dedicada una pequeña calle en el barrio de Pedralbes, que desemboca en la avenida del mismo nombre, detrás de la plaza de Pius XII.

jueves, 8 de septiembre de 2011

Yo opto por la “Opción C”: ninguna de las dos


Hoy día me siento atrapado y maltratado por parte de toda la clase política catalana, especialmente por su actitud a raíz de la polémica sentencia del Tribunal Superior de Justícia de Catalunya que obliga a reconocer la lengua castellana como vehicular junto con la lengua catalana en la enseñanza obligatoria. Como consecuencia, los partidos políticos han formado dos frentes de combate sin la existencia de otras alternativas posibles. Por un lado, tenemos el conjunto CIU+PSC+ICV+ERC+SI que defiende la inmersión lingüística, y por otro el conjunto PP+C’s que defiende la doble línea educativa. Y es por eso que me siento atrapado y maltratado, porque ello significa que votes a quien votes, los únicos modelos lingüísticos que se van a aplicar serán estos dos, y ello me obliga a elegir por la fuerza uno de ellos, sin otras alternativas e impidiendo que se trate de una decisión democrática porque, a fin de cuentas, quienes hablamos catalán y castellano somos los siete millones de habitantes de Cataluña que no tendrán voz ni voto ante el circo político y su espectáculo de a ver quién gana la partida. Solo podremos ser meros espectadores del concurso. Y me siento además maltratado porque parece que todo se reduce a únicamente dos modelos. Si eliges la inmersión lingüística entonces te conviertes automáticamente en anticastellano y antiespañol, y si eliges la doble línea eres anticatalán y vas contra la lengua catalana. Así, pues, vayas a donde vayas te vas a crear enemigos que te etiquetarán y coaccionarán. Por ello me parece injusto que la clase política me tire de los brazos y yo esté en medio como si fuese un muñeco de trapo a punto de romperme. Y como yo, seguro que muchísima ciudadanía se siente igual aunque no lo exprese abiertamente.
Lo que planteo es mi derecho a opinar qué modelo lingüístico sería el más apropiado para la escuela catalana, porque si quiero puedo discrepar de los dos que toda la clase política plantea. Ahora, reducido a solo dos, es como elegir entre el bien y el mal, entre el blanco y el negro, entre arriba y abajo, entre cara o cruz, entre el Barça o el Real Madrid, empobreciendo el sistema educativo y creando en Cataluña dos bandos, lo que divide y enfrenta a la sociedad catalana. Así, pues, si no defiendes la inmersión lingüística es porque defiendes la doble línea y viceversa. Eso me recuerda a una vecina que hace años le preguntó una vez a mi madre “¿entonces si a usted no le gusta Felipe González apoya al señor Manuel Fraga?”.


