sábado, 29 de octubre de 2022

Herder/Alibri: adiós a una librería histórica


Leo a través de las redes sociales la triste noticia del próximo cierre de la librería Alibri, antaño Herder. En mis años de estudiante fui cliente habitual, pues allí compré muchos de los libros que nos recomendaban leer. También fue el lugar donde adquirí una parte importante de las publicaciones más recientes sobre la historia de Barcelona, mi especialidad, pues la oferta era muy interesante.
Si efectuamos un breve repaso histórico, los orígenes debemos encontrarlos en la editorial Herder, fundada en 1801 en la localidad alemana de Freiburg (Brisgovia) por la familia Herder. En 1887 empezaron a editar libros en español y tras observar que su volumen editorial contenía un importante fondo, barajaron la posibilidad de disponer de una sucursal en España, optando finalmente por Barcelona, donde abrió sus puertas al público en 1925 en el número 22 de la calle de Balmes. Uno de los motivos fue que en aquél entonces la ciudad era capital editorial mundial en español. Posteriormente abrieron otras librerías en varias ciudades latinoamericanas. En los años 20 y 30 era habitual que la Asociación Cultural Alemana organizara obras de teatro cuyas entradas se podían adquirir en la librería. Tras una trayectoria estable y sin hechos destacables, la Guerra Civil española tuvo como consecuencia la incautación de la librería por parte de los sindicatos anarquistas.


En 1939, ya al inicio de la postguerra, Antonio Valtl Friedl decidió recuperarla mediante su adquisición en una subasta pública. De este modo pasó a ser el propietario y trasladó el local en el número 26 de la calle de Balmes.
En 1941 la Universidad de Barcelona otorgó a la librería el título de "Librería Universitaria" como reconocimiento a su calidad editorial y a la pluralidad de ejemplares en temas relativos al mundo de la docencia y la cultura escritos en inglés, alemán, francés, italiano e incluso en lenguas minoritarias que difícilmente se encontraban en otras librerías.
En 1945 el mismo régimen franquista expropió temporalmente la librería forzado por EE.UU. que exigió la confiscación y subasta de todas las propiedades de los ciudadanos alemanes en España. Ante la dificultad de distribuir libros por el resto de Europa por la situación de guerra mundial y postguerra española, decidieron imprimirlos en Barcelona.
En 1948 Antonio Valtl Friedl fundó la Editorial Herder con sede en el chaflán de las calles de Provença con Roger de Flor. Tras tomar la dirección, dejó la librería a manos de Leo Fetscher, quién ostentó el cargo hasta 1971 tras ser sustituido por Hermam Nahm, procedente de la casa Herder de Buenos Aires (Argentina).


Durante la década de los 70 se proyectó la remodelación de las instalaciones, trasladando la administración y la sección de subscripciones a revistas al piso que se adquirió sobre la librería. Las obras se realizaron entre 1975 y 1980, finalizando en 1987 tras incorporar el local situado al lado izquierdo de la librería, donde se instaló el departamento de idiomas. El resultado fue un espacio de 1.500 metros cuadrados y 127.000 libros repartidos en grandes áreas temáticas que llegó hasta la actualidad.
A finales de los años 80 introdujeron un nuevo programa de gestión propio y se elaboró la página web. En febrero de 1999 se creó el departamento de catalogación y Alibri Informática. Ello coincidió con el cambio de nombre de la librería que desde el 1 de marzo del mismo año pasó a llamarse Alibri.
La presentación de publicaciones era algo habitual. En el año 2012 un servidor tuvo el honor de presentar en esa librería mi libro "Funiculars i telefèrics de Montjuïc". Pocos años después, en 2017 lo hizo mi hermano Tomás Fernández Valentí con el libro "Méliès", que escribió conjuntamente con otros colaboradores. En 2018 el Gremi d'Editors de Catalunya otorgó a la librería el Premi Atlàntida por los 75 años de actividad editorial continuada.


El cierre de una librería siempre es una mala notícia y, desgraciadamente, un síntoma de la decadencia cultural. El desinterés por la filosofía y las humanidades (géneros de los cuales la librería Herder o Alibri estaba especializada, entre muchos otros) es un claro reflejo de ello. Barcelona fue tradicionalmente ciudad de magníficas e históricas librerías, tanto por su calidad como por su variedad. ¿Vamos hacia una inexorable extinción de las tiendas de libros o bien nos dirigimos hacia un modelo renovado basado en una nueva relación entre el lector y el libro? Sobre el futuro uso del local de la calle de Balmes, sírvanse ustedes mismos y hagan sus apuestas.

