sábado, 25 de enero de 2014

LOUIS ARMSTRONG en Barcelona


Uno de los acontecimientos extraordinarios acaecidos en la Barcelona en la década de 1950 fue la visita, aunque fugaz pero nada desapercibida, del trompetista y cantante estadounidense Louis Armstrong (Nueva Orleans 1901 – Nueva York 1971), también conocido cariñosamente como Satchmo y Pops. Su llegada sucedió en un contexto histórico todavía difícil, pues la música de jazz, bajo el régimen franquista había quedado arrinconada por considerarse decadente y algo más bien propio de la gente de otras razas. Sin embargo, la capital catalana estaba viviendo un momento álgido desde el año 1948 gracias a la organización creciente de matinées musicales y jam-sesiones, así como al hecho de que jazzistas, rumberos y flamencos conviviesen en un mismo escenario. De este modo el jazz se fue difundiendo cada vez más, ganando mayor aceptación entre el público. Esta actividad se tradujo en la apertura de nuevos locales y en la creación de programas de radio.
Dentro de esta dinámica cultural barcelonesa, el Hot Club de Barcelona tuvo la iniciativa de invitar a Louis Armstrong para que brindara cuatro conciertos en la ciudad, aprovechando una gira europea. Este club de jazz, fundado en 1934 y hecho al estilo de los modelos franceses y belgas, fue iniciativa de un grupo de aficionados al género, con el objetivo de fomentar y difundir el interés por el jazz mediante la publicación de una revista, la celebración de audiciones de discos y la organización de conferencias y festivales. Sus miembros destacados en aquellos años fueron Felip Garcia Solà (presidente), Pere Casadevall, Alfredo Matas y Alfredo Papo. El Hot Club, bajo su tutela y con la colaboración de mecenas y promotores de la vanguardia artística fundó en 1949 el llamado Club 49, una asociación de artistas e intelectuales que promovía actividades para difundir la creación contemporánea, convirtiéndose en la institución catalana más dinámica e imaginativa para la promoción del arte nuevo y emergente.


El Hot Club y el Club 49 colaboraron estrechamente con la ambición de programar la actuación de importantes y destacados músicos e intérpretes nacionales e internacionales del mundo del jazz. Así fue como contactaron con Joe Glaser, manager de Louis Armstrong, para hacer las gestiones pertinentes. Finalmente se acordó la estancia del artista en Barcelona durante los días 22 y 23 de diciembre de 1955, en los cuales haría un total de cuatro conciertos, los primeros a las 18:45h. de la tarde y los segundos a las 22:45h. de la noche. El local previsto para las actuaciones fue el majestuoso y elegante cine teatro Windsor Palace, situado en el número 474 de la avenida Diagonal.
El 29 de noviembre de aquel año se pusieron a la venta las entradas anticipadas para los cuatro conciertos previstos, que enseguida se agotaron. Sin embargo, por circunstancias inesperadas del destino, el avión en el cual viajaba Louis Armstrong procedente del aeropuerto de Ciampino (Roma) no pudo despegar por razones de seguridad debido a la espesa niebla que abundaba sobre las pistas. Se trataba de un aparato con hélices muy sensible a estos fenómenos atmosféricos. El vuelo se vio obligado a salir mucho más tarde de lo previsto, llegando al aeropuerto de El Prat de Llobregat a una hora demasiado tardía como para hacer los dos primeros conciertos. Ante la situación, se propusieron alternativas compensatorias, como realizar tres actuaciones en un mismo día, a lo que Armstrong respondió de mal humor a su manager Joe Glaser: "Man, be human?".


