miércoles, 27 de mayo de 2015

El fenómeno Colau, en discusión absurda y prematura


La candidata a la alcaldía de Barcelona Ada Colau ha ganado las elecciones municipales, un hito que tiene doble interés. Por un lado, es la primera vez en la historia de la ciudad que gobernará una mujer. Por otro, entra en escena un nuevo partido político, Barcelona en comú, el cual, aunque cuenta con ICV como coalición, en realidad es la candidatura barcelonesa de Podemos. Como era de esperar la incertidumbre de la novedad ha producido inquietud, a menudo excesiva, especialmente en determinados sectores políticos y empresariales. Mal acostumbrados al bipartidismo, todavía muchos se aferran irracionalmente a la errónea premisa de "más vale malo conocido que bueno por conocer". Nunca he estado de acuerdo con ese criterio, fruto del miedo a lo desconocido, que únicamente lleva al conformismo, al estancamiento y, finalmente, a la involución. Si alguien conocido es malo ya sabemos que será incapaz de solucionar los problemas, con lo cual su continuidad conllevará, lógicamente, a alargar una situación de agonía que nadie debería desear. Por tal razón es preferible elegir al bueno por conocer porque si realmente es bueno al menos se dispondrá de una nueva oportunidad para reconducirnos hacia el camino de la recuperación. En caso de fracasar, se opta por otra opción. Para eso está la democracia.


La nueva alcaldesa de Barcelona todavía no ha empezado a gobernar y algunos presumibles "visionarios" ya han alertado sobre las consecuencias negativas que tendrá la aplicación de su programa. Unos la acusan de chavista y comunista, otros advierten de una posible fuga de empresas, otros hablan de un giro hacia un modelo provinciano de ciudad y otros intentan desenmascarar algún posible episodio oscuro de su pasado para desacreditarla. ¿Por qué razón se quiere infundir tanto miedo hacia la figura de Ada Colau? Permítanme que sea malpensado pero a menudo cuando existe un odio colectivo hacia alguien, algunas veces esa persona me provoca el efecto contrario y me pregunto qué debe tener de bueno que despierta esa imperiosa necesidad de apartarla de en medio.
Nunca he sido receptivo al fenómeno del bipartidismo y mucho menos a la perpetuidad de un partido en un municipio o en una autonomía como sucede en nuestro país. Ello genera sectarismo, clientelismo y la sensación de que aquél territorio pertenece a un grupo político concreto. Abrir ventanas y permitir la entrada de aire fresco es positivo, siempre y cuando esa ventisca sea real. Es decir, a menudo se confunde apostar por un cambio modificando el discurso, una trampa fácil en la que se vende la forma como si se tratara del contenido. Dicho de otro modo, es un cambio para no cambiar nada.


Desconozco a Ada Colau y, por consiguiente, no puedo juzgarla como desearía. La información que ofrecen los medios de comunicación resulta insuficiente, confusa, contradictoria y a menudo manipulada y tendenciosa. Desgraciadamente no soy "visionario" como quienes vaticinan que se nos viene encima el Apocalipsis. No deseo precipitarme antes de tiempo. Antes de todo prefiero dejarla gobernar, que cumpla con su programa si puede hacerlo y tras los cuatro años de gracia que le correspondan, tendré suficientes argumentos como para hacer una valoración personal de su labor como alcaldesa. Entonces me atreveré a decir si guanyem Barcelona o por el contrario enfonsem Barcelona. Sin embargo, y sin la pretensión de caer en la superficialidad, me resulta a priori más atractivo un programa social como el propuesto por Ada Colau, aun con sus imperfecciones y con algunas dudas que me pueda generar, que no uno neoliberal. Prefiero que un solar lo ocupe una zona verde en vez de un parking de superficie, que se construyan equipamientos en vez de bloques de viviendas, que haya más presencia de transporte público y menos coches, que los hospitales y escuelas sean de titularidad pública y no privada, que se preserve el patrimonio histórico en vez de generar especulación inmobiliaria, que se fomente el comercio de barrio frente a las grandes superficies, y que se fomente más cultura y menos consumismo. Yo soy así.


