Entrada principal de la Boqueria en la actualidad. Foto: Fundació Benèfica Barcelona Salut
El mercado municipal de Sant Josep, más conocido como La Boqueria, cumple 180 años de existencia. No sólo es el centro comercial alimentario más antiguo de Barcelona, sino también uno de los más veteranos de toda Europa todavía en activo, incluso calificado como el mejor mercado del mundo según la cadena de televisión CNN norteamericana. El aniversario hace referencia a la construcción del edificio que hoy día conocemos y cuyas obras no finalizaron hasta 1914. Los antecedentes los hallamos documentados en el año 1217, cuando frente al Portal de Santa Eulàlia, uno de los accesos de entrada y salida a la ciudad, en la muralla medieval llamada de Jaume I, en el centro de las Ramblas, existían unas mesas de venta de carne. Estas paradas, regentadas por judíos que todavía no habían sido expulsados, vendían concretamente carne de cabra macho, que en catalán se llama "boc". De ahí surgió el popular nombre de "boqueria" que ha llegado a nuestros días, que hace referencia al establecimiento o espacio comercial donde venden carne de cabra o de "boc". Dicha zona se configuró como un espacio de encuentro de vendedores ambulantes y campesinos de los municipios cercanos donde se instalaban para vender sus productos. El hecho de hallarse justo fuera de las murallas permitía ahorrarse el impuesto de entrada de mercancías. En 1470 se instaló la feria de cerdos de diciembre a petición de los payeses del Raval y de numerosos municipios del Baix Llobregat.
Plano de 1869. Foto: Arxiu Fotogràfic de Barcelona
En 1777 tras el derribo del Portal de Santa Eulàlia las paradas de carne se trasladaron a la rambla de Sant Josep, entre la iglesia de Betlem y el actual Pla de la Boqueria, entonces bautizado como plaza del Cap de Creus. Allí permanecieron entre 1791 y 1801. Al siguiente año, con motivo de la visita del rey Carlos IV a Barcelona las mesas fueron trasladadas al huerto del convento de San José. Ya en 1820 surgieron numerosas voces que reclamaron la transformación del convento de San José en un mercado. Este establecimiento religioso fue fundado en 1586 por los carmelitas descalzos, conocidos también como "josepets". En 1823 se ubicaron en el convento del Carmen, desde donde volverían a las Ramblas. En 1827 Francisco de Asís Bernaldo de Quirós Mariño, más conocido como el marqués de Campo Sagrado, dio la primera reglamentación a todo aquel espacio comercial que en aquellos momentos constaba de 200 puestos, de los cuales 100 eran de carne fresca y salada, 48 de pescado y el resto para varios productos.
El 25 de julio de 1835, día de San Jaime, durante el motín anticlerical instigado y dirigido por algunos políticos liberales el citado convento fue incendiado y posteriormente derribado. Al siguiente año, el 28 de marzo de 1836, en el solar que allí dejó los vendedores se trasladaron de manera provisional, si bien acabaría siendo la ubicación definitiva.
El mercado en 1874. Foto: Frederic Ballell
Allá el Ayuntamiento de Barcelona construyó una plaza porticada, obra del arquitecto Francesc Daniel Molina, que previó bautizarse como plaza del Trabajo. Ello fue posible debido a que los terrenos eclesiásticos pasaron a públicos gracias a la política de desamortización de Mendizábal. Aunque las obras finalizaron oficialmente en 1840, aquella plaza siempre quedó inacabada. El 19 de marzo de 1840, día de San José, se colocó la primera piedra del que sería el nuevo edificio que acogería el mercado, obra del arquitecto Josep Mas i Vila. En el acto oficial se colocó una onza de oro y otras monedas bajo la primera piedra como símbolo de la riqueza que llevaría el futuro mercado. De acuerdo con el proyecto de la plaza, el espacio central quedaría reservado para los puestos y la pescadería se instalaría en un espacio separado, en la plaza de Sant Galdric. Se dice que para la construcción de este espacio se aprovechó parte del material de derribo del antiguo convento. Hacia 1850, cuando el proyecto urbanístico de la nueva plaza todavía no se había concluido, empezaron las críticas a la idea de un mercado al aire libre por parte de los comerciantes que exigieron un recinto cerrado y cubierto. Por ese motivo en 1864 se decidió abandonar la construcción de los pórticos y se aprobó la construcción de una gran estructura metálica obra del ingeniero Miquel de Bergue.
