jueves, 31 de diciembre de 2009

Mensaje de Año Nuevo

Amigos y amigas. Una vez más vamos a despedir el año para dar la bienvenida a otro nuevo. Termina el 2009 y empieza el 2010. El tiempo pasa muy deprisa y eso es algo de lo que te das cuenta cuando por ejemplo ves como tus sobrinos, a los que has visto recién nacidos, van creciendo y te van alcanzando. Pero a pesar de todo, la vida es muy larga y ese tiempo que tan deprisa nos pasa hay que aprovecharlo lo mejor posible. Debemos de estar contentos con nuestra trayectoria, pues siempre se tiene la sensación de creer que en los años que hemos vivido no hemos sacado el suficiente provecho de todas las cosas, y eso no es así, solo es un tópico común a nuestra especie. Hay que aparcar la sensación de insatisfacción y hacer un balance positivo de todo aquello que hemos aportado en la vida. Ninguna vida es inútil. Todas las personas somos útiles y servimos para algo. Nadie está de relleno. La vejez física hay que combatirla con la juventud espiritual para poder llegar con la máxima vitalidad posible a una edad avanzada. Mi madre a menudo me decía que siempre seré un niño, y es cierto. Siempre he sido un niño y siempre lo seré, cumpla los años que cumpla, aunque asuma cargos propios de un hombre responsable, adulto y maduro. Es aquella infancia a la que nunca renunciaré y que todo el mundo debería conservar para hacer un mundo mejor. Es la clave para resolver los problemas de la humanidad y llegar a ese utópico equilibrio social tan imposible de alcanzar.
El año 2010 será un nuevo reto. El futuro es un gran interrogante y a menudo contemplarlo nos da miedo, pero es lo que inexorablemente nos va a llegar. Nadie sabe como va a ir porque por mucho que nos predigan las cartas del tarot y los horóscopos nunca podremos averiguar lo que va a suceder. Sin embargo yo, deseo de todo corazón que el próximo año sea todavía mejor que este. La salud, el trabajo y las amistades son las tres fuentes de estabilidad más importantes a conservar. Estoy seguro de que va a ser positivo, de que el esfuerzo de nuestra labor dará sus frutos y de que sucederán muchos eventos agradables que nos llenarán de alegría y de satisfacción.

Para el 2010 tengo algunos deseos personales. Como presidente del Arxiu Històric de Roquetes-Nou Barris, espero que podamos disfrutar de un nuevo local en el Centre Cívic Via Favència que nos permita expandirnos como entidad y atender con más calidad tanto a los socios como a quienes nos visitan y consultan. Nuestras actividades estarán enfocadas a conmemorar el 40º aniversario de la creación de las asociaciones vecinales de Nou Barris. Como historiador del transporte, para el próximo mes de mayo será presentado mi nuevo libro “Destinació Nou Barris. Un viatge per la història dels transports a Nou Barris”. Pero sobre todo deseo que pueda ver la luz mi libro dedicado a los funiculares y teleféricos de Montjuïc, dedicado a la memoria de mi madre. Consciente de la crisis económica y de la necesidad de invertir en ámbitos prioritarios muy necesarios para nuestro bienestar social, apelo al optimismo y a la esperanza de poder recibir las anheladas ayudas que contribuyan a hacer realidad esta obra tan especial y significativa para mí.
Y en un nivel más personal, espero mantener una buena salud física y mental e incluso mejorarla, tener garantizada una estabilidad económica, seguir disfrutando de las amistades e incluso ampliar el círculo y, quien sabe, tal vez conozca a alguien muy especial que cambie mi vida y le dé otro sentido y otro rumbo.
Con mis mejores deseos y mis más sinceros sentimientos, FELIZ AÑO 2010.


miércoles, 23 de diciembre de 2009

MENSAJE DE NAVIDAD DEL AÑO 2009

Amigos y amigas. Una vez más nos congregamos para celebrar la Navidad, una época mágica llena de ilusiones y de felicidad y un fenómeno mundial que va más allá de ser una fiesta porque es la expresión humana de un sentimiento común que une a todas las creencias y a todas las culturas del planeta. Acercándose el final del año 2009 y a punto de entrar en el año 2010, me corresponde hacer como es tradición un balance de lo que han sido estos últimos doce meses, marcados por una crisis económica que todo y haber dejado huella, no ha impedido seguir con nuestra vida.
En el ámbito familiar, la estabilidad personal y la continuación de nuestras rutinas han ido ganado terreno al dolor y a la tristeza, debidas como muchos ya sabéis por la desaparición de mi madre, que continúa estando muy presente entre nosotros y en ningún momento hemos podido dejar de pensar en ella. Las situaciones personales más críticas son las que nos demuestran el gran valor de tus familiares y de todo lo que pueden llegar a aportar. Por ello, la familia es la institución más sagrada y la base fundamental de la formación humana, donde se alberga la ayuda, la solidaridad, la comprensión, el consuelo y el amor verdadero. Y ello no solo es válido para la familia tradicional, sino también para los nuevos modelos de familia aparecidos por los cambios en las pautas de comportamiento de nuestra sociedad.

Paralelamente a la familia, las amistades son un regalo muy preciado que contribuyen a enriquecer nuestra vida social. La verdadera amistad reside en aceptar y respetar a las personas tal y como son, a no forzarlas a cambiar y a no darles la espalda cuando realmente te necesitan. La amistad con personas de diferente signo contribuye al respeto y a la tolerancia, y a aceptar las diferencias. Nuestra experiencia familiar es un ejemplo real de ello. Siempre agradeceremos a la familia Sanglas todo lo que hicieron por nosotros porque gracias a ellos mis antecesores pudieron escapar de la pobreza. Lamentablemente, son pocas las personas capaces de congeniar con las gentes análogas, y ello se traduce a menudo en la intolerancia y el prejuicio. El uso de las nuevas tecnologías como el Faceboock ha permitido reencontrarme con antiguas y añoradas amistades y ampliar el círculo formando una excelente comunidad.

La inmigración es un nuevo colectivo a conocer. La experiencia personal me afirma de la poca diferencia real que existe entre personas de diferentes razas y culturas cuando los llegas a conocer. El peor enemigo de la inmigración es la clase política, tanto defensores como detractores, por el uso pervertido destinado al propio beneficio efectuado hacia este colectivo. Una integración en el territorio que no destruya las raíces personales es positiva y enriquecedora para todos. En caso contrario, se desembocará al conflicto social y al etnocidio. Por ello, a los nuevos vecinos del mundo involucrados en nuestro territorio les quiero decir en catalán que “moltes gràcies per respectar i estimar la nostra llengua, la nostra cultura i les nostres tradicions, per voler aprendre de nosaltres, per enriquir-nos amb la vostra cultura, i fer de Catalunya la vostra terra d’acollida i la vostra pàtria xica. Moltes gràcies per voler ésser ciutadans de Catalunya”.

En el ámbito personal, el presente año ha tenido dos recompensas. Por un lado, desde el pasado mes de mayo soy el nuevo presidente del Arxiu Històric de Roquetes-Nou Barris, y represento a una entidad sin ánimo de lucro donde este cargo que ostento es para mí una recompensa por mis diez años de trabajo voluntario al servicio del patrimonio, la historia y la cultura de los barrios populares. Para el próximo año, dispondremos de un nuevo local más grande para seguir creciendo y poder ofrecer una mejor atención personal, y nuestras actividades estarán dedicadas a conmemorar los cuarenta años de existencia de las asociaciones vecinales de Nou Barris. Por otro, mi nuevo libro de transportes sobre la figura de Magí Roca i Sangrà es una realidad después de cinco largos años de espera, gracias a la voluntad, a la colaboración y a las gestiones de la familia Roca. En una magnífica y multitudinaria fiesta celebrada en Tàrrega, ciudad natal de este insigne personaje tan querido por quienes le conocieron, ha recibido un merecido homenaje y reconocimiento cerrando así una asignatura pendiente desde hacía sesenta y dos años. En el próximo año, saldrán a la luz dos nuevas publicaciones. Para el mes de mayo presentaré mi libro dedicado a la historia de los transportes de Nou Barris, y en una fecha indeterminada le corresponderá otra obra sobre la historia de los funiculares y teleféricos de Montjuïc, que tiene para mí un valor personal muy especial al estar dedicado a la memoria de mi madre. A nivel laboral, la crisis económica ha ocasionado un descenso en las ventas, pero gracias a la exclusividad del negocio y a las demandas recibidas por todo el país, se mantiene en óptimas condiciones. Agradezco una vez más a la familia Costantini Urue todo lo que han hecho por mí.

En el ámbito deportivo, los seis títulos conseguidos por el Futbol Club Barcelona han hecho del presente equipo el mejor de toda su historia. El entrañable “Barça” del cual soy socio y aficionado desde hace veinticinco años gracias a mi padre que dedicó al club muchos años de trabajo, es la única entidad capaz de congregar a personas muy diferentes, tanto catalanas como del resto del mundo, en un gesto de compañerismo y eximiendo prejuicios. Ojala algún día este entusiasmo pueda extrapolarse en todos los ámbitos y sectores porque así se contribuiría a la paz mundial.