La política social es la clave no solo para garantizar el bienestar ciudadano, sino también para que los gobernantes generen confianza y especialmente para que la democracia sea algo más que un mero acto mecánico consistente en depositar cada cuatro años una papeleta dentro de una urna. ¿A quien asusta la política social, siempre y cuando no se haga demagogia? La crisis ha servido de examen de conciencia y de replanteamiento de ideas para muchas personas, especialmente quienes se han visto afectados por un desahucio o por hallarse en paro o en situación de precariedad. Quienes se hallan desfavorecidos deberían tener mayores y mejores oportunidades de acceder a la sanidad, a la educación, a la cultura, al empleo y a la vivienda. Es inconcebible que alguien pueda morir por no poder costearse un tratamiento médico; es inconcebible que un alumno talentoso de familia pobre esté condenado a no poder seguir estudiando porque no pueden pagarle los estudios; es inconcebible no poder disfrutar de la oferta de ocio y cultura debido a los precios tan elevados; es inconcebible que el mercado laboral rechace a parados de determinada edad; y es inconcebible que el derecho a la vivienda termine desembocando a un privilegio. Son problemas fundamentales que deben resolverse lo antes posible, porque la clase política que ignora las demandas sociales está cavando su propia tumba. Y ello no es una cuestión de ser progresista o conservador, de izquierdas o de derechas. Es un asunto de sentido común que concierne a cualquier ideología, sin excepciones, que afecta tanto a escala nacional como local.


Barcelona ha disfrutado estas últimas décadas de un modelo de hacer ciudad que le ha permitido crecer y desarrollarse durante muchos años, pero ahora ese ciclo se ha agotado. Cumplida esta etapa, es imprescindible una renovación de ese modelo para continuar con el proceso evolutivo. Si algo tuvo de positivo, entre muchas otras cosas, el alcalde Pasqual Maragall, es que supo recuperar y extender el orgullo de sentirse barcelonés o barcelonesa, y que la ciudad podía ser un lugar de uso y disfrute público. Apagada la luz que producía esos sentimientos, la misión de Ada Colau será, sin duda alguna, de encenderla nuevamente a la sociedad barcelonesa. ¿Cumplirá con mis expectativas? La evaluación final del examen será dentro de cuatro años.

Fotos: Alberto Estévez, Eneko, Enric Català, Monica Pelliccia, Nicholas Croes.

martes, 19 de mayo de 2015

Las SALAS X de Barcelona (1984-2004)


Entre los años 1984 y 2004 existieron en Barcelona las llamadas "salas X" destinadas a la exhibición de películas pornográficas. Estos cines tuvieron su precedente con los filmes clasificados "S", una catalogación que aglutinaba tanto las películas eróticas y "de destape" como las de elevada violencia, cuya vigencia se mantuvo entre los años 1978 y 1983. Con ello se quiso normalizar en la España de la Transición democrática la proyección de cintas cuyo contenido hubiese sido motivo de censura parcial o total bajo el franquismo.
Posteriormente la directora general del Instituto de Cinematografía y las Artes Visuales, Pilar Miró, dentro de su política de cambios estructurales de la cinematografía española o Ley Miró, presentó el Real Decreto 1067/1983 que regularía la realización y exhibición de cine pornográfico en España. El 27 de abril de 1983 el Consejo de Ministros lo aprobó, sometiéndolo a una especial fiscalidad que suponía destinar el 30% de la recaudación bruta obtenida en taquilla a producciones cinematográficas nacionales. Asimismo, el Estado no otorgaría ningún tipo de ayuda, protección o subvención a las películas clasificadas "X", ni su distribución daría derecho a la obtención de licencias de doblaje. Para la exhibición de estas cintas, en base a una debida protección de la infancia y la juventud, se establecieron como requisitos que se circunscribieran a unos determinados locales denominados "salas X", que la publicidad de las películas pornográficas no contuviese representaciones gráficas ni referencias argumentales, y que la entrada en las salas X se limitara únicamente a los mayores de 18 años.


