Otro año más se nos acecha cada 12 de octubre con el Día de la Hispanidad. Es la fiesta mayor de España, en la que se celebra el descubrimiento del continente americano y la extensión del llamado Imperio Español, a base de cometer un enorme genocidio. Luego ellos se ríen de los catalanes cuando estos celebran la Diada del 11 de septiembre porque se conmemora una derrota. Sin embargo, festejar el exterminio de unas civilizaciones, unas razas y unas culturas no parece tener nada de vergonzoso ni de anormal. Bueno, son cosas de la vida.
Y lo mismo se podría decir de los países vecinos que conmemoran como algo glorioso y su expansión por el globo. Me refiero a los ingleses hacia Norteamérica, Oceanía y un sinfín de colonias en otros continentes, a los franceses por el sector ecuatorial de África, los portugueses por Sudamérica, los holandeses por las Antillas, etc, etc. Qué bonito es celebrar que el continente europeo masacrara al resto del planeta solo porque eran diferentes. Pues claro, qué se habían creído ellos de haber nacido con un color de piel distinto al blanco, de concebir las divinidades celestiales distintas a Jesucristo, de hablar en unos idiomas tan complicados de entender, de tener una moral y unos valores completamente análogos a los desarrollados por los ilustres filósofos de la antigua Grecia y de vestir diferente, pintarse la cara o ir completamente desnudos en vez de dotarse de las últimas tendencias en moda de abrigos, pantalones y zapatos.
Y los prejuicios siguen y siguen, ya que la desgraciada tendencia no confesada de muchas personas hoy día es pensar que a los moros y a los indios hay que matarlos a todos. Y en el caso de España, el Día de la Hispanidad es la reafirmación del nacionalismo español que obra impunemente cuando quiere. Su objetivo, "inventar" un país que no existe y que nunca ha existido. Esa es la premisa de todos los nacionalismos de estado, pues se fundamentan en una utopía, en un modelo que nunca podrá existir porque la evolución de la sociedad es inevitable y mucho más rápida que los meros idealismos, los patriotismos y las leyes.
La finalidad es crear un territorio uniforme con un "ejército" de personas-robots "de para la patria" con una sola lengua (el castellano), una sola personalidad (la española), una sola creencia (católica) y una sola cultura (los toros y el flamenco). Y así, todo el mundo contento y sin el "problema" de la diversidad que tanto molesta y debilita el país, según se cree.
¿Es eso amor real a España? Rotundamente no. El franquismo, durante sus casi cuarenta años de mandato, lo intentó y fracasó. Para quien tenga un poco de sentido común, se habrá dado cuenta de que esa España nacional nunca existió y el proyecto de estado se cimentó sobre una base de ficción y fantasía. No cabe la menor duda: ningún dictador puede amar a su país, porque someterlo al autoritarismo no es un gesto precisamente de estima. ¿Acaso un maltratador que le propina palizas a su mujer es un ejemplo de buen amante? Entonces la respuesta es muy clara y obvia. Que los nacionalistas españoles son en realidad antiespañoles y separatistas es algo tan obvio como que dos y dos suman cuatro.Y lo mismo se podría decir de los países vecinos que conmemoran como algo glorioso y su expansión por el globo. Me refiero a los ingleses hacia Norteamérica, Oceanía y un sinfín de colonias en otros continentes, a los franceses por el sector ecuatorial de África, los portugueses por Sudamérica, los holandeses por las Antillas, etc, etc. Qué bonito es celebrar que el continente europeo masacrara al resto del planeta solo porque eran diferentes. Pues claro, qué se habían creído ellos de haber nacido con un color de piel distinto al blanco, de concebir las divinidades celestiales distintas a Jesucristo, de hablar en unos idiomas tan complicados de entender, de tener una moral y unos valores completamente análogos a los desarrollados por los ilustres filósofos de la antigua Grecia y de vestir diferente, pintarse la cara o ir completamente desnudos en vez de dotarse de las últimas tendencias en moda de abrigos, pantalones y zapatos.
Y los prejuicios siguen y siguen, ya que la desgraciada tendencia no confesada de muchas personas hoy día es pensar que a los moros y a los indios hay que matarlos a todos. Y en el caso de España, el Día de la Hispanidad es la reafirmación del nacionalismo español que obra impunemente cuando quiere. Su objetivo, "inventar" un país que no existe y que nunca ha existido. Esa es la premisa de todos los nacionalismos de estado, pues se fundamentan en una utopía, en un modelo que nunca podrá existir porque la evolución de la sociedad es inevitable y mucho más rápida que los meros idealismos, los patriotismos y las leyes.
La finalidad es crear un territorio uniforme con un "ejército" de personas-robots "de para la patria" con una sola lengua (el castellano), una sola personalidad (la española), una sola creencia (católica) y una sola cultura (los toros y el flamenco). Y así, todo el mundo contento y sin el "problema" de la diversidad que tanto molesta y debilita el país, según se cree.