En el ámbito medioambiental, la cumbre de Copenhague ha sido un fracaso, poniendo en evidencia la falta de voluntad de unas minorías dominantes abducidas por un egoísmo que les lleva a unas políticas autodestructivas que no tienen presente el futuro de la humanidad. Por ello, invito a la sociedad mundial mayoritaria que en su día a día haga un gesto individual a favor de frenar el cambio climático, que sumado será colectivo y una manera de vencer a unas minorías estancadas en un modelo caducado basado en el automóvil y el petróleo.

En el ámbito político, la degradación de la clase política es cada día más latente y aumenta el nivel de desconfianza hacia los líderes, cuyo empeño se basa sobre todo en discutirse y dividir a la sociedad. Muy polémicos son los recientes referendos sobre la independencia de Cataluña. La mayoría conocéis mi postura, así que bajo mi respeto a la diversidad de ideas y de sentimientos personales, estoy seguro de que el pueblo catalán sabrá encontrar una solución positiva que evite graves consecuencias. Nuestra historia debe de servir de lección para no volver a cometer los mismos errores del pasado. La apuesta por utopías llevó a los desgraciados hechos de octubre de 1934 que comportaron una represión militar, la abolición de la Generalitat y del Estatut de 1932 y al encarcelamiento de los políticos catalanes. El diálogo, la conciliación, la tolerancia y el entendimiento deben de imponerse a los prejuicios, a los tópicos, al victimismo y a la hostilidad.

El presente año no ha quedado exento de momentos de dolor. Por estas fechas es inevitable recordar a aquellas personas que nos han dejado. Porque se lo merecen, quisiera hacer un merecido homenaje a Jordi Abarca, compañero de trabajo de mi padre y persona de una gran humanidad; a Hugo Costantitni, padre de Roberto, dueño de mi trabajo, ejemplo de vitalidad espiritual que ha vivido y ha muerto a los 94 años de edad como un auténtico “cavaliere”; y a Licínia Hallado, madre de mi cuñada Mari Carmen, la cual la ha cuidado con el ejemplo de que es un deber la atención hacia los padres. De ellos, se aprende lo bueno y lo malo, lo que hay que hacer y lo que no se debe de hacer. Bajo mi respeto a la diversidad de creencias, no puedo evitar decir que tengo la convicción de que un día los volveremos a ver de otra manera, en otro sitio, en otro estado se ser, en paz y para siempre.

Con la buena intención y voluntad de que podamos ir a más en nuestra labor, con un mensaje positivo, constructivo, de amistad y de concordia, os deseo a todos unas felices fiestas y un próspero año nuevo en compañía de vuestros seres más queridos. FELIZ NAVIDAD Y PRÓSPERO AÑO 2010.

domingo, 20 de diciembre de 2009

Cataluña no es culpable de la antitauromaquia

Por lo visto, cualquier tema polémico que se debate en Cataluña siempre es más visible que si sucede en otro lugar de España. Es la manera de politizar todas las cosas y que los demás puedan hacer lo que quieran mientras las miradas y los dedos señalen hacia el pueblo catalán.
Esta vez le ha tocado al mundo de la tauromaquia. En relación a la ignorancia supina de determinados colectivos que disfrutarán acusando a los catalanes del movimiento contrario a las corridas de toros e identificándolo con el debate identitario, merece la pena repasar la memoria histórica objetivamente fuera de las fronteras de Cataluña.
Las críticas hacia las corridas de toros existen desde la fundación del llamado “arte de la tauromaquia” en el siglo XVIII en España. Incluso fuera del país son mucho más antiguas. Tenemos el ejemplo de filósofos como Cicerón, escritores cristianos como Prudencio, Sasiodoro, San Agustín y San Juan Crisóstomo, y de papas como Pío V y Gregorio XIII. Dentro de la península, tenemos a reyes Borbones como Felipe V (que consideraba las corridas de toros como algo indigno y propio del populacho), Carlos III y Carlos IV, que las prohibieron. Algunos intelectuales también se mostraron contrarios, como el ilustrado Gaspar Melchor de Jovellanos, que consideraba las corridas de toros como espectáculos poco didácticos. Otros casos serían los de Eugenio Noel (quien lo consideraba un crimen de raza y una fiesta que se reducía a sangre, crueldad y porquería, y un síntoma de que el pueblo podía hacer lo que le daba la gana) y Miguel de Unamuno (quien dijo aburrirles y repugnarles). Además, el naturista Félix Rodríguez de la Fuente afirmó que la fiesta nacional era la exaltación máxima de la agresividad humana.
Y como estos ejemplos aquí expuestos existirían muchos más personajes históricos contrarios precisamente muy españoles. Estadísticamente, más del 72% de la población española ha reconocido no tener ningún interés por la tauromaquia. Por comunidades autónomas, una ley autonómica de 1990 ha prohibido las corridas de toros en las Islas Canarias, y las comunidades de Galicia, Asturias y Aragón, junto con Cataluña, encabezan los territorios donde hay mayor rechazo hacia las corridas de toros. Incluso en Andalucía, tierra taurina por excelencia, han perdido público y han cerrado algunas plazas.

En definitiva, el movimiento antitaurino viene de muy lejos y la memoria histórica demuestra que va mucho más allá de las fronteras catalanas y que por consiguiente no es culpa de los catalanes como algunos ignorantes quieren hacer creer.
A nivel personal, considero que cualquier fiesta o celebración (sea española o catalana o de donde sea) que suponga hacer daño o abuso de un animal es mala, y el hecho de que se trate de una tradición y un hecho cultural y folclórico muy antiguo no es excusa para defenderla. Son muy demagógicas las opiniones de quienes creen que el movimiento antitaurino es una hipocresía aduciendo que en cambio permiten la matanza de animales en los mataderos para consumo alimentario e incluso el exterminio de moscas y mosquitos con insecticida. Como solución intermedia, sería aconsejable modernizar los estatutos reglamentarios para las corridas de toros y evitar que al final de la faena el animal muriese, tal y como sucede en algunos países como Portugal, donde el animal es indultado y el torero es igualmente un héroe para el público. En resumen, CORRIDAS SÍ siempre y cuando no se dañe, se humille o se mate al animal, y CORRIDAS NO si ello comporta la tortura, la humillación y la muerte del animal. Queda así muy claro que no se trata de una postura identitaria o antiespañola.
Sin embargo, no estoy en absoluto de acuerdo que en Cataluña se quieran prohibir las corridas de toros y sin embargo se blinden fiestas típicas catalanas como el Correbou. Eso es sin duda una incongruencia, una hipocresía y algo inadmisible porque eso es hacer trampa y girar el tema hacia un debate identitario. Si se prohíbe la fiesta nacional, también debería de hacerse con algunas fiestas catalanas, incluidas las que tengan que ver con otras especies animales.

lunes, 14 de diciembre de 2009

Memorias de un cinéfilo de estreno II: REGIO VISTARAMA PALACE

Si una sala cinematográfica de Barcelona merece ser descrita como el palacio, el templo o el coloso del séptimo arte, sin duda alguna es el Regio Vistarama Palace, que tan buenos recuerdos me trae y que solo por su grandeza mereció ser conservado.
Magnífico cine situado en el número 50 de la avenida del Paral·lel, abrió el 15 de mayo de 1962 por obra y gracia de Pere Balañà i Espinós y Lluís Coma i Cros, en una “inauguración única en los anales del séptimo arte”, como dijo la prensa de la época. Es obra de los arquitectos Santiago Casurellas, Josep Rodríguez i Lloveras y Pere Ricart i Biot. Parece que la idea inicial era la de construir el mayor cine ecuestre del mundo, pero por razones que se desconocen el Ayuntamiento desestimó la propuesta. Sin embargo, la empresa Balañà promocionó este cine como “el mejor local del continente”. A los dos años de su inauguración, el 5 de febrero de 1964, un cortocircuito producido por el mecanismo de los cortinajes ocasionó un severo incendio que destruyó buena parte del local, aunque afectó más a la decoración que no a la estructura del edificio. El arquitecto Antoni Bonamusa se encargó de su reconstrucción, y el 29 de marzo del mismo año reabrió nuevamente con el aspecto que tuvo hasta su desgraciada desaparición, a finales de la década de los noventa. En su corta trayectoria, inicialmente se dedicó a la exhibición de películas de estreno acompañadas de un complemento de reestreno. Luego, pasó a ser sala exclusivamente de estreno, llegando a exhibir filmes de gran espectacularidad y grandes obras clásicas de la historia del cine.

