El presente artículo es el resultado de una transcripción escrita de la conferencia que realicé el pasado lunes día 10 de junio a los alumnos de la Escola de Polítiques Socials i Urbanes (IGOP-UAB), cuya sede se encuentra en el paseo de Urrútia, nº 17, en Nou Barris. Quisiera agradecer al profesor Òscar Rebollo Izquierdo del Departament de Sociologia de la Universitat Autònoma de Barcelona por haber depositado su confianza en mí, y al Ateneu Popular de Nou Barris por haber facilitado mi contacto. Espero y deseo en un futuro muy cercano próximas colaboraciones similares.
El movimiento asociativo en Nou Barris es relativamente contemporáneo. Cuando el territorio pertenecía al municipio de Sant Andreu de Palomar, siendo el Distrito V o Distrito de las Afueras sólo había el núcleo parroquial de Santa Eulàlia de Vilapicina y masías dispersas que no configuraron ningún tipo de movimiento vecinal. La población era bastante escasa y la única relación entre estas masías eran económicas y de linaje familiar, pero nunca dieron lugar a ningún tipo de asociación o de cooperativa. Sin embargo, había dos entidades religiosas que permitieron un tipo de asociacionismo mutual y cultural formado por gente procedente de Santa Eulàlia de Vilapicina, Sant Andreu y Horta: el Centro Moral Eulaliense (del 1882) y el Casino Auxiliar Eulaliense (del 1903), con finalidades religiosas y morales pero que desarrollaban actividades culturales, educativas, teatrales y deportivas, entre otras.
Sólo se conocen dos casos históricos donde se daría la posibilidad de intervención vecinal para pedir mejoras por parte de los habitantes del norte de Sant Andreu, aunque ambos hechos habría que estudiarlos más exhaustivamente para averiguar hasta qué punto participaron. El primero fue en 1880 para pedir una línea de tranvía de vapor que comunicara Sant Andreu con Horta a través de la rambla de Santa Eulàlia (actual paseo de Fabra i Puig), y el segundo sucedió en el año 1909, cuando los concejales del Distrito IX hicieron gestiones para pedir la construcción de un apeadero ferroviario de la compañía del Norte (actual estación de Sant Andreu-Arenal).
Los movimientos vecinales propiamente tal y como hoy los conocemos no aparecieron hasta la década de 1920, gracias al desarrollo de las primeras barriadas obreras habitadas mayoritariamente por inmigración de toda España que vino a trabajar en las obras de construcción de la Exposición Internacional de 1929, del metro y de otras obras urbanísticas de la ciudad. Había tres tipos de promociones urbanísticas: las promovidas por empresarios y emprendedores particulares que compraron terrenos a muy bajo precio para erigir viviendas de una o dos plantas, como las de las barriadas de La Prosperitat, Les Roquetes, Verdum y Charlot; las promovidas por sociedades cooperativas, como las casas del pasaje de la Esperança (de la Cooperativa de Algodoneros) y las del pasaje del Arquitecte Millàs (de la Cooperativa de Empleados de Tranvías de Barcelona); y las promovidas por la administración pública, como las casas baratas de Can Peguera.
Estas nuevas barriadas dieron lugar a un notable carácter asociativo para defender los intereses de la propiedad urbana y lograr mejoras en el barrio. Fruto de ello fue la creación de entidades vecinales, lúdicas, culturales y deportivas como la Sociedad de Obreros y Auxiliar la Estrella, el Ateneo Familiar Artístico y Cultural, la Asociación de Propietarios y Contribuyentes de las Roquetas, el Club Deportivo La Montañesa, el Club Deportivo Roquetas, la Unión Patriótica de la Prosperidad, la Sociedad Coral l'Ideal d'en Clavé y los Amigos del Verdum.
Personaje destacado que dio nombre a un barrio fue en Carmel Tusquellas Forcen (1894-1967), presidente de la Asociación de Propietarios y Contribuyentes de las Roquetas entre los años 1925 y 1927. Entre sus acciones alcanzó la urbanización de calles mediante la instalación de aceras y adoquines, la llegada de la red eléctrica de alumbrado, la instalación de fuentes públicas y la dotación de un sistema periódico de limpieza. Sin embargo, este singular personaje fue más conocido por haber sido un actor que hacía espectáculos de toreo cómico, empleando el nombre artístico de Charlot porque iba disfrazado como el actor Charles Chaplin. De este artista surgió el término "charlotada", que se utilizaba para definir no sólo una corrida cómica de toros sino también para evocar una situación grosera, grotesca o ridícula.