La clase política se ha equivocado y mucho adoptando esta postura de doble frente catalanista-españolista sin plantear otras opciones posibles. Parece el referéndum de la reforma de la avenida Diagonal aplicado a la lengua: “Opción A” inmersión lingüística y “Opción B” doble línea catalán y castellano. Pues permítanme que opte por una “Opción C” ninguna de las dos. Y opto por la vía C por varios motivos. En relación a la inmersión lingüística, no creo que un modelo donde casi todas las asignaturas sean en catalán (80%) de modo que el castellano y el inglés queden reducidos a solo una asignatura cada una (10% + 10%) contribuya a aprender correctamente las tres lenguas. Alguien me comentó una vez que todo y la inmersión, muchos alumnos no hablaban y escribían bien el catalán, lo que demuestra el fallo de dicha inmersión porque no se trata de la cantidad de asignaturas impartidas en catalán, sino de la calidad que se pueda ofrecer para garantizar un buen aprendizaje. Quienes defienden este modelo ahora hablan del gran éxito que ha tenido, aparcando y haciendo olvidar a la ciudadanía que el sistema educativo catalán es mediocre y el índice de fracaso escolar es de los más elevados de España y del continente europeo, superior al 20%. Así, pues, no hay duda de que algo falla y en particular en este flamante modelo de inmersión. Se dice que la mayoría de maestros, pedagogos y asociaciones de padres y madres de alumnos defienden el actual modelo. Sin embargo, habría que ver hasta qué punto es eso real y con qué partidos políticos simpatizan para decir esto, porque no hay la menor duda de que los lobbies pululan y juegan su papel de Gran Hermano haciendo de ojos que todo lo ven.
Con respecto a la doble línea, más de lo mismo. Quienes la defienden por un lado critican la inmersión alegando que no se aprende bien castellano, pero por otro optan por crear una doble inmersión añadiendo un modelo en castellano, con lo cual estos alumnos no aprenderán correctamente el catalán. Es decir, quieren segregar a alumnos como si se tratara de un apartheid y encima contribuirán a un doble problema. Eso es un grave error que además de empeorar el sistema educativo, solo por el hecho de separar alumnos por su lengua contribuirá a maleducar a los alumnos enseñándoles a que las personas diferentes tienen que ir por caminos diferentes, y eso recuerda a modelos del pasado. Separar alumnos por su idioma es como separarlos por su sexo, su raza, su nacionalidad, sus creencias religiosas y su orientación sexual, entre otras cosas. Hoy en día que en Cataluña convive gente tan diversa y diferente entre sí no es conveniente un modelo de separación porque ello contribuirá a engendrar futuros conflictos sociales. Un modelo educativo debe de garantizar la integración y enseñar a los alumnos que a pesar de las diferencias, que todos somos iguales en derechos y oportunidades y que las particularidades de cada uno suponen un enriquecimiento que nos hace más fuertes y mejores. Solo puede haber una sola línea educativa para todo el mundo, acatada por la mayoría de la comunidad catalana, y que garantice la integración, la cohesión, el compañerismo, el compromiso, la amistad, la convivencia, el respeto y la solidaridad entre todas las diferencias, sean cuales sean. Y ello se debe a una sencilla razón: que Cataluña es la realidad que es y no otra diferente o inventada por la clase política, y la educación adaptada a dicha realidad es fundamental para hacer un futuro mejor.


Es por ello que yo, vuelvo a insistir, opto por la “Opción C”, que garantice el correcto aprendizaje del catalán, el castellano y el inglés, y que sea acatado por toda la comunidad porque asumirlo es aceptar la realidad de Cataluña tal y como es. Aprender catalán es importante porque es un patrimonio de una tierra, un enriquecimiento, un respeto a una comunidad de personas y una manera de convivir cortésmente con la sociedad y sus instituciones, además de un respeto a un idioma que tantos frutos ha dado a lo largo de su historia y a la cultura e identidad que ha forjado por el hecho de existir. Es necesario aprender la lengua catalana como lo es aprender cualquier otro idioma porque no existen lenguas de primera y de segunda, pues la diversidad debe de ser motivo de orgullo, de refuerzo y de unidad. También, por supuesto, es importante saber bien castellano e incluso inglés por la gran proyección mundial de ambas lenguas como medio de comunicación en muchos países, y que también merecen su respeto. Siempre digo que los españolistas que abogan por la uniformidad del estado son los verdaderos antiespañoles al no reconocer la diversidad como un enriquecimiento. Es un grave error creer que las diferencias debilitan el estado y rompen la unidad de España porque es un mensaje destructivo por el alto nivel de etnocidio que incorpora, a la vez que se desprecian muchísimas cosas que forman parte del propio país. La España una y uniforme del nacionalismo español es una España que no existe y una España que no es España y que no puedo reconocer. Otra cosa es que en base a esas diferencias determinados partidos políticos las usen pervertidamente como motivo de secesionismo o bien como motivo para destruirlas y así crear una uniformidad, es decir, nacionalismos periféricos o regionales y nacionalismos de estado, respectivamente. Pero ello no significa que esa diversidad sea mala. Los grandes partidos estatales PSOE y PP no han hecho los deberes y puestos a pactar juntos cuando les conviene, tal y como hemos visto últimamente, sería un bonito detalle que pactaran el reconocimiento de la diversidad cultural y lingüística de España y las realidades nacionales de cada territorio como una virtud del país y un motivo de orgullo de pertenecer a la nación. Seguro que todas las comunidades autónomas nos llevaríamos mejor, nos entenderíamos entre sí, seríamos más solidarios y estaríamos contentos de formar parte de un mismo equipo. Por desgracia, eso no interesa porque la confrontación resulta muy rentable.


