El famoso termómetro gigante de la avenida del Portal de l'Àngel ha cumplido 60 años de vida. Desde entonces es un referente identitario de la ciudad, un elemento patrimonial y el indicador "oficial" por decirlo de algún modo de la temperatura de Barcelona.
Se halla instalado en el número 40 de la citada avenida, en la fachada del edificio Cottet, nombre que procede de una familia que en 1902 abrió en este inmueble la óptica más grande de Europa, con más de 2.000 m2 de superficie. El negocio fue fundado por Costantino Cottet, fabricante de gafas de origen francés que decidió venir a Barcelona con motivo de la Exposición Universal de 1888. Desde entonces se enamoró de la ciudad y ello le motivó a abrir un establecimiento comercial que llevaría el nombre de Optical Franco Española. Además de óptica, también ofrecía aparatos de precisión e incluso de fotografía. Tras morir Costantino en 1915 sus tres hijos Fernando, Rolando y Renato tomaron las riendas del negocio, llegando a abrir una sucursal en Madrid en 1930. Al estallar la Guerra Civil marcharon a Sevilla donde fundaron una pequeña empresa de óptica.
En plena posguerra, los tres hermanos decidieron viajar por Europa para mejorar su negocio e introducir los últimos avances en óptica, y así fue como en 1943, tras haber observado que en las ciudades de Copenhague y Bruselas existían unos termómetros gigantes, se plantearon la posibilidad de instalar uno similar en Barcelona. Para ello, en mayo de 1944 solicitaron un primer presupuesto a la empresa Bata de Copenhague, en julio siguiente se presentó la patente para su instalación, que en octubre siguiente fue aprobado por el Ministerio de Industria y Comercio. Sin embargo, las consecuencias económicas de la Segunda Guerra Mundial retrasaron las gestiones hasta julio de 1949 en que pidió otro presupuesto a la empresa S.P. Wodskou, también de Copenhague. Entre 1951 y 1952 realizaron gestiones con la empresa alemana Fulda, la cual finalmente afirmó su incapacidad de fabricar, transportar e instalar el termómetro gigante. Aquellos años coincidieron con una remontada del negocio gracias a una demanda potencial creciente de personas que requerían de gafas, un objeto que además de ser una necesidad a su vez se convirtió en un objeto de diseño y de moda.
En plena posguerra, los tres hermanos decidieron viajar por Europa para mejorar su negocio e introducir los últimos avances en óptica, y así fue como en 1943, tras haber observado que en las ciudades de Copenhague y Bruselas existían unos termómetros gigantes, se plantearon la posibilidad de instalar uno similar en Barcelona. Para ello, en mayo de 1944 solicitaron un primer presupuesto a la empresa Bata de Copenhague, en julio siguiente se presentó la patente para su instalación, que en octubre siguiente fue aprobado por el Ministerio de Industria y Comercio. Sin embargo, las consecuencias económicas de la Segunda Guerra Mundial retrasaron las gestiones hasta julio de 1949 en que pidió otro presupuesto a la empresa S.P. Wodskou, también de Copenhague. Entre 1951 y 1952 realizaron gestiones con la empresa alemana Fulda, la cual finalmente afirmó su incapacidad de fabricar, transportar e instalar el termómetro gigante. Aquellos años coincidieron con una remontada del negocio gracias a una demanda potencial creciente de personas que requerían de gafas, un objeto que además de ser una necesidad a su vez se convirtió en un objeto de diseño y de moda.
Finalmente, en 1955 contactaron con el ingeniero J. Nebot, de la empresa barcelonesa Guerin Sociedad en Comandita, ubicada en la Via Augusta, el cual se encargaría del proyecto técnico de diseño e instalación. Sin embargo, algunas fuentes de información lo atribuyen erróneamente al arquitecto Pere Ricart Biot. Las obras empezaron en dicho año y ya en diciembre del mismo se procedió al montaje del armazón. Sin embargo, ante una ola de frío que acaeció en Barcelona y dada la necesidad imperiosa de informar a la ciudadanía acerca de las temperaturas, el 4 de febrero de 1956 se puso en marcha el nuevo termómetro aun estando todavía inacabado. No fue hasta el día 25 siguiente que se hizo la inauguración oficial, bajo la publicidad de que se trataba del termómetro más grande del mundo.