Entrada al mercado anterior al arco modernista, en 1908. Foto: Frederic Ballell
Pronto la plaza se quedó pequeña y en 1869 se requirió una ampliación al solar adyacente ocupado por el antiguo convento de San Juan de Jerusalén derribado para dar lugar a la actual plaza de la Gardunya. Las obras de ampliación se iniciaron en 1869 y el 24 de diciembre de 1871 se inauguró la iluminación por farolas de gas. En 1874 se instalaron unas cubiertas provisionales para proteger las paradas de las inclemencias del tiempo. Ya en aquel entonces el mercado disponía de unas 300 paradas, además de las paradas de flores y pájaros de las Ramblas que todo y pertenecer al centro comercial se ubicaron definitivamente en éste paseo barcelonés.
Los lugares de venta de pescado no se trasladaron al área central del mercado hasta 1911. En 1913 se construyó el arco modernista de entrada desde la Rambla que incluye vitrales, el escudo de Barcelona y el nombre del mercado. Y en 1914, respondiendo a la demanda tanto de vendedores como de compradores, se instaló la cubierta metálica, de cinco naves paralelas cada una a dos aguas sujeta mediante pilares y armaduras forjadas por La Maquinista Terrestre y Marítima. Ambos proyectos, del arquitecto Antoni de Falguera, lograron que el mercado quedara definitivamente cubierto.
Interior del mercado en 1918. Foto: Fot Ritma
El resultado fue una construcción a caballo del neoclasicismo y el modernismo arquitectónico, de 6.089 m2 de superficie con una cubierta sin cierre perimetral que permitía ventilación permanente e iluminación natural, más un espacio interior diáfano. El acceso principal sería por las Ramblas, en forma de calle y presidido por el arco modernista, habiendo además dos accesos laterales a modo de pasillos definidos por los edificios porticados y las columnas jónicas que rodeaban los laterales del mercado. El interior, formado por numerosas islas o paradas, se configuró con estructura hipodámica formando calles rectilíneas entrecruzadas y una plaza central ovalada.
Entre 1952 y 1953 se planteó un proyecto de derribo y traslado del mercado a otro emplazamiento a cambio de liberar el espacio con una gran plaza pública enjardinada y erigir nuevas edificaciones que acogerían equipamientos culturales y museos. Ello provocó un gran rechazo popular que obligó a desestimar el plan. Y hubo motivos, pues era un icono y referente barcelonés de primer orden que no dejaba a nadie indiferente, que todavía conservaba aquel carácter preferencial en tanto ser el mercado principal de Barcelona, a la vez eje principal de la vida cotidiana del corazón de la ciudad. Sí que fueron suprimidos los barracones de la plaza de la Gardunya cuyo espacio pasó a ser un gran aparcamiento para automóviles.
Plaza de la Gardunya en 1960. Foto: Arxiu Fotogràfic de Barcelona
Desde el 19 de octubre de 1952 funciona en el interior del mercado el famoso Bar Pinotxo, de tradición familiar, regentado por Joan Bayén y familia, todo un personaje de culto y excelente gastrónomo cuyo carácter simpático y abierto ha encandilado a todo el mundo, a la vez que se disfruta de sus excelentes tapas. Empezó tras la barra de niño, con lo cual lleva unos 70 años trabajando y todavía está al pie de cañón, a sus 86 años. La fama y singularidad del mercado llegó hasta el punto de que incluso 1967 un periodista norteamericano de la revista "Life" que visitó la ciudad afirmó textualmente que «Entrar en el Mercado de la Boqueria de Barcelona es como poner los pies en el interior de una catedral». Otro intento de derribo y traslado, también fracasado, se planteó sobre 1970.
En 1985 se procedió a una remodelación del mercado y la construcción de la zona de carga y aparcamiento. Esta opción se impuso sobre la idea de trasladar el mercado hacia adentro ampliando la entrada por las Ramblas y haciendo desaparecer la plaza de la Gardunya.