Hubo entonces otro intento para que se quedara un día más en Barcelona y recuperar así los dos conciertos suspendidos, pero para el día 24 tenía prevista una actuación en Ostende (Bélgica) que se lo impidió. Finalmente se llegó a un esforzado acuerdo en el que ofrecería tres conciertos para el día 23, dos por la tarde (a las 16:00h. y a las 18:45h.) y uno por la noche (a las 22:45h.), noticia que se publicó en la prensa del mismo día, con la posibilidad de canjear una entrada por otra o bien recibir la devolución del importe.
Armstrong salió cansado del avión aunque con aires de triunfador para no decepcionar a los numerosos admiradores que allí le esperaban para recibir un autógrafo. Los periodistas también estuvieron presentes en la terminal aeroportuaria para entrevistarle. A todos ellos el Rey del Jazz les comentó que sus seguidores solían ser buenos fans, que sin emocionarse sería incapaz de interpretar tal y como lo hacía y que casi cada día actuaba salvo cuando rodaba películas. Pero lo que más gustó fue su comparación entre el jazz y el flamenco, a lo cual respondió que existían diversos puntos en común porque ambos géneros expresaban muchos sentimientos.
Acerca de la breve estancia de Louis Armstrong en Barcelona se tienen muy escasos datos, pues tanto su llegada como su marcha se produjeron con una gran discreción. Además, los medios de comunicación de la época no hicieron especial eco de su presencia a pesar de ser una estrella de fama y prestigio mundial. Por ejemplo, se desconoce en qué hotel se hospedó.
El concierto, celebrado en el Windsor Palace fue un éxito, con numeroso público que aclamó a Louis Armstrong y a sus All Stars formados por Trummy Young (trombón), Edmond Hall (clarinete), Billy Kyle (piano), Arvell Shaw (bajo), Barrett Deems (batería) y Velma Middleton (cantante).


Los temas que se interpretaron fueron: When It's Sleepy Time Down South (Opening Theme), (Back Home Again In) Indiana, Basin Street Blues, Tin Roof Blues, My Bucket's Got a Hole in It, All the Things You Are, Dardanella, Gypsy, On the Sunny Side of the Street, How High the Moon, Undecided, Velma's Blues, Ko Ko Mo (I Love You So), Mop Mop, When It's Sleepy Time Down South, When the Saints Go Marching In, Black and Blue, Ole Miss, All of Me, St. Louis Blues, Struttin' With Some Barbecue, Some Day, Perdido, Sweet Georgia Brown, Margie, That's My Desire, C'est Si Bon, Vie en Rose, Royal Garden Blues y When It's Sleepy Time Down South (Finale).
Tras el segundo concierto, para levantar sus ánimos y recobrar fuerzas, Armstrong pidió comer una buena paella con mucho arroz. Con el estómago lleno, recobró el aliento y salió a dar su tercer concierto. Al finalizar, el público le agradeció su esfuerzo con vítores y el lanzamiento de sombreros y gabardinas.
Al día siguiente marchó hacia la ciudad flamenca de Ostende. Louis Armstrong no volvió a pisar suelo barcelonés hasta el 13 de octubre de 1960. Su llegada se anunció en la prensa como un gran acontecimiento. Pepsi-Cola le había contratado para hacer unos conciertos en Ghana y Nigeria con motivo de la inauguración de cinco factorías de la marca de refrescos. Se preveía una estancia en Barcelona acompañado de sus All Stars. Sin embargo, solo permaneció unas pocas horas en el aeropuerto, entre dos vuelos, reunido con amigos y periodistas. Luego tomó el avión, voló y se esfumó para siempre. Posteriormente, el jazz continuó su ascenso imparable en Barcelona. Pocos años después abrieron nuevas salas que contribuyeron a la proyección del género como la Jamboree, la Jazz Cava, la Cova del Drac, la Zeleste y la Harlem Jazz Club, entre otras.