En el momento de su inauguración, el termómetro medía 22 metros de altura, pesaba 2 toneladas y disponía de una escala de temperatura de -5º hasta 40º. El funcionamiento era completamente automático, así como la puesta en marcha diaria de la instalación mediante de dos relojes de contactos que conectaban el circuito de columna y de escala a la hora fijada. La temperatura era captada por una sonda colocada en la azotea del edificio al que estaba adosado y transmitida a una centralita electrónica que activaba las luces de los grados correspondientes. Disponía de una columna de mercurio auténtica con contactos de platino en cada grado. La iluminación se efectuaba mediante 710 tubos de neón. Para conocer mejor y con más detalle tanto sus aspectos técnicos y mecánicos como la historia de la óptica Cottet, se recomienda consultar la página web www.cottet.es.
En 1971 se procedió a una remodelación del sistema mecánico debido a que sus conexiones se hallaban a la intemperie, averiándose habitualmente durante los días de lluvia. Para ello fueron llamados dos ingenieros electrónicos alemanes que se encargaron de solucionar el problema, restableciéndose el funcionamiento al cabo de pocos días.
El 6 de julio de 1982, tras una fuerte subida de las temperaturas que alcanzaron los 35º, fueron sustituidas las bombillas por otras más potentes que permitiesen una mayor visibilidad a plena luz del día.
En 1998, con motivo de la rehabilitación de la fachada del edificio Cottet, el termómetro fue nuevamente renovado mediante el desmontaje de su interior, la remodelación de la instalación eléctrica, la incorporación de una sonda, el repintado exterior y el sellado mediante silicona para evitar las filtraciones de agua.
El 25 de marzo de 1999 el Institut del Paisatge Urbà del Ayuntamiento de Barcelona reconoció al termómetro como elemento de interés paisajístico y por ello lo catalogó como Petit Paisatge, una categoría otorgada a aquellos elementos de la ciudad que se recuperan para preservar la memoria histórica.
En el año 2009 el termómetro sufrió errores de funcionamiento, un problema que debido al elevado coste de su reparación no se llevó a cabo. Afortunadamente, en el año 2011 gracias a un convenio firmado entre el Institut Municipal del Paisatge Urbà y la cadena Cottet se pudo emprender la restauración, cuyo coste ascendió a 70.000 euros. Principalmente las obras de remodelación consistieron en la sustitución de la maquinaria de transformadores por disipadores, la sustitución de los 75 transformadores eléctricos y de los 710 tubos de neón por un nuevo sistema de iluminación con lámparas LED de bajo consumo, y la consolidación de los anclajes en la fachada. En cuanto a la estructura, ésta fue pintada con pintura antioxidante, los paneles de acero inoxidable de los dígitos y los guiones de los grados fueron sustituidos por metacrilatos retroiluminados con LEDS, y tanto la columna como la bola de mercurio también se realizaron con metacrilato y LEDS. Todo ello supondría un ahorro de consumo energético y una mayor visibilidad durante el día. Además, se le dispuso de una sonda situada en la base del mismo totalmente resguardada de sol para evitar medidas erróneas, y de una resistencia térmica que regulara la entrada de corriente según la temperatura exterior. El resultado fue la modernización de todo su interior pero conservando el aspecto exterior original de 1956, incluida la iluminación en rojo que indica la temperatura de la calle.
Tras dos meses de trabajo, el 6 de julio del mismo 2011 volvió a funcionar, manteniendo en la actualidad la categoría de ser el termómetro más grande de Europa, además de contar con un moderno y sofisticado sistema automático. La inauguración fue presidida por el entonces alcalde Xavier Trias y la familia Cottet, que descubrieron la placa en el suelo frente al termómetro que lo califica como elemento del Petit Paisatge.
Fotos: Arxiu Cottet Òptics, fanscup.com, IMPU
Fotos: Arxiu Cottet Òptics, fanscup.com, IMPU
2 comentarios:
He llegit bé? 700.000€? Ricard, no voldríes dir 700.000 pessetes?
Tens raó. Són 70.000 euros, no 700.000. Ja ho he rectificat.
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