martes, 28 de mayo de 2019

Érase una vez Barcelona... ¿y mañana?


Con motivo de las recientes elecciones municipales celebradas el pasado domingo día 26 permítanme que haga un breve paréntesis a la serie de artículos sobre la gestión de los alcaldes de la ciudad de estos 40 años de ayuntamiento democrático para hacer una reflexión personal acerca de estos últimos comicios locales.
Barcelona ha apostado por un cambio de alcaldía, una situación con mayorías simples cuyo abanico refleja la pluralidad ideológica de la sociedad barcelonesa. ERC, encabezado por Ernest Maragall, ha ganado los comicios con 10 regidores, siendo la fuerza más votada. Le sigue BComú con Ada Colau, que empata en regidores pero no en votos. El PSC ha recuperado nuevamente la fuerza de años anteriores, con 8 regidores para la lista encabezada por Jaume Collboni. El cuarto lugar lo ocupa C's y el proyecto de Manuel Valls. JxCat con Elsa Artadi pierde peso y se queda en quinta posición con 5 regidores, y cierra el grupo de partidos un testimonial PP liderado por Josep Bou con tan solo 2 representantes.


De los resultados obtenidos se concluye en primer lugar que las fuerzas unionistas, federalistas y constitucionalistas son mayoría, con lo cual Barcelona continúa siendo un bastión no independentista. Aunque ERC haya ganado las elecciones, no suma suficiente, ni siquiera con JxCat como para consolidar un proyecto secesionista, pues serían 15 regidores frente a 26 en contra. Con BComú, en cambio, sí sumarían mayoría los partidarios favorables a un referéndum por la independencia, 25 regidores a favor frente a 16 en contra. En segundo lugar, las izquierdas (ERC y BComú) y el centro-izquierda (PSC) suman mayoría frente a los partidos de centro (C's) y centro-derecha (JxCat y PP), lo garantizaría un pacto entre izquierdas pero no entre derechas, si bien pueden prevalecer otros intereses más particulares como el independentismo, el unionismo o la gestión ciudadana. La CUP no ha obtenido regidores y ha quedado fuera del consistorio.


La mayoría de votantes se han percatado de que las políticas comunistas y antisistema no funcionan, ni son más "progres", ni más democráticas, ni generan más riqueza económica y bienestar social, ni son más feministas, ni ayudan a una igualdad plena entre colectivos. Y de ello tenemos numerosos ejemplos en el mundo que lo demuestran. Y en tercer lugar, se observa que la sociedad barcelonesa apuesta mayoritariamente por una gestión que haga compatible el crecimiento económico con el bienestar social, con un fomento de la cultura y el mantenimiento de Barcelona como ciudad abierta y cosmopolita. Por contra se rechazan las políticas de ideología como las aplicadas habitualmente a nivel autonómico y estatal en favor de políticas de gestión ciudadana, es decir, de actuaciones que contribuyan a mejorar el nivel y la calidad de vida de la gente. En definitiva, importa más la gestión municipal y el carisma del alcalde que no las doctrinas ideologicas de partido.


Lo que vulgarmente llamamos "pactómetro" ofrece varias alternativas de gobierno: un pacto entre las fuerzas defensoras del derecho a decidir, o sea ERC+BComú+JxCat; un gobierno que deje fuera de juego a las fuerzas independentistas, con BComú+PSC+C's; o un tripartito similar al de los años 90 de las fuerzas de izquierdas con ERC+BComú+PSC. Sea cual sea la opción ganadora, debería garantizar la máxima estabilidad posible y satisfacer a la mayoría de votantes, de lo contrario tendremos una alcaldía débil e incapaz de cumplir su programa electoral, provocando así división, enfrentamiento social, una mayoría social descontenta y una oposición política en bloque muy crítica y cada vez más fuerte.


Barcelona es una de mis grandes preocupaciones en todos sus ámbitos, la ciudad que me motivó a crear este blog de artículos de historia local y de opinión personal. Aunque no me declaro independentista soy abierto a un modelo que garantice la mejor gestión en tanto que se observe una mejora real de la ciudad durante los próximos cuatro años. Sin duda, la opción que me hubiese provocado gran satisfacción de haberse presentado es Barcelona com Tu, plataforma ciudadana transversal y apolítica liderada por Daniel Vosseler. Solo un sabotaje provocado (¿premeditadamente?) por un hacker impidió alcanzara las firmas suficientes para que se presentara cuando en verdad las había superado ampliamente. Espero que dentro de cuatro años lo pueda hacer y se convierta en un claro candidato para alcanzar la Casa Gran. Acerca de esta formación hablaré detalladamente en un próximo artículo.


En líneas generales, los candidatos a la alcaldía de Barcelona han sido, globalmente, poco carismáticos y con programas de actuación imprecisos, además de mostrar un nivel cualitativo más bajo con respecto a los alcaldables de años anteriores. La capital catalana es demasiado importante como para dejarla en manos de personas mediocres. Durante los últimos años la ciudad ha evolucionado hacia un rumbo incierto, pàra unos excelente e interpretado como una nueva manera de hacer política, para otros ha causado alarmismo e inquietud entre muchos sectores sociales y económicos. Es fundamental renovar el modelo de ciudad y adaptarnos a las nuevas necesidades vigentes, incluso avanzarnos a las previsibles. Para los próximos cuatro años sería deseable mayor estabilidad política y progreso ciudadano traducido en un equilibrio entre políticas sociales y políticas empresariales.


En términos sociales no hay que abandonar la lucha contra los desequilibrios territoriales con la creación de nuevos equipamientos culturales, deportivos, sanitarios y educativos. Debe además mejorarse la red de transporte público, crear más zonas verdes, construir vivienda asequible hasta llegar al 30% del total regulando además los alquileres y aplicar políticas de convivencia entre colectivos. En términos económicos Barcelona requiere urgentemente reactivar su función de ciudad cosmopolita, abierta e integradora. Hay que apostar por un nuevo modelo de turismo, fomentar el comercio, la atracción de empresas que generen nuevos puestos de trabajo, la investigación científico-tecnológica y bio-sanitaria, las ferias, los congresos, el desarrollo de infraestructuras y la aplicación de políticas medioambientales y de sostenibilidad. Además, Barcelona debería ser un nuevo referente cultural, cuna de nuevas corrientes artísticas, con el fomento y la apertura de museos más cercanos al ciudadano, la concesión de espacios vecinales autogestionados, la apertura de galerías de arte, la potenciación del cine, el teatro, la música, la danza y el circo, y permitir el desarrollo de nuevos de artistas emergentes que dispongan de un espacio de creatividad.


Tomar la alcaldía de Barcelona es mucho más que un reto, una aventura que no se puede jugar de cualquier modo, no apta para provincianos ni para quienes quieren un decrecimiento económico. La democracia participativa resultará fundamental para establecer una buena relación entre vecinos y administración, recogiendo las preocupaciones e inquietudes de las gentes y sus propuestas de mejora de la ciudad. Por ello, la sociedad barcelonesa debería percibir en un futuro cercano que cada bario, cada calle o plaza o cada elemento allá construido es gracias también a su esfuerzo, a su lucha, que Barcelona es como es gracias en parte debido a uno/a mismo/a. Escribamos, por favor, una nueva y mejor historia, otro capítulo de esos más de dos mil años. Érase una vez Barcelona... ¿y mañana?

Fotos: Agencia EFE, Ajuntament de Barcelona (barcelona.cat), Alejandro García (EFE), El Catalán, Horitzontal (CCMA), RTVE, Susanna Sáez (El País), Toni Albir (El País).

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