Y para finalizar el presente artículo, no quisiera olvidarme de unas declaraciones efectuadas por el olvidado Josep Tarradellas en una carta fechada el 4 de abril de 1981 dirigida a Horacio Sáenz Guerrero, donde decía, entre otras cosas, lo siguiente:  “… se había roto una etapa que había comenzado con esplendor, confianza e ilusión (…) y tenía el presentimiento de que iba a iniciarse otra que nos conduciría a la ruptura de los vínculos de comprensión, buen entendimiento y acuerdos constantes (…) que habían existido. Después, teniendo presente las campañas políticas y excesivamente partidistas (…) era inevitable la ruptura de nuestro pueblo. El hecho es que, desgraciadamente, se ha pasado de una situación llena de (…) confianza, de fraternidad (…) a la de ahora. Todo ha sido bien orquestado para llegar a la ruptura de la política de unidad, de paz y de hermandad aceptada por todos los ciudadanos de Cataluña. El resultado es que, desgraciadamente, hoy podemos afirmar que debido a determinadas propagandas tendenciosas y al espíritu engañador que también late con ellas, volvemos a encontrarnos en una situación que me hace recordar otras actitudes deplorables del pasado. Es desolador que hoy la megalomanía y la ambición personal de algunos, nos ha conducido al estado lamentable que nos encontramos, y que nuestro pueblo haya perdido, de momento, la ilusión y la confianza en su futuro.
Por ejemplo, es necesario tener el coraje de decirlo, los problemas de la lengua y de la escuela, es la (…) Generalitat quien en gran parte los ha provocado, por falta de sentido de responsabilidad y por una alocada política ante el Gobierno que podía pensarse que no sería aceptada, no sólo por su pensamiento inaceptable, ni porque ayer, ni hoy, ni nunca, gobierne quien gobierne, el Estado aceptará nuestros derechos como nosotros quisiéramos, si nuestro pueblo no lo reclama unánimemente. No conseguiremos nuestros propósitos con orgullo y con frivolidad. Muchas de las manifestaciones que se han hecho y disposiciones que se han tomado se habían de pactar antes de tomarlas o meditarlas mejor, pero no actuar como se ha hecho (…) con suficiencia y pensando que solamente nosotros teníamos razón.
La cuestión de la lengua se ha convertido en un problema político y partidista, acompañado de posiciones que estamos pagando muy duramente. ¿Y por qué lo hacen? Creo que para desencadenar la campaña que se está llevando a cabo y para convertirse en las víctimas de una situación que ellos mismos han creado para beneficiarse en las próximas elecciones. La división será cada día más profunda y se alejará más y más de nuestros propósitos para consolidar entre nosotros. En cuanto a Cataluña, creo que es urgente que se recupere la unidad que se rompió en mayo de 1980, y que se olvide de toso lo que ahora nos separa, porque nuestro país es demasiado pequeño para despreciar a ninguno de sus hijos y lo bastante grande para que quepamos todos.”
Treinta años después, la profecía tarradellista se ha hecho realidad.

domingo, 4 de septiembre de 2011

El centro, el “gordo”. La periferia, la “pedrea”


Esto ya es como la Lotería Nacional. Parece que unas determinadas personas están destinadas a que les toque el “gordo” mientras que otras deberán de conformarse con la “pedrea”. Algo similar sucede entre el centro y la periferia de Barcelona, y la historia de esta ciudad lo ha corroborado con muchísimos ejemplos que se podrían contar. Por lo visto, solo el eje formado por los distritos de Ciutat Vella, Eixample y Gràcia tiene derecho a conservar y fomentar su patrimonio histórico y arquitectónico, a exhibirlo como motivo de orgullo y ser objeto de visita por parte de los turistas. Sin embargo, otros distritos más alejados del centro tradicional solo podrán disponer de obras consideradas menores y que en un momento dado pueden desaparecer. Durante los treinta y dos años de gobierno socialista, se presumió que las diferencias de clase entre barrios ricos y pobres se habían reducido, de modo que la tendencia a homogeneizar la sociedad barcelonesa era considerada un éxito de su labor. Sin embargo, no todas las diferencias se han reducido, pues en el caso del patrimonio histórico y arquitectónico todavía existen barrios de primera y barrios de segunda. Y el nuevo gobierno convergente parece ser continuista en este aspecto, y claro ejemplo de ello son las ruinas romanas halladas al lado de la futura estación central de ferrocarril del tren de alta velocidad de la Sagrera. Esta práctica viene haciéndose desde hace ya más de sesenta años y desgraciadamente se ha heredado, si bien ahora hay mayor sensibilidad que antes por conservar y restaurar aunque todavía es insuficiente para según qué casos. Los grandes proyectos son prioritarios al patrimonio, y como ejemplo histórico tenemos el derribo en el año 1967 de la antigua Torre del Baró del siglo XVII para abrir la avenida Meridiana. Y más recientemente, podríamos citar algunas de las históricas fábricas derribadas que dieron paso a la flamante Vila Olímpica, como Motor Ibérica y Can Folch, en vez de ser rehabilitadas y usadas como equipamientos para el nuevo barrio.