De este modo el cine clasificado "S" desaparecía definitivamente y se permitía el acceso sin restricciones por edad a las salas de cine tanto comercial como de arte y ensayo, sustituyendo la expresión "autorizada para mayores de..." que prohibía la entrada a las salas según la edad, por la nueva "no recomendada a menores de..." que permitía la entrada de todos los públicos, siendo entonces una clasificación de tipo orientativa.
Previo permiso del Ministerio de Cultura, en Barcelona se habilitaron un total de 9 salas destinadas a este tipo de películas. Es decir, nunca abrieron salas X de nueva planta sino que fueron todas ellas producto de la reconversión de antiguos cines de barrio y de reestreno en decadencia que optaron por esta nueva oferta como una salida económicamente rentable al negocio. Para ello tuvieron que efectuar algunas reformas y acatar ciertas disposiciones como anunciar la película únicamente mediante el título, suprimir el antiguo nombre del cine de modo que todas se denominarían "Sala X" por igual, y evitar completamente la exhibición de cualquier fotocromo tanto en la fachada como en el vestíbulo "para no herir sensibilidades".


Las 9 salas empezaron a operar a lo largo del año 1984, ofreciendo generalmente pases continuos desde las 10:00h. de la mañana hasta las 22:00h. de la noche ininterrumpidamente y con la posibilidad de poder repetir la película como en los cines de barrio. Las cintas se exhibirían en versión original subtitulada o directamente en versión original al no estar el doblaje subvencionado (algo que probablemente al público no le debía importar), y el precio de la entrada sería sensiblemente superior al de cualquier otro cine, alrededor de unas 150 o 200 pesetas más cara que la de una sala de estreno.
Los dos primeros cines reinaugurados como salas X fueron el CASTILLA y el DIORAMA, en el barrio del Raval, el 5 de marzo de 1984. El CASTILLA se situaba en el número 10-12 de la calle de los Obradors. Fue abierto el 27 de noviembre de 1939 y disponía de 800 localidades. En su nueva etapa se estrenó con la exhibición de la película "Garganta profunda". El DIORAMA se ubicaba en el número 3 de la calle del Bonsuccés. Fue abierto el 27 de septiembre de 1902 y disponía de 547 localidades. Tras unas reformas se reabrió el 14 de febrero de 1973 con 530 localidades. Su primera película clasificada "X" fue "Exhibition". Ambas salas, tras reformas obligadas, redujeron sus aforos a 200 localidades. En sus inicios tuvieron gran éxito de público, básicamente por el hecho de ser toda una novedad. Era habitual que las salas se llenaran por completo. Durante la primera semana asistieron 8.212 espectadores dispuestos a pagar las 475 pesetas de la entrada, lo que supuso una recaudación de 3.650.000 pesetas, aunque un 40% iría destinado a pagar unos elevadísimos impuestos. El 95% de los espectadores eran hombres, mientras que el 5% restante de mujeres solían venir acompañadas de sus respectivas parejas.


El 4 de junio siguiente se incorporó un tercer cine, el MONTSERRAT, situado en el número 241 de la avenida de la Mare de Déu de Montserrat, en el barrio del Guinardó y muy cerca de "Los Quince". Fue abierto en octubre de 1952 y disponía de 834 localidades, un aforo bastante grande que se vio drásticamente reducido a solo 200 butacas en su nueva etapa. Se estrenó con la exhibición de la película "Conejo en salsa picante". Tres días después se incorporaron dos cines más: el AVENIDA DE LA LUZ y el PRINCIPAL PALACIO 2. El AVENIDA DE LA LUZ estaba situado en el número 12 de la subterránea avenida de la Luz, bajo la calle de Pelai, en el centro de la ciudad. Fue abierto el 30 de octubre de 1940 y disponía de 350 localidades. Tras su habilitación se suprimieron 150 butacas. La primera película clasificada "X" que estrenó fue "Historia de Joanna". El PRINCIPAL PALACIO 2, integrado dentro del edificio del teatro Principal, tenía su entrada en el número 27 de la Rambla. Fue abierto como cine Latino el 24 de abril de 1943 y disponía de 490 localidades. El 10 de septiembre de 1979 cambió su denominación por la de Principal Palacio 2, reduciendo su aforo a 400 localidades y luego a la mitad para adecuarla a sala X. La primera película de su nueva etapa fue "Amanda de noche", con un récord de permanencia en cartel de ocho semanas.
En el mismo mes de junio, el día 28 se reconvirtió el antiguo cine ATLANTA, con el estreno del filme "El último pecado de la burguesía". Situado en el número 2-4 de la calle de Trafalgar, en el centro de Barcelona, fue abierto el 7 de marzo de 1945 y disponía de 560 localidades que pasarían posteriormente a 200 tras las reformas pertinentes.
El 16 de julio de 1984 se reconvirtió el antiguo cine DUCAL con el estreno de la película "El sexo ardiente". Situado en el número 24-30 de la calle de Besalú, en el barrio del Camp de l'Arpa, este cine abrió en septiembre de 1956 y disponía inicialmente de 700 localidades, luego reducidas a 200.


