Se cumplen cien años de la implantación de la primera red urbana de autobuses en la ciudad de Barcelona. Anteriormente a ésta existió el precedente de la primera línea urbana de autobús establecida por la empresa La Catalana, la cual regentaba un servicio regular de coches a caballos llamado Ripperts entre la plaza de Cataluña y la iglesia de los Josepets. Tras la solicitud de concesión, el Ayuntamiento de Barcelona otorgó permiso y el 12 de agosto de 1906 se inauguró el primer servicio de autobuses entre la plaza de Cataluña y la plaza de Trilla, en Gràcia. La línea dotaba de unidades de dos pisos Brillié-Schneider adquiridos a la Compagnie Générale des Omnibus de París. El precio del billete era de 10 céntimos. Sin embargo este servicio duró poco, pues las compañías de tranvías, sintiéndose amenazadas por la competencia del nuevo medio de transporte iniciaron un proceso de desestabilización a base de recursos e impugnaciones que, finalmente, obligó al Ayuntamiento de Barcelona a la supresión definitiva del servicio el 23 de diciembre de 1908. Tras esta experiencia fallida hubo otros dos intentos, fracasados, de establecer servicios urbanos de autobuses.
No sería hasta 1916 cuando reaparecería el autobús, aunque prestando servicios interurbanos, nacidos como una iniciativa local con el objetivo de unir la capital catalana con los municipios de los alrededores, en algunos casos antiguos servicios de tracción animal reconvertidos. Las líneas con destino al Baix Llobregat tenían como estación termino la plaza de España, mientras que las que se dirigían al Barcelonés Norte y al Vallés finalizaban en la plaza de la Universidad. Efectuaban recorridos con pocas paradas porque no se usaban para trayectos urbanos y porque los alrededores de las carreteras escasamente deshabitados.
Llegados al año 1920 un grupo de regidores municipales presentaron una moción pidiendo que la red de tranvías se reforzara con más vehículos porque su oferta era insuficiente en relación con el aumento de población y de la demanda. Desde entonces se pensó en la posibilidad de reintroducir el autobús urbano como medio de transporte complementario y de refuerzo del tranvía. De los concursos de 1921 y 1922 para la adjudicación de líneas ganó la oferta presentada por Antonio Antich Portella.
El 22 de marzo de 1922 se constituyó la Compañía General de Autobuses de Barcelona, S.A. (CGA). Dos días después Antonio Antich Portella traspasó a dicha sociedad la concesión de sus líneas. El 14 de octubre siguiente entraron en servicio las dos primeras líneas y durante los años posteriores otras líneas que definieron por primera vez una red urbana de autobuses. El material móvil constaba de autobuses de uno y dos pisos Tilling Stevens importados de Inglaterra. Paralelamente, la compañía Tranvías de Barcelona inauguró en el mismo año dos líneas y ante la amenaza que le representaba la competencia del autobús, entre 1925 y 1926 adquirió la mayoría de las acciones de la CGA para controlarla.
La red de autobuses efectuaba un recorrido radial articulado en el núcleo central de la ciudad, especialmente en el Eixample y en el casco antiguo, más tres ejes hacia los barrios de Poblenou, Sant Andreu y Sants, mientras que la Bonanova, Pedralbes, Sant Gervasi, Sarrià y Les Corts no disponían de ninguna línea aunque lo compensaban las de tranvías. Esta estructura, sin embargo, olvidaba las conexiones entre las barriadas periféricas obreras, motivo por el cual las líneas explotadas por empresas independientes compensaron en parte este desequilibrio, siendo claros precedentes del actual Bus del Barri por su función como servicios de proximidad.
Con motivo de la Exposición Internacional de Barcelona de 1929 la CGA se encargó de los servicios especiales de autobús al recinto ferial de Montjuïc. Paralelamente, el Patronato Municipal de Turismo y la CGA acordaron el establecimiento de dos líneas de autobuses turísticos que circularían mientras durase la Exposición Internacional. Para ello se adquirieron autobuses de la firma francesa Laffly. Precedente del actual Bus Turístic, se establecieron dos líneas: "Gran Circuito de Lujo", de recorrido más largo y completo, que incluía un guía intérprete que explicaba los principales puntos de interés de la ciudad; y "Circuito Interior", más económico y de menor recorrido.
El periodo de la Segunda República estuvo marcado por las tensiones políticas y sindicales, las huelgas, los atentados contra los directivos de compañías de transporte y la quema o sabotaje del material móvil y de cocheras. Las compañías de autobuses continuaron repartiéndose entre una gran empresa (CGA), dos medianas (Autobuses Roca y Autobuses del Norte de Barcelona) y un amplio conjunto de pequeñas sociedades familiares. La CGA adoptó unas políticas que le llevaron a un cierto estancamiento de los servicios urbanos, mientras que los interurbanos aumentaron el pasaje e incorporaron nuevo material móvil que permitió incrementar la velocidad comercial.
El importante número de líneas motivó al Ayuntamiento de Barcelona la aprobación en 1932 de una reglamentación de las paradas y el establecimiento de tres grandes estaciones terminales en las plazas de Tetuan, de Lesseps y de Espanya. La proliferación de solicitudes para el establecimiento de líneas de autobuses planteó al Ayuntamiento de Barcelona la elaboración de un plan de transportes que ayudara a regular y reordenar la situación. El 7 de abril de 1933 se aprobó el Plan de Conjunto que proponía la prolongación de tres líneas de autobuses de la CGA más ocho nuevas líneas. El concurso fue ganado por Amadeo Torner, el cual preveía utilizar 78 autobuses con 20 remolques acoplados de la firma Saurer. El 5 de junio de 1934 era la fecha límite de entrada en servicio, pero el incumplimiento de diversas cláusulas de concesión impidieron que los vehículos salieran a la calle. El 15 de mayo de 1935 se aprobó un segundo Plan de Conjunto, abriéndose al año siguiente el concurso para la adjudicación de las líneas propuestas así como las condiciones de explotación, pero el inicio de la Guerra Civil lo interrumpió.
Tras el levantamiento militar del 18 de julio de 1936 se desencadenó un movimiento revolucionario en el que la clase obrera afiliada a los sindicatos empezó un proceso de colectivización de las empresas pasando al control obrero a la vez que se destituían a sus encargados. La mayoría de las empresas de transporte estaban afiliadas a la CNT, que pertenecía al Sindicato Único Rama Transporte (SURT), salvo Autobuses Roca que perteneció a la UGT. Durante la Guerra Civil se intentaron mantener los servicios de manera ordenada y efectiva, mejorando las frecuencias de paso, rebajando las tarifas e incorporando nuevo personal, especialmente mujeres. Todo ello se mantuvo óptimamente hasta septiembre de 1937, momento en que empezaron a faltar piezas de recambio, combustible y material móvil. Por ello el Comité Regional de Ferrocarriles de Cataluña solicitó al Ayuntamiento de Barcelona que los autobuses enlazaran con las estaciones ferroviarias para evitar el aislamiento del pasaje. Finalmente, el avance del conflicto bélico obligó a suspender todos los servicios de transporte de Barcelona.
Fotos: AMDHG (Fons Felip Capdevila), Arxiu Fundació TMB, Marco (AFB).
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