Parte trasera del mercado en 1985. Foto: Institut Municipal de Mercats de Barcelona
En 1991 se creó el Institut Municipal de Mercats de Barcelona (IMMB), organismo autónomo formado por comerciantes, políticos y administración destinado a gestionar los mercados municipales con el objetivo de mantener y fomentar la cultura de mercado en la ciudad. El primer paso fue la modernización de los mercados de Barcelona adaptándolos a las nuevas formas de consumo. Por ello, entre los años 1998 y 2001 se remodeló el espacio de venta de la Boqueria con el propósito de mostrar el mercado como una plaza porticada cubierta, mediante la recuperación del conjunto de columnas jónicas y el derribo del área perimetral que unía la cubierta con los pórticos, permitiendo así la entrada de luz natural. También se remodelaron las instalaciones, se rehabilitó la cubierta y se construyó una marquesina de cristal alrededor del mercado para potenciar los callejones laterales y aligerar la entrada de las Ramblas. Además se remodeló la plaza central ovalada donde se ubica la venta del pescado. El proyecto fue obra de los arquitectos Lluís Clotet e Ignacio Paricio.
Interior del mercado en 1980. Foto: Institut Municipal de Mercats de Barcelona
Ya entrados en el nuevo siglo XXI se efectuaron obras de modernización, rehabilitación y puesta al día con la incorporación de servicios como reparto a domicilio, compra online, accesibilidad a personas de movilidad reducida, aparcamiento para clientes, wi-fi o autoservicio. En 2002 se iniciaron las obras de construcción del Aula Boqueria, un espacio para acoger talleres y demostraciones de cocina donde han pasado cocineros y gastrónomos de prestigio, así como para actividades varias. El 15 de febrero de 2006 la entrada a la Boqueria por las Ramblas se bautizó como Pas de Ramon Cabau, restaurador, farmacéutico abogado e ingeniero agrónomo, fundador del restaurante barcelonés Agut d'Avignon, de fama internacional. En 2013 entró en servicio el nuevo aparcamiento subterráneo y la zona logística, lo cual permitió triplicar el espacio de almacenes y habilitar una zona de gestión de residuos. Además se restauró el arco modernista de la entrada principal.
Interior de la Boqueria en la actualidad. Foto: N. Palou (La Vanguardia)
En 2015 se inauguró la remodelación de la fachada posterior con la inclusión de unos nuevos porches, incluida en el proyecto de urbanización de la plaza de la Gardunya, que amplió en 1.000 m2 la superficie del mercado. El espacio ganado se destinó a la construcción de nuevos puestos e instalaciones y a unos nuevos montacargas para la carga y descarga desde la zona logística. La nueva plaza de la Gardunya quedó además presidida por el nuevo edificio de la Escola Massana y el nuevo bloque de viviendas. A partir del año 2017 se inició un plan de esponjamiento para eliminar densificación con el derribo de algunas paradas que ya permanecían cerradas o bien se habían trasladado a otros emplazamientos. La última actuación llevada a cabo hasta el momento ha sido el derribo de dos islas de paradas a cambio de instalar una aula de formación completamente acristalada, más una isla de paradas alrededor de la plaza central para facilitar la movilidad de los compradores.
Los porches que rodean el mercado. Foto: Danny Caminal (El Periódico)
Desde los Juegos Olímpicos de 1992 hasta la actualidad se ha planteado el problema que padece el mercado debido al importante cambio en las dinámicas de consumo, a la modificación del perfil de la clientela y a la gran cantidad de turistas que demandan otros productos. Además, se viene produciendo una gran masificación de público complicando la movilidad en el espacio interior del mercado, a la vez que muchas paradas han cambiado su oferta de proximidad para ofrecer comida para llevar. Es por ello que se han planteado actuaciones especiales destinadas a limitar la aglomeración turística y recuperar nuevamente su carácter de mercado popular, las cuales se irán desarrollando en los próximos años. Para el presente 2020, con motivo de este 180 aniversario de la construcción del edificio del mercado, se prevé el desarrollo de numerosas actividades conmemorativas, siempre y cuando la pandemia mundial de coronavirus recule y permita normalizar la situación lo antes posible.
La plaza de la Gardunya remodelada. Foto: Josep Losada (El Punt-Avui)
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