miércoles, 9 de septiembre de 2020

Los fotógrafos minuteros de Barcelona


Desde marzo de 2019 ha vuelto a Barcelona un oficio de poco más de cien años y que antaño fue una estampa típica de la ciudad. Se trata del fotógrafo minutero, un personaje entrañable que se forjó a finales del siglo XIX y se consolidó a principios del XX. Actualmente existe la llamada Associació de Fotografia Minutera de Barcelona, la cual firmó en diciembre de 2018 un convenio con el distrito de Ciutat Vella para regular su actividad, asignándoles unos puntos específicos y unos horarios de trabajo. El Pla de Palau, el paseo de Picasso y el parque de la Ciutadella son los lugares definidos en los cuales pueden trabajar hasta dos personas. La recuperación de este oficio que también contribuyó a la identidad barcelonesa, tiene esta vez un valor comunitario en tanto que los fotógrafos minuteros divulgarán su actividad en escuelas y centros culturales.


Para quienes todavía no sepan de qué hablamos un fotógrafo minutero es un fotógrafo ambulante con cámara de cajón de madera que ocupa un espacio destacado de la vía pública para ofrecer al público en general fotografías en tan solo tres y cinco minutos, de ahí el término minutero. La cámara de cajón de madera es un minilaboratorio, generalmente construido artesanalmente por el propio fotógrafo. Dentro de esa caja se procede al revelado fotográfico y se evita que tanto las placas como el papel fotosensible salgan dañados. Las fotos resultantes son analógicas, usándose para ellas papel fotográfico tamaño postal. Para su realización primero se enfoca la imagen con un vidrio semitransparente colocado al interior del cajón en el lugar donde posteriormente se pone el material fotosensible. Luego se cierra el cajón y comienza a operar al tacto. Se extrae un papel sensible a la luz y se coloca en el lugar del vidrio usado para verificar el enfoque de la imagen. Luego se calcula la apertura del diafragma y la velocidad de obturación y, finalmente, se aprieta el disparador accionado con un hilo amarrado a una tapa sobre el lente, quedando el papel expuesto a la luz y obteniéndose el negativo. En una cubeta se revela mediante líquido revelador y en otra se aplican los químicos para fijar la imagen. El negativo se procede al lavado y, finalmente, se repite el mismo proceso para fotografiar el negativo y obtener una imagen en positivo. Al no trabajar en estudio sino al aire libre, los factores meteorológicos son muy influyentes en la calidad del resultado final.


En Barcelona los fotógrafos minuteros surgieron durante la década de los años 80 del siglo XIX gracias a la invención de la cámara de fotos instantánea sin necesidad de trípode, y también de los negativos prefabricados a escala industrial. Todo ello liberó al fotógrafo del laboratorio permitiendo trabajar más rápidamente, a la vez que incrementó las posibilidades visuales y profesionales de la fotografía. Así fue como proliferaron los fotógrafos ambulantes con cámara de cajón por la vía pública ofreciendo un servicio económico a quienes querían una foto y disponían de poco poder adquisitivo. De todos los fotógrafos los llamados minuteros fueron los más populares, ubicándose en espacios como alrededor del monumento a Colón, la plaza de Catalunya, en el Tibidabo, el parque Güell y frente al Arco de Triunfo. Para trabajar en éstos lugares o en otros debían pedir permiso al Ayuntamiento de Barcelona, cuya concesión era de unas 8 pesetas. A partir de 1910 éste colectivo se consolidó y desde 1920 se expandió. Generalmente los minuteros eran fotógrafos autodidactas, aprendices, profesionales autónomos o bien trabajadores despedidos que optaron por este oficio resituándose en la calle. Su proliferación ya mencionada provocó el recelo de los fotógrafos profesionales de estudios fotográficos, razón por la cual la Unión de Fotógrafos de Barcelona intentó hacerlos desaparecer por competencia desleal o bien limitarlos a las afueras de la ciudad y en lugares estratégicos.


