domingo, 31 de diciembre de 2017

Adiós 2017. Hola 2018


Amigos y amigas:

Cerramos el año 2017 y damos la bienvenida al nuevo 2018. Dejo atrás doce meses llenos de contrastes marcados por mi excelente relación de pareja con Sayra, la mujer de mi vida la cual he decidido que será mi compañera de viaje, y a la vez marcados por la inestabilidad política catalana.
Cuando llega un nuevo año, a menudo lo tomamos como un nuevo curso, siempre con la esperanza de que sea mejor que el anterior, donde podamos cerrar puertas definitivamente a lo malo y abrirlas a todo lo bueno que deba suceder. Suele ser el momento de plantearse nuevos retos que contribuyan a una renovación personal.
Yo también deseo que el 2018 sea positivo para hacer realidad mis proyectos, unas propuestas de las que soy consciente que se materializarán únicamente a base de lucha y esfuerzo, porque en verdad la buena suerte es de quien se la trabaja y se la gana pulso, día a día, sin rendirse. Nunca debemos confiar en el azar, pues gran parte del destino se lo hace uno mismo, salvo aquellos hechos ajenos a nuestra voluntad.


Es probable que el próximo año se avecinen muchos cambios personales. También habrán cambios generales para todos, en lo bueno y en lo malo. Todos viviremos felices momentos que harán más agradable nuestra vida, pero también viviremos momentos duros porque la ley de vida así lo marca aunque no queramos. La vida es una cuestión de equilibrio y depende de nosotros decantar la balanza hacia un lado u otro.
A mis seres queridos, familiares y amigos, quiero agradeceros haber depositado vuestra confianza en mí una vez más a pesar de que no siempre me sea posible cumplir con todas las expectativas previstas, con lo cual pido perdón si en algunas ocasiones os he fallado. Sí que os doy las gracias por estar ahí presentes admirando y valorando mi labor que hago con todo el amor posible.
Durante el 2018, en la medida de lo posible continuaré colaborando en el Arxiu Històric de Roquetes-Nou Barris, en el Arxiu Històric del Congrés-Indians, escribiendo artículos en el presente blog y publicando alguna nueva obra. No obstante, mis proyectos con Sayra serán siempre prioritarios porque son los que determinarán nuestro futuro juntos.


Afortunadamente tengo muy pocos enemigos. A ellos desearles que el odio, los celos y la envidia no les cieguen y les impida ver el lado bueno de la vida del cual podrían disfrutar y desarrollar sus mejores virtudes. A quienes deseen que Sayra y yo fracasemos en nuestra relación de pareja, les puedo asegurar que su sentimiento de hostilidad nos hace a ambos más fuertes e inseparables y a ellos más vulnerables.
En el terreno político, deseo que la situación vivida en Cataluña se estabilice lo antes posible. Insisto una vez más en lamentar profundamente haber ofendido a quienes no comparten mi pensamiento, mis creencias y mis valores. Jamás fue esa mi intención, pero ante asuntos de fronteras y cuestiones identitarias, a mi parecer es prioritario resolver previamente problemas laborales, sanitarios, educativos, culturales, de vivienda y económicos, entre otros. Tras haber salido de una larga crisis económica y financiera iniciada el año 2008, no nos conviene adentrarnos en un nuevo pozo oscuro por haber priorizado aspectos basados más en los sentimientos personales que no de nivel y calidad de vida.


Igualmente, también deseo que España despegue y logre estar a la altura de los países más desarrollados de la Unión Europea, y que el entendimiento y la concordia entre las diferentes regiones y nacionalidades históricas conviertan el país en un nuevo referente del cual tomar ejemplo. Pero para ello hace falta un esfuerzo de todos y cada uno de nosotros para compartir nuestras cualidades y eliminar prejuicios.
Mi ciudad, Barcelona, se halla en un momento de incertidumbre. Es fundamental que se prioricen las políticas sociales para garantizar un elevado nivel y calidad de vida. Sin embargo, también sería decisivo que se apostara por la instalación de nuevas empresas, se potenciara el comercio, se incentivara la investigación y el desarrollo en los ámbitos científico-tecnológico y bio-sanitario, se celebraran más ferias y congresos, se organizaran más eventos internacionales, y se renovara el modelo turístico. Todo ello es lo que realmente da dinero, unos beneficios que se pueden reinvertir en luchar contra las desigualdades y desequilibrios territoriales, mejorar la red de transporte público, construir equipamientos varios y facilitar el acceso a la vivienda para los más desfavorecidos.


Para finalizar, antes de emprender una nueva etapa, con mis mejores anhelos de salud, amor y trabajo, os deseo un FELIZ Y PRÓSPERO AÑO NUEVO 2018.

viernes, 22 de diciembre de 2017

Mensaje de Navidad 2017


Amigos y amigas:

Habiendo llegado nuevamente a las fechas más entrañables del año, es tradición que las primeras palabras sean para expresaros mis mejores deseos de paz, salud, amor, felicidad y prosperidad, anhelos que quiero extender para todos los días de vuestras vidas.
Cerramos un año lleno de contrastes, con incertidumbres y con un aliento de esperanza hacia cambios positivos. Durante este 2017 he consolidado mi relación de pareja con Sayra, la mujer a la que amo y con la cual estoy desarrollando nuevos proyectos en beneficio para nuestro futuro. Ella me ha aportado el confort y la estabilidad sentimental que tanto necesitaba, así como una gran motivación para ser más optimista y materializar mis propósitos. A la vez, mi vida ha experimentado un cambio en tanto que me he visto obligado a asumir nuevas responsabilidades y renunciar a antiguas costumbres. Disfrutar de su compañía me ha permitido conocer más de cerca a las comunidades latinoamericanas y a la inmigración, un mundo que nos rodea en nuestra vida cotidiana pero que a menudo todavía resulta desconocido para muchos.


La familia es para mí una institución sagrada, patrimonio humano personal, el mejor refugio que alguien puede tener ante las adversidades y el mejor apoyo para alcanzar tus metas. Es importante que todo el mundo tenga o forje una familia sana, y no me refiero únicamente al modelo tradicional, sino también a los nuevos modelos parentales y de convivencia los cuales yo respeto. Una vez más, quiero expresar mi orgullo de formar parte de la familia Fernández Valentí por lo que ellos representan, a la vez que es un honor pertenecer a la familia Antúnez Vindel de la cual es mi amada pareja. Casualidades de la vida o coincidencias del destino, resulta curioso que mi prometida se apellide igual que el barrio de mis padres (Casa Antúnez o Can Tunis) y que las últimas cifras del numero de licencia de taxi de su padre coincidan con el de mi abuelo materno.
Las amistades reales suponen un complemento personal para consolidar nuestra vida social y abrirnos puertas al mundo exterior. Disponer de camaradas de todas clases conlleva a un enriquecimiento, una experiencia y un aprendizaje, a la vez que descubres cómo compartimos rasgos universales que nos acercan y nos convergen hacia valores comunes.