Con la llegada de la Segunda República, dado el carácter obrero del norte de Sant Andreu, se establecieron varios locales de signo político: el Ateneu Català Republicà d'Horta i Santa Eulàlia (adscrito a ERC), el Centre Català d'Horta i Santa Eulàlia (adscrito a la Lliga Regionalista), la Societat Recreativa Familiar (después Cercle Republicà Democràtic y adscrito a la Lliga Catalana), el Centre Republicà Familiar de Sant Andreu (adscrito al Partit Democràtic Federal Català), el Centre Republicà Radical de les afores de Sant Andreu (adscrito al Partit Radical Socialista), el Centre Català Republicà de les Roquetes (adscrito a ERC), el Centre Republicà de les afores de Sant Andreu (adscrito al Partit Radical Socialista), y el Centre Republicà Federal de la Prosperitat (adscrito a ERC).
Fuera del ámbito político se conoce la fundación en 1933 de la Peña Drácula, que organizaba los carnavales del barrio e instaló unos pabellones de beneficencia en Roquetes y Verdum.
En el barrio de casa baratas de Can Peguera la CNT tuvo gran influencia hasta el punto de convertirse en el núcleo urbano de toda Barcelona y el segundo de Cataluña de más implantación obrera con afinidad a la ideología anarcosindicalista después del barrio de la Torrassa de l'Hospitalet de Llobregat. El punto habitual de reunión de activistas, principalmente anarquistas, era el bar bodega Munich, ubicado en el número 37 de la calle de Espinauga. En ese barrio residía buena parte del equipo de redacción del diario "Solidaridad Obrera". Un personaje destacado fue Juan Manuel Molina Mateo "Juanele", conocido residente miembro de la CNT, secretario general de la FAI y director de su órgano de prensa, "Tierra y libertad".
Otros personajes destacados fueron Isidre Carandell Portillo (protagonista en la lucha para conseguir autobuses para los barrios) y Joaquim Valls Martí (propietario de terrenos de los alrededores de Can Dragó).
Terminada la Guerra Civil, la vida asociativa fue casi eliminada por la clausura forzosa de los centros sociales, ateneos, casales, asociaciones vecinales y entidades políticas. Así, por ejemplo el Ateneo Familiar Artístico y Cultural estuvo ocupado por la falangista Educación y Descanso, y la Asociación de Propietarios y Contribuyentes de las Roquetas reanudó sus actividades en 1942 pero bajo control severo. Sólo las instituciones eclesiásticas pudieron resucitar la vida social del barrio gracias a las actividades desarrolladas por los centros parroquiales. Un ejemplo de ello fue la labor de la Obra Social de Verdún y la Sección Deportiva Santa Eulalia (SESE) fundadas en 1944. En 1941 nació la Asociación de Pequeños Propietarios de la Urbanización de Torre Baró, y en 1949, fusionándose con la Cooperativa Vallbona, constituyó la Sociedad Cooperativa de Torre Baró, que publicaba un boletín y realizaba actividades, además de defender los intereses vecinales. El punto de encuentro era el bar Los Cazadores.
En el seno de la Iglesia había una rama moderada que no simpatizaba con el régimen franquista y que desarrolló un papel como intermediaria entre el vecindario y las autoridades del régimen franquista de cara a hacer realidad las peticiones vecinales. Esta Iglesia más cercana al pueblo intensificó su presencia mediante la visita regular de catequistas durante los fines de semana, desarrollando actividades religiosas e impulsando tareas y obras sociales que ayudaron en parte a consolidar los barrios. La construcción de guarderías y escuelas y la creación de comisiones de fiestas y deportes fueron algunos ejemplos.
Durante la década de 1960 se empezaron a forjar los cimientos de los movimientos y las luchas vecinales que se desarrollarían durante la década de 1970. El gran crecimiento de población y la fuerte especulación urbanística sobre unas barriadas con insuficiencia de equipamientos forjó el nacimiento de una concienciación social. La Ley de Asociaciones de 1964 permitió mayor permisividad de asociacionismo y a la vez ampararse bajo un marco legal para poder desarrollar las primeras reivindicaciones vecinales. Habían las comisiones de barrio impulsadas principalmente por la organización marxista escindida del PSUC llama Bandera Roja y por organizaciones católicas independientes. Paralelamente, actuaban diversos núcleos clandestinos que luego pasarían a formar legalmente las asociaciones vecinales. La eclosión de estos movimientos fue una consecuencia y una reacción ante la crisis urbana que se vivía incluso a nivel nacional, expresada como una corriente sociocultural, ciudadana e incluso política avanzada que intentaba la transformación de una sociedad en crisis, de modo que la resolución de todos los problemas solo podía pasar por un cambio hacia un régimen democrático que parecía avecinarse. El principal factor que originó estos movimientos fue la reacción ante las actuaciones urbanísticas aplicadas que se derivaban del Plan Comarcal de 1953, que generaron una serie de conflictos provocados por las expropiaciones de viviendas, desplazamientos forzados de población, situaciones catastróficas o peligrosas y la insuficiencia de equipamientos. Cabe destacar la gestación de una prensa de barrio (a veces clandestina) como un medio práctico para difundir a la población las campañas y los idearios de las asociaciones y entidades que las fundaron con el propósito de crear una conciencia social y un movimiento solidario.