El cine Regio no estaba integrado en los bajos de un bloque de viviendas como suele pasar a menudo, sino que tenía un edificio propio. La fachada era funcional, acristalada, con un remate metálico en la parte superior en el que iba el nombre del local. La parte central era a menudo aprovechada para colocar grandes carteles artísticos, es decir, pintados artesanalmente a mano, como los de antes. Quienes dedicaron su vida a pintar carteles cinematográficos merecerían un homenaje y un reconocimiento por su excelente trabajo. El vestíbulo era un preludio de lo que era el interior de la sala, de diseño muy funcional donde el mármol era el material predominante pero con buenos acabados. En una de las paredes había unos relieves escultóricos obra de Lluís Saumells. Unas escalinatas daban acceso a los anfiteatros, y el techo estaba coronado por unas lámparas esféricas agrupadas. En un lateral había el servicio de bar y cafetería, de proporciones superiores a otras salas de estreno. El interior de la sala era espectacular e impresionante. El diseño era el típico de los cines de la cadena Balañà: butacas rojas, lámparas esféricas laterales y suelo y paredes enmoquetados de color rojo. La platea tenía 770 butacas y había dos anfiteatros, el primero para 462 personas y el segundo para 369. En total 1.600 localidades. La sala tuvo la novedad de ser la primera en dotar de butacas con pié de aluminio fundido.

Lo más espectacular, sin duda alguna, era la pantalla de proyecciones, formada por la unión de tres pantallas, de ahí el término “vistarama”, un sistema que superaba al del cinerama en cuanto a dimensiones se refiere, y nada que envidiar al actual sistema “omnimax” como el del cine Imax del Port Vell. Por supuesto, no faltaban las elegantes cortinas de apertura y cierre, que tanto se echan de menos hoy día y daban un toque de glamour a las salas de cine. De niño recuerdo que en los intermedios de las largas películas me levantaba del asiento y me iba andando hasta colocarme delante de la pantalla para ver su grandiosidad. Nunca he tenido palabras para describir la impresión que daba. La pared donde estaba ubicada la pantalla tenía forma de letra “C”, bastante curvada dando así al local una imagen de auditorio o de teatro, algo en lo que se podía haber convertido en vez de derribarlo para hacer oficinas.
La verdad es que no llegué a ir a menudo a este cine, pero por razones obvias, las veces que asistí fueron memorables. Durante un tiempo estrenaban por Semana Santa o Navidad películas épicas, muy indicadas para un cine como el Regio porque eran cintas proporcionales al tamaño del local en cuanto a duración y espectacularidad. Recuerdo haber visto “Ben-Hur”, “Los Diez Mandamientos”, “Espartaco” y “La conquista del oeste”, pues eran los añorados tiempos en que a veces reponían piezas de esta índole, algo que hoy día se ha dejado de hacer y solo queda en la memoria histórica de quienes lo hemos vivido. La pérdida de este cine es una muestra de lo que no se debe de permitir, pues reciclado a los tiempos actuales hubiese contribuido a la revitalización del Paral·lel como avenida de los espectáculos.

martes, 8 de diciembre de 2009

¿Todos los nacionalistas son iguales?

Navegando por la red porque soy una persona curiosa, me doy cuenta de las barbaridades que se llegan a colgar en Internet, sobre todo por parte de una pandilla de energúmenos incendiarios que no pretenden otra cosa más que dividir a la sociedad. Solo son permisibles porque hay una libertad de expresión a respetar, te gusten o no sus opiniones. Otra cosa es criminalizar a las personas por tener unas ideas determinadas. Bastante crispada está la cosa como para encima tener que echar más leña al fuego. O tal vez no, y solo se trata de una sensación difundida por algunos políticos y medios de comunicación. Y es que hace unos años salió una encuesta en el periódico La vanguardia donde se decía que un 14% de los españoles se consideraban anticatalanes. De hecho no se trata de una cifra alarmante, porque si miramos la botella medio llena y no medio vacía podríamos afirmar que un 86% de los españoles no son anticatalanes. Yo prefiero declinarme hacia la segunda opción, reforzada por la experiencia de muchos catalanes que han viajado por todo el país sin haber tenido problema alguno.
Sin embargo, es de alertar la existencia de minorías que, movidas por un resentimiento, generan cizaña allá donde no hay. Son colectivos peligrosos, convencidos de su talante democrático y progresista, creídos de tener la razón absoluta en todo lo que dicen e irritables si se les contradice. No voy a citar el nombre de esos blogs ni de esas páginas Web, realmente alucinantes. Hablan de la sociedad catalana como si estuviese enferma, cuando los enfermos son ellos porque sus discursos rozan el populismo y van cargados de una ira y una obsesión como si se tratara de algo personal. Psicológicamente hablando, no hay duda de que quienes tienen odio e ira obsesiva hacia algo o alguien muy concreto es porque padecen un problema personal. Estad seguros de que en sus cabezas algo no les funciona bien.

Hago referencia a las declaraciones que suelen hacer determinados sectores antinacionalistas, algunas de las cuales cuestan de creer. Para empezar, existe una diferencia entre un no nacionalista y un antinacionalista. El primero hace referencia a quien no comparte las ideas nacionalistas pero respeta a quienes las tienen sin enfrentamientos y las tolera como una forma más de pensamiento. El segundo, en cambio, se dedica a criminalizar severamente a los nacionalistas con el fin de hacerlos desaparecer. Y ese es el problema. Yo creo que es bueno tanto ser nacionalista como no nacionalista, pero es malo ser antinacionalista en tanto que también lo sería ser anti-no nacionalista. Un ejemplo enfermizo es el plasmado por Federico Jiménez Losantos en su libro “Barcelona la ciudad que fue”. La obra resulta sin duda curiosa, y aunque admito que tiene razón en algunas cosas, no comparto determinados puntos de vista. Habla de la etapa de la Transición como una época idílica porque, según él, todo el mundo se entendía y era solidario, y luego atribuye todos los problemas de Cataluña al nacionalismo, como si no existieran otros problemas que este. Creo que se trata de una visión muy simplista de esta época tan compleja y difícil por ser que el autor la ha vivido tan intensamente, y parece dar a entender que en aquellos territorios españoles donde no hay nacionalismos se vive idílicamente como si nada pasara y todo el mundo estuviese libre de pecado.

A mi modo de ver, no hay ningún lugar idílico en nuestro planeta porque la condición de imperfecto del ser humano hace que el mal forzosamente esté presente. Y si existe esta sociedad idílica, por favor quiero verla de inmediato. Por lo que se refiere a Cataluña, son otros los problemas a resolver, y puedo asegurar que su origen no procede del nacionalismo. No se puede, en definitiva, definir al nacionalismo como el mal de Cataluña o como “el problema” con mayúsculas. Para empezar, quienes desconocen a la sociedad catalana no saben que todos los nacionalistas no son iguales. No todos son cerrados y excluyentes, separatistas y antiespañoles. Meter a todo el mundo en el mismo saco como si fuesen la misma mierda y encima llamarles fascistas es completamente irracional. Con independencia de compartirlo o no, el nacionalismo es un sentimiento que forma parte de miles de ciudadanos de Cataluña, y contra el talante de un pueblo no se puede ir ni se debe cambiar. Los partidos políticos antinacionalistas nunca ganan las elecciones autonómicas precisamente por lo que son. Yo abogo por una fuerza no nacionalista, pero no antinacionalista, porque de lo contrario se divide a la sociedad y rechazas a la mitad. ¿Quién es nadie para decir que un pueblo está enfermo y equivocado con su manera de pensar y debe de cambiar?
Nunca se debe de valorar a una persona por sus ideas, ni fabricar estereotipos. Así, pues, yo conozco a gente nacionalista muy tolerante con todo el mundo (incluso muy respetuosa con España y con el castellano) y a gente conservadora muy noble. Ello no excluye en absoluto la existencia de nacionalistas estúpidos y a conservadores rancios y desagradables porque los hay. Pero en cambio, conozco también a gente presumiblemente demócrata y de izquierdas con la que es mejor andarse con mucho cuidado.


