domingo, 14 de febrero de 2021

La Barcelona secondo Pasolini


"Era un hombre de complexión fuerte, algo bajo de estatura, de rostro anguloso y ojos penetrantes al mirar, y como distraídos cuando escuchaba o callaba, vestía muy pulcramente, con prendas casi deportivas unas veces, y otras con trajes bien cortados, camisas elegantes, corbatas a tono y zapatos finos. Podía pasar por un hombre adinerado que practicase el golf o la equitación. Preguntaba por todo, y en cambio era muy conciso al responder, mantenía un aire algo triste, ausente o preocupado a veces". Así es como el asesor editorial, poeta, abogado, traductor e italianista José Agustín Goytisolo Gay (Barcelona 1928 - 1999) describió al escritor, poeta, filósofo y director de cine italiano Pier Paolo Pasolini (Bolonia 1922 - Ostia 1975). La amistad entre ambos artistas no se debió por casualidad, pues los dos compartían especial preocupación por las clases sociales y los colectivos desfavorecidos (especialmente mujeres y homosexuales), perdieron un ser querido en la Guerra Civil española (madre de Goytisolo) y la Segunda Guerra Mundial (hermano de Pasolini) y tuvieron una relación difícil con la figura paterna. Además, tenían especial afición por el deporte.
Para entender el principio de dicha amistad, deberíamos remontarnos al año 1958 cuando Goytisolo empezó a mantener contactos con intelectuales italianos como Rossana Rossanda, Renato Guttuso, Mario Spinella, Mario Alicata, Enresto Treccani y Antonello Trombadori, muchos de los cuales ya conocían a Pasolini. Con el tiempo se convirtió en embajador de la cultura italiana en España, siendo la ciudad de Barcelona el lazo de unión entre ambos países.


Paralelamente, Pasolini manifestó especial interés por las lenguas minoritarias, especialmente el friulano. Por ello contactó con el filólogo y crítico literario italiano Gianfranco Contini, el cual, tras ver su interés por la lengua catalana, le presentó al eclesiástico, poeta y traductor catalán exiliado en Suiza Carles Cardó i Sanjoan (Valls 1884 - Barcelona 1958), principal responsable de introducirle en la cultura catalana tras proporcionarle una compilación de nueve poemas catalanes de carácter religioso traducidos al italiano de Joan Rois de Corella, Jacint Verdaguer, Miquel Costa i Llobera, Joan Alcover, Carles Riba, Josep Carner, Manuel Bertran i Oriola, Joan Maragall y uno del propio Cardó. Pasolini los publicó en 1947 en la revista de la Accademiuta bajo el título Fiore di poeti catalani
Ya a inicios de los años sesenta Goytisolo se convirtió en el poeta español más conocido en Italia, país al cual empezó a viajar más asiduamente a partir de 1963 para presentar sus libros traducidos al italiano y ofrecer conferencias y lecturas públicas. Tras descubrir la figura de Pasolini se sintió identificado con el director italiano, el cual, a su vez, gracias a su pasión filológica, sintió admiración por la literatura española del Siglo de Oro, la Generación del 27 y autores como Juan Ramón Jiménez y Antonio Machado.
El primer encuentro entre Goytisolo y Pasolini sucedió en 1963 en Roma cuando el primero viajó para reunirse con el escritor Vasco Pratolini con el propósito de discutir una edición española de Cronaca Familiare. La escritora y poetisa catalana Myriam Levy Sumbulovich fue la responsable de conseguir dicho encuentro entre los dos artistas gracias a la amistad que ella tenía con Nico Naldini (primo de Passolini) y Ninetto Davoli (gran amor de Pasolini).
Tras mantener el contacto Pasolini decidió viajar a Barcelona para convencer a la familia de Enrique Irazoqui (Barcelona 1944 - Cadaquès 2020) de que le dejaran interpretar a Jesucristo en su película Il vangelo secondo Matteo (1964). Ambos se habían conocido cerca de Roma cuando el joven estudiante barcelonés de 19 años contactó con escritores destacados y miembros de las juventudes comunistas italianas, y luego se dirigió a casa de Pasolini con unos compañeros.


Pasolini, acompañado de su fotógrafo, acudió a una reunión en casa de Goytisolo, el cual iba acompañado de su esposa Asunción Carandell "Ton", Salvador Clotas (político, escritor y editor), Enrique Irazoqui y Miquel Porter-Moix (historiador, divulgador y crítico de cine y cantante), Román Gubern (escritor e historiador de medios de comunicación) y Ricard Salvat (dramaturgo, director teatral, novelista y profesor universitario). Durante su estancia en Barcelona pasearon por los barrios marginales y populares de la ciudad, entre ellos el Barrio Chino (actual Raval), la Barceloneta y Can Tunis, cuyas barracas le inspiraron su película Mamma Roma (1962).
Poco a poco su nombre comenzó a sonar por los ambientes más progresistas de la ciudad y así fue como un grupo de estudiantes pidió a Pasolini que celebrara una charla sobre su obra como escritor y director de cine y sobre su ideología marxista. Obviamente el certamen no podía ser anunciado oficialmente. Las Facultades de Derecho y de Letras se negaron a ceder un espacio para la conferencia, pero al final logró organizar el encuentro en el Paraninfo de la Facultad de Medicina. Sin embargo, estando el aula llena, las autoridades vetaron el paso a Pasolini alegando que aquello no era una acto académico. De nada sirvieron las protestas y abucheos de los estudiantes mostrando su apoyo al artista italiano. Fue entonces que en medio del alboroto lograron escabullirse de la policía con la ayuda, entre otros, del doctor Santiago Dexeus, llegando a la sala de disección del Hospital Clínico. Allí Pasolini habló de cine, literatura y política entre otras cosas.
Al siguiente día Pasolini se reunió con el director y los actores de la Escuela de Arte Dramático Adrià Gual (EADAG), institución fundada en 1960 por Ricard Salvat y Maria Aurèlia Capmany como sección teatral del Fomento de Artes Decorativas (FAD). La sede se hallaba en la cúpula del teatro Coliseum. Después, acompañado de Goytisolo recorrió nuevamente la ciudad pasando por el bar Zurich de la plaza de Cataluña, el cementerio del Poblenou y la montaña de Montjuïc. El entorno urbano, social y político de la Barcelona de los años sesenta le sirvió de inspiración para escribir su obra teatral Calderón y un guión sobre San Pablo que jamás se llegó a rodar.


En 1967 volvió a Barcelona y acompañado de Enrique Irazoqui, Salvador Clotas y Goytisolo visitó el cementerio de Montjuïc. Pasó allí toda la tarde, le fascinaron las inscripciones y las tumbas de Durruti, Acaso, Ferrer i Guàrdia y Lluís Companys, sobre las que dejó flores frescas que arrancó de otros nichos. Precisamente el camposanto sirvió a Pasolini de inspiración para su poema Trallative con Francoro y ello quedó reflejado en las estrofas donde dice "un viaje de mil horas / para encontrar un cementerio / y un puñado de chozas. / Es necesario venir a España / para ver el silencio / de un hombre que no es un hombre".
La última visita de Pasolini a Barcelona fue en 1975 (el año en que murió asesinado) donde tuvo un encuentro con Salvador Dalí y el director y escritor chileno Alejandro Jodorowsky en el restaurante Atalaya. Al pintor ampurdanés se le ofreció que diseñara el cartel de la película Saló o los 120 días de Sodoma (1975), pero debido a que pidió un alto precio por el trabajo Pasolini declinó su propuesta.

Fotos: Arxiu CCCB,  Arxiu UAB, Colección Júlia Goytisolo.