Entre el 18 de octubre y hasta el 8 de enero próximo El Born Centre Cultural i Memòria ofrece la exposición que lleva por título "Franco, Victòria, República. Impunitat i espai urbà". Ante el gran alboroto que se ha generado nada más anunciarse no he podido evitar ser uno de esos gatos curiosos (al que la curiosidad no ha matado, por ahora) y por ello me he acercado a visitarla. Nada mejor que comprobar por uno mismo hasta qué punto es realmente tan grandilocuente, provocativo y escandaloso lo que se ofrece al público.
A la derecha de la entrada principal en la calle de Comerç presiden a modo de "bienvenida" a la exposición la estatua ecuestre (y decapitada) de Franco y la estatua femenina del monumento a la Victoria. La primera, de 1963, obra de Josep Viladomat, no escapa de las pintadas ni de los lanzamientos de huevos. La segunda, de 1939, obra Frederic Marès, se mantiene intacta y recubierta de la pátina verde natural del paso del tiempo, y a modo de curiosidad merece explicar que esa estatua fue candidata al monumento de la República y luego se aprovechó para la nueva alegoría, modificada con los pechos tapados.
Entro en el recinto del que fue el antiguo mercado. El acceso a la exposición es gratuito hasta el próximo 1 de noviembre, pero aun así me indican que debo ir a obtener una entrada. Luego me adentro en ese presunto pasaje del terror y empieza la aventura. La sala es oscura. Un plafón con una introducción en trilingüe nos da la bienvenida y nos explica qué veremos. Seguidamente se observan tres secciones adecuadamente iluminadas. Las dos primeras están dedicadas al monumento a la República, luego refundado como monumento a la Victoria y actualmente los Cinc d'Oros. Acompañan textos explicativos, numerosas fotografías, portadas de periódicos, recortes de prensa, unas maquetas muy cucas e incluso hay instaladas unas pequeñas pantallas donde emiten algún NO-DO relativo al tema del cual se trata. Nos hablan de los primeros proyectos de 1915 y 1917, del concurso convocado en 1932, de los candidatos y del ganador, de la inauguración oficial de 1936, de la reconversión y refundación de 1939 y de su recuperación en democracia con la inauguración del nuevo monumento de 1990 en la plaza de Llucmajor, rebautizada el presente año como plaza de la República.
La tercera sección, más pequeña, nos explica con el mismo esquema de textos y complementos gráficos la historia de la estatua ecuestre de Franco, desde su colocación en el castillo de Montjuïc el año 1963 hasta su retirada al público en el 2001 y posterior decapitación en el 2008 en el almacén de Via Favència, donde habitualmente se halla guardada tras el cierre del museo Militar. Hay referencias a las cesiones del castillo de Montjuïc, al uso de esta fortaleza como represora de la ciudad, de las últimas ejecuciones antes de la muerte de Franco y de las luchas por la democracia.
El resto de la sala está decorada a modo de ambientación con grandes imágenes de las estatuas y los monumentos protagonistas. Poco antes de la salida se exhibe una cabeza del caudillo hecha de poliéster y resina, de extraordinario realismo, obra del escultor Eugenio Merino, procedente de su controvertida obra "Always Franco" que reproducía una escultura del dictador dentro de un frigorífico con el logo de Coca-Cola.
Se trata de una exposición pequeña, sencilla pero no pobre como algunos indican. Contiene lo suficiente para ofrecer al público la visión de síntesis necesaria, pues en caso contrario un exceso de contenido tiende a desorientar y a agotar a los visitantes. Se centra especialmente en la historia de un monumento y de una estatua, de su simbolismo, de lo que representaron, de los contextos bajo los cuales se materializaron, de los episodios más relevantes que vivieron ambos elementos y cuáles ha sido sus destinos actuales. No hay ni un solo elemento expuesto que no resulte atractivo para visualizar o leer. El resultado invita a reflexionar sobre la necesidad o no de conservar simbología franquista en Barcelona y bajo qué criterios, así como sobre la presencia todavía presente entre nosotros de la figura de Franco en la actualidad. Dos escultores, Josep Viladomat y Frederic Marès personificaron la actitud que tomó el bando perdedor ante la dictadura, es decir, o adaptarse a los nuevos tiempos o vivir bajo la resignación.