Como es habitual, durante este año he continuado colaborando en el Arxiu Històric de Roquetes-Nou Barris y en el Arxiu Històric del Congrés-Indians. Formar parte de ambas entidades ha supuesto un crecimiento personal y la adquisición de experiencia laboral en el ámbito histórico, cultural y turístico. Desde aquí quisiera invitar a todo el mundo que venga a conocer y a colaborar desinteresadamente en ambos centros culturales sin ánimo de lucro que fomentan la memoria histórica de los barrios, defienden el patrimonio y preservan la documentación de sus vecinos. Os garantizo que sea cual sea vuestra formación siempre habrá un espacio para vosotros y disfrutareis de un excelente ambiente de trabajo.
Lógicamente, no he quedado al margen de los acontecimientos políticos sucedidos en Cataluña durante estos últimos meses del año. Vivimos un momento en que la sociedad catalana se halla muy polarizada y las relaciones con el resto de España, crispadas. Mi deseo es que se halle una solución factible que satisfaga ambas partes y permita nuevamente la estabilidad. El actual contexto ha agravado la división y el enfrentamiento social hasta límites que jamás hubiese imaginado.


Lamento profundamente haber ofendido a algunas personas por mis ideas y creencias, o por determinadas declaraciones públicas, incluso haber perdido algunas amistades. Nunca he obrado de mala fe, sino que creo y defiendo unos valores y unos principios los cuales, desde mi punto de vista personal y subjetivo, son positivos. Quienes me conocen saben cuál es mi pensamiento. A mi parecer, en democracia todas las ideas políticas son legítimas y respetables, con independencia de si las compartimos o de si estamos de acuerdo con su credo. Sin intención de pecar de ingenuo, tengo la convicción de que la gran mayoría de personas cuando ejercen su derecho a voto eligen bienintencionadamente a aquella formación que consideran la mejor opción para su país, región o municipio. El problema reside cuando algunos de esos partidos políticos se creen mejores o superiores a los demás hasta el punto de desacreditar, insultar, desprestigiar, chantajear, boicotear, censurar, criminalizar y coaccionar a quienes no comparten sus principios.


Todos los radicalismos son nocivos, no solo la extrema derecha sino también la extrema izquierda aunque eso a algunos les duela reconocerlo. Nunca he creído que las personas valgan más o menos por sus ideas, y así la vida me lo ha demostrado. Es por ello que tengo amistades de diferentes partidos políticos con quienes mantengo una sana y excelente relación, y a las cuales jamás he desacreditado ni les he impuesto mis ideas.
Es importante que el conjunto de España aspire a alcanzar el nivel de los países europeos más potentes, con la reducción del paro, la creación de empleo de calidad, el incremento de los salarios, el fomento de la cultura y la interculturalidad, la atracción de empresas, una mayor accesibilidad a la vivienda, una mayor inversión en educación, el desarrollo de la investigación médica y científica, y la configuración de una infraestructura viaria y ferroviaria de primera categoría. Declaraciones de principios como la Constitución Española y el Estatut de Catalunya deberían darse a conocer para evitar hacer juicios de valor bajo el desconocimiento de su contenido.


La reforma de la Carta Magna debe ejecutarse bajo consenso unánime y en base al ritmo natural de la evolución humana, incluso avanzarse al futuro. De ese modo se conseguirá que la Ley sea vista como una herramienta útil al servicio de la ciudadanía que permita el desarrollo tanto individual como colectivo y se perciba como defensora de sus propios paisanos. Igualmente, es necesario reformar el modelo económico para evitar volver a caer nuevamente en la crisis económica y financiera que tanto nos ha perjudicado. Es fundamental que la economía esté al servicio de la ciudadanía. No se trata tanto de eliminar el sistema capitalista sino de mejorarlo y adecuarlo a valores sociales y medioambientales, para garantizar una óptima calidad de vida a las personas y a su vez un nivel de vida que contribuya a la disminución paulatina de las diferencias de clase. España es el país del Sol, razón de más por la que debería dar ejemplo y fomentar el desarrollo de energías limpias y renovables hasta el punto de liderar el continente europeo y ser un referente mundial.


Lamentablemente la política ha sufrido un descrédito social durante estos últimos años debido a los cuantiosos episodios de corrupción. Para que la sociedad vuelva a confiar plenamente en sus gobernantes, es imprescindible renovar la forma de hacer política, y ello no lo digo con la intención de dar lecciones de pedagogía sino como un consejo positivo y constructivo. La honradez, la transparencia y la honestidad son tres valores fundamentales, junto a la necesidad de hacer más participativa a la sociedad para que ésta se sienta implicada y escuchada en el proyecto de construcción y desarrollo del país. Generar ilusión significa crear nuevos valores que las gentes adquieran, les permitan avanzar y crecer, mejorar el presente y garantizar su futuro, lo cual generará un sentimiento de pertenencia y de orgullo más sano y una identidad renovada a la altura de las expectativas del nuevo siglo XXI.


Barcelona, mi ciudad, también se enmarca dentro de mis preocupaciones, pues tengo dudas del rumbo que tomará hacia el futuro. Veo cómo la turistifobia y la acción de los movimientos antisistema están frenando el desarrollo económico de una ciudad que ve peligrar la Marca Barcelona y la capitalidad del Mediterráneo. El turismo actualmente no es un monocultivo económico sino que es un fenómeno transversal en tanto que de éste dependen otros sectores como urbanismo, comercio, restauración, hotelería, arte, cultura, artesanía, ferias y congresos, patrimonio y transporte, ámbitos muy importantes de los cuales dependen miles de personas. Entiendo que el turismo debería regularse y ordenarse, mejorar el civismo y evitar la expulsión de los vecinos de sus barrios, pero ello no justifica el rechazo hacia la figura del turista porque nosotros en diferentes momentos lo hemos sido, ya que Cataluña lidera en número de viajeros por el mundo. La masificación, el incivismo y el aumento del precio de la vivienda no deberían de achacarse completamente al turismo, pues muchas de las masificaciones las provocamos los mismos barceloneses atraídos por la oferta de ocio y consumo de la ciudad.


