martes, 29 de junio de 2010

Breve historia de Nou Barris VI: el “desarrollismo”

A partir del año 1959, con la aprobación del Plan de Estabilización se inició un proceso de recuperación económica. El abandono de los postulados autárquicos significó una importante transformación de la ciudad. Fue el periodo conocido como "desarrollismo". El crecimiento demográfico aumentó notablemente por el continuado alud inmigratorio de toda España atraído por el desarrollo industrial. En el territorio de Nou Barris, la nueva década de 1960 se caracterizó por la edificación masiva de viviendas sobre espacios libres excluidos de cualquier morfología y de escaso desarrollo urbano. Muchas de las construcciones existentes se respetaron, sin superponerse a la trama existente. Hubo una adaptación a aquello que ya había, ocupando contiguamente piezas de suelo, llenando espacios vacíos y evitando cualquier roce con el sistema morfológico existente. Ello generó una urbanización desfavorable a cualquier ordenación u ordenamiento.
El final de la autarquía para dar paso al llamado “desarrollismo” culminó con el asesinato por parte de la guardia civil del maquis Josep Lluís Facerías, el 30 de agosto de 1957, en la confluencia del paseo del Doctor Pi i Molist con el paseo de Verdum, un suceso que alertaba de la existencia de un autoritarismo gubernamental que no cedía y que continuaba vigente a pesar del desarrollo económico y de un presunto bienestar que no pudo satisfacer las necesidades fundamentales de buena parte de la población del territorio de Nou Barris.

El resultado de las viviendas construidas entre 1953 y 1956 tuvo consecuencias negativas, especialmente en los bloques del Governador, de la Obra Sindical del Hogar y del Patronato Municipal de la Vivienda, tres ejemplos de lo que se denominó como “barrquismo vertical”. Los edificios se hicieron con materiales baratos y deficientes. El exceso de edificabilidad formó barriadas de elevada densidad de población. Incluso, en algunos casos esta masificación se tradujo en barraquismo y en casas de autoconstrucción, sobre todo en barrios como Roquetes, Torre Baró y Vallbona. Muchas calles estaban sin urbanizar y había insuficiencia de servicios y de infraestructuras básicas. Por ejemplo, entre 1964 y 1967, el vecindario de Roquetes, cansado de esperar soluciones prometidas por el Ayuntamiento, decidió por su cuenta construir la red de alcantarillado. Participó gente de ambos sexos y de todas las edades. Las obras las hicieron los días que no se iba al trabajo o a la escuela, o sea los domingos y días festivos.
El año 1957, uno plan parcial promovido por el Ayuntamiento de Barcelona, Rosa Valls y Manau Balag legalizó todas las construcciones del barrio de Roquetes. Al año siguiente lo mismo sucedió en la Trinitat Nova.

Se aprobaron diversos planes parciales: en 1959 la Inmobiliaria de Transacciones Urbanas (de Román Sanahuja), el Ayuntamiento de Barcelona y unos propietarios de terrenos aprobaron la construcción de grandes bloques de viviendas en el regazo del Turó de la Peira; entre 1960 y 1966 se desarrolló el Plan Parcial de la Guineueta con diversos bloques de viviendas de la Obra Sindical del Hogar y de varias empresas como La Puntual, DARSA, FECSA, Catalana de Gas y Telefónica; en 1963 se aprobó el plan parcial de Font Magués sobre unos terrenos descartados para ubicar un nuevo cementerio debido a la humedad, de donde nacería en 1967 Ciudad Meridiana, obra de la empresa Urbanizaciones Torre Baró; en 1964 la Comisión de Urbanismo adquirió terrenos para la edificación del polígono de Canyelles, y la empresa SADIS adquirió parte de los terrenos de Can Ensenya para construir la primera fase de la promoción de viviendas de Barcinova; en 1966 se finalizó el polígono de viviendas de Porta, promovido por Román Sanahuja y el Obispado de Barcelona, de mayor densidad en la prevista para compensar la cesión de un solar destinado a la futura plaza de Sóller, que entonces no se hizo, como tampoco las zonas verdes ni los tres colegios prometidos; y en el año 1969 se inició la construcción de la segunda fase de Can Ensenya, la urbanización Calinova, a partir del derribo del ala derecha del Instituto Mental de la Santa Cruz.
La especulación se tradujo a menudo en estafas, como por ejemplo las realizadas por el señor Llobet, propietario de las viviendas inacabadas del solar de la calle de Santa Engracia (futura plaza de Ángel Pestaña) y que vendió un mismo piso a varios compradores. Como resultado, el señor Llobet fue condenado pero los compradores se quedaron sin dinero y sin vivienda, lo que dio a la proliferación de un núcleo de barracas.