Tres días después se incorporaron las dos últimas salas: el MARYLAND y el ROMA. El cine MARYLAND se ubicaba en el número 6 de la plaza de Urquinaona. Fue abierto el 9 de noviembre de 1934 con 519 localidades. El 17 de julio de 1940 fue renombrado como cine Plaza, recuperando nuevamente su nombre original el 8 de diciembre de 1946. En su nueva etapa se estrenó con la película "Casanova II". El cine ROMA, situado en el número 195-197 de la calle de Aragó, en la Esquerra del Eixample, fue abierto el 8 de febrero de 1940 como cine Oriente y disponía de 450 localidades. Tras ser reformado, reabrió como cine Roma el 14 de julio de 1976. Se estrenó en su nueva modalidad con la película "Colegialas porno". Ambos locales limitaron también su capacidad a 200 personas, tal y como exigía la normativa para adecuar su oferta a la nueva demanda.
Poco después, tras haber recibido la Generalitat de Catalunya las competencias en materia de este sector, las concesiones para la apertura de nuevos cines pasarían a manos de la Direcció General de Música, Teatre i Cinematografia del Departament de Cultura. Por ello las empresas que gestionaban las salas X se vieron obligadas a regular su situación burocrática.


Tras el gran éxito inicial de estas salas, la decadencia no tardó en llegar. Por un lado, el negocio del videoclub también acaparó entre otros géneros el erótico y pornográfico, siendo el alquiler de una cinta mucho más económico que la entrada del cine, con la comodidad adicional de visionarlas en casa. Por otro, la progresiva apertura de sex-shops generó un nuevo mercado que poco a poco marginó a estas salas de cine, siendo la opción de la telecabina más asequible y variada, a la vez que preservaba la intimidad del cliente.
Paralelamente, el perfil del público cambió. Tras la euforia inicial de la novedad el número de usuarios empezó a bajar porque quienes ya tenían satisfecha su curiosidad optaron por otras alternativas como las antes citadas. El número de jóvenes descendió notablemente, muchos de los cuales acudían una sola vez solos o en grupo como si se tratara de un ritual iniciático al mundo de los adultos una vez cumplidos los 18 años. Luego difícilmente repetían la experiencia, pero ya podían presumir ante los amigos y los compañeros de escuela de haber ido a un cine porno. Personas de mediana edad, mayormente hombres (por no decir absolutamente todos) y también jubilados, acudían para contactos sexuales sin tener importancia alguna la película que se exhibiera. Pero no solo se convirtieron en lugares de encuentros para homosexuales y bisexuales: algunas prostitutas, a modo de modernas pajilleras, acudían a las salas X con sus clientes como lugar de cita. Igualmente, otros clientes tenían por costumbre "darse un homenaje" mientras visionaban la película. En ese aspecto era habitual ver condecoraciones en el suelo y la tapicería de las butacas, además que algún otro preservativo, papeles usados e incluso prendas interiores femeninas. Por todo ello, muchos espectadores, sintiéndose inseguros, acosados e intimidados ante el sórdido panorama que se ofrecía y viendo a este público "en plena faena" una vez se apagaban las luces, decidieron dejar de acudir definitivamente.