Buena parte del incivismo lo provocan nuestros propios conciudadanos, y el encarecimiento de los alquileres y ventas de pisos es responsabilidad de propietarios y arrendadores con afán de lucro y de tacañería. En definitiva, es imprescindible que Barcelona ajuste su oferta de servicios a la demanda, demuestre que es una ciudad a la vez tolerante pero severa contra el incivismo mediante la aplicación de óptimas normativas, y se regule el aumento indiscriminado de los precios de las viviendas luchando además contra el mobbing inmobiliario. Convendría imponer un equilibrio entre política social y política empresarial, de modo que buena parte de los beneficios obtenidos en eventos se inviertan en la lucha contra las desigualdades y en mejorar la calidad de vida de los barrios. El desarrollo de Barcelona debería definirse en base a cinco directrices: como ciudad de turismo y patrimonio, como ciudad de ferias y congresos, como ciudad de comercio y restauración, como ciudad de arte y cultura, y como ciudad de investigación y desarrollo.


Para terminar, deseo recordar a aquellas personas que nos han dejado pero que siempre estarán entre nosotros y a las cuales, en base a mi fe personal, tengo la convicción de que algún día nos volveremos a encontrar. Esta clase de experiencias que tanto nos entristecen nos enseñan a valorar mejor lo que tenemos. Espero y deseo que el 2018 sea un año en el cual mis anhelados proyectos con mi amada pareja se hagan realidad. Continuaré escribiendo artículos de historia local de Barcelona y de opinión en el presente blog y publicaré algún nuevo libro. Durante estas fechas deseo que todas las familias tengan unas felices fiestas en compañía de sus seres más queridos y lo pasen lo mejor posible. Recomiendo que disfruten del ambiente navideño, cada uno a su manera, en base a sus creencias, su cultura y sus tradiciones, todas ellas muy respetables, reflejo de una sociedad plural y diversa como es la nuestra.


Finalmente, quisiera dirigirme a mi amada pareja, a mi amada familia, a mis queridas amistades, a las personas que me siguen habitualmente a través de mi blog y por las redes sociales, y también a cualquier persona ciudadana del mundo, para desearos que paséis una Feliz Navidad y tengáis un Próspero Año Nuevo 2018.

viernes, 15 de diciembre de 2017

140 años del "tramvia de foc" de Barcelona a Sant Andreu de Palomar


Se conmemora la implantación del primer tranvía de vapor de la historia de Barcelona. Este sistema, sucesor del primitivo vehículo tirado por caballos o mulas, fue el preludio de la modernización del pueblo de Sant Andreu de Palomar y de su pronta agregación a la capital catalana. El precedente fue un servicio de carruajes tipo ómnibus entre ambos municipios, existente al menos desde 1854, propiedad de Jaume March y Francesc Oliva, que valía 24 céntimos de peseta y partía desde el Portal Nou de la antigua muralla barcelonesa.
La información bibliográfica proporcionada por Joan Alberich González (en su libro "Los tranvías de vapor de la ciudad de Barcelona"), Albert González Masip (en su libro "Els tramvies de Barcelona. Dels orígens a 1929") y José Mora Martín (en su página web www.autobusesbcn.es) permite hacer una síntesis histórica de este singular medio de transporte que empezó como servicio interurbano para luego terminar como línea urbana de una urbe en crecimiento. La iniciativa de la nueva línea se debió al industrial y metalúrgico Aleix Soujol Manité, impulsor de la primera línea de tranvías entre Barcelona y Gracia inaugurada el 26 de junio de 1872.


La nueva línea a Sant Andreu de Palomar formaba parte de la concesión "Tranvía de Barcelona a Sans y Barcelona a San Andrés, S.A." concedida por el Gobierno Civil de Barcelona el 31 de julio de 1872. Cuatro años después, el 2 de junio de 1876 dicha concesión vendió a modo de cesión al señor Soujol el tramo comprendido entre plaza de Cataluña y Sant Andreu de Palomar por 21.250 pesetas. Ante la inviabilidad de hacer realidad la línea como concesión única, ambas partes desistieron y se formaron dos nuevas sociedades: "Tranvía de Barcelona a Sans" y "Sociedad Anónima Tranvía de Barcelona al Clot y San Andrés", ésta última constituida el 14 de abril de 1877.
El señor Soujol, dadas las pocas posibilidades de establecer tracción animal debido a las características del recorrido y a la longitud de la línea, fue entonces cuando propuso la tracción a vapor tomando el ejemplo de numerosas ciudades europeas, a pesar de las reticencias de sus detractores. Tras la adquisición del material móvil, en septiembre del citado año se hicieron las primeras pruebas de circulación con un resultado favorable, el 12 de diciembre siguiente el Ministerio de Fomento aprobó el cambio de tracción a vapor y siete días más tarde, el 19 de diciembre de 1877, se produjo la inauguración oficial de la nueva línea.


Al día siguiente entró en servicio para el público, si bien hay fuentes que aseguran que el trayecto completo hasta Sant Andreu de Palomar no se hizo realidad hasta marzo de 1879 una vez se completó la instalación de vía doble en todo el trazado. El trayecto, de 4.560 kilómetros de longitud y vía métrica, partía de la calle de Trafalgar con el Arco de Triunfo para seguir por la carretera de Ribas (actuales Ribes, Clot, Gran de la Sagrera y Gran de Sant Andreu) hasta la altura de la actual calle del Abat Odó. El parque motor constaba de 17 locomotoras a vapor, numeradas del 1 al 17, de las cuales 15 unidades fueron construidas por la firma inglesa Merryweather (5 en 1877, 5 en 1878 y 5 en 1882) y las otras dos por la española La Maquinista Terrestre y Marítima en 1883. En tramos urbanos se les permitía circular a un máximo de 5 kilómetros/hora y en tramos interurbanos a 15 kilómetros/hora. Al estar prohibido el uso del silbido se introdujo la figura del corneta para avisar del paso del convoy. En cuanto al material móvil de pasajeros, la Compañía dispuso de 18 coches en 1877 y de un total de 30 en 1883, algunos de los cuales abiertos tipo "jardinera" y otros con distinción entre primera y segunda clase.


Generalmente formaban unidades compuestas por una locomotora y dos o cuatro remolques. Parte de este material se usaba también para el tranvía de vapor de La Sagrera a Sant Joan d'Horta. Las cocheras se ubicaron en la calle Gran de Sant Andreu y constaban de dos edificios con fachada en las calles de Neopàtria y Les Monges.
El precio del billete entre la calle de Trafalgar y el Clot, y desde el Clot hasta Sant Andreu de Palomar valía 18 céntimos de peseta si se viajaba en primera clase y 12 céntimos de peseta en segunda. El trayecto completo costaba 30 céntimos de peseta en primera clase y 24 céntimos de peseta en segunda. Circulaba de las 4:30h hasta las 20:30h, con intervalos de paso de 24 minutos. La nueva línea motivó la creación de un servicio regular de tartanas entre  Sant Joan d'Horta y la parada del tranvía en Sant Andreu de Palomar, con unos horarios sincronizados con los de la llegada del tranvía a la ciudad para facilitar el intercambio. El hecho de ser la primera línea dotada con tranvías de tracción a vapor (la segunda de España tras la línea del Sardinero en Santander), se la conoció popularmente como "tramvia de foc", aunque también, y por desgracia, debido a los numerosos accidentes producidos recibió el nombre de "la guillotina".