Los nacionalistas españoles son antiespañoles porque no quieren a la España real, sino una que ellos inventan y creen que existe cuando no es así. Mal que les pese, España es plurilingüe (como mínimo se habla castellano, catalán, euskera, gallego, aragonés y bable, además de la infinidad de lenguas importadas por la inmigración), con una gran variedad de sentimientos de pertenencia (que no implican la renuncia a sentirse o a ser españoles), sin religión oficial (cada uno cree en lo que quiere y como quiere) y multicultural (también existe la sardana catalana, las cursas de caballo de trote mallorquín, la jota aragonesa y asturiana, el chotis madrileño, los conciertos gaiteros gallegos, los bailes regionales castellanos… además de los toros, el flamenco, la guitarra y las sevillanas como nos quieren hacer creer). Si esa es la España real, parece lógico que alguien que se siente español y "ama" a su patria respete todo esto, lo fomente y se sienta orgulloso de ello, porque de lo contrario supondría una destrucción. La verdadera desmembración o rotura de España es la que pretende tapar esa realidad para inventarse otra. Lo entienden todo al revés porque unidad es diversidad y desmembración es uniformidad. Personalmente, solamente me puedo sentir español de la España real. De la España nacional en absoluto, y aunque quisiera no podría por la sencilla razón de que no existe y nunca ha existido. Para mí, forzarme a ello sería como si tuviese que sentir amor patrio hacia el planeta Vulcano (de nuestro querido señor Spock de Star Treck), hacia Alderaan (tierra donde se crió la princesa Leia de Star Wars) o hacia Mongo (gobernado bajo la tiranía del príncipe Ming, de la serie Flash Gordon). Es decir, hacia una fantasía, hacia algo que no existe, hacia el país de las maravilla de Alicia.
Los nacionalistas españoles son también separatistas, más que muchos independentistas vascos y catalanes por su repudia hacia Euskadi y Cataluña. Resulta un poco contradictorio que "amen" a toda España menos a estos dos territorios. En vez de gritar "arriba España" deberían gritar "arriba el 80% de España" o algo parecido. O sea, ¿se quiere a un país y luego se hacen excepciones? Que cosas más raras tiene esta gente. A veces dicen "mal que les pese, los catalanes están en España" y otras veces "aquello es el extranjero". Pero bueno, eso es de risa. ¿En qué quedamos, Cataluña y Euskadi son de España, sí o no, o solo a ratitos? Decídanse por favor, porque al final ni yo sabré a dónde pertenezco.
Otra estrategia muy frecuente hoy día de un fascista españolista es "no salir del armario", no precisamente en el sentido gay de la expresión. Con ello hago referencia al hecho de que muchos nacionalistas españoles van de antinacionalistas, pero en realidad solo son antinacionalistas catalanes y vascos, pero no estatales, y encima no lo reconocen. Y los peores de todos son los que encima se las dan de izquierdas y progresistas y hablan de un fascismo catalán y vasco cuando en verdad lo son ellos. Es decir, pretenden hacer creer que se puede ser anticatalán y antieuskera y ser de izquierdas, y algunos te responden que "tener diferencias con catalanes y vascos no me convierte en un facha porque las personas no son de una sola pieza". Tiene gracia el asunto. Eso es como si un antirracista afirmara que "odiar solamente a los negros no me convierte en un racista porque no tengo nada en contra del resto de razas".
¿Aman a España? Muy bien, pues a continuación les diré qué hago yo por la "patria": respetar las lenguas, respetar las culturas, respetar las creencias de cada uno sin obligarles a que crean en lo mismo que yo, respetar los sexos, respetar las orientaciones sexuales, respetar las ideas de cada uno sin obligarles a que piensen como yo, evitar censurar la libertad de expresión, cuidar el territorio que piso, tratar a todo el mundo como si fuese igual, procurar tener un poco de sentido de la urbanidad, tener el máximo de amistades posibles de todas las clases, etc, etc. Y no cantar himnos, colgar banderas y uniformizar a las personas, porque la patria es, a fin de cuentas, una porción de suelo donde a veces hay polvo y cacas de perro. ¿Merece la pena morir por esto? ¿Una porción de suelo con polvo y cacas de perro vale más que la vida de vuestros hijos o seres queridos? El alma desnaturalizada que lo crea así que coja un fusil y salga en combate a tener una gloriosa muerte por la patria, o sea, por algo inútil, estúpido e inservible, pues si este patriota se cae de una azotea no será la madre patria quien ponga la mano para salvarle sino las personas, que son lo más importante de esta porción de tierra llamada España o llamada Cataluña… o como quieran llamarla.
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