Me resulta oportunista relacionar los últimos casos de corrupción política en Cataluña y de robos como el caso Millet al hecho de ser nacionalista. ¿Acaso en los sectores no nacionalistas o antinacionalistas no existe la corrupción? La falta de honestidad y de honradez no se debe al hecho de ser nacionalista, sino a la naturaleza de aquella persona. Y me resulta muy demagógico afirmar que en Cataluña el dinero se gasta en nacionalismo y en la lengua catalana en vez de usarlo para construir hospitales, escuelas y bibliotecas, así como quienes creen que los fondos destinados para la inmigración solamente se emplean en que aprendan catalán y no en ayudas sociales. Nada de todo eso es cierto. Basta con observar en qué se gastan las inversiones otras comunidades autónomas no nacionalistas y monolingües para comprobar que no es así.
Que yo defienda el derecho de una parte de la población catalana a ser nacionalista porque lo sienten no significa que yo también lo sea, solo digo que los sentimientos de cada uno (nacionalistas o no nacionalistas) hay que respetarlos y no por el hecho de no compartir ciertas ideas me voy a enfrentar con mi propio pueblo. Puedo admitir las críticas hacia un nacionalismo cerrado y excluyente, pero nunca a uno abierto e integrador, el cual existe aunque algunos quieran negarlo. Pero algunas críticas ofenden aunque sea hacia algo que no compartas, porque en mi caso tengo amistades y familiares con sentimientos nacionalistas y no quiero que nadie se meta con ellos. Sin ir más lejos, mi madre y mi padrino, por ejemplo.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

En el fútbol, ni banderas ni política: solo deporte

El fútbol, deporte nacional por excelencia en nuestro país, es motivo de polémica por la guerra de las banderas y los estúpidos tópicos políticos que se suelen atribuir al aficionado que confiesa ser seguidor de un club determinado.
¿Cuántas veces no habremos oído decir que ser del Barça equivale a ser catalanista y separatista, que ser del Madrid equivale a ser españolista y un fascista, y que el Espanyol es el club catalán de los charnegos y de los residentes en Cataluña que no se sienten catalanes? ¿O la afirmación de que todos los que no son del Barça no son catalanes? También habremos oído algunas veces comentarios sobre por qué en el Camp Nou no hay colgadas banderas españolas. ¿Y qué me decís de los cánticos que se hacen en los estadios? ¿Y de las peleas (algunas mortales) entre hinchas de un club y del otro? ¿Es el fútbol un reflejo de los sentimientos reales de unas personas hacia otras? ¿Quienes fomentan la politización del deporte? ¿Es el clásico Barça-Real Madrid un Catalunya-España? Y eso no solo pasa aquí, sino también en los otros países y con otros deportes.
Resulta muy difícil ser aficionado de un club sin que te cuelguen etiquetas. Parece que si sientes los colores de un equipo es porque en el fondo sientes las ideas de un determinado partido político. Sin embargo, las veces que he ido al Camp Nou veo gente de todas las lenguas, de todas las procedencias, de todas las creencias y de todas las ideas, sin pelearse, unidas por un sentimiento común que son los colores del Barça. En Canaletas, veo incluso a la inmigración, a gente de diferentes razas celebrando los títulos ganados. Eso es algo bonito porque por unas horas todo el mundo aparca sus diferencias. Ojala más allá del fútbol esa magia perdurara y las diferencias entre personas no continuaran siendo objeto de conflictos. Siempre he dicho que si alguna vez existe un partido político capaz de conciliar a todo el mundo como ha sido capaz un club como el Barça, no dudaré en votarlo.
Por ello, es mejor que los presidentes de cada club deportivo, si quieren expresar sus ideas políticas, que lo hagan porque están en su derecho, pero que no metan ni asocien al club que presiden porque ello supondría destruir a la inmensa heterogeneidad humana que lo hacen a nivel mundial una gran institución. Es el “Barça més que un club”, que jamás debe morir.
Y si a mí me preguntan por qué no llevo una bandera española al Camp Nou, la respuesta es muy simple: no la llevo del mismo modo que tampoco llevo la catalana, porque voy a ver fútbol, a ver deporte, a divertirme y a deleitarme con un espectáculo, y no a hacer política identitaria ni a mostrar de qué partido soy.
En el fútbol: deporte sí, banderas no, y política menos todavía.


sábado, 21 de noviembre de 2009

Adéu a la Vaqueria Calvet

La Vaqueria Calvet ha tancat definitivament les seves portes. Un altre reducte històric de la Barcelona rural desapareix per sempre. Després d’haver sortit del cinema Verdi i haver vist “El imaginario del doctor Parnasus” (per cert, pel·lícula molt interessant, molt recomanable, molt al·lucinant i molt difícil d’explicar) i anar a fer un tomb pel barri de Gràcia, vaig descobrir la desagradable sorpresa de trobar-me l’edifici de l’entranyable establiment amb totes les portes tapiades. Paisatge de tardor, un edifici mort en una fosca tarda de novembre similar als arbres desfullats que deixa enrere molts anys d’història d’una ciutat aleshores diferent a l’actual.

L’establiment obrí les seves portes a Gràcia, molt probablement quan aquest barri barceloní encara era un municipi independent. Del primer propietari sembla que no se’n sap gaire, i per això seria motiu de recerca esbrinar els orígens exactes d’aquesta vaqueria. A l’any 1936, un ramader procedent del poblet de Tornafort (situat a prop de Sort, a la comarca lleidatana del Pallars Sobirà), l’Antoni Calvet i Fiter, va arribar a Barcelona per tal d’ampliar els seus negocis que ja li venien per tradició familiar. I al carrer de Torrijos va trobar l’indret perfecte, en un lloc ben comunicat perquè al costat tenia la travessera de Gràcia i, a més, a l’altra vorera, el mercat de l’Abaceria Central, la qual cosa demostrava que la ubicació era en un espai comercial propici a l’obtenció de beneficis econòmics. Allí va comprar l’antiga vaqueria a l’antic propietari i, de seguida, disposà d’una vintena de vaques.

Amb l’esclat de la Guerra Civil, molt poc després de regentar l’establiment, el seu negoci va ser col·lectivitzat. No va ser fins a l’any 1939, acabat el conflicte bèl·lic, que va poder tornar a recuperar-lo i obrir novament les portes. Van ser anys de restriccions, i les disposicions de l’època només autoritzaven a tenir dues vaques per vaqueria. L’ofici de vaquer era força dur i sacrificat, doncs les vaques no coneixien els diumenges i dies festius i això implicava treballar tots els dies sense descansar. Les acostumaven a munyir dues vegades al dia regularment, a les quatre del matí i a les quatre de la tarda. La llet es recollia en una galleda i es refredava de seguida en un serpentí ficat en aigua, passant de 39ºC a 14ºC. La conservació la feien en gerres de quinze litres en un gran safareig d’aigua freda per mantenir-la a la temperatura adient, amb l’ajut de barres de gel trossejades, emprades especialment durant els mesos d’estiu.

Entrada la dècada dels anys cinquanta la vaqueria va començar a recuperar-se i a obtenir beneficis com en els seus inicis. Començà a vendre llet embotellada i productes artesanals com iogurts, ous frescos, xocolata i productes de pastisseria. En l’edifici de la vaqueria, a la planta baixa havien les quadres (a l’esquerra) i la botiga (a la dreta), i al primer pis el magatzem de farratge, la farina de llinosa i la polpa de remolatxa que servia d’aliment per a les vaques. Es diu que per la seva proximitat també arribava l’ordi cuit procedent de les fàbriques cerveseres Moritz i Damm. Els excedents de llet els recollia un lleter del carrer de Sant Lluís (també a Gràcia) per a fer-ne nata i mantega i revendre-la els diumenges novament a la vaqueria.
A partir de la dècada dels anys seixanta va millorar les instal·lacions gràcies als beneficis obtinguts en els darrers anys i així va comprar una nevera industrial que substituí el safareig d’aigua freda. El negoci va continuar malgrat el ràpid ascens de l’economia industrial i de serveis que ben aviat va arraconar els pocs vestigis del món rurals llavors encara existents. Finalment, el 16 de novembre de 1984 va deixar de funcionar definitivament com a vaqueria pròpiament dita perquè les ordenances municipals prohibien la presència d’animals com les vaques enmig de la gran ciutat. Poc després, l’Antoni Calvet va morir als 72 anys d’edat. El va substituir el seu fill Joan, que comprava el iogurt i la llet d’una vaqueria de Vic i els formatges de Sort. Així, només restà activa la botiga del costat, que venia llet fresca industrial i productes làctics artesanals importats de la comarca del Pallars Sobirà, com la nata, la crema de llet, la mantega i els formatges. El local era molt petit, una petita joia decorada amb rajoles blanques a les parets (on penjaven les fotografies a blanc i negre emmarcades de la família Calvet munyint les vaques) i una taula de marbre. A l’altra costat, on havien els antics estables, s’habilità com a habitatge. Sovint les vegades que passejava per Gràcia m’agradava passar pel carrer de Torrijos i observar la Vaqueria Calvet. Els productes làctics de l’aparador sempre donaven la sensació de què eren més bons i gustosos que no pas els dels supermercats. N’estic segur de que sí.

I aquí s’acaba la història. De moment, un vell edifici de planta baixa i pis amb un relleu gravat que diu “Vaqueria” resta dempeus i desapercebut davant de milers de persones que passen per allí i ja ni se n’adonen de la seva presència. Molta gent només veu un vell casalot abandonat, i els més joves ja ni tant sols saben què és una vaqueria. S’acomiada per sempre un altre tros de la nostra memòria històrica a l’espera del seu probable enderroc i la seva substitució per un modern bloc de pisos amb flamants habitatges de 50m2 adquiribles per tant sols 350.000 euros.


lunes, 16 de noviembre de 2009

¿Qué laicismo queremos?

