viernes, 30 de enero de 2009

¿BILINGÜISTAS REALES? DE ESO NADA


En aquellos territorios como Cataluña donde se habla más de una lengua, el bilingüismo es un tema de eterno debate y que últimamente, a raíz de la postura adoptada por determinados partidos políticos y por el relativamente reciente “Manifiesto por una lengua común”, ha levantado polémica y controversia.
Sin embargo, merece la pena analizar a estos partidos políticos que alardean tanto de su defensa por las lenguas oficiales. Primero de todo, deberían de empezar por plantearse qué entienden por bilingüismo, pues en vistas del panorama actual, no parece un concepto muy unificado ni universalizado que digamos.
Por un lado, tenemos aquellos partidos que abogan por un modelo de inmersión lingüística. Ello supone, en el caso de Cataluña, que toda la enseñanza se recibe en catalán, salvo las asignaturas de lengua y literatura española y lengua extranjera. Es decir, que el castellano queda relegado al mismo nivel de un idioma foráneo, lo cual resulta insuficiente si se quiere garantizar un correcto aprendizaje que debería de ir más allá de las normas gramaticales y la literatura. Para que una lengua se pueda dominar bien, debe de poderse impartir en asignaturas específicas porque eso ayuda a enriquecer el vocabulario y a fortalecer las posibilidades de expresión oral y escrita. Así, en un territorio bilingüe como Cataluña donde son oficiales dos lenguas, debería de ser obligatoria una base troncal comuna para todos los estudiantes donde, además de las asignaturas de lengua y literatura catalana y castellana, hubiesen dos o tres asignaturas de ciencias (biología, geología, matemáticas, física y química, etc.) y dos o tres más de letras (geografía, historia, ética/religión, ciencias sociales, etc.) impartidas en catalán y en castellano. De este modo, el alumno adquiriría de cada lengua, una buena capacidad de expresión oral y escrita en el ámbito gramatical, en el ámbito literario, en el ámbito científico-tecnológico y en el ámbito social-humanístico. Dicho de un modo más sencillo, aprender a entender, hablar, leer y escribir dos idiomas en todos los ámbitos del saber humano, que son las ciencias y las letras. Además, la estrategia interesante resultaría que, por ejemplo, si una determinada asignatura se ha impartido en un curso en catalán, en el próximo se impartiera en castellano, y en el curso siguiente nuevamente en catalán, y así sucesivamente. De este modo, el vocabulario de la materia del curso pasado aprendida en una lengua, al curso siguiente se aprende con la otra, y al terminar los estudios, todos los conceptos serán dominados en ambos idiomas.
En definitiva, se trataría de un método de aprendizaje basado en la paridad de saberes (ciencias y letras) y en la alternancia idiomática que garantizaría al final de los estudios el dominio de las dos lenguas. Y a partir de ahí, que cada uno se exprese como quiera, pero al menos dominará dos idiomas sin excusa alguna.