Especialmente grave fue el acaecido el 15 de mayo de 1894 cuando en el paso a nivel de la plaza de las Glorias con la carretera del Clot colisionó un tren de la compañía del Norte con un tranvía de vapor, con el balance de un muerto y numerosos heridos. Pero a pesar de algunos incidentes, el servicio fue muy rentable, hasta el punto de convertirse en  la línea de tranvías a vapor más rentable de todas las establecidas. El auge económico e industrial de Sant Andreu de Palomar ayudó decisivamente. El 21 de enero de 1882 la Compañía pasó a denominarse "Compañía Anónima de Tranvías y Ferrocarriles Económicos", y pocos años después, el 10 de julio de 1899 se transfirió a la nueva compañía belga "Société des Tramways de Barcelona a San Andrés y Extensiones, S.A.", titular también de las líneas de La Sagrera a Sant Joan d'Horta, de la calle de Trafalgar a Badalona y del Paralelo a Can Tunis.
Tras la inauguración de la nueva línea de tranvías eléctricos entre la plaza de Urquinaona y Sant Joan d'Horta el 20 de junio de 1901, se decidió eliminar definitivamente la tracción a vapor por la eléctrica en vistas de las ventajas que ofrecía el nuevo sistema. Finalmente, tras la autorización del cambio el 7 de julio de 1902 y las primeras pruebas el 18 de agosto siguiente, el día 30 del mismo mes y año se puso en servicio la tracción eléctrica.


En 1907 adoptó como indicador de línea la placa cuadrada blanca con una "X" roja. El 1 de octubre de 1911, la línea fue absorbida por la "S.A. Los Tranvías de Barcelona", después de que su propietario, Mariano de Foronda, adquiriera el 75% de las acciones de "Tranvías de Barcelona a San Andrés y Extensiones". Bajo el nuevo titular, se procedió a numerar las líneas. El servicio a Sant Andreu pasó entonces a identificarse como línea 40, cuyo distintivo era una placa cuadrada amarilla y números blancos, colores que cambiaron a partir de 1935 con placa blanca y números negros.
La línea continuó su vida útil sin grandes hechos destacados (salvo los comunes a toda la red barcelonesa durante el primer tercio del siglo XX) hasta el 12 de octubre de 1941 en que fue definitivamente suprimida y sustituida por la línea FC de trolebuses "Marqués del Duero-San Andrés", explotada por "Tranvías de Barcelona, S.A.". Tras numerosas modificaciones de su recorrido, supresiones y restituciones, el 10 de septiembre de 1964 cambió el distintivo de línea al número 40 y el 3 de diciembre de 1967 sustituyó el sistema de trolebuses por el de autobuses.


Hasta hace poco, la línea 40 fue un testigo superviviente de la antigua red radial interurbana de tranvías y un recuerdo de que el actual barrio de Sant Andreu vio estrenar dos nuevos sistemas de transporte: el tranvía de vapor y el trolebús. El pasado 3 de noviembre del presente año la línea 40 ha dejado de prestar servicio con motivo de la implantación de la 5ª fase de la red ortogonal de autobuses, prevista a finalizar el próximo año. El transporte público de Barcelona inicia así una nueva etapa histórica rupturista con casi un siglo y medio.

Fotos: Arxiu Jordi Ibáñez, Arxiu TMB, Colección M. Gurgui, José Mora Martín.

lunes, 4 de diciembre de 2017

225 años del DIARIO DE BARCELONA (y IV): de la postguerra hasta su desaparición


Terminada la Guerra Civil española, ya en plena postguerra y bajo la dictadura franquista, tras intensas gestiones el Diario de Barcelona reapareció el 24 de noviembre de 1940. En 1942 la propiedad pasó a manos de la nueva sociedad Barcelonesa de Publicaciones, S.A. El primer Consejo de Administración estaba formado por el alcalde de Barcelona Miguel Mateu Pla (presidente), el conde de Godó Carlos Godó (vicepresidente), el barón de Viver y ex-alcalde de Barcelona Darío Romeu y el conde de Montseny José María Milá y Camps. Como gerente fue nombrado Ramón Martí Marfá, como subdirector a Enrique del Castillo Yurrita y como director a Juan Burgadá Juliá. La redacción, la administración y los talleres fueron trasladados al número 49 de la calle de Muntaner, antigua sede de los desaparecidos periódicos "El Día Gráfico" y "La Noche". Mediante el establecimiento de un convenio, pudo restablecerse la edición del diario a la vez que se estrenó con la impresión mediante técnica de huecograbado Winkler y formato de 48,5x33 centímetros. El precio a la venta al público fue de 0,20 pesetas en 1940 y a partir de 1942 de 0,25 pesetas el ejemplar o bien 6 pesetas mensuales la suscripción.


El tiraje fue de 70.000 ejemplares, reflejo de su mejora debida a su fidelidad a la causa monárquica, a su barcelonismo y a su talante pro aliado durante la Segunda Guerra Mundial. Durante aquellos años de la posguerra, debido a las restricciones de papel, los ejemplares del periódico tenían muy pocas páginas, con noticias breves reseñadas en columnas. En 1945 se llegó al récord de 100.000 ejemplares. En 1946 Enrique del Castillo Yurrita pasó a ser nuevo director tras la muerte del anterior. En la segunda mitad de la década la situación empezó a mejorar levemente, y no sería a partir de 1950 que volvería a recuperar su antiguo volumen gracias al fin de la crisis del papel. Desde entonces, incorporó destacados artículos de opinión y crónicas de Barcelona (llamados “Apuntes de un mirón”, “Crónicas de la ciudad” y “Las cosas, como son”), siendo especialmente conocidos los apartados escritos por el entrañable cronista oficial de la ciudad apodado “Sempronio”. Además, introdujo en sus páginas centrales notas gráficas de actualidad, algo de gradecer si se tiene en cuenta que los periódicos de aquél entonces apenas llevaban fotografías en su interior.