Últimamente el laicismo se ha convertido en tema de debate por su implantación y extensión. Es algo que genera mucha controversia, sobre todo en nuestro país donde la Iglesia se ha configurado como un lobby muy poderoso desde hace muchos siglos y todavía hoy día ejerce esta presión para tratar de influir en la sociedad, en la política, en la cultura y en la ciencia. Es decir, que en la práctica la separación entre la Iglesia y el Estado es más virtual que real.
Un estado laico consiste en un país cuya organización, estructuración y funcionamiento queden exentos de cualquier influencia religiosa. Es decir, que todo debe de emanar del mundo civil, y las creencias sagradas deben de quedar limitadas a nivel personal, pudiéndose expresar únicamente en el ámbito familiar y en los templos dedicados al culto. Ahora bien, hay que plantearse qué clase de laicismo queremos en tanto a qué nivel se debe de aplicar.
El concepto anteriormente definido sobre estado laico creo que es correcto y viable. El problema reside en los pactos establecidos entre España y la Iglesia, que deberían de ser revisados y reformulados, puesto que actualmente no tienen mucho sentido teniendo en cuenta que las creencias de nuestra sociedad se han diversificado tanto y no hay una religión oficial. Así, mientras el Estado evoluciona, el clero no lo ha hecho e insiste aunque no lo quiera reconocer en establecer una fe única y uniforme para todos.
En el ámbito legislativo no se pueden, mejor dicho, no se deben formular leyes ni normativas influidas por la religión. Los más fanáticos afirman que la Constitución española debería de ser más cristiana. A ello se debe de responder que cualquier declaración de principios nunca debe de basarse en una doctrina fundamentada sobre una hipótesis sobrenatural. La religión y Dios son una cuestión de fe, y una ley jamás debe de cimentarse sobre algo que puede que exista o no. Personalmente, creo en la existencia de vida extraterrestre, y elaborar una ley o una normativa para la ciudadanía en base a una fe sería como si por ejemplo dichas leyes o normativas se aprobaran en base a la creencia de alienígenas en un planeta determinado de nuestro cosmos. ¿Verdad que sería absurdo?

En el ámbito educativo, la enseñanza debe quedar exenta de toda influencia religiosa, ocupando un espacio común y compatible con cualquier confesión personal. Luego, quien quiera profesar sus creencias personales tiene el derecho de hacerlo fuera del mundo académico, en seminarios o centros especializados. No obstante, la propuesta de una asignatura sobre historia de las religiones puede resultar interesante y enriquecedora puesto que no se trata de ir del extremo fundamentalista al de la ignorancia, ni de crear adeptos a una doctrina ni de crear ateos. Se trata de enseñar que pensar y creer de diferentes maneras no es un problema y conocer las cosas evita prejuicios.
Respecto a los símbolos religiosos, cada persona tiene derecho a llevar consigo el suyo y ser respetado por los demás. Sin embargo, si en una escuela, en un trabajo o en un local cualquiera exigen que estos no se lleven, hay que aparcarlos y respetar la normativa. Hay una especial polémica acerca del velo islámico. Pues bien, las mujeres que quieran llevarlo no deben de tener inconveniente alguno en tanto que cada uno por la calle puede ir vestido como le dé la gana, pero si en un lugar determinado le exigen que se lo quite, deben de hacerlo, del mismo modo que si en un trabajo o en una convención o bien para recibir a una autoridad importante te exigen ir de traje y corbata no tendrás la osadía de presentarte con zapatillas deportivas, tejanos rotos y camisa sin mangas. Ello no debería de generar polémica. Otra cosa es que exista una intención islamófoba o racista encubierta por parte de algunos.

Ahora bien, el único ámbito donde jamás incidiría con el laicismo es en el artístico, cultural y folclórico. Mal que les pese a muchos, la religión ha sido la base de muchos hechos humanos, y por mucho laicismo que se quiera imponer, merece la pena mantener las fiestas, tradiciones y costumbres aunque solo sea como algo cultural, como un patrimonio que ha contribuido a forjar la identidad de un territorio. Eso es algo que está enraizado y representa el sentimiento de muchísimas personas como para tener ahora que borrarlas del mapa de un plumazo. El respeto es mutuo, y respetar los derechos de quienes tienen confesiones distintas o bien de quienes no son creyentes significa tener que respetar también los de los comulgantes.
Vamos a poner un ejemplo más claro y entendedor especialmente dirigido a los sectores más catalanistas de la población. Si aplicamos un laicismo severo entonces exterminamos el 80% de la cultura catalana y reducimos el entrañable “Costumari Català” a poco o nada. Así, ya podemos decir adiós a la Fira de Pessebres, al “Caga Tió”, a las Fires de la Puríssima, a la Diada de la Immaculada o de la Verge Fumadora, a la Cavalcada dels Reis Mags, a la Navidad, a Sant Esteve, a la Festa del Pi, a la Fira del Gall, als Pastorets, a la Fira de Santa Llúcia, a la Setmana dels Barbuts, a los Tres Tombs, a la Candelera, a las Festes de la Llum, a la Processó, a la Pasqua de Rams, a la Pasqua Florida, a la Pasqua Granada, a las Colles de Sant Medir, a la Festa de Sant Josep, al Sant Jordi, a la Diada del Corpus, a la Revetlla de Sant Joan, a la Revetlla de Sant Pere, a la Festa de Sant Jaume, a la Festa de Sant Magí, a la Festa de Sant Fèlix, a la Festa dels Difunts o de Tots Sants… También podemos decir adiós a una parte de nuestra gastronomía de origen religioso o de consumo en fiestas religiosas, como los turrones, los mantecados, los polvorones, el tortel de Reyes, el pollo o el pavo de Navidad, los canelones de Navidad, la sopa de galets de Navidad, el tocinillo de mazapán, l’escudella de Santa Llúcia, l’arrossada de Sant Guillem, la Mona de Pasqua, la crema de Sant Josep, las coca de Sant Joan, los Panallets, las castañas y moniatos de Todos Santos… Y si vamos más lejos, ¿qué diríamos del arte religioso? Pensemos en la arquitectura, la escultura, la pintura y la literatura catalana influenciada por la religión. ¿Derribamos todos los edificios de Gaudí porque los diseñó bajo inspiración religiosa? ¿Lo destruimos absolutamente todo para no ofender a quienes creen en otras cosas, o establecemos una concordia entre todos y un equilibrio entre las diferentes formas de fe?

En los últimos años he tenido el privilegio de participar en la cabalgata de Reyes de Barcelona y para mí ha sido una experiencia mágica. Nada más hay que observar las caras iluminadas de los niños y niñas cuando te ven pasar, con aquella expresión de encanto, alegría, ilusión y sorpresa que no se puede ni describir si lo has vivido en primera persona. ¿Vamos a destruir este dulce sentimiento? En ese sentido soy tradicional y aferrado a las costumbres de mi tierra, pero ello no significa que la imponga a los demás. Si a mí me respetan, yo también respeto. Algo que no me pareció correcto en la última fiesta de la Mercè es que los políticos de Iniciativa per Catalunya-Els Verds (ICV) no asistieran a la misa que se ofreció en la iglesia de la Mercè alegando su aconfesionalidad y que no era un acto procedente. Sin embargo, el resto de fuerzas parlamentarias sí que acudieron. Me pareció de mala educación la actitud de ICV porque ellos deben de representar a todo el pueblo y no a una parte, y más aún tratándose de ellos y de todo lo que alardean. Si yo fuese un político municipal o autonómico, yo hubiese asistido a la misa de la Mercè, del mismo modo que asistiría a una mezquita y me descalzaría al entrar si el imán me invitara o bien a una ceremonia budista si los monjes me lo pidiesen, porque como representante de toda la ciudadanía sería un deber de político, con independencia de mis creencias personales.

domingo, 8 de noviembre de 2009

Feliz cumpleaños Epi y Blas: 40 años de Sesame Street

Casualidades de la vida. Cuando mi blog celebra su primer aniversario, resulta que Sesame Street celebra sus cuarenta años de vida. La verdad es que muchos de nosotros pertenecemos a esas generaciones que durante tanto tiempo disfrutamos en nuestra infancia de los geniales personajes creados por Jim Henson (de verdadero nombre James Maury Helson, 1936-1990), especializado en marionetas y uno de los artistas más importantes en su especialidad dentro de la historia de la televisión.
Qué tiempos aquellos, cuando la programación de la televisión todavía tenía un poco de dignidad y se podía contemplar, no como ahora que prácticamente solo la usamos (al menos en mi casa) para ver el telediario o bien para poner una película en vídeo o DVD por la noche, que a fin de cuentas es lo más práctico.
Sesame Street es el nombre original de esta magnífica serie que en España recibió el título de Ábrete Sésamo, y años después Barrio Sésamo.