A nivel económico, el aparentemente creciente sector industrial enseguida entró en declive. Aunque se inauguró la nueva factoría Autocesorios Harry Walker en el paseo de Valldaura, dedicada al sector auxiliar de la automoción, y el nuevo edificio de la compañía Telefónica, en cambio, cerraron otras industrias importantes, como la Hispano Villiers (1968) y los talleres ferroviarios de RENFE-Meridiana. El sector del comercio recibió un fuerte impulso, con la apertura de nuevos establecimientos y la inauguración de nuevos mercados municipales. Ello otorgó una nueva vida y un nuevo ambiente en las calles de la mayoría de los barrios. En 1960 abrió sus puertas el mercado de Nuestra Señora de Montserrat (en la Trinitat Nova), en 1961 lo hizo el de Nuestra Señora de la Merced (en Santa Eulàlia de Vilapicina), en 1965 abrió el de la Guineueta y en 1966 el de Nuestra Señora de Nuria (en Ciutat Meridiana).

En el ámbito pedagógico, destacó especialmente la escuela Ton i Guida, abierta en el año 1962 por iniciativa de la pedagoga Maria Antònia Canals, en un barracón emplazado en medio de la futura Vía Favencia, entre las calles de Almansa y de Batllori. Este centro se caracterizó por haber desarrollado un sistema pedagógico moderno e innovador para aquellos tiempos. Fueron varias las escuelas que se crearon durante aquellos años, pero en relación con el total de la población la oferta era inferior a la demanda. Un caso esperpéntico fue el de los llamados “escuelones” de Torre Baró, que no eran otra cosa más que viejas carrocerías de tranvías retirados del servicio urbano, interiormente reformados y habilitados como aulas para alumnos.
Durante aquellos años abrieron, entre otras, las escuelas Canigó (en Turó de la Peira), Felipe II y Francisco Franco (en Guineueta), Calderón de la Barca y Timbaler del Bruch (en Santa Eulàlia de Vilapicina), Juan Maragall (en Torre Llobeta), Tibidabo, Víctor Catalá, Cardenal Cisneros (en Prosperitat), Mío Cid (en Verdum), Onésimo Redondo, San Antonio María Claret (en Roquetes), Ramiro Ledesma, Roger de Flor, San José Oriol (en la Trinitat Nova), Font dels Eucaliptus (en Torre Baró), Ciudad Condal (en Vallbona), Elisenda de Montcada y Maestro Morera (en Ciutat Meridiana).


A nivel de infraestructuras, el año 1964 se inició la construcción de la avenida Meridiana en el tramo comprendido entre el paseo de Fabra i Puig y Montcada i Reixac y que tendría la función de autopista urbana. Sólo el paseo Valldaura permitía ir de un lado a la otra a través de un paso inferior. La carretera de Ribes dejó de ser la principal vía de comunicación con las comarcas vallesanas, se derribó la antigua Torre del Baró en el año 1967 y las vías del ferrocarril se soterraron. Por otra parte, en octubre de 1969, se inició la conversión de la rambla del paseo de Fabra i Puig en una avenida para los automóviles. Ello comportó la tala de todos los plátanos, la supresión del paseo central y la ampliación de las aceras laterales, dejando una calzada central de seis carriles de circulación.

Y en el ámbito de los transportes urbanos, la llegada del metro el 21 de julio de 1959 fue decisiva y muy importante para mejorar las comunicaciones con el resto de Barcelona. El 1 de julio del mismo año el tranvía de la línea 47 llegó hasta la plaza de Llucmajor, y el 30 de noviembre de 1965 lo hicieron las líneas 48 y 50. Sin embargo, paralelamente se inició un proceso de supresión de la red de tranvías en favor de la de autobuses, la cual se extendió mediante servicios de aportación al metro para comunicar con este sistema de transporte las nuevas barriadas surgidas durante aquella década, habitada mayoritariamente por gente de clase trabajadora procedente del resto de España.

martes, 22 de junio de 2010

Breve historia de Nou Barris V: la posguerra

Terminada la Guerra Civil en el año 1939, España fue sometida al nuevo régimen del general Franco. La victoria del franquismo comportó cambios en el panorama político, social y económico. Toda organización política, sindical o cultural de cariz democrático o catalanista fue abolida y perseguida. El estallido de la Segunda Guerra Mundial terminó de construir una etapa de aislamiento absoluto. Los medios de comunicación se caracterizaron por la fuerte censura informativa. La economía tenía un carácter autárquico e intervencionista, sin ayudas internacionales imprescindibles, y con fuertes restricciones y escasos racionamientos. El control de las materias primas y de los precios de los productos básicos favoreció a quienes simpatizaban con el nuevo régimen. Los antiguos propietarios expulsados por la colectivización regresaron nuevamente a sus empresas. Fueron los años del mercado negro (que controlaba hasta el 50% de la producción industrial catalana) y el estraperlo. La peseta se devaluó, los salarios se bajaron y los precios de los productos se incrementaron. En definitiva, el nivel de vida disminuyó y se entró en una etapa de duras condiciones de vida, en la cual la recuperación urbana y de la vida social sería muy lenta.