Tras salir de la exposición no sucedió nada anormal. Sobreviví. No me transformé. "¿Eso es todo?" me pregunté al salir. Nadie salió adoctrinado ni cantando el "Cara al Sol". No hubo traumas, ni desmayos ni presencia de ambulancias atendiendo al público asistente. En la calle solo llovía. Siguió siendo otoño. Todavía me continúo preguntando qué problema hay, por qué razón se ha levantado tanta polémica y por qué algunos incluso quieren prohibirla. Solo veo juicios de valor de quienes ni siquiera han ido a visitarla, por lo que desconocen completamente su contenido. Incluso me han sorprendido algunas declaraciones políticas que afirmaban que se trataba de una provocación e incluso que reabría viejas heridas. Por favor, que alguien me diga dónde se halla la exaltación a Franco y al régimen franquista y en qué parte de la exposición se expresan ofensas hacia las víctimas de la dictadura.
Desgraciadamente continuamos con el afán de esconder una parte muy importante de nuestra historia como si nada hubiese pasado a cambio de exaltar otras como si fuesen las únicamente válidas. Y ello es un claro indicativo del nivel de madurez democrática al cual nos hallamos. La historia es la que es y lo que sucedió en el pasado ni nada ni nadie lo puede cambiar. Sencillamente debemos asumir las cosas tal y como pasaron, sin avergonzarnos, para que sirva de referente en tanto que jamás deban repetirse ciertos episodios por las consecuencias que tuvieron. Ignorar una etapa tan controvertida del siglo XX no hace un buen favor a nadie, ni a los demócratas ni a los antifranquistas, y mucho menos alimentar polémicas artificiales bajo el desconocimiento solo por el afán de llevar la contraria como ha sido el caso de algunas formaciones políticas.
Según fuentes municipales, la exposición recibió el apoyo público de las principales entidades de la sociedad civil que trabajan desde hace años en la recuperación de la memoria histórica, como la Amical de Mauthausen, la Associació Catalana d'Expresos Polítics o el Memorial Democràtic de trabajadores de la SEAT. Es por ello que censurarla atenta contra la memoria histórica y favorece esa impunidad del franquismo, incluso por parte de quienes se profesan como los principales demócratas y antifascistas. En definitiva, estamos ante una exposición en la que no hay exaltación al caudillo sino más bien todo lo contrario, donde no existe ni un solo elemento que pueda suscitar ofensa alguna, a la vez muy recomendable para quienes se interesen por la memoria histórica. Por favor, no perdamos la cabeza como la figura del caudillo.
Fotos: Ricard Fernández Valentí
7 comentarios:
No perdemos la cabeza, pero no pienso visitar tal exposición, y mira que me gusta el Born, pero paso de esas provocaciones, mi abuelo PEDRO,perdió la vida en un campo de concentración en Cadiz, padre de mi madre en 1939, y según mi madre me parezco a él,tengo sus ojos, mi madre me recordaba que tenía su mirada, estuvo el pobre en tres guerras, fué el último de filipinas, en Cuba cuando perdimos, en Africa yen plena guerra civil él pobre que en PD murió,mi madre en plena guerra civil tenía 18 años y se le fué la menstruación de anémia y falta de comida, yo no lo conocí, pero está su cara en mi pensamiento, y en mi corazón mientras yo, viva, también le he hablado a mi hijos, de todos sus abuelos, hombres y mujeres que sufrieron mucho, pasaron hambre, penalidades y los quiero y respeto mientras viva, mi agradecimiento a ell@s, que son mi razón de ser y no los olvidaré nunca.
Los adoro aunque no los conozca, son mi sangre y mi ALMA.