Los trabajos de Jim Henson destinados al público infantil, también atraían al público adulto, y para ello contó con tres empresas: The Jim Henson Company, The Jim Henson Foundation y The Jim Henson's Creature Shop. En 1964 creó el serial televisivo que se convirtió en el más longevo de la historia llamado “The Muppets” (en España llegó unos veinte años más tarde bajo el título de “Los Teleñecos”) y en 1969 parte de sus personajes pasaron a formar parte de Sesame Street. Esta serie de televisión tenía una finalidad didáctica para los niños tanto de edad preescolar como de enseñanza primaria, todo y que (vuelvo a insistir) cautivó también al público adulto. Su combinación de educación y entretenimiento convirtió este programa en un trabajo pionero. A través de sus entrañables personajes se enseñaba lectura, aritmética básica, los colores, las letras, los números, los días de la semana, algunas habilidades básicas como cruzar la calle, asearse, vestirse y comer, entre muchas otras cosas. De hecho, se ha dicho (y es verdad), que Sesame Street siempre ha tenido un carácter multicultural con la inclusión de personajes de toda clase, desde humanos hasta monstruosos y de diferentes condiciones personales, incluyendo desde no hace muchos años un personaje seropositivo. Todo ello ha tenido la finalidad de promover la igualdad. Cada uno de los personajes representa una etapa en la edad infantil, desde los más pequeños hasta los más adultos, y lo reflejan mediante su comportamiento.

A nivel mundial aparecieron diversas versiones locales adaptadas a las necesidades y realidades de cada país o región, contando en algunos de ellos con sus propios personajes. Desde el año 1968 hasta nuestros días, ha habido hasta treinta y ocho versiones distintas de Sesame Street.
En España, “Ábrete Sésamo” empezó a emitirse por Televisión Española en 1976 dentro del programa “Un globo, dos globos, tres globos”. Se trataba de la versión norteamericana doblada al castellano. Recuerdo que lo emitían por las tardes, entre las seis y las siete, y nunca me perdía ninguno. Al llegar de la escuela enseguida me sentaba en el sofá, delante del viejo aparato de televisor en blanco y negro del comedor y disfrutaba de mis personajes favoritos, algunas veces saboreando unas rebanadas de pan con Nocilla y un vaso de leche. Poco después, entre 1979 y 1980 se creó una versión propiamente española titulada “Barrio Sésamo”, rodada en los estudios madrileños de Prado del Rey. Desde entonces, a mi parecer, el asunto empezó a perder calidad y sólo disfrutaba de las secuencias intercaladas de la serie original norteamericana. Contaba con la actriz Emma Cohen en su papel de gallina Caponata y con Jesús Alcaide interpretando al caracol Perezgil. En 1983 se emitió otra versión con el personaje de Espinete que sustituía a los dos anteriores, luego hubo otra nueva emisión en 1996 con los personajes de Blukie, Gaspar, Vera y Bubo, hasta llegar a la última edición, del año 2006, emitida por Antena 3 Televisión.

Sesame Street todavía continúa, y es de aquellos programas que de adulto echas de menos porque al menos en mi caso formaron parte de una etapa feliz de mi infancia. Sus personajes me traen buenos recuerdos, especialmente los de Epi y Blas (originalmente llamados Ernie & Bert, respectivamente), mis favoritos, de los que en mi niñez llegué a dibujar muchas historietas y aventuras sobre ellos. Todavía conservo los muñecos de ellos que me trajeron como regalo de Reyes, en bastante buen estado. Epi y Blas fueron diseñados por Don Sahlin a partir de un esbozo de Jim Henson. Fueron los dos únicos personajes que aparecieron por primera vez, junto con la rana Gustavo en el episodio piloto de Sesame Street, en 1969. Según declaraciones de Frank Oz, “la personalidad de los personajes fue desarrollada por Sahlin basándose en el contraste de su aspecto puesto que lo que se buscaba era la interacción entre ambos. Mientras Epi es bajo y de rostro horizontal, Blas es alto y vertical. El personaje de Epi interpreta un papel infantil y travieso y el de Blas el de un adulto responsable aunque gruñón y aparentemente aburrido. Son comunes las escenas en las que a Epi se le ocurre alguna idea disparatada y Blas intenta convencerlo de que la abandone, normalmente con poco éxito, por lo que acaba perdiendo los estribos o llega incluso a desmayarse, mientras que Epi permanece ajeno a lo que está sucediendo”.

Otros personajes que recuerdo cariñosamente son los de Triqui (el monstruo de las galletas), Traque, Coco, Felipe Sonrisas, Oscar (el monstruo de la basura), Gustavo (la rana, también llamada Kermit), Miss Peggy (la cerdita de “Los Teleñecos”), el Conde Draco, el Profesor Siesta y Elmo, entre otros.
Son cuarenta años de pedagogía y humanidad dedicados especialmente a la infancia pero que han llegado a los corazones de los más adultos, y han sido un montón de generaciones de niños y niñas que gracias a Sesame Street tienen en su actual edad adulta recuerdos divertidos, mágicos, entrañables e inolvidables.
En especial y con mucho cariño hacia mis dos personajes favoritos, Epi y Blas, feliz cumpleaños, y también al resto de sus compañeros de serie. Y que sigan cumpliendo muchos más.

jueves, 5 de noviembre de 2009

Primer aniversari d'El Tramvia 48


Avui, dia 5 de novembre, El Tramvia 48 compleix el seu primer any de vida, és a dir, 365 dies rodant al servei de les persones com un espai de llibertat d'expressió, d'opinió i de creences, obert per a tothom.

Que per molts anys aquest tramvia pugui continuar circulant per la xarxa i arribi a la majoria d'usuaris possibles, a qui va dirigit aquest espai destinat a tractar temes de tota mena.

Fins avui, 75 entrades realitzades, 75 parades que el tramvia ha anat fent al llarg del seu infinit recorregut, i moltes més que en farà, doncs la cosa no s'acaba aquí perquè encara tinc moltes coses que dir i expressar al llarg de la meva vida.

El tramvia ha fet parada d'aniversari però continua. La propera parada serà el nou comentari a penjar en un breu termini.

Senyores i senyors passatgers, pugin i agafin seient, que el tramvia engega i continua.


martes, 3 de noviembre de 2009

¿Dios no es bueno? ¿Cual de ellos?

He tenido el placer de leer la interesante obra de Christopher Hitchens titulada “Dios no es bueno. Alegato contra la religión”. En resumidas cuentas, el autor argumenta que las religiones son una invención del hombre y que en la actualidad ya no son necesarias porque la evolución del pensamiento en todos los ámbitos las hacen ineficaces para los tiempos modernos que hoy día vivimos. Mediante numerosos ejemplos de episodios reales sucedidos a lo largo de la historia razona por qué cree que las religiones son nocivas, considerando que en nombre de ellas se han cometido grandes matanzas y torturas, se han apoyado gobiernos autoritarios, se ha reprimido sexualmente, se ha anulado la libertad de expresión, se ha oprimido a la mujer, se ha pretendido uniformizar el pensamiento mediante severos adoctrinamientos, se han marginado y exterminado etnias y, en definitiva, se han usado como un arma de doble filo para el control de la sociedad. Critica cómo muchos creyentes intentan por todos los medios la inculcación a los demás de sus convicciones religiosas, revoca las teorías de quienes quieren demostrar la existencia de Dios y cuestiona la bondad superior de quienes son creyentes y practicantes. Por otro lado, Hitchens pretende poner en evidencia que el único mundo que existe es el de la materia, y que tanto los fenómenos físicos (como el origen del universo) como los biológicos (como evolución de las especies) tienen una explicación racional y científica.
El libro, independientemente de ser un buen trabajo y de saber razonar todos los alegatos contra las religiones, no contiene ningún argumento capaz de convencerme mínimamente sobre la inexistencia de Dios. Todas las críticas que el autor hace muy hábilmente las puedo aceptar de buen grato porque simplemente creo que son ciertas, pero comete el error de mezclar Dios con religión, que son dos cosas diferentes y que pueden concebirse y separase perfectamente la una de la otra.