En 1985 cerraron las dos primeras salas X: el DUCAL (el 1 de diciembre) y el MONTSERRAT (el 9 de diciembre). El motivo principal en ambos casos fue el estrepitoso rechazo popular que generaron estas modalidades por parte del vecindario, conllevando a una escasez de usuarios. Sin embargo, con la intención de volver a resucitarlo, el cine MONTSERRAT reabrió nuevamente como cine de reestreno, pero la crisis de las entrañables salas de barrio conllevó inexorablemente a su cierre definitivo el 2 de agosto de 1987.
La tercera sala X en cerrar fue el ATLANTA el 8 de noviembre de 1987. Le siguió un año después el CASTILLA, el 27 de junio 1988, que anunció su cierre por vacaciones, pero las dificultades económicas propiciaron que la clausura temporal fuese definitiva. En el mismo año, el 2 de octubre le tocó el turno al PRINCIPAL PALACIO 2, que se vio perjudicado por la seria competencia que le hacía un moderno sex-shop instalado unos pocos metros más abajo, en el número 17, que entre otras cosas incluía una pequeña sala de cine porno.
Habiendo desaparecido poco más de la mitad de estas salas, en febrero de 1991 el cine MARYLAND incorporó un nuevo sistema de proyección que suprimía el celuloide por la cinta de video. Para ello se dotaron de un proyector con tres tubos de 7" y 3 lentes, que permitía una reproducción de la película con una definición de imagen superior a la convencional.
El 22 de noviembre de 1992 cerró el cine AVENIDA DE LA LUZ, el último local que quedaba abierto de este mítico boulevard subterráneo que ya había cerrado todos sus locales comerciales dos años antes, el 21 de mayo de 1990. Se apagó así la última luz de la avenida.


A pesar de ser la sala X más "decente" de Barcelona, el 26 de febrero de 1999 cerró sus puertas el MARYLAND, el 1 de septiembre de 2000 lo hizo el Diorama, y el 30 de noviembre de 2004 la última, el ROMA. Barcelona se había quedado sin sus salas X, un producto de un tiempo y de unas circunstancias históricas. De hecho ya ni siquiera se otorgan licencias para futuras aperturas. Posiblemente, en vistas de que los usuarios ya habían dejado de ser meros espectadores de cine porno para buscar contactos carnales, precipitó esta decisión. A cambio, el mercado que ofrece Internet impuso su hegemonía y venció. Actualmente, las únicas salas X que existen son las pequeñas salas de exhibición integradas en algunos sex-shops, como el Erotic Palace de la calle de Sants nº 225, el Blue Box de la calle de Aragó nº 249, el Big Ben de la calle de Londres nº 82, el Snow Drems de la calle de París nº 199 y el BCN Sex Center de la ronda de la Universitat nº 23, entre otros. A diferencia de antes, el precio de la entrada es más económico que el de una sala de cine comercial, alrededor de 5 euros.

Fotos: Archivo La Vanguardia, Joan Munsó, Miquel Barcelonauta, Pepe Encinas, Xavier Cassio.

domingo, 10 de mayo de 2015

BAGDAD, 40 años del harén del Paralelo

La sala Bagdad en la fiesta de su 35 aniversario. Foto: 02B

"Con muchas mujeres, mucho misterio y todo lo que usted piensa y... quiere ver en directo". Así era como la sala Bagdad se anunciaba habitualmente en la prensa en sus inicios, en la sección de espectáculos. Camino este mismo año de cumplir los 40 años de vida, es uno de los últimos locales creados en el Barrio Chino barcelonés cuando todavía existía la llamada Barcelona canalla, y un referente internacional de primer orden dentro del mundo del espectáculo erótico.
Previamente a la existencia del Bagdad, en el mismo emplazamiento, justo al lado del Teatro Arnau, entre los números 103 y 105 de la calle del Conde del Asalto (actual Nou de la Rambla) y el número 52 de la calle del Marqués del Duero (actual avenida del Paral·lel) se erigió a finales del siglo XIX un edificio de barraca de dos plantas con cubierta a dos aguas. Estos tipos de construcciones eran muy habituales a lo largo del Paralelo y tenían usos varios como comercios, almacenes, restaurantes, salas de fiesta, cine o teatro, entre otros.