Besos RICARD y muchas gracias por tu estupenda y fantástica labor, gràcies.
Gracias por tu comentario. Lo comprendo. De hecho mi abuelo materno Tonet murió en 1941 a los 38 años de edad como consecuencia de una enfermedad pulmonar derivada de su cautiverio durante la Guerra Civil. Y mis padres y abuelos pasaron mucha miseria durante la posguerra. Creo que la gente que vivió aquellos tiempos nunca lo han superado y a menudo les duele contarlo.
Yo me lo tomo desde el punto de vista histórico porque quiero saber lo que realmente pasó durante la dictadura, y vuestras aportaciones son siempre muy valiosas en ese sentido. Para mí conocer el franquismo es importante para aprender lo que nunca más debería repetirse. Es triste conocer a gente joven que desconocen a Franco, con el riesgo de que se vuelvan a repetir los mismos errores. Y lo más triste es que todavía queden tantos franquistas sueltos y no hayan sido ni detenidos ni juzgados, y que se tolere la existencia de la Fundación Francisco Franco. Eso en un estado democrático es inadmisible.
Gracias por tu aportación. Besos.
Estoy totalmente de acuerdo contigo, los que amamos la història de Barcelona, i por ende de España, siempre defenderemos una visión global, de vencidos y vencedores, porque una sin la otra no tendrían sentido. Lo curioso es que esta polémica pública me ha hecho ver que los que ahora tenemos entre 40 y 50, nos decantamos siempre por loar la parte de los vencidos, y en nuestros comentarios y posts nos olvidamos de aquellos que nos tuvieron bajo su yugo durante tanto tiempo, haciéndonos pasar penurias. Es justo que los repudiemos, ¿pero no es hora ya de ir olvidando para aquellos a los que sólo nos afectó "de pasada"?. Respetemos a los que de verdad lo pasaron mal, pero intentemos olvidar en tiempos de ruptura democràtica como los que estamos pasando, con un gobierno que defiende su posición a cada lado de una trinchera y no dialogando. Ahora hay cosas más importantes que defender, también incluyo TTIP´S y afectados por la Crisis, y esta expo es sólo un pequeño aperitivo que no nos ha de conmover más que en el recuerdo.
De mirar tant al passat ens estavellarem contra el present.
¿Que por qué ocurren estas cosas? Porque preferimos atacar a reflexionar. Porque preferimos golpear a pensar. Porque es más fácil romper cosas que preguntarnos sobre el porqué de su existencia. Porque preferimos seguir sumidos en la ignorancia que analizar en profundidad. Porque creemos que mostrarnos agresivos con el pasado nos hace mejores en el presente. Porque así "molamos" más a los ojos de los demás. Porque somos vanidosos. Porque somos presuntuosos. Porque todo eso es mucho más cómodo que hacernos las preguntas que nadie se quiere hacer, las que importan, las que duelen: ¿quién era el hombre representado en esa estatua ecuestre? ¿Por qué se le hizo un monumento, muchos monumentos? ¿Lo conocen nuestros hijos, nuestros nietos? ¿Los hijos, los nietos, quizá ya los bisnietos de los que siguen durmiendo en las fosas comunes? ¿Las sombras de ese pasado oscuro que siguen atormentándonos, persiguiéndonos, torturándonos porque nadie sigue sin escucharles, sin oírles, sin llorarles...? Mientras no consigamos hacer frente a todo eso, mirarlo cara a cara, y aprender la gran lección, seguiremos rompiendo estatuas, porque eso es lo que él, el hombre del monumento ecuestre, nos legó: el odio, la rabia, la ira... Él nos lo enseñó, y todos aprendimos la lección. Todo quedó atado y bien atado. Ochenta años después del inicio de esa carnicería fratricida, el carnicero ha vuelto a ganarnos.
Per molt que defensis l'exposició, ha acabat com havía d'acabar: amb el Paquito i el cavall trenctas i tirats per terra. Com es nota que tú no vas viure la dictadura.....
Tens tota la rao.
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