domingo, 11 de abril de 2010

…i FRANCESC FRANCO, somrient, espera el vot del poble

El título del presente artículo es la frase final con la que termina el texto de una postal que pedía el voto favorable a la nueva Ley Orgánica del Estado. El escrito, todo y pertenecer al período franquista, se permitió su redactado en catalán, incluso catalanizar el nombre del Caudillo, algo que francamente me ha provocado la risa.
El hecho de que esta postal se escribiese en lengua catalana en tiempos de una normalización lingüística inexistente respondió a la mera conveniencia de ganarse al pueblo catalán. Sin embargo, este singular documento serviría como una prueba material para quienes afirman (y no digo que tengan la convicción) como la escritora Mercedes Salisachs, que durante el régimen franquista la lengua catalana no estuvo prohibida sino que simplemente no era oficial.El tema ha levantado bastante controversia. Leyendo algunos foros de debate por Internet, es fácil descubrir hasta que punto llega la ignorancia de muchas personas, especialmente de quienes más quieren dárselas de intelectuales y alardear de ofrecer una versión auténtica de la memoria histórica. Un ejemplo ilustrativo sería acudir al siguiente enlace donde un grupo de presuntos “expertos” en la materia intentan dar lecciones de historia y de cultura a los demás y desenmascarar esas presuntas “verdades históricas” que aseguran son hábilmente encubiertas y tergiversadas por los movimientos nacionalistas y su victimismo antiespañolista: http://lacomunidad.elpais.com/zpmiente/2007/8/31/la-lengua-catalana-durante-franquismo-verdades-y-mentiras

El resumen del artículo, similar a muchos otros, pretende, en síntesis, demostrar que durante el régimen franquista, a pesar de no ser oficial, la lengua catalana no estaba en tan mala situación. El problema no es tanto lo que se cuenta, sino que la intención de querer “contribuir a la verdad histórica” se queda coja porque solo se enfocan las cosas desde un solo punto de vista. Es verdad que se permitió la edición de libros en catalán, la creación de premios literarios en lengua catalana, que los escritores catalanes (como Josep Pla) podían escribir y publicar sus obras en catalán, que grupos y cantautores (como Joan Manuel Serrat) podían grabar y comercializar sus discos en catalán, que se autorizaba representar obras teatrales en catalán (mi madre y mi padrino lo hicieron), que algunas misas se oficiaban en catalán, que el alcalde Josep Maria de Porcioles hacía a menudo discursos en catalán… e incluso que existía la enseñanza voluntaria del catalán (no en catalán) en algunas escuelas gracias a la firma del gobierno franquista de un decreto de la UNESCO por la defensa de las lenguas minoritarias que convirtió a la lengua catalana como una “singularidad regional”. Y se podrían citar muchos otros hechos verídicos, como la aparición de editoriales en catalán (Enciclopèdia Catalana y Edicions 62, entre otras), de publicaciones periódicas (como Tele/Estel y Serra d’Or), de homenajes a ilustres catalanes (como Mossèn Cinto Verdaguer y Joan Maragall)… y hasta la existencia de escuelas privadas donde la enseñanza se hacía en catalán (salvo los exámenes y cuando venían altos inspectores).

Hasta aquí, nada que objetar a esa realidad, salvo algunos errores e imprecisiones. Ahora bien, tanto los autores como los comentaristas defensores del artículo lo cuentan como si tratara sobre un tema completamente desconocido por la sociedad catalana. ¿Acaso el pueblo catalán es tan estúpido que no conoce su realidad histórica? ¿Qué lecciones pueden enseñar a quienes han vivido duramente bajo el régimen franquista? ¿Qué saben acerca de la represión o las prohibiciones que se cometieron durante 38 años? ¿Qué edad tienen los “expertos” autores de estos artículos?
Pues bien, señoras y señores maestros de la verdad histórica. A pesar de vuestras pretensiones y objetivos, en estos artículos en realidad no enseñáis absolutamente nada que no sepamos, al menos yo. ¿Afirmáis que bajo gobiernos nacionalistas se ha tergiversado y censurado esa realidad que queréis contar? Yo, en el año 1990, cuando estudiaba lengua catalana de COU en el instituto, es decir, bajo la plena mayoría absoluta de CIU con Jordi Pujol en cabeza, todo lo explicado en este artículo fue estudiado en historia de la lengua, incluso más. Y como yo, todas las generaciones que han estudiado lengua e historia de la lengua catalana en COU y en bachillerato lo han bebido. ¿Dónde está la novedad que habéis aportado? ¿Dónde está esa historia secreta que oculta el nacionalismo? ¿Dónde está la censura? Enhorabuena, pues, vosotros, que de pronto habéis despertado del ostracismo y os habéis enterado de que bajo el régimen franquista la gente hablaba en catalán por la calle y se forjó una producción cultural en nuestra lengua local. ¿Eso es todo lo que sois capaces de hacer? ¿Ese es todo vuestro poder intelectual y pedagógico? ¿Así que habéis creído que todo lo que explicado en ese artículo destinado a decir verdades históricas estaba ignorado por buena parte del pueblo catalán?

