lunes, 20 de junio de 2011

El Paralelo: la avenida de la triste figura


Evocando discretamente y sin ninguna pretensión artística a la descripción que hizo Miguel de Cervantes del ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, deseo hacer referencia a la situación que actualmente ofrece la entrañable y mítica avenida del Paralelo de Barcelona. Porque sin lugar a dudas, es hoy día la avenida de la triste figura, sobre todo si efectuamos una mirada al pasado y observamos lo que había sido esta arteria para la ciudadanía.
Inaugurada oficialmente el 8 de octubre de 1874, la avenida del Paralelo (llamada así porque coincidía con el paralelo terrestre 41º22’34’’ norte aunque antaño tuvo las denominaciones de Marqués del Duero y Francesc Layret), enseguida se convirtió en el gran eje del ocio barcelonés, instalándose allí numerosos teatros, cabarets, salas de baile y cafés, además de algún cine y un circo. Se le llegó incluso a comparar con el Montmartre parisiense y con el Broadway neoyorquino. Mi madre me explicaba cómo le gustaba a mi bisabuela Valentina frecuentar el Paralelo e ir a menudo a tomar algo en la larga terraza callejera del café Español. La fama y el prestigio de esta avenida se extendió por toda España y el extranjero e incluso recuerdo en la década de 1980 un programa del concurso “1,2,3, responda otra vez” dedicado al Paralelo barcelonés. Presentado en aquél entonces por Mayra Gómez Kemp, uno de los regalos para la pareja de concursantes era hacer un viaje a Barcelona y visitar la avenida del Paralelo. La carismática presentadora dijo emocionada que era “un regalo tan bonito…”
Pues bien, mi querida Mayra, ese regalo tan bonito sería actualmente imposible de cumplir porque aquella magia del pasado murió hace tiempo y hoy día el Paralelo es, como he dicho al principio, la avenida de la triste figura. Ya en las décadas de 1960 y 1970 empezó la decadencia con un descenso del público asistente a las salas de teatro debido al cambio progresivo de los gustos barceloneses que optaban por otra clase de ocio y entretenimiento. Tampoco las empresas teatrales fueron capaces de renovarse y adaptarse a los nuevos tiempos y a las nuevas demandas, lo que hubiese permitido su continuidad como han hecho otras ciudades. Durante las décadas de 1980 y 1990 prosiguió esta decadencia y olvido, siendo más grave porque nos encontrábamos bajo un sistema democrático y unas mayores posibilidades de manejo y decisión que ello implicaba de cara a programar una buena política cultural. Sin embargo, aún no habiendo excusa alguna, eso no fue así. Algunas salas de teatro cerraron definitivamente sus puertas porque su oferta respondía a gustos de otros tiempos que ya habían quedado obsoletos y sobradamente superados. Ni el Ayuntamiento ni la Generalitat hicieron por aquellos años absolutamente nada para salvar los antiguos teatros y renovarlos para hacer del Paralelo un Broadway barcelonés lleno de cines, teatros, cabarets y salas de baile, como muy bien hicieron ciudades como Madrid, París, Londres y Nueva York, entre otras. En los últimos años, los solares que habían dejado las antiguas salas de cine y de teatro han sido desgraciadamente ocupados por bloques de viviendas y hoteles por falta de una política cultural adecuada e insensible por rescatar esta entrañable arteria barcelonesa que tanta historia de la ciudad ha escrito durante más de cien años.


Actualmente es muy poco lo que nos queda. Los teatros Apolo, Artèria Paral•lel, Condal, El Molino y Victoria han sobrevivido hasta nuestros días y a medio plazo se prevé recuperar también el teatro Arnau. Pero hubiesen podido ser algunos más los locales rescatables con tan solo un poco más de voluntad por parte de las administraciones. Ahora, desde hace dos años, la Fundació El Molino y el Ayuntamiento de Barcelona organizan anualmente una jornada festiva e integradora denominada “Fem festa, fem Paral•lel” que pretende reivindicar nuevamente el Paralelo como eje del ocio y la cultura. Colabora con los anteriores la Associació d’Empresaris de Teatre de Catalunya, y diversas asociaciones de barrio que realizan todo tipo de actividades populares cortando un tramo de 800 metros de longitud el tráfico de la avenida con la instalación de carpas, juegos infantiles y escenarios, y la jornada de puertas abiertas de los teatros supervivientes, especialmente del renovado music-hall El Molino.
La iniciativa es una excelente noticia, aunque llega tarde porque el mal ya está hecho y muchos solares vacíos ya no se podrán aprovechar para reconstruir más teatros y cines porque los ocupan viviendas, oficinas y hoteles que han contribuido a hacer del Paralelo una avenida gris y apática. Por Barcelona han abierto nuevos teatros y salas de fiesta durante los últimos años, incluso recientemente, pero en otros espacios dispersos y lejanos al Paralelo. Grave error ha sido no haber impulsado su instalación en esta arteria seduciendo y ofreciendo interesantes incentivos a sus empresarios. El solar del antiguo teatro (luego cinerama) Nuevo podría haberse convertido en una multisala de cines en vez de acoger una residencia geriátrica privada y el antiguo Regio Vistarama Palace en un excelente teatro musical por sus magníficas instalaciones y grandes dimensiones en vez acoger unas vulgares oficinas de alquiler. Insisto que dicha iniciativa de recuperar el Paralelo es muy buena y necesaria, pero vuelvo a remarcar que llega demasiado tarde porque se tendría que haber hecho al menos hace veinte años atrás, aprovechando el impulso internacional de los Juegos Olímpicos de 1992 para finalizarla años después coincidiendo con el notable auge del turismo en Barcelona. Ahora, la capital catalana intenta ponerse al día estrenando incluso obras musicales inglesas y americanas que en Madrid, sin ir más lejos, las estrenaron mucho antes que nosotros en versión castellana y que las disfrutamos también tarde.
Se quiere convertir el Paralelo en un Broadway barcelonés, pero eso va a resultar muy difícil porque el número de locales de ocio es insuficiente, por lo que será necesario buscar otras soluciones alternativas como factor de atracción barcelonés y turístico que permitan cubrir ese hueco vacío que han dejado los antiguos teatros y cines de antaño desaparecidos. A la oferta de ocio y cultura sería imprescindible una reforma urbanística de la avenida para convertirla en un boulevard, con aceras amplias y renovadas que inviten al paseo y a la instalación de terrazas, carriles-bici y el fomento del comercio y la restauración. Todo lo que se haga por el Paralelo para recuperarlo y adaptarlo a los tiempos actuales, aunque sea poco, será bienvenido.


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