viernes, 17 de enero de 2014

Los edificios porticados del Paralelo

Foto: www.bcn.cat

Paseando por la avenida del Paralelo, actualmente en remodelación, todavía se pueden hallar unas curiosas casas cuya singularidad es la de contener entre la planta baja y el piso principal un espacio porticado, presidido por una hilera de grandes columnas. Su presencia no se debe a una originalidad arquitectónica sino a razones administrativas que impusieron esta característica. El origen de las casas porticadas del Paralelo se remonta con motivo de la aprobación del plan urbanístico del arquitecto e ingeniero Ildefons Cerdà, quien estableció la anchura de esta avenida en 50 metros. Sin embargo, los propietarios de los terrenos afectados consideraron excesiva la amplitud y que perjudicaba sus intereses, por lo que propusieron una reducción del espacio dedicado a peatones y vehículos. Como resultado, quienes tenían parcelas en propiedad, viendo que su capacidad de edificación sería menor, decidieron constituir una asociación en defensa de sus intereses, solicitando que la nueva avenida tuviese una amplitud de 40 metros. Enseguida presentaron un recurso al Ayuntamiento de Barcelona y la petición de que mientras no se resolviera el contencioso, se decretara una moratoria en la construcción de nuevos edificios. Entonces solo se habían erigido un conjunto de casas humildes situadas entre los números 38 y 50 del Paralelo, cerca de las Atarazanas, cuyos propietarios sí que obedecieron a la normativa del Plan Cerdà. El resto de la avenida estaba constituida por descampados, cubiertas y barracones que ofrecían una imagen muy degradada.


Ildefons Cerdà se opuso rotundamente a la propuesta de los propietarios de terrenos, y ante el conflicto se pactó con las autoridades municipales una solución intermedia consistente en construir edificaciones porticadas a banda y banda del Paralelo, de modo que entre fachada y fachada habría una distancia de 40 metros, pero sumando los 5 metros de profundidad de cada lado comprendidos entre las columnas del pórtico y la portada del edificio se obtenían los 50 metros estipulados. El 3 de febrero de 1882 se aprobó la Ley de Casas Porticadas, previa autorización mediante una Real Orden publicada en la Gaceta de Madrid. El 4 de diciembre de 1883 la Comisión de Ensanche aprobó un dictamen en el cual se aceptaba "como oficial el modelo de porticado de la Gran Vía Marqués del Duero". La normativa obligaba a construir todos los edificios iguales, con el mismo diseño y altura, estableciendo un criterio uniforme y monótono. Además, a ello se añadió la dificultad de que en ambas aceras las nuevas construcciones tenían que ser simétricas, de modo que el propietario de terrenos de un lado tenía que pactar y aceptar la propuesta del propietario del otro lado, hecho que muy a menudo generaba conflictos de intereses y problemas con las expropiaciones. Ante la situación, se convocaron varias reuniones entre propietarios de terrenos y técnicos municipales, de los cuales solo el arquitecto Pere Falqués se mostró favorable a eliminar la Ley de Casas Porticadas alegando que la zona de los porches era un lugar donde a menudo los incívicos lo aprovechaban para hacer sus necesidades y los delincuentes a efectuar sus robos y vejaciones.