Entre los años 1961 y 1964 cambió levemente su formato. En 1963 pasó a editarse una sola edición por la mañana y el tiraje era de 60.000 ejemplares, cada uno de los cuales valía 2 pesetas o bien 56 pesetas al mes en caso de suscripción. Desde el 1 de enero 1965 cambió completamente su pequeño formato, pasando a adoptar el tamaño de gran periódico, de 42x27,5 centímetros, con un nuevo y moderno diseño tanto de la cabecera como de su interior. Conservó los mismos apartados de secciones y de artículos de opinión así como las notas gráficas de las páginas centrales, pero introdujo importantes y destacadas novedades, como fueron los suplementos temáticos dominicales dedicados sobre todo a Barcelona, Cataluña, economía, mujer, enseñanza, política y arte, entre otros. En fechas señaladas del año, aparecieron las primeras portadas con imágenes en color. Eran los años del llamado “Desarrollismo” y el diario, igual que la mayoría de periódicos, moderó todavía más sus discursos patrióticos de devoción al régimen franquista e hizo un giro “localista” más centrado en la actualidad de la ciudad de Barcelona y su región metropolitana, sin renunciar por ello a la información nacional e internacional.


En 1969 la dirección pasó a manos de José Tarín-Iglesias y en 1973 a manos de Manuel Martín Ferrand. A finales de 1974 los Godó vendieron su parte de propiedad a José María Santacreu, un empresario cercano al entonces ministro de la Gobernación Manuel Fraga. Posteriormente terminó haciéndose propietario de todo el periódico. En 1975 la dirección pasó a manos de José Pernau Riu. La administración se hallaba en la calle del Consejo de Ciento nº 224-228 y los talleres en el pasaje de la Merced nº 24-26.
Durante el periodo de 1940 a 1977 pasaron importantes y destacados periodistas, a citar, entre otros, Francisco Curet Payrot, José Bru Jardí, Alberto del Castillo, Joan Amades, Luís de Armiñán, Azorín, Agustín Durán y Sanpere, Wenceslao Fernández Flórez, José Pla, Carlos Soldevila, José María de Sagarra, José María Cadena, Sebastián Gasch, Concha Espina, Eduardo Tarragona, Baltasar Porcel, José Faulí, Fernando Gudel, Joaquín Brangulí, Cesc, Antonio Franco, Margarita Riviere, Xavier Vidal Folch, Salvador Alsius, Ramón Rucabado , Joaquín Coca, Félix Tejada, José María Álvarez Taboada y Juan Antonio Sáenz Guerrero.


En 1977 la dirección pasó a manos de Tristán la Rosa. Tras una huelga de 7 días debida a las discrepancias entre el sector social y empresarial en materia salarial, el diario reapareció el 1 de mayo del citado año con un nuevo formato más pequeño y aspecto más pobre, perdiendo así calidad. Fueron los inicios de una decadencia acompañada de una marcha colectiva de buena parte de sus empleados, cuyas ideas progresistas chocaban claramente con una directiva conservadora. Todo ello coincidió precisamente con una crisis europea de empresas periodísticas que marcó la segunda mitad de la década de los setenta.
A finales del mismo 1977 la dirección pasó a manos de Antonio Alemany Dezcallar. Al siguiente año el diario cambió el histórico subtítulo de la cabecera "de avisos y noticias" por "Decano de la prensa continental. Fundado en 1792" y pasó a imprimirse mediante técnica offset en substitución del huecograbado. En 1980 la dirección pasó a Juan Segarra Palomares y el 21 de octubre del citado año, su propietario José María Santacreu, presentó suspensión de pagos y el periódico dejó de publicarse temporalmente, pero fue rescatado a los pocos días por parte de sus antiguos empleados que lo editaron de forma autogestionaria, con un formato bastante pobre y en bilingüe (intercalando artículos en catalán y en castellano).


La inestabilidad quedó reflejada en los numerosos cambios de dirección. Así, durante el mismo 1980 pasó a manos de Juan Manuel Blanco, en 1981 pasó a Francisco Martínez Esquivel, en 1982 a Luís Llobet Solá y en 1983 a Santiago Vilanova, año en que coincidió con la adaptación a un nuevo diseño con el mismo formato. Finalmente, tras el fracaso de la autogestión el Diario de Barcelona desapareció el 23 de marzo de 1984, siendo adquirido por el Ayuntamiento de Barcelona.
En 1985 tanto la cabecera como los archivos fueron cedidos al Grupo Zeta, a la empresa municipal Iniciativas, S.A. y a la ONCE. Bajo esta nueva propiedad, el sábado 14 de marzo de 1987 reapareció completamente renovado con un nuevo y moderno formato de 43x31 centímetros, con la incorporación de imágenes en color y escrito íntegramente en catalán, bajo la denominación de Diari de Barcelona. La dirección fue a cargo de Josep Pernau i Riu. La impresión la hacía Ediciones Primera Plana sita en la calle del Comte d'Urgell nº 71-73, y la redacción y administración se hallaban en la calle de Tamarit nº 155. Desde entonces fueron destacables los suplementos dominicales, los fascículos coleccionables de los cuales se hacían libros (como La Barcelona del Brusi) y los cuadernos dedicados a los Juegos Olímpicos de Barcelona de 1992.


Entre 1988 y 1989 la dirección pasó a Enric Sopena, siendo a finales del segundo año cuando el Grupo Zeta e Iniciativas, S.A. se retiraron, de modo que quedó en manos de la ONCE. Entre 1989 y 1990 la dirección pasó a Jaume Boix Angelats, siendo éste sustituido hasta 1993 por Carles Revés i Escalé.  La edición pasó a Publicacions de Barcelona, S.A., y la impresión a la empresa GEISA, en la calle de València nº 49-51. En 1991 el formato cambió a 42x29 centímetros y rediseñó la cabecera con un aspecto más moderno. Fue en julio de 1992 cuando la ONCE vendió el diario al simbólico precio de una peseta a la sociedad ECD, propiedad de los hermanos Emili y Carles Dalmau.
Finalmente, el 30 de abril de 1993 el Diario de Barcelona cambió su denominación por la de Nou Diari, con ediciones en las cuatro provincias catalanas. Sin embargo, ante la falta de rentabilidad, la declaración de insolvencia de los hermanos Dalmau propició su desaparición definitiva el 1 de enero de 1994. Desde entonces, el Ayuntamiento de Barcelona, que siempre poseyó una pequeña participación, compró la cabecera y pasó a publicarse como diario electrónico por Internet (www.diaridebarcelona.com) centrado exclusivamente a ofrecer diariamente noticias únicamente de la ciudad de Barcelona, con apartados relativos a reportajes, vídeos, distritos e información general. Nada tenía ya que ver con el clásico periódico.