El origen de la Asociación de Vecinos de 9 Barrios se debió con motivo del proyecto de ejecución del Plan Parcial Torre Baró-Vallbona-Trinidad aprobado en 1969 por el Ayuntamiento de Barcelona. Afectaba 535 hectáreas y planteaba el derribo de 4.370 viviendas, daba prioridad a grandes vías de circulación y a la creación de espacios libres para el que las inmobiliarias dispusieran de nuevos terrenos donde construir pisos. A pesar de haber reunido en una mesa redonda a los principales representantes vecinales de los barrios afectados y haber hecho más de 3000 impugnaciones contra el Plan, las conversaciones no dieron resultado.
Para defenderse de este Plan tan agresivo, oficialmente nació en fecha del 11 de abril de 1970 la Asociación de Vecinos de 9 Barrios, en el barrio de la Trinitat Nova, en una reunión celebrada en el barracón del Centro de Vida Comunitaria para Todos. Como su nombre dice, la nueva asociación estaba formada y representada por nueve barriadas o secciones: Prosperitat, Verdum, Roquetes, Trinitat Vella, Trinitat Nova, Torre Baró, Vallbona, Guineueta y Ciutat Meridiana. A partir de diciembre de 1971 comenzaron a editar un boletín informativo llamado "Nueve Barrios" donde quedaría reflejada la cronología de todas las luchas. Además, cada barriada editó también su propia revista como una separata de "Nueve Barrios" donde se profundizaba sobre luchas y reivindicaciones concretas.
En el Pleno municipal de 10 de mayo de 1973 donde se presentó el Plan para ser aprobado tuvo lugar la entrada de un centenar de personas en el Salón de la Reina Regente del Ayuntamiento a mostrar ante el alcalde de Barcelona su oposición. El 11 de mayo siguiente, se hizo una manifestación silenciosa entre la plaza de Sant Jaume y la calle de Ferran. Ante fuerte revuelo que se produjo, finalmente, el Plan Parcial no fue aprobado.
Paralelamente a la Asociación de Vecinos de 9 Barrios también desarrollaron una fuerte actividad vecinal las barriadas de Turó de la Peira, Can Peguera (Ramón Albó), Porta y Torre Llobeta, representadas por la Asociación de Vecinos del Turóo de la Peira-Vilapiscina-Ramón Albó, constituida oficialmente el 5 de octubre de 1973 para defender los intereses vecinales, especialmente como reacción al Plan Comarcal. Informaban mediante la convocatoria de una Asamblea de Barrio, unas reuniones clandestinas donde participaban fundadores de CC.OO. Inicialmente, las reuniones se celebraban en el local-teatro del SESE bajo permiso de la rectoría. Más adelante se alquiló un local en la calle de Alloza, desde donde se emprendieron las luchas más importantes.
Con la fundación de la Asociación de Vecinos de 9 Barrios junto con la Asociación de Vecinos del Turó de la Peira-Vilapiscina-Ramón Albó, la década de 1970 iniciaría un nuevo rumbo en la historia de Nou Barris marcando un antes y un después, convirtiendo las luchas sociales en un referente histórico y geográfico más allá de los límites de Barcelona. Todo ello conllevó a pasar del poder político y clerical al poder vecinal, porque estos pasarían a ser los constructores de sus barrios, los arquitectos sociales de una transformación dirigida a mejorar la calidad de vida de la ciudadanía. La celebración de varias asambleas vecinales (especialmente en los cines de barrio), la realización de manifestaciones y los cortes de las calles, entre otras acciones, centrarían las actuaciones para pedir equipamientos sanitarios, deportivos, educativos y culturales, zonas verdes y plazas, reparaciones las viviendas, mejores comunicaciones con transporte público, la urbanización de las calles, la erradicación de los focos de chabolismo y la construcción de infraestructuras básicas, entre otras acciones. Personajes destacados de las luchas vecinales de aquellos años fueron María Ángeles Ribas, Manuel Rodríguez, Andrés Naya, Manuel Vital y Maruja Ruiz, entre otros.