El Hollywood Bar Dancing. Foto: Josep Maria de Sagarra (AFB)

El 24 de diciembre de 1931 abrió allá el Hollywood Bar Dancing, un local de variedades y cabaret propiedad de Antoni Astell, propietario del Cabaret Pompeya. Se caracterizó por la exhibición de bailes eróticos, todo un precedente de lo que sería décadas después. Cerró en 1938 ante los problemas derivados de la Guerra Civil, reabriendo en la posguerra aunque sin su aliciente original, para cerrar definitivamente en 1948.
Dos años después, el 7 de octubre de 1950 por la noche fue inaugurado en el mismo espacio el Club Bagdad, con la actuación de Maty Mont, Antonio Amaya, Amalia Molina, el Cuarteto Veracruz y la Orquesta Mario Villar. Se trataba de un salón de fiestas en el cual se ofrecían espectáculos variados por parte de numerosos artistas, entre ellos la mítica cantante y bailarina María Yáñez García, más conocida como la Bella Dorita. Para los clientes se estableció un servicio gratuito de coches de lujo hasta el domicilio a partir de la 1:30h. de la madrugada. Había restaurante, escenario de actuaciones, pista de baile y atracciones, y durante los meses de verano se habilitaba una terraza descubierta.

Pareja en el Club Bagdad. Foto: autor desconocido

En 1956, la Bella Dorita junto a su pareja Narciso Alberti adquirieron el viejo edificio de barraca, el cual fue derribado para la construcción de un moderno bloque de pisos que ocupó el número 105 de la calle del Conde del Asalto y el número 52 de la calle del Marqués del Duero. Por ello solo dispusieron de la finca del número 103 de la calle del Conde del Asalto, donde erigieron un pequeño cubierto de planta baja y subterráneo que lo destinarían para una nueva sala de fiestas. Así, el 30 de julio de 1959 inauguraron la Bodega del Toro, un tablao flamenco que se anunciaba como  "uno de los primeros locales de España de verdadero arte español". El día de su inauguración actuó el bailaor Manolo "el Malagueño". Algunas fuentes de información apuntan a que el local permaneció abierto hasta 1975, pero sin embargo el 23 de junio de 1972 fue adquirido por Banca Catalana. La Bella Dorita se había retirado de los escenarios en 1965 cansada de que le censuraran sus espectáculos.

La Bodega del Toro, propiedad de la Bella Dorita. Foto: autor desconocido

En el mismo año 1972 de muy probable clausura del local una estudiante de peritaje mercantil llamada Juani Martín conoció a su futuro marido en una discoteca, el empresario Rafael Lucía, propietario de varias salas de fiestas en las Islas Canarias y de la sala "1001 Noches" de Barcelona. Fue ayudándole a él en la oficina como ella aprendió enseguida acerca del mundo de la noche y del espectáculo. Los dos, en un viaje que hicieron a las ciudades de Hamburgo y Ámsterdam observaron la existencia de clubs donde hacían espectáculos de sexo explícito en vivo sobre una pista. Entonces se plantearon la posibilidad de transportar la experiencia a Barcelona para ofrecer ese tipo de espectáculos. Además de aprender el funcionamiento de tales locales compraron también juguetes eróticos que trajeron de viaje escondidos en el interior de sus maletas.
Para disponer de un local en condiciones, se pensó en un ámbito a la vez turístico y popular como era el Raval barcelonés, cuando todavía mantenía su tradicional aroma de Barrio Chino. Así fue como Rafael Lucía decidió comprar la antigua Bodega del Toro a la Bella Dorita. El espacio era perfecto, justo al lado del teatro Arnau y de la plaza de Raquel Meller, frente al Paralelo y de otro teatro mítico, el Apolo.