Las administraciones se defienden diciendo que se dispone de un amplio catálogo de edificios y otros elementos arquitectónicos preservados, y que periódicamente se revisa y actualiza. Así con ello pretenden demostrar su sensibilidad por el patrimonio histórico y arquitectónico de la ciudad. Sin embargo, cuando toca derribar, se justifican asegurando que aquello tiene poco valor, que absolutamente todo no se puede conservar porque eso forma parte de la evolución, el edificio se encuentra en muy mal estado de conservación o bien que por Barcelona ya existen numerosos ejemplos similares o iguales al destinado a desaparecer y que, por consiguiente, no se trata de algo único e irrepetible merecedor de mantenerse en pié. Como ejemplos de todos estos argumentos encontraríamos el derribo de diversas masías situadas como la Torre Melina (en les Corts) y Can Girapells (en el Guinardó), el Mirador Apolo (en Torre Baró) y el recientemente derribado chalet integrado dentro del antiguo Instituto Mental de la Santa Cruz, hoy día (lo que queda de él) Seu del Districte de Nou Barris. Solo la arquitectura elitista sobrevive y se reutiliza a nuestros tiempos, y cuando hay grandes cantidades de dinero en juego las ganancias están por encima del valor histórico. Todavía recuerdo que en la calle de Campo Florido, entre Concepción Arenal y Jordi de Sant Jordi (en los Indians), existió una pequeña cubierta modernista derribada hace cosa de unos once años para ampliar el CEIP Pompeu Fabra. Nada tendría de extraño eso si no fuese que se trataba de una obra menor del arquitecto Lluís Domènech i Montaner. Y así se podrían poner un montón de ejemplos más.


La periferia, pues, no interesa en este sentido. Cuando se explica la historia de Barcelona los barrios que antiguamente habían sido municipios independientes tienen en realidad un papel secundario, especialmente los más pobres. Todavía se salvan las periferias ricas, como Sant Gervasi, Sarrià, Pedralbes y Les Corts, porque contienen edificaciones y espacios de interés turístico, y el distrito de Sant Martí por la espectacular transformación urbanística que viene teniendo desde los juegos olímpicos. En cambio, en las periferias populares solo habría la gran excepción de los jardines del Laberint d’Horta. El resto, aunque histórico pero no turístico y, por tanto, económicamente menos rentable, se permiten cuestionarlo y eliminarlo i hace falta. Solo se salvarán las principales construcciones para darles un uso social o cultural, hecho que garantizará su supervivencia, y así ha sido en muchos casos de masías y edificios civiles. Sin embargo, lo que apenas se cuenta de este asunto y no todo el mundo sabe es que detrás del mérito que se cuelga la administración municipal de haberlos salvado del derribo, ha habido largas e intensas luchas, presiones, manifestaciones y negociaciones vecinales que han conseguido cambiar de parecer a alcaldes y regidores.


Ahora todas las miradas apuntan hacia las excavaciones romanas halladas en la Sagrera. Por lo visto, a pesar del gran valor histórico y del carácter excepcional e irrepetible del hallazgo, se ha decidido extraer aquellos elementos considerados “de valor” para restaurarlos y conservarlos en el (céntrico, claro está) Museu d’Història de la Ciutat, mientras que lo demás quedará enterrado para siempre bajo tierra porque las obras del AVE no pueden demorarse más. La gran desgracia de esta increíble descubierta es que esté emplazada en una zona alejada del centro histórico y turístico, es decir, como si la culpa de todo esto la hubiesen tenido los colonos romanos por haber construido esa colonia en aquél sitio sin haber pensado ni previsto que 1500 años después pasaría por allí al lado el tren de alta velocidad. Posiblemente, de haberse descubierto en el centro histórico de Barcelona o en una barriada periférica de clases más pudientes, otro gallo le hubiese cantado a esa colonia romana, que de un plumazo volverá a camuflarse bajo tierra, esta vez para siempre, como si nunca hubiese existido.