Finalmente, la desestimación del Ayuntamiento de Barcelona por la derogación de la normativa tuvo como consecuencia una notable bajada de la dinámica constructiva en el Paralelo. Es por ello que el 29 de abril de 1902 un nuevo dictamen municipal encaminado a animar a los propietarios a reanudar su actividad inmobiliaria, permitió que en las manzanas donde todavía no hubiese edificaciones porticadas construidas se concediese "completa libertad a la composición arquitectónica de los pórticos que se levanten en dichas manzanas". De este modo el artículo primero garantizaba que "solamente deberán ser iguales los pórticos de la fachada de cada manzana, pudiendo por lo tanto tener diferente composición y forma los de uno y otro lado de la calle, aunque estén enfrente de otra".
Durante aquellos años impregnados de conflictos urbanísticos, en el Paralelo se edificaron un total de 16 casas porticadas. Las dos primeras, en los números 82 y 84, haciendo esquina con la ronda de Sant Pau, las erigió Manuel Verdú en 1894. Las tres siguientes, en los números 73, 75 y 75bis, haciendo esquina con la calle de Fontrodona, se construyeron entre los años 1895 y 1900. Las dos siguientes, en los números 102 y 104, entre las calles del Comte Borrell y Marquès del Campo Sagrado, eran propiedad de Francisco del Villar Carmona y se edificaron entre 1902 y 1909, con siete años de diferencia tras una pausa. Otras dos, en los números 144 y 146, fueron iniciativa de Ciprià Calvet i Jané, hijo insigne de Castellterçol, vinculado en el mundo del transporte y alquiler de carros, conocido popularmente como "Canuto". Otra casa porticada se construyó en el número 111, entre las calles de Blasco de Garay y de la Creu dels Molers, por Pere Soler entre los años 1914 y 1915. En este periodo también se erigieron los dos bloques correspondientes a los números 206 y 208, entre la calle de Sepúlveda y la Gran Via de les Corts Catalanes, a manos de Eduard Batalla i Cunillera. En 1917, Antoni Camí erigió la del número 99 esquina con la calle de Blasco de Garay. Entre los años 1923 y 1924 se edificó la del número 124, entre las calles de Viladomat y Parlament a iniciativa de Carles Campoamor, y en 1928 se terminaron las dos últimas, situadas en los números 140 y 142, justo al lado de las de "Canuto".


Los edificios, diseño tipo del arquitecto Antoni Rovira i Trias, eran de estilo neoclásico. La planta baja y el piso principal estaban integrados en la galería formada por los pórticos, mientras que en la parte superior había cuatro plantas más. Posteriormente en algunos terrados se añadieron áticos. Cada columna de los pórticos medía 7,50 metros de alto por 1 metro de ancho, estando separada una de otra a 3,50 metros de distancia. La zona porticada o galería comprendida entre las columnas y la portada, formaba un pasillo peatonal interior de 5 metros de ancho. Las fachadas, sin decoración alguna, contenían aperturas con balcones al estilo de muchos edificios neoclásicos del Eixample. Estas casas, una vez habitables, fueron ocupadas por familias de mayor poder adquisitivo con respecto a los habitantes del Poble Sec y el Barrio Chino.
Paralelamente, ante la escasez constructiva y con el propósito de establecer un cierto orden urbanístico, el 27 de mayo del mismo año 1902 el Ayuntamiento de Barcelona aprobó una Ley a precario que permitiese levantar cubiertas, barracones y quioscos en la avenida del Paralelo con carácter provisional y bajo la condición de que no se usaran como viviendas, pudiéndose derribar tan pronto lo exigiesen las autoridades municipales para edificar viviendas o para cualquier otro asunto de su interés. Sin embargo, esa normativa tuvo su contrapartida favorable, puesto que ello permitió albergar en esas cubiertas muchos teatros, cinematógrafos, salas de fiesta y cafeterías que tanto contribuyeron a mitificar esta arteria y a potenciar el ocio barcelonés.

Foto: inspiraccio.wordpress.com

El conjunto de casas porticadas era escaso, habiéndose construido en un periodo de 35 años en todo el Paralelo solamente un total de 23 bloques de viviendas, de las cuales 16 eran porticadas y las 7 restantes pertenecientes a quienes desobedecieron la normativa respetando el Plan Cerdà, como tuvo que haber sido desde un principio. De este modo, ante la falta de una mayor dinámica inmobiliaria, la Gaceta Municipal de Barcelona del 28 de enero de 1929 publicó que "mediante la comprobación de que todos los propietarios afectados por la reforma solicitada por Don Ramón Trabal Palet, como presidente de la Comisión de Propietarios de la calle del Marqués del Duero, consienten dicha reforma en los términos solicitados, acceder a la petición formulada de la supresión de porticado en la calle del Maqués del Duero, consintiéndose la edificación sin pórticos a la anchura de 40 metros, o sea al nivel de las casas porticadas existentes". Finalmente, el Pleno de la Comisión Municipal Permanente celebrado el 18 de febrero de 1929 aprobó la derogación definitiva de la Ley de Casas Porticadas. En los años posteriores hasta la actualidad, la mayoría de estas casas fueron reformadas a fin de aprovechar el espacio interior entre columnas y portada, con el cierre de los bajos para la instalación de locales comerciales. Solo las edificaciones de los números 82, 84 y 124 se pueden identificar con su aspecto original, siendo un recuerdo histórico de lo que una vez hubiese podido ser el Paralelo. En el tramo inferior todavía se puede hallar algunas de las 7 casas alineadas según el Plan Cerdà, edificadas a 5 metros más adentro para preveer una avenida de 50 metros de amplitud.