Desde el 31 de julio de 2009, esta web se reconvirtió en www.btvnoticies.cat bajo el control de la cadena televisiva municipal Barcelona Televisió (BTV) y la dirección de Cristina Ribas. Existe también el blog diaridebarcelona.blogspot.com. Durante el presente año 2017 se ha celebrado el 225º aniversario de la aparición del Diario de Barcelona, motivo por el cual el Arxiu Històric de la Ciutat de Barcelona (AHCB) organizó la exposición “Diario de Barcelona: una empresa periodística (1792-2009)”, con imágenes, ejemplares y documentos de su fondo para dar a conocer al público se historia. En la actualidad, buena parte del fondo documental del Diario de Barcelona se conserva en el Arxiu Fotogràfic de Barcelona (AFB) y en el Arxiu Històric de la Ciutat de Barcelona, además de la colección particular de la familia Brusi. En este sentido, sería un deseo encomiable y grata noticia para quienes nos dedicamos a la investigación histórica que los ejemplares sean digitalizados y en un futuro no muy lejano se puedan consultar gratuitamente por Internet, dada la gran riqueza informativa de su contenido.


Fotos: Arxiu "A la Premsa d'Aquell Dia".

sábado, 25 de noviembre de 2017

225 años del DIARIO DE BARCELONA (III): de Mañé y Flaquer al final de la Guerra Civil (1878-1940)


Tal y como se comentó en el anterior artículo, Juan Mañé y Flaquer sustituyó a Antonio Brusi Ferrer en la dirección del Diario de Barcelona. Sin embargo, la propiedad del diario continuó a manos de la familia Brusi, ubicándose los talleres de impresión en la Imprenta Barcelonesa propiedad de Francisco Gabañach, en la calle Nueva de San Francisco nº17, y la administración en la calle de la Libretería nº22. Este periodista y escritor nacido en Torredembarra en 1823 ingresó en el diario en 1847 como redactor, convirtiéndose pronto en renovador del periódico, pues con él se acentuó el carácter político con el propósito de abrir nuevos horizontes. De este modo lo transformó en órgano definidor de la opinión conservadora de Barcelona, portavoz de la burguesía y contribuidor indirecto en la formación de la generación catalanista de 1900, a la vez que hizo grandes aportaciones en la técnica profesional periodística. Según el propio Mañé, "un periódico tiene que ser humano, doble naturaleza, corporal y espiritual. Es una industria, es decir, una especulación y un apostolado; el empresario está obligado a procurar al periódico una vida robusta, que lo coloque en situación independiente; dé a los capitales en él empleados una ganancia equitativa y a él una remuneración decorosa por sus desvelos y trabajos. Esta industria debe estar subordinada a las leyes morales, y está obligada por su misma naturaleza a prestar a la patria y a la sociedad el tributo de su influencia que es lo que constituye el apostolado del periódico, sus funciones espirituales.



El periódico puede ser, como lo fue el "Diario" durante muchos años, simple colección de noticias; en este caso, no está obligado a decir más que la verdad, empleando cuantos medios estén a su alcance para depurarla y a guardar silencio sobre aquellos hechos cuya publicidad pueda ser dañosa a la religión, a la moral y a las buenas costumbres. Cuando el periódico, además de anunciar los hechos, los comenta debe tener un criterio fijo, constante, que sea sólida base de sus juicios. Relatar con toda imparcialidad los hechos, favorezcan o contraríen nuestros deseos; pero juzgarlos según el criterio de nuestras convicciones, gusten o no gusten a los que nos lean."
Sin embargo, el hombre más decisivo en definir el perfil ideológico del diario fue el abogado y político Manuel Durán y Bas, el cual expuso textualmente su filosofía en tres bases:
- Doctrina del partido moderado, sin los resabios de la centralización cesarista, y de prevenciones regalistas.
- Doctrina de los neocatólicos sin las tendencias absolutistas y la ciega enemiga a toda novedad y a todo progreso.
- Aspiraciones de los progresistas de la monarquía limitada, despojadas del absurdo principio de la soberanía nacional, de tan fatales consecuencias para los pueblos modernos.



Este periodo fue fructífero hasta el punto que el diario se convirtió en uno de los periódicos más influyentes y bien informados de España. El mismo Mañé viajaba a menudo a Madrid, entraba en contacto con la clase política, organizaba la corresponsalía, buscaba colaboradores e intervenía en política. Personajes influyentes en la redacción fueron, principalmente, Jaime Balmes, Juan Maragall, Juan Cortada y Francisco Llorens y Barba. Mañé llegó a ser uno de los redactores más prestigiosos de su tiempo por su independencia de criterio, por lo que fue a menudo consultado por el rey Alfonso XII y por Antonio Cánovas del Castillo. Cercano al ideario de la Unión Liberal, sus artículos mostraban una moderada oposición descentralizadora, causa por la que fue perseguido y sancionado. En 1876 el Diario de Barcelona fue suspendido y sustituido por el nuevo periódico El Catalán, subtitulado como "Diario de Avisos y Noticias". El primer número salió el 30 de septiembre del citado año y el último el 1 de octubre siguiente. Fue extremadamente efímero, pues sólo salieron tres números. A partir del día 2 reapareció el Diario de Barcelona.



A finales del siglo XIX, la aparición de nuevos periódicos como El Correo Catalán (1876), La Publicidad (1878), El Diluvio (1879), La Vanguardia (1881), El Noticiero Universal (1888) y La Veu de Catalunya (1899), hizo perder progresivamente al diario su antiguo predominio debido a la nueva y fuerte competencia. A ello se sumó el hecho de que su regionalismo moderado no logró convencer a toda la burguesía y, además, no supo cómo responder a las grandes masas sociales. Cada vez que se planteaban nuevos problemas se fracasaba al intentar resolverlos siempre desde su perspectiva conservadora.
Al morir Antonio María Brusi Mataró en 1887, la propiedad del diario pasó a manos de su hija María Josefa Brusi García. A partir de 1895 la suscripción al diario en Barcelona pasó a 3 pesetas mensuales, siendo fuera de la capital catalana a 12 pesetas y en Francia a 18 pesetas. Cada ejemplar valía 15 céntimos de peseta la edición de la mañana y 5 céntimos de peseta la de la noche. En ese año el tiraje era de 9.000 ejemplares y se llegaban a enviar ejemplares a lugares tan lejanos  exóticos como las Filipinas, las Antillas y Hong Kong.