Cartel promocional de 1976

Para ello fue necesario proceder a profundas reformas tanto del exterior como del interior con el fin de adecuarlo a su nuevo uso. El local se bautizó con el nombre de Bagdad, recuperando la denominación de la antigua sala de fiestas que funcionó entre 1950 y 1959, aunque esta vez enfocado con otras connotaciones más bien evocadoras de las artes eróticas orientales. La vieja fachada del cubierto del número 103 de la calle del Conde del Asalto fue completamente decorada con azulejos de estilo arabesco y un gran rótulo sobre la entrada principal que indicaría el acceso principal para el público. En su interior se halla el vestíbulo a nivel de calle, decorado completamente al estilo arabesco, habiendo dos paneles laterales con una muestra fotográfica de los artistas. Al fondo a la derecha se sitúan las escaleras de acceso al subterráneo y a la izquierda la taquilla para despachar las entradas. Se adquirieron también unos locales pertenecientes al bloque de pisos de la derecha, de acceso privado, destinado a la entrada y salida de los artistas que allá actúan. Exteriormente la planta baja consta de dos puertas metálicas y cuatro grandes carteles anuncio, mientras que la planta primera o principal está completamente recubierta con un gran rótulo luminoso.

Exterior y entrada principal. Foto: cafesbarcelona.com

El nivel subterráneo consta de vestíbulo y sala de actuaciones, ocupando una superficie de 257 metros cuadrados. El vestíbulo está decorado con un lienzo de unos 10 metros de largo, que gira, sortea una puerta y se prolonga otros cinco metros. Justo enfrente hay un pequeño sex-shop con un escaparate que exhibe decenas de penes de látex que funcionan a pilas. Espejos, una Venus de Milo y fotografías eróticas completan la decoración. A modo de curiosidad, en su interior se conserva parte de la muralla medieval cercana al baluarte y portal de Santa Madrona. Mide 15 metros de longitud y tiene 1,5 metros de espesor. Una placa colocada en el muro junto a una imagen del faraón Tutankamón lo anuncia a los visitantes. Fue en el año 2000 cuando unos técnicos municipales lo confirmaron, tras el descubrimiento de otro tramo de muralla bajo la calle de Pelai con motivo de unas obras en el vestíbulo de la estación de los FGC.
La sala de actuaciones, también decorada al estilo arabesco e iluminada con tonos profundamente rojizos, presenta una planta cuadrada y, por tanto, cuatro partes, tres de las cuales incluyen una zona privada destinada a striptease para grupos, la zona de butacas y un pequeño bar, mientras que en una se halla el escenario y la pista. El local dispone también de servicios wc y vestuario para los artistas.

Muralla medieval que se conserva en el subterráneo. Foto: Xavi Casinos

Tras conseguir las licencias pertinentes y habiendo renovado tanto el exterior como el interior, el 20 de diciembre de 1975 se inauguró. La nueva sala empezó con un show de variedades como cantantes, magos y bailarines que se desnudaban y algunas chicas que hacían striptease integral, algo todavía insólito en España y que reforzó la fama de ambiente de libertad y transgresión de la Barcelona de los años setenta. A los pocos meses, ya a principios del año 1976 decidieron importar un espectáculo procedente de Hamburgo en el que unos artistas alemanes formados por dos chicas y un chico fornicaban ante los espectadores en vivo y en directo. Tras este número llegaron otros, como el la artista María de la O que, completamente desnuda, jugaba con el auricular de un teléfono que se ponía en el pubis. Pero la actuación que causó más impacto fue la protagonizada por una travesti llamada Carla, la cual salía a escena guarecida con un abrigo de pieles y cantaba la canción Fumando espero. Al final de la canción se despojaba del abrigo y aparecía completamente desnuda, con los atributos masculinos a la vista de los presentes.

Sala de actuaciones. Foto: Lolita

La oferta extremadamente atrevida para la época propició repetidamente la intervención policial y otros problemas, aunque nunca se llegó a clausurar el local. Fueron años difíciles pero se logró superar la prueba. En sus inicios, en la prensa anunciaban que "la dirección del Bagdad ponen en conocimiento del público que el show que cada noche pueden ver en esta sala es el mejor, más fuerte y pornográfico no solo de Barcelona, sino de toda Europa y puede herir su sensibilidad". Cada noche hacían dos pases diarios a las 23:15h. y a las 1:15h. Posteriormente amplió la oferta con nuevos pases a las 19:00h. y a las 3:00h.
El éxito de la sala fue exponencialmente creciente. Así, de haber unos pocos clientes enseguida las colas para entrar daban entonces la vuelta a la manzana. Todo ello fue consecuencia de una reacción popular al fin de la censura y acudir a ver lo que había estado prohibido, tal como sucedió con las películas estrenadas en las salas de cine con la clasificación "S". La sala Bagdad era el único sitio donde se podía ver porno de toda España con la posibilidad de participación por parte del público. Actualmente, el cliente más veterano es Jaume Albó, habitual desde hace muchos años.

