miércoles, 24 de agosto de 2022

70 años del XXXV Congreso Eucarístico Internacional de Barcelona (II): el legado


Continuando con el anterior artículo, se procederá a efectuar una síntesis de las consecuencias que tuvo en Barcelona la celebración del XXXV Congreso Eucarístico Internacional. A nivel estatal este acontecimiento internacional, popularmente conocido como "la olimpiada de la hostia", supuso el fin del aislamiento internacional al cual el país había estado sometido en base al acuerdo de las Naciones Unidas de 1946. El certamen otorgó al régimen franquista la posibilidad de organizar un evento que tuviese proyección internacional y facilitara el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con los países del mundo capitalista o potencias del Eje. En 1951 Antonio María Simarro fue designado nuevo alcalde de Barcelona y Felipe Acedo Colunga nuevo gobernador civil. En el puerto de Barcelona llegaron los primeros marines norteamericanos de la Sexta Flota. Ya en 1952 se terminó el racionamiento del pan y la cartilla de racionamiento. En 1953 se firmaron los Pactos de Madrid por los cuales España y los Estados Unidos firmaron el pacto por el cual se instalarían en territorio español cuatro bases militares estadounidenses a cambio de ayuda económica y militar, además del concordato con el Vaticano cuya consecuencia fue aumentar el peso de la Iglesia católica en España. Paralelamente, los movimientos contrarios al franquismo también empezaron a tomar más fuerza. El primer gran pulso fue el boicot de la sociedad barcelonesa contra el aumento del precio del billete del tranvía (la llamada huelga de tranvías de 1951), seguido de algunas acciones por parte de sectores catalanistas de la Iglesia y de grupos políticos y vecinales clandestinos.



Durante el certamen la comisión de organización y la oficina de prensa se encargaron del alojamiento de los visitantes mediante la llamada ciudadana para acogerlos a sus hogares, las acampadas multitudinarias y la contratación de barcos-hoteles. Un plan de hoteles permitió en aquellos meses de 1952 la apertura de hasta 13 hoteles, entre ellos el Avenida Palace, el Colón, el Arycasa, el Manila, el Park y el Mesón Castilla.
En cuanto a los servicios de transporte, las compañías ferroviarias, las compañías navieras y el transporte público urbano (metro, funicular, tranvía, autobús y trolebús) reforzaron su oferta y crearon servicios especiales hacia aquellos espacios donde se celebraban los actos.
Para la creación de un ambiente eucarístico y festivo en la ciudad se engalanaron y alumbraron numerosas calles y balcones, especialmente los espacios ciudadanos principales y aquellos donde debían celebrarse los actos del certamen, como la Catedral, la plaza de Catalunya, la sede del Gobierno Civil, el monumento a Colón, la Sagrada Família y la nueva fuente del cruce del paseo de Gràcia con la Gran Via.
Durante el Congreso Eucarístico Internacional se crearon construcciones efímeras. El elemento más representativo fue el altar instalado en la plaza de Pius XII. Obra del arquitecto municipal José Soteras Mauri, en su momento se convirtió en el mayor altar cristiano del mundo. Otra pieza representativa fue la torre coronada con una cruz instalada en la plaza de Catalunya y la cruz luminosa colocada en la plaza de Sant Jaume.


A nivel de infraestructuras hubo la necesidad de dotar a la ciudad de un aeropuerto capaz de garantizar las comunicaciones tanto nacionales como internacionales. Justo antes del acontecimiento empezaron las obras de transformación del pequeño aeropuerto Muntadas en el nuevo aeropuerto del Prat y la construcción de la nueva terminal de aerobuses en la plaza d'Espanya.
Las mejoras de la red viaria quedaron reflejadas con la inauguración de la avenida de la Infanta Carlota Joaquina (actual Josep Tarradellas), la peatonalización de la calle de la Boqueria, el soterramiento del último tramo ferroviario de los Ferrocarriles de Cataluña y la apertura al tráfico de la avenida del Príncep d'Astúries (actual Riera de Cassoles) entre la Via Augusta y la plaza de Lesseps.
Barcelona experimentó una importante transformación urbanística con la urbanización de grandes hectáreas de terreno agrícola para la construcción de grupos de viviendas donde reubicar a los barraquistas por una cuestión de "buena imagen". Paralelamente se restauraron diversos elementos de carácter monumental del centro histórico de la ciudad, como las Atarazanas, las murallas romana y medieval, los entornos de la Catedral, el palacio de la Virreina, el Palau Reial Major, el antiguo Hospital de la Santa Creu (incluida la construcción de unos nuevos jardines), la plaza Reial, la plaza de Sant Felip Neri, la plaza del Pedró (dónde se colocó la escultura de Santa Eulalia restaurada), la iglesia de la plaza de Castella, la instalación de la figura ecuestre en la plaza de Ramon Berenguer III el Gran, la inauguración del Monumento en los Caídos en la Diagonal y la construcción de los jardines y las fuentes ornamentales entre el paseo de Gràcia y la rambla de Catalunya, en la Gran Via.



Otras efemérides destacadas fueron la inauguración de la Escuela de Periodismo en 1951 y la inauguración del Real Club de Polo y la celebración de la primera Feria del Libro de Ocasión en 1952.
La necesidad de disponer de amplios espacios acondicionados para los actos masivos del Congreso hizo que fuese elegida la avenida Diagonal, por lo que se urbanizó el tramo comprendido entre el palacio de Pedralbes y Esplugues de Llobregat. Sin embargo, para ello fue necesario desalojar urgentemente a los barraquistas allá ubicados. Como solución de urgencia se construyeron en 28 días tres polígonos de viviendas: Can Clos en Montjuïc, las Casas del Gobernador en Verdum y la Verneda. Paralelamente, el Instituto Municipal de la Vivienda (después Patronato) construyó a partir de los años 50 sus propios grupos de viviendas en el paseo de Calvell (Poblenou), el Polvorí (Montjuïc), la Vinya (Montjuïc), Mare de Déu del Port, Almirall Cervera, S.O. Besòs, la Trinitat Nova y la Torre Llobeta (Vilapicina). Sin embargo, las promociones más importantes fueron las impulsadas por la Iglesia católica, las llamadas Viviendas del Congreso, en los terrenos de la masia de Can Ros por iniciativa del Patronato de Viviendas del Congreso Eucarístico. Otras promociones de dicha institución fueron Sant Medir, Santa Rosalia, Santa Engràcia, Sant Martí, Concili de Trento, Sant Anastasi en Badalona, la Bordeta en l'Hospitalet de Llobregat, Àngela Roca en Gavà,  Arzobispo Modrego en Vilassar de Mar , Rubí, Puig-Reig, Terrassa, Viladecans y Cabrera de Mar.



A todo esto, la Obra Sindical del Hogar se sumó a la política de construcción de vivienda pública económica destinada a paliar este déficit de techo que padecía la ciudad desde la posguerra, con la inauguración durante los años 50 y 60 de los polígonos de Roquetes, Verdum, Trinitat Nova, Roberto Bassas, Juan Antonio Parera, Urbanización Meridiana, La Mercè y La Pau.
Terminado el certamen, la Barcelona post Congreso asentó las bases de la futura Barcelona del desarrollismo bajo la batuta del alcalde José María de Porcioles. Pero esta ya es otra historia.

Fotos: Arxiu Històric del COAC, Jesús Fraiz Ordóñez, Museu Marítim de Barcelona, Pérez de Rozas, Zerkovitz.