lunes, 10 de febrero de 2020

La fotografía del transporte barcelonés, un patrimonio a conservar

Foto: C.A.P. (Associació d'Amics del Ferrocarril de Barcelona)

El reciente fallecimiento de José Sebastián Roca, fotógrafo y aficionado al mundo del transporte, lleva a reflexionar sobre el valor y la importancia que posee la fotografía histórica de los transportes y servicios urbanos colectivos. Éste hombre dedicó su vida a retratar los tranvías, autobuses, trolebuses, metro, trenes, funiculares y teleféricos de Barcelona. Y como él hubieron otras figuras destacadas de su generación como Joan Antoni Solsona y Pere Ferré Puig, ambos también desaparecidos. Aunque el trabajo de los tres citados se puede adquirir fácilmente en mercadillos, ferias, tiendas de modelismo y sobretodo por Internet, debe lamentarse la falta de unificación de sus legados en un archivo donde poder efectuar consulta pública de las miles y miles de imágenes que ellos generaron a lo largo de sus vidas.
En la actualidad son muchas las personas de diversas generaciones que se dedican a retratar los vehículos del transporte y que comparten sus trabajos a través de las redes sociales. No se trata de algo nuevo, pues ya a finales del siglo XIX y durante la primera mitad del siglo XX prestigiosos fotógrafos de Barcelona como Cuyàs, Zerkovicz, Brangulí y Pérez de Rozas inmortalizaron los vehículos de antaño, en aquel momento símbolos de modernidad. Entonces tenían una finalidad fotoperiodística, pues las imágenes ilustraban la prensa de la época y apenas habían postales. Aparte de plasmar vehículos, se captaban también a través del ojo de la cámara las instalaciones (edificios y maquinaria), las obras (construcción de infraestructuras de metro y tranvías), los empleados (obreros y tipos de oficios), eventos (inauguraciones y certámenes), sucesos (accidentes, huelgas y sabotajes) y escenas dinámicas de la vida cotidiana (la integración del transporte en la ciudad). Aunque había aficionados al tema más allá del periodismo gráfico, las cámaras eran artículos de lujo sólo al abasto de la gente más pudiente o de profesionales que disponían de sus propios estudios.
Fue durante la segunda mitad del citado siglo XX cuando una generación de jóvenes se dedicó a retratar con sus primitivas cámaras de fotos los vehículos que circulaban sobre raíles y sobre asfalto, eléctricos y a gasoil, tanto urbanos como interurbanos, locales y de largo recorrido. Probablemente el origen deberíamos fecharlo a partir de 1944 cuando se fundó l'Associació d'Amics del Ferrocarril de Barcelona por parte de un grupo de aficionados (y apasionados) por el tema que vieron la necesidad de disponer de un local como punto de encuentro social, a la vez que serviría para estudiar y divulgar éste mundo que a tanta gente fascinaba. Fue entonces cuando se popularizó la afición y la fotografía del transporte. A raíz del nacimiento de dicha entidad surgieron posteriormente nuevas asociaciones de aficionados similares, multiplicándose así el interés por la materia. Además, cada vez era más factible adquirir una cámara de fotos, aunque fuera sencilla o de segunda mano, para adentrarse en este mundo. En aquellos años incluso fotógrafos extranjeros se interesaron por los transportes barceloneses debido a su singularidad, principalmente por hallarse aquí sistemas ya desaparecidos en la mayoría de ciudades europeas. Fueron los casos de Bruce Tilley, Dewi Williams y John Huddlestone, los cuales tuvieron la virtud de retratar excelentes imágenes en color en los años 50 cuando generalmente las fotos eran mayoritariamente en blanco y negro.
La propagación de imágenes empezó a difundirse mediante la edición y venta al público en general de postales de colección, en cuya parte trasera figuraba el nombre del autor, una breve descripción de la foto y el nombre de la asociación que la editaba. Una consecuencia de esa popularización fue la convocatoria de concursos fotográficos donde todo el mundo podía participar y de exposiciones fotográficas organizadas por entidades culturales e incluso por las mismas empresas de transporte. El desarrollo de la tecnología informática y la expansión de Internet en la mayoría de hogares posibilitó el rápido y cómodo acceso a una información histórica de gran riqueza a través de la imagen así como el intercambio de fotos entre aficionados gracias al formato digital. Tanta facilidad de acceso a éstas fotos en las redes trajo consigo el problema de la piratería y el uso indebido sin permiso de sus publicistas, de ahí que cada vez más las fotografías incluyan el nombre del autor para evitar inconvenientes y dejar claro a quiénes pertenecen.
Entre los fotógrafos más destacados por su labor, tanto activos como ya fallecidos, merecen destacarse, entre otros (aparte de los ya citados al principio del artículo), Bernat Borràs, César Ariño, Carles Salmerón, Carlos Segura, David Llorca, Jaume Fernández, Joan Sans, Jordi Ibáñez, Josep Miquel Solé, Juan Antonio Tartajo, Manuel González, Manuel Maristany, Marçal Guardiola, Miquel Llevat, Miquel Segura, Pepe Mora, Pere Paris y Xavier Flórez.
Las fotografías son generalmente (salvo excepciones) funcionales, geográficas, objetivas y con un único protagonista que es el vehículo en cuestión. Aún así cada autor refleja su propio estilo personal en el momento de efectuar la fotografía, componente subjetiva inevitable que a su vez otorga un interés adicional. En algunos casos se busca el componente artístico y compartir el protagonismo con el contexto que le rodea. Encontramos imágenes estáticas (del vehículo parado o estacionado) y dinámicas (del vehículo en circulación prestando servicio). Dedicarse a fotografiar el transporte público supone a medio plazo un aprendizaje del oficio de fotógrafo y del conocimiento histórico y técnico de los vehículos. Entre otras cosas, como cualidades fundamentales a considerar merece mencionar que reflejan el impacto histórico y actual del transporte en la vida económica y social; ayudan a comprender el papel que ha desempeñado el transporte en el desarrollo y modernización de la ciudad; son retratos de la ciudad de Barcelona porque en ellas se observa la evolución del paisaje urbano y de la sociedad; informan sobre cómo funcionaba la movilidad; son capturas instantáneas del pasado que constituyen un documento histórico único e irrepetible; informan acerca de cómo eran aquellos vehículos, resolviendo dudas a través de la evidencia de las imágenes, complementando y mejorando la información histórica escrita; y reflejan la interrelación existente entre el transporte de pasajeros y la sociedad.
En definitiva, más allá de la afición y de su interés comercial, constituyen una síntesis de identidad, memoria, historia, cultura, tradición y patrimonio. Motivos más que sobrados para crear, además del eternamente esperado Museu de la Mobilitat, un gran archivo o centro de documentación público que reúna las miles de imágenes de los vehículos que a lo largo de casi 150 años han servido ininterrumpidamente a la ciudadanía que se desplaza por las calles y plazas barcelonesas.

4 comentarios:

foronda 141 dijo...

Magnifica idea la de crear un arxiu on poder consultar tota l'obra d'aquets grans aficionats, i a la vegada preservar-la perquè no es perdi. Falta que las families cedeixin el fons documental.

Ricard dijo...

Gràcies per la teva opoinió. Efectivament, seria de desitjar aquest arxiu fotogràfic, però dependrà de la voluntat de les famílies i dels mateixos fotògrafs. Salutacions.

J. Escudé dijo...

No és Jose María Solé sinó JOse Miquel Solé donde Miquel és el primer cognom i Solé el segon.

Ricard dijo...

J. Escudé ja ho he corregit. Gràcies per avisar. Salutacions.