Al morir Juan Mañé y Flaquer en 1901, la dirección del Diario de Barcelona pasó a manos del abogado, político, novelista y comediógrafo Teodoro Baró Sureda, el cual ya había ejercido como redactor. En 1904 la suscripción para los de fuera de Barcelona se rebajó hasta las 9 pesetas mensuales y se estableció en 15 céntimos de peseta el precio para todos los ejemplares sueltos con independencia de la edición del día. Fueron años discretos en los que no se aportaron novedades. A principios del nuevo siglo XX destacaron como redactores y colaboradores, entre otros, José Martínez Ruiz "Azorín", Buenaventura Bassegoda, José Antonio Brusi, Juan Burgadá, Francisco Carreras Candi, Manuel Durán y Bas, Joaquín María de Nadal, Gonzalo de Reparaz, José de Riquer y Carmen Karr como presencia femenina.
Tras su marcha en 1906 fue director efímero Miguel de los Santos Oliver. Sin llegar al año de mandato, le sustituyó al cargo nuevamente Teodoro Baró Sureda, el cual permaneció hasta el año 1912. En 1909 el diario pasó a tres ediciones, una de la mañana, otra del mediodía y otra de la noche.



Entre 1912 y 1920 la dirección pasó a manos de Luis Soler Casajuana. El cambio de dirección fue consecuencia de un periodo de problemas económicos que llevaron a cambiar las gestiones y a la aportación financiera de varias personalidades de la época. En 1915 batió un récord de ventas, llegándose a tirajes de hasta 15.000 ejemplares, con lo cual se superó la cifra de 10.000 del año 1850. A partir de 1919 dejaron de publicarse los almanaques anuales y se suspendió la edición de la noche, el precio de cada ejemplar subió a 10 céntimos de peseta, y pasó a publicarse en formato a doble tamaño, es decir, de 36cm x 24cm. Para ello se renovó el sistema de impresión con la adquisición de una rotativa Werk Augsborg. El 1 de enero de 1920 salió por primera vez un ejemplar con fotografía en la portada. A ello se adelantó a la mayoría de periódicos de la época, todavía sin fotos. La imagen hacía referencia a la Familia Real española. A partir de aquel momento, este periódico brindaría cada día con una portada ilustrada con algo relativo a algún tema de actualidad de la época, tanto nacional como internacional. En su interior pasó a duplicar el número de páginas y abundarían los anuncios dibujados de publicidad comercial y carteles de espectáculos. Durante ese mismo año la suscripción mensual pasó a 2 pesetas.



Tras la marcha del anterior director, entre 1920 y 1922 el Diario de Barcelona estuvo dirigido provisionalmente por Arcadio de Arquer. Al cabo de dos años lo sustituyó Juan Burgadá Juliá, responsable de equilibrar y recobrar la personalidad del diario, permaneciendo en su cargo hasta 1946.
Con la llegada de la dictadura del general Miguel Primo de Rivera, los Brusi dejaron definitivamente de ser propietarios del Diario de Barcelona, pasando a manos de la Editorial Barcelonesa, S.A. Al año siguiente se estableció la Real Orden de 24 de marzo de 1924 que obligaría al descanso dominical de la mayoría de las editoriales de prensa, de modo que los lunes solo saldrían algunos periódicos como la Hoja Oficial de la Provincia (luego Hoja del Lunes) y algunas ediciones de tarde. Desde entonces y durante los próximos 58 años, el Diario de Barcelona dejaría de salir a la calle todos los lunes. Dada la ideología monárquica y conservadora del periódico, el periódico fue bastante benévolo con el régimen primoriverista. Sin embargo, tras la proclamación de la Segunda República llegaron años difíciles al tratarse de un nuevo contexto político opuesto a la filosofía del diario.



A finales de 1935 cambió levemente su formato adoptando un diseño que se mantendría prácticamente intacto hasta el año 1960. En 1936 el tiraje era de 8.000 ejemplares, pasó a 15 céntimos de peseta el ejemplar y la suscripción mensual a 3,50 pesetas. Al estallar la Guerra Civil el 19 de julio del citado año, el Diario de Barcelona dejó de publicarse y fue incautado y transformado en órgano del partido Estat Català, publicado en catalán por el guerrillero y periodista Marcelino Perelló Domingo. El 22 de julio de 1936 se llamó Estat Català. Full Extraordinari Gratuït, pero al cabo de dos días se tituló Diari de Barcelona. Portaveu d'Estat Català. La redacción y administración se trasladó en la calle de Jaume I nº11. A partir de 1937 se empezó a notar la falta de papel y otras restricciones conforme la guerra avanzaba. Así, el 5 de mayo se publicó en ciclostilo y sólo cuatro páginas a tamaño 22x34 centímetros, el día 6 de mayo impreso a una sola cara, y el día 7 a cuatro páginas y tamaño 23x31 centímetros. El 1 de agosto del mismo año reapareció como Diario de Barcelona de Avisos y Notícias, publicado por parte de un grupo de antiguos trabajadores del periódico que formaron un comité de empresa con el fin de reivindicar la propiedad y hacer nuevamente (sin éxito en el propósito) la publicación en castellano.



Hasta el 31 de octubre del mismo 1937 no volvió a reaparecer otro número, y desde entonces el Diario de Barcelona no salió nuevamente a la venta hasta el 24 de noviembre 1940, siendo devuelto a sus antiguos propietarios. De 1923 a 1936 colaboraron en la redacción escritores y periodistas, entre otros, como Enrique del castillo, Gonzalo de Reparaz, José María de Sagarra, Francisco Aizcorbe y Valerio Serra. Sus directores fueron J. Josa (1936) y Marcelino Perelló Domingo (1936-37).

Fotos: Arxiu Brusi, Arxiu Històric de la Ciutat de Barcelona, Arxiu Maragall, Editorial Nacional.

martes, 14 de noviembre de 2017

225 años del DIARIO DE BARCELONA (II): la etapa de los Brusi (1814-1867)


Bajo las manos de la familia Brusi, el Diario de Barcelona vivió una etapa de esplendor durante el siglo XIX. El primer propietario fue Antonio Brusi Miravent, nacido en Barcelona en 1775, hijo de Carlos Brusi (fabricante de medias) y Raimunda Miravent. Dedicado al oficio de librero e impresor, abrió su primera librería en la Bajada de la Cárcel esquina Frenería. En 1808 contrajo matrimonio con Amalia Eulalia Montserrat. Durante la Guerra de la Independencia se movió por varios lugares donde aprovechó para la impresión de publicaciones, como el Diario Militar y Político del Principado de Cataluña (1809), la Gaceta de Militar y Política de Cataluña (1810), el Diario de Palma (1813) y la Gaceta de Cataluña (1814).
Tras finalizar la guerra y regresar a Barcelona el 28 de abril de 1814 tomó las riendas del Diario de Barcelona, reapareciendo el 6 de junio siguiente con formato 18x12 centímetros. La redacción y administración pasó al número 29 de la calle de la Palma y al número 22 de la calle de la Libretería. La imprenta pasó de la calle de la Palma de San Justo al número 4 de la calle de las Tapias. Durante el Absolutismo del rey Fernando VII, el diario se repartió por la botillerías del centro de la ciudad, distribuidos por los camareros a los clientes consumidores. Durante sus años activos tuvo que luchar para el mantenimiento de su Real Privilegio por el cual podía imprimir el periódico. Dicho status lo perdió brevemente durante el Trienio Liberal de 1820 a 1823. En 1820 fue el primer impresor en introducir en España la litografía, por privilegio de su inventor, Aloys Senefelder. Al año siguiente, víctima de la fiebre amarilla, falleció a los 45 años de edad.