Foto: Joan Àngel Frigola

viernes, 10 de enero de 2014

Los mundos del teatro Principal (III): del primer café al primer night-club


Retomando la serie de artículos relacionados con los diferentes usos que acogió el edificio del teatro Principal, esta vez nos centraremos en los locales situados justo debajo de la Cúpula Venus, a la derecha del antiguo cine Latino.
En los bajos del ala derecha del teatro Principal el empresario italiano Andrea Caponata inauguró en 1750 el Café Caponata, que llevaba su nombre. Ello no es casualidad, pues en aquél entonces era habitual que los nuevos locales de consumición fuesen fundados por restauradores extranjeros. De lujosa decoración con sala de tertulias incluida, era frecuentado por el público que asistía a las representaciones teatrales y que previamente iba a tomarse un café. El local fue objeto de inspiración para el escritor madrileño de sainetes Ramón de la Cruz para su obra El café de Barcelona (1788), pues hacía referencia a este café. A menudo se dice que el Caponata fue el primer establecimiento de estas características que se abrió en Barcelona. Sin embargo, algunas fuentes aseguran que no es cierto que sea el más antiguo sino que, por ejemplo, en 1710, en la calle de la Espartería esquina con Vidriería funcionaba una cafetería llamada simplemente Café regentada por el empresario Pavia Josep Farrer. Y en 1712 documentos históricos  hacen referencia a la llamada Casa del Café situada en la calle de los Canvis, regentado por el restaurador francés Monsieur Jaussia.



Aunque no fue el decano de los cafés barceloneses, sí que se podría considerar la primera gran cafetería de lujo importante de la ciudad, reflejo del cosmopolitismo y del auge comercial, cultural y económico impulsado en los tiempos del rey Carlos III. Tras el Caponata, pronto empezaron a proliferar numerosos cafés muy frecuentados y concurridos, definidos como centros de reunión social y de debates culturales por parte de bohemios, artistas e intelectuales.
Años después, allá donde hubo el Café Caponata, los empresarios Enric Vilalta y Sebastià Gay reformaron su interior y en 1891 lo reabrieron convertido en el Café-Restaurante-Cervecería Lion d'Or. De estilo modernista, se caracterizó por incorporar una decoración exquisita y recargada a la vez que imitaba el interior de un castillo alemán del siglo XVI. Se instalaron tapices flamencos, lozas de Talavera, porcelanas del Retiro, rarísimas alcuzas, lámparas historiadas, armaduras y cornucopias dieciochescas. Las paredes fueron forradas de seda roja, la columna central del local fue convertida en salomónica y se esculpió una chimenea artística, obra del escultor Enric Clarasó. En el atril forjado de la entrada al local se colocó el nombre del café en francés: “Au Lion d’Or”.
La noche de la inauguración, celebrada el 11 de marzo de 1891, el maître anunció la salida de un carretón tirado por un camarero con el rosbif cubierto por una gran campana deslizable de plata. En vistas de los buenos resultados obtenidos, un año después el empresario Enric Vilalta decidió ampliar el local que pasó a disponer de tres salones, reabriéndose mejorado el 29 de octubre de 1892.