¿Es esa toda la verdad? Pues creo que falta algo, y es que las monedas tienen dos caras e incluso un canto. ¿Sabíais que toda esa producción en catalán bajo el régimen franquista representaba en términos globales un porcentaje insignificante que reducía a la lengua como algo puramente folclórico? ¿Sabías que la enseñanza del catalán representaba solo un 5% de los alumnos? ¿Sabíais que la producción de libros y discos en catalán era de un 4,5% del total? ¿Sabíais que la rotulación pública en catalán se limitaba solo a cuatro monumentos, placas conmemorativas y a folletos eclesiásticos y de campaña pro-franquista? ¿Y acerca de todos los decretos de prohibición del catalán, de la depuración lingüística de las administraciones y de las multas por hablar o rotular en catalán? ¿Esa es la buena salud de la que gozaba la lengua catalana? Tal vez es el modelo lingüístico que desearíais imponer. Y a ello si sumamos la difusión de la cultura popular catalana y del crecimiento de la economía durante el llamado “Desarrollismo”, ahora resultará que Franco era un catalanista no confeso.
Afirman esos maestros de la verdad que no les importan las ideas de las personas. En ese caso, no entiendo esa furia hacia quienes son nacionalistas, como tampoco entiendo qué clase de demócratas son los que, en esos foros, atacan los argumentos de quienes discrepan de ellos o son catalanistas y, sin embargo, de quienes hacen proclamas franquistas e insultan a los catalanes, no les dicen absolutamente nada, ni una sola protesta. ¿Dónde está ese antifascismo y ese respeto? Incluso el PP reconoce que el catalán estuvo prohibido y perseguido durante el franquismo, y el hasta el no menos polémico “Manifiesto por una lengua común” impulsado por Rosa Díez afirma literalmente que “todas las lenguas oficiales en el Estado son igualmente españolas y merecedoras de protección institucional como patrimonio compartido”, y que “nada cabe objetar a esta disposición tan generosa como justa, proclamada para acabar con las prohibiciones y restricciones que padecían esas lenguas”.

Amigos míos, queréis vender que todos los males de Cataluña derivan del nacionalismo, como si terminando con esto nuestra tierra pasara a ser idílica, o sea, más próspera, más pacífica y más equilibrada. Queréis venderme el cielo en la tierra y enseñarme que los políticos actuales mienten, manipulan y censuran. Bueno, pues es exactamente lo mismo que haríais vosotros si tuvieseis el privilegio de alcanzar el poder y lo que sin lugar a duda harían los partidos antinacionalistas que viniesen “a salvarnos y explicar verdades”.
Se puede criticar o no la política lingüística actual, y las opiniones de cada uno las respeto. Ahora bien, no existen lenguas de primera y lenguas de segunda. Vosotros, defensores del bilingüismo y del castellano, no sois tales defensores porque lo hacéis en base a criterios cuantitativos (es decir, por el número de hablantes en el mundo) y legislativos (porque la Constitución simplemente lo dice), y no culturales (por su riqueza, por la cultura que ha forjado, por su arte literario). Vivimos en un mundo en que lo minoritario vale poco o nada. No os paráis a cuestionar la Constitución, como si se tratara de la Bíblia, es decir, como si cada artículo fuese infalible e incuestionable igual que los verbos de las enseñanzas de Jesús. En resumen, es lo que la Ley dice y punto, no hay nada más que pensar. Si lo mayoritario es lo que vale, entonces podríamos exterminar a los aborígenes australianos en campos de concentración, ya que es una raza minoritaria y sin futuro, son gente que sus vidas y su cultura no vale nada. También deberíamos comer todos hamburguesas todos los días y renunciar a la dieta mediterránea, claro, ya que 200 millones de norteamericanos y muchos toros millones de obesos de todo el mundo asiduos al MacDonalds no pueden estar equivocados.
Lo siento, pero rebatiros es fácil, mucho más de lo que parece. Las estrategias del anticatalanismo me las sé todas, absolutamente todas, porque aunque soy bastante joven (cuento con 38 años de edad) soy también un perro viejo y las he vivido de todos los colores. Engañaréis a los grupos de jóvenes adolescentes con acné que van de juerga con la bandera estelada y la Xibeca Damm, pero no a mí ni a quienes han vivido el régimen franquista.
…i FRANCESC FRANCO, somrient, espera el vot del poble.

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