Fotos: Archivo Librería Alibri.

viernes, 7 de octubre de 2022

El transporte público colectivo de Barcelona durante los Juegos Paralímpicos de 1992


A modo de continuación del artículo relativo al papel que el transporte público colectivo desarrolló durante los Juegos Olímpicos de 1992 en Barcelona, esta vez merece una especial atención centrarse en los Juegos Paralímpicos, un certamen que marcó un antes y un después que abrió a la modernidad de la red, en cierto modo al siglo XXI.
En líneas generales el acontecimiento fue el punto de partida de un largo proceso de supresión de las barreras tanto en los sistemas de transporte como en sus instalaciones. Desde aquél momento, se iniciaría una progresiva accesibilidad universal, es decir, integrando como usuarios regulares a las personas de movilidad reducida o con diferentes tipos de diversidad funcional. En este sentido, la capita catalana pasó a ser un referente nacional e internacional que inspiró a numerosas ciudades tanto europeas como norteamericanas, las cuales introdujeron cambios en la movilidad de sus transportes públicos pensando en las personas con discapacidad e integrándolas.


Para ello deberíamos remontarnos al 18 de abril de 1989, fecha en la que el Instituto Guttman organizó unas Jornadas Técnicas destinadas a sensibilizar a la opinión pública con respecto al colectivo de discapacitados físicos. Entre otras cosas se hizo referencia a la necesidad de mejorar la accesibilidad en el transporte público. La entonces teniente de alcalde y regidora de Bienestar Social del Ayuntamiento de Barcelona, Eulàlia Vintró, habló sobre la necesidad de modificar algunas condiciones entonces vigentes, tomando como referencia un estudio elaborado por el Patrimonio Municipal de Disminuidos, en colaboración con la ONCE, en el cual se tomaron en consideración distintos modelos ejecutados en diferentes ciudades del mundo en materia de accesibilidad. Para Barcelona se previó una inversión de entre 5.000 y 6.000 millones de pesetas (equivalente a unos 30 millones de euros) para mejorar la accesibilidad de alrededor de unas 400.000 personas con algún tipo de discapacidad o limitación temporal o permanente a la red de transporte público colectivo. Poco después se aprobó el Plan de Movilidad Olímpica que favorecía el transporte público mediante medidas coyunturales y estructurales y se disuadía el coche particular o transporte privado.


El 10 de diciembre de 1991 Transports Ciutat Comtal (TCC) inauguró el nuevo servicio de Aerobús entre la plaza de Catalunya y las terminales del aeropuerto del Prat de Llobregat, el primero de toda España en dotar de autobuses de la firma alemana Neoplan 4014 NF de piso bajo accesibles a personas de movilidad reducida. La citada empresa concesionaria adquirió al año siguiente los servicios especiales discrecionales de microbuses para personas discapacitadas físicas y psíquicas que desde 1978 operaba Transports Metropolitans de Barcelona (TMB).
Los IX Juegos Paralímpicos se celebraron entre el 3 y el 14 de septiembre de 1992. Ante la imposibilidad de adaptar la red de metro y ferrocarril por una cuestión presupuestaria y de calendario, el autobús desarrolló un papel muy destacado que ayudó a compensar posibles carencias. Se contó con la colaboración de la Entitat Metropolitana del Transport (EMT) y el Institut Municipal de Disminuïts. Con el objetivo de cubrir las necesidades de deportistas y usuarios fueron necesarios un total de 39 microbuses adaptados, 7 autobuses estándar adaptados, 87 autobuses de piso bajo, 16 autocares adaptados, 7 autocares convencionales, 3 vehículos jardineras del aeropuerto del Prat y 4 furgonetas.