El restaurante disponía de una cocina refinada. Paco ColI i Leon “Muniatu” dirigía el servicio. La carta disponía de platos exquisitos como la sopa de ostras, perdiz estofada, solomillo de vaca y lenguado al plato, además de brioche francés, fruta del tiempo, vino de la casa y jerez de las marcas Ramón Díaz y Pedro Ximénez. También se ofrecían tapas variadas. Los menús los cobraban a principios del siglo XX a 5 pesetas de 12:00h a 15:00h. y de 6 pesetas de 18:00h. a 22:00h., bastante caros para las clases populares y solo al alcance de las personas más pudientes. Allí oficiaba animosas tertulias de artistas e intelectuales el periodista, ensayista, dramaturgo y bohemio Pompeu Gener i Babot, conocido como "Peius". Algunos personajes destacados que frecuentaron el Lion d'Or fueron, entre otros, la actriz, bailarina y cupletista Rosario Guerrero; el pintor, escritor, coleccionista, periodista y dramaturgo Santiago Rusiñol, quien sentado en una mesa del café escribió su obra La bona gent; el promotor de actividades literarias y artísticas Quim Forralleras, donde instaló temporalmente la Penya Gran que él mismo fundó en 1910; y el compositor y orquestador Jaume Pahissa, quien protagonizó la anécdota de bailar en este café, aunque él no sabía dar ni un solo paso, con Consuelo Portella, cupletista conocida artísticamente como La Bella Chelito.
El 16 de octubre de 1915 se hizo una reforma del local que comportó la habilitación de una sala para bailes de tango, y en 1919 Francisco Maestre Laborde, conde de Salvatierra, decretó que el Lion d'Or, junto con otros veinticuatro establecimientos similares de Barcelona se permitiese el juego de toda clase de "recreos", a cambio de abonar cada uno de ellos una cuota anual que variaría en función de la categoría.


 

Durante la década de 1930, ya en plena Segunda República, en un sótano del café abrió un local de ocio llamado La Rata Morta, que se promocionaba con el lema "Música, canto, declamación, un local conforteble, un refugio para el músico, el poeta, el cantante, para todo el que sienta el Arte y la Bohemia, un amable rincón para las aventuras románticas”. Tuvo una vida efímera, pues cerró al iniciarse la Guerra Civil. Igualmente, ya en este periodo el café pasó a regentarse bajo control sindical. En aquellos años destacó un desgraciado incidente, cuando el 7 de diciembre de 1936 el antiguo camarero de este café, Ramon Berguñó Balcells, "Pencas", murió asesinado por el hecho de pertenecer al Sindicato Libre.
Ya en plena posguerra, y ante los prejuicios hacia los extranjerismos del régimen franquista, el Lion d'Or pasó a llamarse León de Oro. Sin el esplendor ni el carisma de años atrás, al dejar de ser punto de encuentro de artistas e intelectuales, entró en una progresiva decadencia que lo llevó al cierre definitivo a mediados de la década de 1950.
La clausura del café Lion d'Or coincidió con la "americanización" de la rambla y del Barrio Chino, pues era muy habitual ver pasear a los marines norteamericanos de la Sexta Flota de los Estados Unidos por aquellas calles barcelonesas. La presencia yankee provocó una reactivación económica de la prostitución, los locales de consumición y las salas de fiesta, hecho que motivó la adquisición del antiguo local del Lion d'Or para convertirlo en una sala de espectáculos musicales: el Panam's.