La lucha vecinal más representativa fue la comprendida entre los días 4 y 5 de junio de 1977 contra la planta asfáltica y la conversión de sus instalaciones en un Ateneo Popular. De alguna manera aquello simbolizó el fin del franquismo y el inicio de la democracia en Nou Barris, la derrota del modelo autoritario y el triunfo del poder social. Como equipamiento cultural producto del triunfo popular y símbolo de las luchas vecinales, se definió como un gran centro donde la acción cultural y artística era la herramienta de transformación social. Allí se desarrollaron diversas actividades artísticas, culturales, sociales y educativas dirigidas a mejorar la creatividad, la participación, la solidaridad y la cohesión social de las personas.
El 18 de enero de 1984 el Ayuntamiento de Barcelona aprobó la nueva división municipal de Barcelona en 10 distritos. Nou Barris pasó a ser el Distrito 8 de manera independiente a Sant Andreu, que se convirtió en el Distrito 9. Agrupaba los barrios de Can Peguera (Ramón Albó), Canyelles, Ciutat Meridiana, Guineueta, Porta, Prosperitat, Roquetes, Torre Baró, Torre Llobeta, Trinitat Nova, Turó de la Peira, Vallbona, Verdum y Vilapicina. Trinitat Vella pasó a formar parte del distrito de Sant Andreu.
Durante esta década la gente de Nou Barris continuó las luchas iniciadas en años anteriores con el propósito de lograr una mejor calidad de vida. Numerosas asociaciones vecinales y culturales ya existentes, una vez legalizadas y en pleno funcionamiento como entidades independientes una de la otra, consiguieron más fuerza y mayor capacidad de decisión hasta el punto de configurar un importante tejido asociativo. Era evidente el sentimiento de pertenencia de sus habitantes, pues el territorio había forjado una sólida personalidad. Gracias a estas luchas vecinales, diversas asociaciones y entidades de barrio entendidas como espacios de libre expresión ciudadana fueron abriendo las puertas porque resultaban imprescindibles y fundamentales en la vida social de unas barriadas tan luchadoras. Un mejor entendimiento con las administraciones democráticas permitió por fin hacer realidad muchas cosas que quedaban pendientes. Poco a poco, las deudas con los habitantes de Nou Barris se irían saldando y el distrito comenzaría a integrarse en Barcelona como un espacio más de la ciudad para dejar de ser visto como un espacio suburbial y marginal. En este sentido, se intentó cambiar el concepto tradicional de periferia obrera.
Durante la década de 1990 y sobre todo después de la celebración de los Juegos Olímpicos de 1992 continuaron las reivindicaciones vecinales reclamando mejoras para los barrios del distrito, especialmente para la petición de equipamientos en general, que aún eran insuficientes en relación con la población existente. Básicamente hablaríamos de equipamientos culturales (bibliotecas, centros de jóvenes y ancianos y centros culturales), educativos (guarderías y escuelas públicas), deportivos (polideportivos), y sanitarios (ambulatorios y otros centros de salud). También se intensificaron las luchas para la mejora del transporte público (más líneas de autobús y metro), para la construcción de nuevas viviendas sociales y la rehabilitación de otros existentes, y para ejecutar reformas urbanísticas encaminadas a mejorar la calidad de vida de sus habitantes (islas peatonales, ampliaciones de aceras, zonas verdes y reducción de la densificación), entre otras cosas. La transformación de Nou Barris llevó a definir el distrito como "la nueva Barcelona" en contraposición a "la penúltima Barcelona", término acuñado por los periodistas Josep Maria Huertas y Jaume Fabre.
Llegados al nuevo siglo XXI, Nou Barris refleja todo lo que se ha conseguido gracias a las largas y duras luchas vecinales, las cuales no han cesado en ningún momento sino que prosiguen porque la renovación de los barrios del distrito es un trabajo continuado que las nuevas generaciones han sido capaces de heredar. La Coordinadora de Asociaciones y Entidades es la institución popular que reúne periódicamente y representa a todas las asociaciones y entidades diversas del distrito para plantear y resolver problemas de manera conjunta. Otra consecuencia de las luchas vecinales ha sido la creación de los llamados planes comunitarios. Entendemos por ello una red de propuestas y actuaciones promovidas por asociaciones vecinales y entidades con la colaboración de algunos servicios y administraciones públicas, que tienen como objetivo averiguar las necesidades y potencialidades en todos los ámbitos (educativo, sanitario, cultural, urbanístico , deportivo, etc) con el fin de progresar en la mejora de la calidad de vida colectiva de los barrios. Actualmente están en marcha los planes comunitarios de Torre Baró-Vallbona, Trinitat Nova, Roquetes y Verdum, lo que demuestra cómo el poder vecinal continúa teniendo fuerza, voz y capacidad de decisión. Más recientemente, con la crisis económica, han surgido movimientos contestatarios como Nou Barris cabrejada diu prou! y plataformas contra los desahucios que evidencian la existencia de un relevo generacional en las luchas y los movimientos vecinales en Nou Barris.
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