Sin embargo ya habían alcanzado una gran popularidad, pues la prensa e incluso la literatura hicieron eco de su presencia como elemento pintoresco de la ciudad. Durante los años 20 del siglo XX fundaron la Sociedad de Fotógrafos Minuteros de Barcelona, con sede en la calle de la Cera 11 (bajos), en el barrio del Raval. De este modo crearon su estructura asociativa para defender sus intereses, marcar sus propias competencias y regularizar el oficio mediante unos estatutos. A modo de curiosidad, en 1923 la ocupación de la calle costaba 40 pesetas anuales y uno de los requisitos para ejercer era tener como mínimo 40 años de edad, lo cual significa que se trataba de un oficio para gente de cierta madurez, a la vez una salida profesional factible para personas adultas con escasos recursos económicos. En 1930 tuvieron que luchar contra los fotógrafos domingueros que se ubicaban por Vallvidrera y Les Planes porque no pertenecían al gremio y hacían competencia desleal. En 1931, ya en la Segunda República, reivindicaron la importancia de su oficio incluso llevando un manifiesto en Madrid debido a las presiones de otros fotógrafos profesionales en su intento de hacerlos desaparecer. Durante la Guerra Civil española continuaron trabajando, si bien de manera más interrumpida por la caída de las bombas en la ciudad.


Bajo el franquismo los minuteros pudieron continuar con su trabajo e incluso agruparse en una nueva asociación de carácter sindical supeditada a las condiciones establecidas por el nuevo régimen. El 31 de enero de 1948 entró en vigor la Reglamentación Nacional del Trabajo para las Industrias Fotográficas y el 23 de julio siguiente se aprobó la incorporación de los minuteros (siempre que no desarrollaran actividades a comisión de las empresas) al Montepío Laboral de Industrias Químicas.
Tras unos años grises y llenos de incertidumbre, la llegada de los marines de la VI Flota Norteamericana a partir de 1951 supuso una nueva clientela abundante que les daría notables beneficios económicos. Desde 1960 cada vez más mujeres empezaron a dedicarse a este oficio, rompiendo los viejos moldes exclusivamente masculinos. Durante el periodo del desarrollismo y el auge del turismo los minuteros vivieron una nueva época de esplendor, y allá donde se ubicaban solían estar a menudo acompañados de vendedores de souvenirs y de refrescos. Desde hacía años alrededor del monumento a Colón convivían con las célebres paradas de pajaritos adivinatorios. En este periodo decidieron reinventarse ofreciendo, además de las fotografías convencionales, retratos cómicos como eran los disfraces de personajes folklóricos típicos españoles (bailadora de flamenco y torero) y los photocall (paneles de madera decorados que incluyen un agujero ovalado para sacar la cabeza).


A partir de 1970 empezó una lenta decadencia del oficio motivada por la popularización de la cámara fotográfica como aparato económicamente al alcance generalizado de la mayoría de bolsillos. Desde entonces el número de clientes empezó a descender notablemente salvo en el turismo.
Durante los años 80 desaparecieron la gran mayoría de minuteros de Barcelona, los cuales se jubilaron o se reciclaron en otro ámbito profesional del campo de la fotografía. Nuevas generaciones de profesionales o aficionados percibieron al viejo oficio como algo obsoleto y propio de otros tiempos, incapaz de sobrevivir a las nuevas tecnologías ofrecidas por la fotografía digital o a las fotos de diseño. Sin embargo, algunos sobrevivieron por la ciudad así como en ferias, fiestas, bodas y acontecimientos especiales, incluso en las ferias modernistas, trabajando de manera muy puntual y ocasional. En la actualidad, además de la Associació de Fotografia Minutera de Barcelona, existe también a nivel nacional la Asociación Fotográfica la Cámara Minutera que, de igual forma, pretende rescatar este oficio en peligro de extinción y pedir el derecho a ejercerlo legalmente.


El viejo oficio de fotos analógicas por un método muy tradicional ha regresado a varias ciudades de España, y a Barcelona también, aparentemente para quedarse de nuevo, como un servicio sociocultural, además de folclórico. Esperemos que también sobrevivan a la actual crisis sanitaria y muy pronto los volvamos a ver por las calles de la ciudad.

Fotos: Blog "Passió per Barcelona", Ermengol Alsina Munné (IEFC), Grupo de Facebook "Fotografía minutera", Josep Postius Saura (AFB), Tot Art Emmarcats, Vidal Huguet, Wolfgang Weber.

2 comentarios:

Tot Barcelona dijo...

Ostras...pues te aseguro que si me haré una foto con mis nietos por este "sistema analógico", en blanco y negro.
Me has dado una alegría.
Salut

Ricard dijo...

Me alegro de haberte podido dar una agradable alegría. Cuando pruebes la experiencia ya me contarás. Un abrazo.