Tras la masacre terrorista acaecida en París resulta prácticamente imposible encontrar palabras para transmitir el dolor y la rabia de quienes la han padecido. Algunos sucesos de tal magnitud y que tan fuerte golpean en el alma solo se entienden cuando se viven y se sufren en primera persona.
El terrorismo nació como una escisión y perversión del tiranicidio y del derecho a la resistencia en la Antigua Grecia, por lo que jamás debe reconocerse como un movimiento para una causa justa. Generalmente justifica el uso de la violencia indiscriminada sin distinciones ni compasiones por edades o sexos en nombre de unos valores y unas libertades, pero en realidad ello es solo un medio para proceder a tales acciones aunque los ejecutores lo vendan como una buena finalidad.
El terrorismo contribuye a criminalizar a razas, culturas, ideas políticas y creencias religiosas mediante su apropiación, a la vez que manipula los conceptos y la historia para ajustarlos a la medida de sus intenciones. Nada de ello es razón para matar a personas inocentes. En ese sentido, la manipulación divide a la sociedad y crea crisis políticas tanto dentro del estado como entre varios estados, además de fomentar el crecimiento de los partidos populistas que sacan rédito a la situación. Se dice que los grupos terroristas son consecuencia de la situación de crisis, de la opresión de grupos étnicos, culturales o religiosos, de un sistema capitalista injusto que enriquece a unos y empobrece a otros, y de la corrupción de las altas esferas en perjuicio de las gentes más humildes. Sin embargo, en una utópica situación de paz, fraternidad, igualdad y equidad mundial, el terrorismo igualmente existiría porque el afán de poder y de imponer unas formas por encima de otras conllevaría a la violencia. La gente de mal existe a pesar de quienes creen que ello es una mera invención de las religiones para justificar la inculcación de una orden moral.
La historia de la humanidad nos ha demostrado que el terrorismo es una vil acción con fecha de caducidad y que termina inexorablemente en un fracaso, pues nunca ha existido ningún grupo terrorista que mediante sus fechorías hayan conseguido triunfar y alcanzar sus objetivos. La razón de ello es obvia, porque los métodos utilizados no funcionan ni son compatibles con los valores de la tolerancia, el respeto, la solidaridad ni mucho menos con la democracia y el estado de derecho.
El terrorismo es el enemigo común al que debe hacerse frente porque todo ataque terrorista es en realidad un crimen contra la humanidad que jamás debería prescribir. Nunca hay que negociar contra los activistas ni escuchar sus condiciones por la sencilla razón de que asesinar, además de vil, siempre es ilegal, sus razonamientos son irracionales y preservar la vida de las personas inocentes es un derecho innegociable. La única salida factible es acabar con este fenómeno que se ha convertido en la guerra mundial del siglo XXI.
Todos podemos llegar a ser víctimas potenciales de un atentado, por lo que jamás deberíamos ver este problema como algo lejano que solo afecta a unos países determinados. Es necesario que todos los estados del mundo aboguen por un plan de lucha, abordado problemas, intercambiando experiencias, aportando soluciones y estableciendo una sólida red de solidaridad, cooperación y ayuda mutua internacional que proporcione los medios necesarios para combatirlo, especialmente en los países más desfavorecidos y vulnerables que dispongan de menos recursos técnicos y humanos. Pero todavía queda un largo camino por recorrer y una gran lucha por ganar donde las buenas personas formamos parte de un gran equipo.
Solidaridad con la sociedad parisina y con los familiares de las víctimas. Que la historia nos sirva para no volver a cometer los errores del pasado y a ser mejores en el futuro. Je suis parisien.
Las imágenes usadas para la elaboración de este artículo han sido extraídas de las páginas web El Comercio Perú (elcomercio.pe), Noticias Starmedia (noticias.starmedia.com), Periodista Digital (periodistadigital.com) y del blog unvistazoalayer.wordpress.com.
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