Entre 1821 y 1838 la dirección fue a manos de Pablo Soler Mestres, marido de Antonia Brusi Ferrer. Ello sucedió a partir del 28 de octubre y se abrió una etapa más bien monótona. En 1822 tuvo una agria polémica con el diario El Eco de la Ley por subtitularse "Diario de la Ciudad de Barcelona". Entre el citado año y 1823 hubo algunas publicaciones bilingües catalán-castellano y francés-castellano, básicamente actas oficiales. En 1828 Amalia Eulalia Montserrat, viuda de Antonio Brusi Miravent, solicitó que el Real Privilegio pasara a su hijo Antonio Brusi Ferrer, cosa que, finalmente, fue concedida al año siguiente en una visita del rey Fernando VII a Tarragona. Entre abril y mayo de 1830 se prohibió la publicación en el diario de noticias políticas. El Diario de Barcelona, a pesar de su carácter claramente monárquico y liberal-conservador, la Constitución de 1837 fue un punto de ruptura en tanto que, al negarse a apoyar la nueva situación política, la publicación abandonó su ideología para evitar la pérdida del Real Privilegio. En 1838, con solo 700 suscriptores y una pérdida de 100 duros mensuales, se planteó una nueva dirección. Además, el Real Privilegio fue abolido, siendo un hecho positivo porque ello frenó la decadencia del periódico. Por ello, Antonio Brusi Ferrer, primer marqués de Casa Brusi e hijo de Antonio Brusi Miravent, tomó la dirección del diario hasta el año 1867. Previamente tuvo una sólida formación académica adquirida en varios países como Suiza, Italia, Alemania, Francia, Suecia y Finlandia. Fue una etapa brillante en la que la publicación recuperó su prestigio como órgano del partido moderado, defensor de los intereses catalanes y de la monarquía. Ello coincidió con al reinado de Fernando VII.


La redacción se nutrió de grandes escritores como Mañé y Flaquer, Juan Maragall, Miquel y Badía y Teodoro Baró. Entre los colaboradores en Barcelona hubo nombres de prestigio como Pablo Piferrer, Rubió y Ors, Víctor Balaguer, Antonio de Bofarull, Sol y Padrís, Durán y Bas, Milá y Fontanals y Vidal y Valenciano. También hubo colaboradores en Madrid y en el extranjero. Se modernizó el sistema de impresión, pasándose a la máquina plana Stemberg, que aplicaba la fuerza motriz por vapor. Dado el buen éxito de los anuncios, a la cabecera se le añadió el subtítulo "de Avisos y Noticias". En abril de 1853 se amplió la difusión con una segunda edición de tarde. Prácticamente hasta entonces, los esfuerzos fueron encaminados a convertir el Diario de Barcelona en el periódico mejor informado, tanto por el número como por la exactitud de sus noticias, lo cual no sólo obligó a incrementar sus corresponsales sino también a elegirlos cuidadosamente. Ello dio origen a la gran fama que las "Correspondencias del Diario" alcanzaron en aquel tiempo.
En 1856 introdujo el telégrafo, lo cual fue de gran utilidad de cara a los partes telegráficos. Fue además el primer periódico español en utilizar las palomas mensajeras como medio de transmitir información durante las Guerras Carlistas que destruyeron las líneas telegráficas.


A partir de 1857 publicó un almanaque anual de 12x18 centímetros para los suscriptores donde se abarcaron varios temas como la política, arte, finanzas, conflictos bélicos y disposiciones de carácter legislativo. Además, de acuerdo con las costumbres de la época, publicó durante muchos años y por entregas diversas, folletines y novelas, generalmente de carácter romántico, que después aparecían encuadernadas y se regalaban a los suscriptores. Las notables mejoras introducidas propiciaron que en 1865 llegara a los 7.000 suscriptores, superando definitivamente la situación de estancamiento.
Antonio Brusi Ferrer destacó por sus actividades políticas y económicas. Tuvo una estrecha amistad con Ferdinand de Lesseps cuando éste fue cónsul de Francia, hasta el punto de verse involucrado como miembro de la Compañía que creó el Canal de Suez. En 1839 fue nombrado miembro del Ayuntamiento de Barcelona y desde allí promovió el derribo de las murallas barcelonesas para dar paso al futuro Ensanche. En 1847 ingresó como redactor Juan Mañé y Flaquer, la mano derecha de Brusi hasta el punto de acaparar muchas de las tareas que éste le delegó. En 1856 fue socio fundador de la Sociedad Catalana de Crédito, logrando crear un Montepío para trabajadores discapacitados y las viudas y huérfanos de obreros. El 11 de junio de 1875 el rey Alfonso XII le otorgó el Título del Reino en calidad de Marqués de la Casa Brusi.


En 1864 falleció Eulalia Mataró, su esposa, con lo cual sucumbió en un profundo desánimo, motivo por el cual la dirección del diario estuvo ocasionalmente a manos de Juan Mañé y Flaquer. Éste le dio al periódico una nueva proyección política, literaria y cultural hasta el punto de convertir al popularmente llamado "Brusi" en el representante de la burguesía catalana. En 1867 tomó definitivamente la dirección del periódico y, diez años después, se creó la figura del editor responsable, cuya misión era sustituir al director en caso de fallecimiento, ausencia o enfermedad. Finalmente, en 1878 Antonio Brusi Ferrer falleció tras una larga enfermedad. Su hijo Antonio María Brusi Mataró, aunque no fue nuevo director, sí que tomó parte activa en la redacción, procurando con todos sus especiales conocimientos conservar en el periodismo las tradiciones por aquél establecidas.

Fotos: Arxiu Històric de la Ciutat de Barcelona, Biblioteca Digital Memoria de Madrid, Fons Casa Brusi.