viernes, 20 de mayo de 2011

32 años de gobierno socialista en Barcelona (I). Los inicios: Narcís Serra (1979-1982)

Se acercan las elecciones municipales que se celebrarán el próximo domingo día 22 de mayo. Vistos los últimos sondeos publicados, por primera vez Barcelona se juega la posibilidad de tener un cambio de gobierno tras más de tres décadas de mandato socialista. El candidato por CIU, Xavier Trias, el favorito en las encuestas, podría poner punto y final durante algún tiempo a la hegemonía del PSC, el único partido que ha gobernado en la ciudad desde que se hicieron las primeras elecciones democráticas.
Mientras unos apuestan por un cambio aduciendo higiene democrática, y otros por el continuismo por temor a un gobierno conservador, me complace hacer un balance personal de lo que han significado, a mi parecer, treinta y dos años de gobierno socialista en Barcelona. Se observa una etapa de gestación con Narcís Serra, quien asentó las bases del programa socialista en Barcelona, si bien su predecesor durante la Transición, el injustamente olvidado Josep Maria Socias Humbert, fue el auténtico responsable de preparar el terreno para asentar dichas bases, es decir, de “modelar el esqueleto” de lo que tenía que ser el cuerpo “con carne y volumen” de una ciudad democrática. Después llegaría una etapa de desarrollo y de máxima plenitud con Pasqual Maragall, y una etapa de continuismo y decaimiento con Joan Clos y Jordi Hereu. Dada la extensión informativa, he considerado preferible dividir el artículo en diferentes capítulos para tratar más adecuadamente y detalladamente la labor de cada alcalde socialista durante estas tres décadas. No pretendo en absoluto que nadie comparta mis juicios de valor, solamente deseo exponer mi punto de vista personal y subjetivo, indicando lo que yo he creído bueno y malo del largo mandato socialista en Barcelona.


El primer alcalde elegido democráticamente fue Narcís Serra i Serra, en las elecciones municipales celebradas el 10 de abril de 1979. En sus tres años al frente de la alcaldía, orientó su programa en la renovación urbanística en base a la implantación de un nuevo modelo, como un intento de acercar el espacio ciudadano a la ciudadanía y alejarse de la fuerte especulación inmobiliaria sufrida en años anteriores. Consciente de que los tiempos habían cambiado, sabía que bajo un régimen democrático la sociedad barcelonesa demandaría importantes cambios debidos a una nueva situación histórica que nada tenía que ver con la franquista. Las asociaciones y entidades vecinales tenían cada vez más capacidad de voz y voto y ya no podían ser ignoradas o engañadas mediante la realización de proyectos construidos a la espalda ciudadana. Era necesario escuchar la voz de la calle y atender sus peticiones porque de esto dependía la popularidad de la figura de un alcalde democrático. Sin embargo, paralelamente a la necesidad de atender las viejas reivindicaciones sociales, consideró que para hacer realidad una buena renovación urbanística la ciudad necesitaba una fuerte inyección de capital económico para dar este su impulso que la catapultase a ser una urbe a la altura de las ciudades medias europeas. Por un lado, abogó por la redacción de la nueva Carta Municipal adecuada a una nueva ordenación jurídica. Y por otro, creyó imprescindible la celebración de un evento importante que sirviera de incentivo para esta renovación consciente de la necesidad de dar a la ciudad una mayor y mejor proyección nacional e internacional. Así, fue el primero en proponer, de común acuerdo con Joan Antoni Samaranch, la candidatura de Barcelona como sede de los XXV Juegos Olímpicos a celebrar en el año 1992.
Las actuaciones consideradas de urgencia se centraron en las áreas de servicios sociales y personales compatibles con unas cuentas municipales austeras, como el establecimiento de una política sanitaria de proximidad, creación de zonas verdes e instalaciones deportivas, entre otras cosas. Para materializarlo durante los próximos años, primero era necesaria una reforma para la mejora del funcionamiento de la administración pública, con la elaboración de un plan de austeridad y el saneamiento de las finanzas municipales. Eso significaba obrar con unos bajos costes destinados a paliar en parte el abandono de determinadas áreas de la ciudad. Otro objetivo de Narcís Serra fue establecer una conexión económica entre Barcelona y los municipios que formaban parte de su área metropolitana.

Tres años de mandato municipal fueron muy pocos para poder demostrar realmente una buena capacidad de gestión. Eran tiempos difíciles más bien encaminados a reparar daños y a colocar las cosas en su sitio que no realizar grandes actuaciones, si bien se lograron hacer algunas. Su alcaldía se convirtió en un puente entre el aperturismo de la Transición y el despegue dado por su sucesor, Pasqual Maragall. Como economista de formación, se dedicó más a liderar la falta de capacidad financiera municipal que a la inauguración de nuevos espacios, como consecuencia de las circunstancias que obligaron primero a una atención del problema económico para luego resolver el social. Sin embargo, plantó las bases del futuro desarrollo de Barcelona que tendría su máximo apogeo con la celebración de los Juegos Olímpicos de 1992.
Durante su breve mandato se hicieron algunas actuaciones destacadas en materia de apertura de plazas y zonas verdes allá donde tenían que ir densos bloques de pisos, algunas mejoras en la red de transportes y la instalación de nuevos equipamientos culturales de gestión municipal en barrios populares. Además de las obras indicadas a continuación, se pusieron en marcha otros equipamientos culturales como los nuevos teatros Regina y Llantiol y espacios lúdicos como el Gran Cafè, la primera champañería de España y el Up & Down, pero al tratarse de iniciativas privadas paralelas no se han incluido como actuaciones municipales inauguradas por el alcalde.


1979. Nueva plaza de la Fundició en el barrio del Clot; primera cursa atlética de las fiestas de la Mercè; nueva depuradora del río Besòs; entrada en servicio de la nueva estación central ferroviaria de Sants; cambio de nombre de 59 calles que tenían toponímia franquista; apertura del centro social Erasme de Janer; y nacimiento en Poble Sec de la primera escuela municipal de iniciación deportiva.
1980. Primer carnaval autorizado en Barcelona después de 40 años; restauración de los Jocs Florals; instalación de las primeras plantas de energía solar en el barrio de Vallbona y en las piscinas Picornell; y apertura del Museu de la Ciència.
1981. Nacimiento del Full Municipal; recuperación de la playa de la Mar Bella del Poblenou; inauguración de la escuela Alexandre Galí en la Barceloneta; inauguración de la plaza de Gaudí; nuevo polideportivo en Can Caralleu; e instalación de los primeros contenedores para el reciclaje del vidrio.
1982. Ampliación del museo Picasso; apertura del parque de Les Heures en la Vall d’Hebron; prolongación de la L4 de metro Guinardó-Roquetes; nuevos jardines de Emili Vendrell; primer centro cívico del Guinardó; inicio de la campaña de rehabilitación de fachadas de edificios; jardines de Sant Salvador y nueva plaza Trilla en Gràcia; plaza de Navas en Poble Sec; plaza de Mossèn Clapés en Sant Andreu; nuevos centros cívicos en los barrios de Hostafrancs, la Sagrera y Sant Andreu; y prolongación de la L4 de metro Selva de Mar-La Pau.
Narcís Serra, al ser designado como ministro de Defensa por el entonces presidente del gobierno Felipe González, dejó la alcaldía, dimitiendo el 1 de diciembre de 1982 y dando paso a su sucesor, Pasqual Maragall.

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