"El Torito" ejerciendo de barman en el bar del Bagdad. Foto: Javier Pardo (Primera Línea)

Un factor innegable que contribuyó (y todavía contribuye) al éxito del negocio fue (y sigue siendo) la gran labor de su propietaria, Juani Martín, siempre con una amorosa dedicación dirigiendo los espectáculos, realizando los castings y vestuarios, aconsejando, buscando soluciones y compartiendo tanto las alegrías como los problemas con todos sus artistas. En ese sentido, ella ha ejercido desde siempre como de "madre" de todas las personas que forman su equipo, consolidando así la "familia Bagdad". Igualmente, ella siempre ha tenido el don de ser una cazatalentos, descubriendo nuevos artistas que han lucido en coreografías hechas a medida para cada uno hasta el punto que muchos de ellos terminaron por ser artistas con reconocimiento nacional e internacional. Este ha sido el caso de Baby Pin-Up (contorsionista vaginal capaz de sacar de su vagina 150 metros de perlas, 200 metros de banderas, encender bombillas y expulsar agua), Claudia Roman (el primer transexual que actuó entre 1976 y 1978 y que se hizo famosos por sus desnudos integrales), Graciela Scott (de origen argentino, una de las primeras actrices que actuaron en la sala), Holly One (el malogrado actor porno más bajo del mundo, de 1,20 metros de altura, también llamado 3 piernas), Irene López (Miss Ourense), Joanna (streaper y coordinadora de actrices), Karmen Snake (que actuaba con una serpiente de 24 kilos, una pitón llamada Teire), Kumar (fakir que actuó durante casi 15 años y tenía la particularidad de ser capaz de colgarse en el pene una campana de 30 kilos), Nacho Vidal (premiado como el mejor actor porno del mundo), y Sonia Baby (contorsionista vaginal). Otros artistas son Anastasia Mayo, Carla Cruz, Christina Bella, Daniela Blume, los hermanos Dinio y Rafa García, Marco Bandera, Samantha la Checa, Sophie Evans y Toni Rivas. Estrellas de fama internacional que han pasado a actuar en el Bagdad han sido, entre otros, Rocco Siffredi, Claudia Catre, Belladonna, Illona Staller Cicciolina y Sabrina Sabrok (con los mayores pechos del mundo).

Las artistas en el camerino. Foto: Miquel Benítez (Interviú)

En 1995 celebró una fiesta de 20 aniversario, pasando a contratar a los mejores actores y actrices de la industria del porno. En 1998 la dirección puso en marcha su página web. Con motivo del Mobile World Congress celebrado estos últimos años, la sala Bagdad llegó a tener gran demanda de clientes, llegando a ofrecer 9 sesiones non-stop para los congresistas que buscaban diversión y algo diferente.
Con el paso de los años el público ha ido variando, pasando de ser inicialmente masculino a incorporar progresivamente la presencia de mujeres y parejas de diferentes edades. Además de las clásicas actuaciones, se ofrecen servicios especiales para despedidas de solteros/as que incluyen cena+stripper privado+show+consumición, e incluso un tour nocturno por Barcelona en limousine para 8 personas más el chofer.
Actualmente, el cabaret Bagdad es uno de los más descarnados de Europa, llegando a actuar durante estas cuatro décadas de vida más de 1.000 artistas. El perfil del público, de más tímido a más implicado, ha cambiado. Los espectáculos, adaptados a los nuevos tiempos, siguen siendo un referente único en Europa tanto por su variedad como por el carácter participativo que hace que ningún pase del show sea igual a otro. Siendo un negocio rentable, prevé expandirse con la apertura de una nueva sala en Madrid y la puesta en marcha de un gran portal interactivo en Internet.

Los fundadores del Bagdad: el matrimonio formado por Rafael Lucía (empresario)
y Juani Martín (la verdadera alma mater del local). Foto: Mariana Cantero