Yo me considero un deísta, es decir, que creo en la existencia de Dios pero no en las religiones. Para mí, estas son efectivamente una invención del hombre, nacidas del producto del miedo y la debilidad ante los entonces misteriosos fenómenos de la madre naturaleza que obligaron a crear un mito (en este caso un Dios) que garantizara protección y seguridad a cambio de sumisión, de cumplir unos ritos y unas pautas de comportamiento ejemplares. Y es precisamente eso en lo que no estoy de acuerdo, pero sin embargo respeto a las personas religiosas que obran de buena fe sin molestar o hacer daño a nadie. Tampoco las considero gente tonta que pierde el tiempo siempre y cuanto el uso que hagan de sus creencias les llene espiritualmente y les conlleve a un equilibrio de bienestar.
En términos generales, las religiones te dicen que para creer en Dios y ganarte un buen sitio para toda la eternidad después de la muerte, en vida debes de cumplir unas pautas morales y acatar unos valores y unos rituales, es decir, que debes de sacrificarte e incluso sufrir. Pues yo considero que eso no tiene por qué ser así. Una cosa es tu propio sentido del bien y del mal, de la moral y de los valores que personalmente hayas decidido acatar por ti mismo, y otra cosa es que además puedas concebir la existencia de Dios. No creo en un ser divino que te obligue a sufrir y a hacer sacrificios porque todos estos son una invención humana. Los Mandamientos de la Ley de Dios son los mandamientos de la ley del hombre. No hay un Dios de castigo que envíe a los pecadores al infierno o al purgatorio, que obligue a no comer carne, que rechace la carne del cerdo, que exija a la mujer a cubrirse la cabeza con un pañuelo o un velo, que te pida el sacrificio del ayuno y la abstención, que te exija renunciar a los placeres de la vida, que te obligue a circuncidarte, en definitiva que apriete pero no ahogue… porque si Dios es todopoderoso no necesita a unos seres inferiores como nosotros que le sirvan porque Él puede autoabastecerse de lo que quiera y cando quiera porque su capacidad de poder es infinita e ilimitada. ¿De qué le sirve que nosotros nos reprimamos, nos sacrifiquemos y le sirvamos?
Creo en un Dios, pero también creo que es muy diferente a como la humanidad en general y las religiones en particular lo han concebido, porque es a la vez algo y alguien superior e inalcanzable para nosotros como para comprenderlo o tener ni siquiera una mínima idea de qué es y quien es. Yo, simplemente no lo defino, solo digo que está. Y creo en el alma, en una energía que no contiene ninguna cualidad biológica, que no puede morir pero tampoco vivir porque éstas son características de la carne. El error de los ateos es intentar cruzar y superponer el mundo material con el espiritual, y eso es algo que no se puede porque son dos dimensiones distintas. Es un error preguntarse por ejemplo cuestiones como en qué momento se introduce el alma en un feto, si el alma se localiza en algún órgano del cuerpo como el cerebro, y qué alma tendría un clon o bien un ser creado en un laboratorio tipo monstruo de Frankenstein. En el mundo material y biológico todo puede tener respuesta y explicación científica, y los avances en medicina harán cosas más increíbles e inimaginables, pero ello no es incompatible con el alma porque hablamos del mundo biológico.

Se habla de la teoría creacionista (divina) versus la teoría evolucionista (científica). Creo que puede existir un término medio en el que la evolución de todas las cosas, desde el origen del universo hasta el nacimiento de seres vivos racionales tiene una explicación racional y científica perfectamente acatable, y a la vez plantearse la existencia de un Dios que haya querido que las cosas evolucionaran por su cuenta, como si Él hubiese apretado simplemente un botón. Es como si nosotros soñáramos que somos Dios y decidiésemos que se crease un universo y todos los fenómenos se sucediesen por su cuenta y tuviesen una explicación. Es decir, que Dios interviene pero sin intervenir, auque esto resulte complicado de asimilar.
En definitiva, creo que la solución no es ser religioso pero tampoco ser ateo. Yo apuesto por una evolución de la fe, cosa que apenas ha sido posible porque los intereses religiosos lo han impedido. La fe puede evolucionar hacia un nuevo pensamiento, como lo ha hecho la ciencia, y no deben de estar reñidas una cosa con la otra. El deísmo es para mí una fe evolucionada, en la que crees en Dios pero sin el yugo de los rituales y los sacrificios que imponen las religiones al ser estas una invención humana. Tampoco hay que plantearse el buscar pruebas de la existencia de Dios ni de por qué existe, intentar encontrarlo, pretender entrar en sus razones, obsesionarse por su silencio o por qué permite tanta maldad e injusticia en el mundo. Hay que procurar vivir feliz, en equilibrio, y la propia vida (aunque la educación, el medio físico, la mentalidad de tus semejantes y la época en la que has nacido y desarrollado influya) te enseña y te proporciona tus propios valores. Luego, tras la muerte, si hay que rendir cuentas ante Dios por lo bueno y lo malo que hayas hecho, eso ya llegará.

domingo, 25 de octubre de 2009

¿Métodos de la vieja escuela? No gracias

Se habla últimamente acerca de los problemas que padece el sistema educativo en nuestro país, debidos tanto por la baja calidad de la enseñanza como por la indisciplina dentro de las aulas. Indiscutiblemente, dicho sistema educativo español en general y catalán en particular es de los peores de Europa. Y eso es algo que a mí, particularmente, no me sorprende.
En la comunidad de Madrid, la presidenta Esperanza Aguirre pretende arreglar las cosas mediante la mano dura de la vieja escuela. Es decir, que el profesorado tendrá la categoría de autoridad policial y ante cualquier incidente, la palabra del maestro tendrá siempre prevalencia sobre la del alumno. Admito que realmente hay alumnos conflictivos que son para “darles de ostias”, pero la paz, el orden, el respeto, la obediencia y la aplicación no deben de ganarse mediante la ley del garrote.
En el momento de publicar este escrito, mi edad es de 38 años, es decir, que pertenezco a una generación que llegó a vivir las últimas reminiscencias de la vieja escuela, y no es precisamente algo agradable. Los ocho años de EGB los cursé en un colegio público cercano a mi domicilio y que no voy a nombrar para evitar parecer que hago una campaña de desprestigio hacia este centro, hoy día muy diferente a lo que fue, afortunadamente. Fueron ocho años de “bulling” tanto por parte de algunos profesores como por parte de una serie de compañeros de clase. Tampoco diré nombres de nadie pero si alguna vez llegan a leer esto tal vez se sientan aludidos. Lo siento pero deben de entenderlo porque fueron tiempos que formaron parte de mi vida. Yo puedo perdonar los daños recibidos, especialmente si ellos alguna vez tuviesen la nobleza de disculparse y mostrar arrepentimiento, pero nunca olvidar. Son una clase de heridas que en realidad nunca terminan de cerrarse. Siempre queda algo.
La propuesta de Esperanza Aguirre es letal. En primer lugar, porque los alumnos conflictivos no se verán afectados, ya que la mano dura no les hará cambiar su manera de ser. Yo recuerdo en mi colegio como los gamberros de la clase lo fueron siempre, desde primero hasta octavo curso. Algunos de ellos llegaban a acostumbrarse a ser pegados por los profesores, hasta el punto de que ya ni siquiera lloraban. Se volvían insensibles y aquello no era otra cosa más que un trámite momentáneo por el cual tenían que pasar. Y en segundo lugar, porque los alumnos más sensibles y bonachones lo padecerán mucho y para ellos ir a la escuela se convertirá en ir a un infierno diario. Serán la parte más fina de la cuerda que se rompe al estirarla. Se darán muchos casos de injusticia, ya que al pretender que prevalezcan los argumentos del profesor, representará que este siempre tendrá la razón aunque esté equivocado, lo que dejará a los alumnos indefensos, desprotegidos y desamparados.
En mi escuela eran muchos los profesores que en base a esta superioridad preestablecida abusaban de su autoridad. Solucionar las cosas a base de gritos y garrotazos estaba al orden del día. Era la política del miedo, con espíritu militarista. El problema añadido era que, además, se inculcaban y se asimilaban valores equivocados. No se estimulaba la autoestima y el afán de esfuerzo y superación. Cuando un alumno sacaba buenas notas era porque era superior, más inteligente y capacitado. Sin embargo, cuando un alumno era un zoquete, no se analizaban las causas de su bajo rendimiento y desinterés. En vez de animarle, darle una atención personalizada, hablar con él sobre sus problemas desempeñando un papel de psicólogo, hacerle ver que nadie es superior a nadie y que todos tenemos nuestras virtudes con las que sacar buen provecho en la vida, el profesor se limitaba a humillarle delante de la clase, a decirle que era un tonto, un inútil, un incapacitado, un holgazán que no servía para nada ni sabía nada, un ser inferior en definitiva con respecto a los empollones. Ello generaba en el alumno timidez, complejos varios, inseguridad y una desvalorización progresiva así como pérdida de autoestima, aparte de llegar a ser objeto de burla de algunos compañeros de clase, con lo cual se reforzaba todavía más la idea de que valía poco o nada. En definitiva, apología del miedo, de la violencia, de la venganza, del autoritarismo y del clasismo social.
Los mejores maestros que tuve, y a ellos sí que los nombraré porque se lo merecen, con sus cualidades y sus defectos, porque sé que eran buenas personas y se preocupaban por sus alumnos: al señor Ramón de 1º curso, la señorita María Frutos de 3º curso, a la joven e ingenua señorita Marta de catalán de 4º curso (a la que nadie hacía caso), a la señorita Felicitas de 5º curso (llamada por todos como “la Feli”), a la señorita Conchita de religión de 5º curso, a la señorita Montse de sociales de 7º y 8º curso, al señor Marco de matemáticas de 7º y 8º cursos, y sobre todo al señor Antoni Marí de catalán de 6º curso y francés de 8º curso que fue, sin duda alguna, en muchos aspectos, el mejor de todos. Algunos de ellos todavía viven y otros no, pero se encuentren aquí o allí vaya para ellos los mejores de mis recuerdos y mis más entrañables sentimientos.
Al resto, prefiero no citarlos a pesar de no guardarles rencor. Tal vez creían de buena fe que la manera de hacer su trabajo era la correcta para el bien del alumnado. Al menor prefiero pensarlo así. De ellos recuerdo muchas cosas: de la señorita D. de 2º curso con la que aprendí a dividir a base de cachetes; del señor B. de 4º curso que tenía afición a que te apuntaras a la pizarra y llamarte holgazán (de tanto en tanto salía fuera de clase a escupir un sipiajo en un pequeño desagüe situado al lado del aula); de la señorita M. de catalán de 5º curso, sus castigos escritos y sus negativos; del señor J. de matemáticas de 6º curso que atemorizaba a quienes no sabían hacer el sistema métrico decimal; de la señorita P. de 6º curso, que se pasó el año humillándome por mi timidez, riéndose de mí y tratándome como una mierda (en 7º curso algo le sucedió que no daba golpe hasta que fue expulsada del colegio); de la inefable señorita MCB. de ciencias naturales de 6º, 7º y 8º, que antaño se hacía llamar “la sargento” y advertía del mal genio que tenía (aunque yo me pasé sus clases riéndome solo); y de la también inefable señorita A. de lenguaje de 7º y 8º, una pobre mujer resentida, depresiva y amargada de la vida, que disfrutaba escarmentado y suspendiendo a la gente, y siempre que entraba en clase se quejaba de alguna cosa, la alegría de la huerta.
Son muchísimas las anécdotas que podría contar de mis ocho años de estancia en este colegio, incluyendo el acoso de algunos compañeros de los que sufrí insultos, amenazas, robo de pertenencias (lápices, gomas, compases, reglas…), vandalismo (rotura de tus pertenencias), humillaciones y agresiones, e incluso tener que fingir ser tonto e inútil para no recibir la paliza de algún abusaenanos. Dos de ellos destacarían: un tal M.A.O.F. de quien nos reíamos sus payasadas en clase pero que de tanto en tanto tenía el capricho de pegarme sin motivo aparente; y un tal F.J.M.P., el empollón de la clase, un pelotas odiado por la mitad de la clase y un excelente prototipo de neofalangista, que por su mentalidad y trato que recibías de su parte hubiese sido digno sucesor de alguna formación política ultraderechista.
Sin embargo, tengo muy buenos recuerdos de la mayoría de compañeros de clase, afortunadamente, los cuales fueron testigos de mis sufrimientos y yo de los que ellos padecieron porque no fui la única persona acosada en diversas ocasiones. Así, un entrañable recuerdo y vaya también para ellos un cordial saludo. Todos/as nosotros/as somos testigos de unos tiempos que jamás deben de volver a repetirse.