Por otro lado, tenemos aquellos partidos que abogan por que los alumnos sean escolarizados en su lengua materna, de modo que los padres puedan elegir el modelo que desean para sus hijos. Si el modelo de inmersión lingüística es criticable, este es todavía peor, ya que fomenta el ghetto, un apartheid, y que los alumnos escolarizados en un idioma desprecien a los que la reciben en el otro, creando dos bandos enfrentados, potenciando un conflicto que, socialmente, es minoritario. Estos partidos, que critican la inmersión lingüística en catalán porque los alumnos no aprenden castellano, con este modelo, lo que hacen es fabricar una doble inmersión, impidiendo que los alumnos castellanohablantes dominen bien el catalán y generando así un doble problema. Si son defensores de lo que ellos llaman el bilingüismo real, me resulta incomprensible que aboguen por una doble ramificación. Más que un bilingüismo, lo que quieren es un bimonolingüismo, que educaría a los jóvenes a usar su propio idioma pero sin respetar al otro. El resultado de este modelo, al terminar los estudios, si algún día se llegase a aplicar, sería el de una generación catalanaohablante que adoptaría una postura más radical hacia su lengua, y el de una generación castellanohablante que optaría por “pasar del rollo catalán”.
En relación al “Manifiesto por una lengua común”, debo manifestar que genera muchísimas dudas, con lo cual he optado simplemente por no firmarlo. A pesar de sus aparentes buenas intenciones, pretende que las personas cuya lengua materna no sea el castellano se resignen y admitan que su idioma, por el hecho de ser minoritario, es de segunda categoría, y que su protección y respeto se hará como quien conserva algo folklórico, un regalo de consolación para que nadie se enfade y diga que se les prohíbe. Se puede entender que el castellano es la lengua más extendida en toda España y que conocerla es un deber de todos. Sin embargo, el manifiesto parece expresarlo como si hubiese una intención encubierta de crear un pensamiento común y una sola y única personalidad, y que por el hecho de ser más extendida es más importante, superior. Eso se contradice cuando afirman que “todas las lenguas oficiales en el Estado son igualmente españolas y merecedoras de protección institucional como patrimonio compartido”. Y encima afirman que “hay una asimetría entre las lenguas españolas oficiales, lo cual no implica injusticia de ningún tipo”. Lo que antes comentaba: hay que resignarse y aceptar que eres un ciudadano de segunda, y solo hablando la gran lengua común harás méritos para ascender a la primera categoría. O sea, que un “niñato pastillero y tunero” del extrarradio tipo “Neng” o “Juani” que hablase castellano (bueno, es un decir, porque si Cervantes levantara la cabeza y lo escuchara, probablemente decidiría por amputarse la otra mano), valdría más como ciudadano lingüístico que un Josep Maria de Sagarra, un Jacint Verdaguer o un Àngel Guimerà, autores en lengua (o un dialecto como algunos dicen) sin futuro.
Lo más lamentable de todo esto es que este modelo de bimonolingüismo reciba el apoyo de ciertos partidos “de la ciudadanía” y de la “unidad, progreso y democracia” que, a diferencia del PP, se las dan de “verdadera fuerza de izquierdas”. Argumentan que la lengua co-oficial no se debe de obligar sino fomentar. Muy bien. Sin embargo, cuando se fomenta el catalán para los inmigrantes, entonces, ¿por qué se quejan como si se les aplicara un programa de inmersión cuando no es así? Luego protestan porque se pide un cierto nivel de catalán para trabajar en la administración pública catalana. De acuerdo, pero si luego desean que en dichas administraciones todo el mundo pueda ser atendido en la lengua que quiera ¿Cómo lo van a hacer los funcionarios si no se les exige conocer este mínimo nivel de catalán? Que yo sepa, en oficinas, ayuntamientos, ambulatorios, hospitales, etc., que he asistido durante toda mi vida, siempre se ha atendido a la gente en su idioma. No sé, pues, de donde sacan que esto no es así. Y la guinda del pastel es la denuncia de casos de discriminación por razones de lengua. Me parece legítimo y correcto que se alerte de cualquier caso que atente contra los derechos de una persona, y más aún cuando usa libremente un idioma oficial. Sin embargo, cuando se dan casos de discriminación hacia el catalán, como por ejemplo el empleado de RENFE que fue despedido por no hablar en castellano durante una llamada, ¿por qué esos defensores del bilingüismo hacen oídos sordos?
Francamente, creo que actualmente no existe en Cataluña absolutamente ningún partido político que defienda un buen modelo lingüístico. Afortunadamente, nos queda la buena convivencia entre las personas que formamos parte de un gran equipo dentro de un magnífico territorio.

5 comentarios:

Tomás Serrano dijo...

Muy interesante tu blog que he descubierto gracias al de tu hermano.
Respecto a los idiomas, creo que deben servir para comunicarse. Es una perversión usarlos para diferenciarse.

The Fisher King dijo...

Ricard, suscribo a pie juntillas lo afirmado por Tomás Serrano. En mi opinión, las lenguas son meras herramientas de comunicación, no armas arrojadizas. Creo que la ciudadanía acusa necesidades harto más perentorias que una estúpida confrontación idiomática.

Un fuerte abrazo (y gracias por tus escritos).

Ricard dijo...

Hola:

Grácias por vuestras respuestas. Estoy de acuerdo con vosotros. Además, la cuestión en estos casos es enfrentarse, como sea. Si no fuese a base de fabricar un conflicto lingüístico, sería otra cosa.

manderlay col.lectiu cinefil dijo...

Estic prou d'acord amb tu amb moltes apreciacions, però per ser una mica coherents, aquest bloc no hauria de ser bilingüe i no solament monolingüe en castellà?

manderlay col.lectiu cinefil dijo...

Els idiomes no serveixen "per diferenciar-se" com diu algun altre comentari, són la diferència (son diversitat i riquesa) i sinó parlem tots anglès i ja està. Em sembla d'altra banda, (i no és el teu cas en absolut), que defensar el bilingüísme i parlar sempre en castellà és si més no cínic. Crec que els veritables bilingües són els que usen ambdues llengües i en aquest cas es trata principalment dels catalanoparlants, que tenint una llengua materna n'usen dues habitaulamnet. Per altra banda estadísticament, jo que treballo en el món de l'educació, et puc dir que són més els alumnes que parlen, llegeixen i escriuen incorrectament el català que no pas el castellà, i això malgrat TOTA l'escolarització sigui en català. Com saben tots els pedagogs l'apenentatge de la llengua està molt lligada a l'afectivitat i per molts nascuts a catalunya la llengua catalana no és una llengua d'afecte. Potser ens hem de preguntar per què?, i fer-ho tots plegats, els que no l'usen (i per tant no són bilingües) i els polítics o les institucions (i tots nosaltres) que potser no la sabem fer atractiva i viure-la (o viure-les totes dues i moltes d'altres que per sort ja tenim a la nostra cas) amb amor.