El nuevo local se inauguró el martes 22 de diciembre de 1959 a las 10:45h. de la noche con el estreno del espectáculo musical Él y las mujeres, dirigido por Jaume Mestres y protagonizado por Escamillo, Juan Velilla, José Peñalver, Esperanza del Real, Eva Lombart, Pilarín Villaescusa y Rosita Ferrer, acompañado del ballet Étoile Rose. El interior, decorado al estilo parisino, tenía capacidad para 300 espectadores. De los tres accesos, en la entrada situada a la izquierda se habilitó un bar que ofrecía frankfurts y sándwichs económicos, que también pertenecía al club. Inicialmente empezó como una sala de variedades, con la exhibición de obras musicales cómicas similares a las de los teatros El Molino y Arnau. Sin embargo, tal y como escribía José María Cañas en su libro La prostitución después de la guerra civil española "Uno entraba en el salón superior del Panam's y no veía más que marinos americanos y chicas que compartían con ellos unas bebidas y unos besos muy largos y muy amorosos en los que flotaba la promesa de todos aquellos dólares (...) Allí todas eran iguales: una máquina de acción; una máquina de acción que tenía que aprovechar a marchas forzadas el boom". Vendido "oficialmente" como sala de fiestas, funcionó en realidad como un auténtico night-club para reclamo de marineros y turistas extranjeros. Uno de sus accionistas fue el abogado y político del PSUC Josep Solé Barberà, que disponía allí de un despacho. Durante las décadas de 1960 y 1970 aprovechó la discreción del local para organizar reuniones clandestinas de militantes y simpatizantes del partido. Se dice que entonces el propietario del Panam's fue un amigo suyo, concretamente un antiguo compañero de cárcel, "una anguila del estraperlo" como le decían y uno de sus mejores amigos, el cual le pagó unas dietas profesionales con acciones del cabaret.


En 1962 se estrenó un espectáculo en catalán llamado ¡El millor dependent del món!. Era habitual ver en el apartado de demandas de empleo de los periódicos algún anuncio donde indicaba que se precisaban de jóvenes señoritas recepcionistas y bailarinas con conocimientos de inglés, pensando así en el público extranjero. Durante la década de 1970 aumentó el nivel de erotismo y cada vez más se fue mostrando abiertamente como night-club. En la prensa a menudo se anunciaba como un local indicado "para las personas de orden que deseen divertirse, ver algo que en otras partes no podrán ver, divertirse dislocadamente, y bailando hasta la madrugada. Tanto su ambiente como el lugar, y las señoritas que lo complementan, forman un clima de satisfacción, que le hará que Ud. nunca lo olvide. Además allí los precios son más baratos y el espectáculo es tan bueno como el mejor".
En estos últimos años, el Panam's fue a cargo de la empresa Night Sun Group, la cual dividió el local en dos partes diferenciadas con el propósito de aumentar la demanda de público, especialmente gente joven, y atraer a una clientela variada según desearan bailoteo o sexo. Por un lado había la discoteca y por otro el show-girls. Tiempo después, el 26 de noviembre de 2004 la zona de discoteca se convirtió en el Club Fellini, funcionando viernes y sábados de 0:00h a 6:00h. y de domingo a jueves de 0:00h a 5:00h. a 20 euros la entrada. Los espectáculos los proporcionaban alrededor de una veintena de chicas de los países del Este y colombianas. La copa de las chicas se cobraba a 30 euros, mientras que los bailes privados ascendían a 100 euros. El interior constaba de diferentes espacios cada uno de ellos con una ambientación: el Salón de los Espejos (Chic house) con música house ecléctica; la sala The Bad Room (Free Clash) con música electro abierta a todos sus estilos; y la sala The Red Room (Nu Disco), más cadenciosa y analógica, con estilos musicales variados desde el funky a la música negra de los años 1970 pasando por el soul y la música disco.


Finalmente, el Club Fellini cerró sus puertas el 2 de abril de 2009 para transformarse en la discoteca Boulevard Culture Club, que actualmente sigue en funcionamiento. Sin embargo, no se prevé la renovación del arrendamiento con la empresa Balañà, y tanto el espacio que antaño ocuparon los cafés Caponata y Lion d'Or como el Pana'ms y el Club Fellini se prevé convertirlo en espacio comercial vinculado con el hotel previsto en la Cúpula Venus y en los desaparecidos Billares Monforte. La reforma y apertura se han previsto a partir del año 2015.