miércoles, 14 de octubre de 2009

Memorias de un cinéfilo de estreno I: presentación

Damas y caballeros amantes del séptimo arte, amigos y amigas del alma: finalizada la anterior serie dedicada a los cines de barrio y de reestreno, ahora tengo el gusto de presentaros la nueva serie dedicada a los cines de estreno que han formado parte de mi vida desde mi infancia hasta la madurez. Sin embargo, lo que voy a narrar de ahora en adelante serán unas historias diferentes a las contadas hasta el momento, tal vez un poquito menos entrañables y simpáticas, sencillamente porque la historia de un cine de estreno del centro de Barcelona nunca puede ser igual a la de un cine de reestreno de barrio. Se trata de otra clase de público, de otra clase de películas, de otro espacio geográfico y de otro tipo de locales de proyección. Y como consecuencia, han incidido forzosamente de manera diferente en la vida personal desde una perspectiva psicológica, emocional, formativa e incluso (por qué no) espiritual. Pero ello no significa que no se puedan contar anécdotas divertidas e interesantes, pues de todos aquellos locales cinematográficos que han formado parte de tu vida siempre queda aquel regusto tan especial único e irrepetible.

Las salas de estreno de Barcelona se han ubicado en su gran mayoría (salvo excepciones) en el casco antiguo y en el sector de l’Eixample. De allí nacieron los primeros llamados cinematógrafos, también llamados elegantemente salones de cinematografía. Hay constancia de que en la plaza de Catalunya, en el año 1895, se hicieron las primeras exhibiciones del Kinetoscope de Edison. En el año siguiente el cine llegó oficialmente en Barcelona por obra y gracia de Antonio Fernández, un fotógrafo de origen manchego apodado profesionalmente como Napoleón. Su local estaba ubicado en la Rambla.


Entrados en el nuevo siglo XX, proliferaron nuevas salas cinematográficas más estables y de nueva generación con un confort y unos medios técnicos superiores a los primitivos locales de finales del siglo XIX. Además, enseguida tuvieron un notable éxito de público debido a que se trataba de una innovación tecnológica, de una nueva forma de ocio y entretenimiento, y con la ventaja de que la entrada era más barata que el teatro y la oferta era cuantiosa en cuanto a variedad de películas se refiere. Ello llegó a hacer temblar a los propietarios de los teatros, los cuales creían que se trataba de una competencia que llegaría a hundirlos. Si en 1909 había entre cuarenta y cincuenta cines, en 1915 se superaban los 130.

Después del certamen de la Exposición Internacional de 1929 se abrieron nuevas salas de cine que alternaban la exhibición de películas con espectáculos de varietés, como circo, ópera, bailes, conciertos, cantantes, actuaciones de cómicos y magos, etc. En 1930, el cine Coliseum estrenó la primera película sonora con gran éxito de público y veintiuna semanas en cartel: “El desfile del amor”. Durante los años de la Segunda República, abrieron nuevas salas de cine de moderno diseño funcional inspirado en la arquitectura racionalista, que rompieron con los clásicos diseños anteriores. Terminada la Guerra Civil, bajo el régimen franquista, las salas de cine continuaron exhibiendo películas y además se abrieron nuevas salas a pesar de los problemas económicos de la posguerra. Las antiguas salas clásicas de principios de siglo fueron cerrando sus puertas para dar paso a cines más modernos.

La cadena de cines de la empresa Balañà llegó a ser la más importante de la ciudad, siendo su época de gloria durante los años sesenta y setenta, disponiendo de las mejores salas de estreno, más confortables y pioneras en avances tecnológicos para proyecciones cinematográficas. Fueron los tiempos de las grandes salas denominadas cinerama o vistarama, con unas pantallas notablemente más grandes que las de un cine convencional. También llegaron mejoras en el sistema de sonido. A partir de la década de los sesenta abrieron los primeros cines de arte y ensayo, donde se proyectaban películas menos comerciales, minoritarias o “alternativas”. En los años setenta, algunas de las viejas salas del centro de Barcelona quedaron anticuadas y terminaron por cerrar por falta de rentabilidad comercial. Vino la crisis del cine que se prolongó durante los años ochenta e incluso se hablaba de que todas las salas de cine de Barcelona cerrarían para siempre. En dicha década, para ganar público, se apostó por la reconversión de las grandes salas cinematográficas en multicines, de manera que en un solo local se multiplicaba la oferta de películas. Un nuevo sistema de atracción de usuarios fue el llamado “día del espectador” que ofrecía un día a la semana un precio reducido de la entrada.

Paralelamente, durante la misma década de los ochenta algunas salas de cine se convirtieron en “salas X” de exhibición de películas porno, hoy día todas cerradas por la competencia de los sex-shop y el fácil y económico acceso a los videos/DVD y a Internet. Durante los años noventa, abrieron multisalas por los barrios periféricos de Barcelona y en las ciudades del extrarradio, muchas de ellas integradas en grandes superficies comerciales y centros de ocio. Actualmente, prácticamente la totalidad los cines de Barcelona son de estreno, pero numéricamente no son precisamente muchos los que hay abiertos. La mayoría son multisalas y las antiguas salas únicas que todavía quedan abiertas tenderán a desaparecer o a reconvertirse si quieren subsistir.

Brevemente resumida la historia del cine de estreno en Barcelona, y repescando el hilo anterior, deciros que en el presente blog voy a hablar de aquellos cines de estreno en los que he asistido asiduamente o solo en alguna esporádica ocasión, tanto actuales como desaparecidos o reconvertidos. Hago especial referencia a los cines ABC, Alcázar, Aribau, Aribau Club (antes Dorado y Club Doré), Astoria, Atenas, Bailén, Balmes, Bosque, Capitol, Cataluña, Club Coliseum, Coliseum, Comedia, Fantasio, Florida Cinerama, Lauren Universitat (antes Pelayo y Petit Pelayo), Maryland, Novedades, Palacio del Cinema (antes Pathé Palace), Regio Vistarama Palace, Savoy, Tívoli, Urgel, Vergara y Waldorf. De manera conjunta, en un solo capítulo haré mención de las actuales multisalas, de las cuales prácticamente no hay historia y distan muchísimo de tener aquel sabor tan especial que la gente cinéfila conoce.
Así que, damas y caballeros, amigos y amigas, suban de nuevo al tranvía 48 y viajen por la nueva ruta que os descubrirá la historia, las anécdotas y las vivencias de los cines de estreno.