Para los servicios urbanos TMB adquirió de Alemania 20 unidades estándar MAN NL-202, de piso bajo y accesibles a personas de movilidad reducida. Era la primera vez que se dotaba de vehículos de estas características. Formaron la nueva serie 8000, del 8000 al 8019, entrando en servicio entre el 9 y el 17 de junio de 1992. Fueron presentados oficialmente el día 1 del citado mes. Tuvieron un coste de 500 millones de pesetas, un presupuesto en el cual participó el Instituto de Mayores y Servicios Sociales (IMSERSO), un organismo que tuvo un papel decisivo y destacado en la elaboración de programas de accesibilidad en el transporte por autobús de muchas ciudades españolas, definiendo las condiciones de accesibilidad de los vehículos y financiando hasta un 75% de los costes.
Estos autobuses circularon habitualmente en las líneas 33 (Pg.M.Girona-Verneda), 47 (Pl.Catalunya-Canyelles) y 544 (Est.Sants-Badalona), si bien durante los días que duró el acontecimiento fueron requeridos para los servicios especiales donde se desarrollaron las competiciones deportivas: "Pl.Espanya-Anella Olímpica", "Pl.Llucmajor-Pl.Espanya", "Rda.St.Pere-Anella Olímpica" y "Metro Alfons X-Vall d'Hebron". Además, TMB alquiló a Mercedes-Benz un total de diez unidades del modelo O-405N importados de Alemania, también de piso bajo y accesibles a personas de movilidad reducida. Fueron numerados del 20 al 29. Tras finalizar los Juegos Paralímpicos se pensó en adquirirlos pero finalmente esta opción se descartó. No sería hasta 1995 que llegarían nuevas unidades, todas de las mismas características, de modo que, progresivamente, el piso alto con escalones pasaría a la historia.


Paralelamente se establecieron dos líneas urbanas especiales de circunvalación a cargo de TCC, dotadas de microbuses con plataforma elevadora accesibles para personas de movilidad reducida severa, funcionado de 8:30h a 23:00h.
En el ámbito territorial de la EMT la empresa Tubsal (actual Tusgsal) puso en servicio el 13 de julio de aquél año un total de 10 vehículos de la firma Neoplan N 4014 destinados a prestar servicio en el Barcelonès Nord y la red nocturna Nitbus, siendo habituales en las líneas B25 (Badalona Pomar-Rda.St.Pere), B28 (Badalona Prim-Torras i Bages) y N1 (Zona Franca-Via Júlia). Paralelamente, la empresa Oliveras (ya desaparecida) adquirió un único vehículo, un Neoplan N 4016 para sus líneas del Baix Llobregat, siendo habitual en la línea L46 (Cornellà-Sant Joan Despí). Durante el certamen todos estos vehículos fueron cedidos para las lanzaderas especiales. También se cedieron temporalmente para idéntico propósito los autobuses del Aerobús, cuyo servicio se cubrió provisionalmente con autocares convencionales de la empresa Sarbus (actualmente del grupo Moventis).
Paralelamente, diversas empresas de autobuses y autocares de toda España cedieron parte de su flota para el transporte de atletas paralímpicos, a miembros de la familia olímpica y a público asistente con discapacidades. Los voluntarios paralímpicos desempeñaron un importante papel en trasladar y acompañar a estos colectivos.


La red de metro no fue posible adaptarla a personas de movilidad reducida por falta de tiempo y debido a la complejidad de las obras de reforma de vestíbulos y andenes. Únicamente la estación "Fondo" de la L1, inaugurada el 18 de febrero de 1992, disponía de ascensores calle-vestíbulo y vestíbulo-andenes, siendo la primera de toda la red barcelonesa de estas características. Sólo fue posible realizar acciones de mejora de accesibilidad en las estaciones de "Espanya" (L1 y L3),  "Arc de Triomf" (L1), "Vall d'Hebron" (L3) y "Montbau" (L3), básicamente en vestíbulos y pasillos. La oferta se aumentó un 10%.
El funicular de Montjuïc desarrolló un importante papel ya que se trataba del primer servicio de transporte ferroviario completamente adaptado a personas de movilidad reducida. Su accesibilidad fue un patrón de referencia que en el futuro se implantaría a toda la red de metro. Una vez más, fue el principal sistema de transporte para acceder a la Anella Olímpica de Montjuïc. Funcionó de 8:00h a 23:00h los días 7 y 10 de septiembre y de 8:00h a 24:00h el resto de días que duró el certamen.


Tras la clausura de los Juegos Paralímpicos se desarrollaron planes de accesibilidad universal que tuvieron como consecuencia la integración definitiva de las personas con movilidad reducida a los sistemas de transporte público colectivo (autobús, metro, tranvía, tren, funicular y teleférico) e incluso no colectivo (taxi). Desde 1995 hasta la actualidad se han incorporado vehículos adaptados y se han adecuado las instalaciones (paradas y estaciones), un proceso iniciado hace 30 años y que estando a punto de completarse ya pueden disfrutar la gran mayoría de usuarios.

Fotos: Arxiu Barcelona Olímpica, Arxiu La Vanguardia, Arxiu TMB, Joan A. Solsona (colección Miquel Segura), Pere Paris.