En el territorio del actual Nou Barris se procedió a la reconstrucción de las iglesias de Santa Eulàlia y de Santa Engràcia, incendiadas durante el conflicto bélico. La vida asociativa fue casi eliminada por la clausura forzosa de los centros sociales, ateneos, casales, asociaciones vecinales y entidades políticas. Así, por ejemplo el Ateneo Familiar Artístico y Cultural estuvo ocupado por la falangista Educación y Descanso, y la Asociación de Propietarios y Contribuyentes de las Roquetas reprendió sus actividades en 1942 pero bajo severo control. Sólo las instituciones eclesiásticas pudieron resucitar la vida social del barrio, gracias a las actividades desarrolladas por los centros parroquiales. Un ejemplo de ello fue la labor de la Obra Social de Verdun y la Sección Deportiva Santa Eulalia (SESE) fundadas en 1944.

Durante la década de 1940 el crecimiento de las barriadas permaneció prácticamente parado, y hasta el año 1948 casi no se levantaron nuevas viviendas. Este estancamiento originó un proceso de degradación acompañado de un incremento de los índices de pobreza. Sólo en el sector de Torre Baró y Vallbona se construyeron algunas torretas en terrenos comprados a sus propietarios, la familia Sivatte. Se trataba de un espacio calificado como de “ciudad jardín semiextensiva”, lo que propició enseguida a la proliferación posterior de las casas de autoconstrucción. En 1941 nació la Asociación de Pequeños Propietarios de la Urbanización de Torre Baró, y en 1949, fusionándose con la Cooperativa Vallbona, constituyó la Sociedad Cooperativa de Torre Baró, que publicaba un boletín y realizaba actividades, además de defender los intereses vecinales.

Entrada la década de 1950 empezaron a cambiar las cosas. Con motivo del XXXV Congreso Eucarístico Internacional en Barcelona celebrado entre el 27 de mayo y el 1 de junio de 1952, el gobernador civil Felipe Acedo Colunga ordenó erradicar las barracas que habían en la avenida Diagonal de por la mala imagen que ofrecerían para el acontecimiento. Por este motivo, se procedió a la construcción de dos polígonos de viviendas para realojar a los habitantes de las barracas. Un de estos polígonos fueron las llamadas Casas del Gobernador, en la barriada de Verdum, inauguradas el 10 de julio de 1953. Se trataba de un conjunto de 906 viviendas de tan solo 21 o 23 metros cuadrados, con un comedor, una cocina, dos habitaciones y un váter. Justo al lado de los bloques había el campo de La Montañesa C.F. Unos pocos comercios y unas galerías comerciales otorgaban una cierta vida de barrio.

Los años cincuenta significaron también el asentamiento de las bases de la futura ordenación urbana de la llamada “Zona de alturas limitadas de Gracia, Horta y San Andrés”. En 1953 se aprobó el Plan Comarcal que tenía como antecedente el Plan de Ordenación de la Provincia de Barcelona de 1947, elaborado por la Comisión de Ordenación Provincial de Barcelona, creada el año 1945 con la función de las bases y normas que debían regular y orientar las líneas generales de urbanización. Bajo la dirección del arquitecto Josep Soteras Mauri, se estableció una zonificación del suelo en 37 categorías diferentes, previendo las nuevas urbanizaciones a partir de los instrumentos de los Planes Especiales y los Planes Parciales. Las primeras iniciativas constructoras serían públicas: en 1952 el Patronato Municipal de la Vivienda empezó a construir el grupo de viviendas que dio origen a una nueva barriada denominada Torre Llobeta; el 6 de octubre de 1953 el Instituto Municipal de la Vivienda levantó 597 viviendas y 11 tiendas en la Trinitat Nova, siendo el ministro de la Gobernación Blas Pérez quien regaló un reloj que ocupó una de las torres de las viviendas; en 1954, la Obra Sindical del Hogar construyó un total de 1.464 viviendas entre los barrios de Roquetes y Verdum sobre los torrentes de Can Borràs y de la Font d’en Canyelles; en 1955, la misma Obra Sindical del Hogar levantó 1.153 viviendas más en la Trinitat Nova junto al llamado Torrent del Ninyo; y en 1956, el Instituto Nacional de la Vivienda inauguró 480 pisos más también en la Trinitat Nova junto a la carretera de Ribes. Otra promoción inmobiliaria fue la del polígono de la Guineueta (también denominado Roberto Bassas) en 1956, a cargo a la cooperativa La Puntual, la Obra Sindical del Hogar y la constructora Darsa, pero que no se erigió hasta mediados de la década de 1960.

Los equipamientos en general fueron muy escasos. En 1953, se levantóla iglesia provisional de Sant Sebastià y el 26 de enero de 1954, el alcalde de Barcelona Antoni. M. Simarro inauguró el colegio Agustina de Aragón. También se instalaron las Damas Apostólicas en la calle de Almansa con el nuevo colegio de monjas Luz Casanova. En el aspecto económico, los talleres ferroviarios ahora en manos de RENFE reprendieron sus actividades, y en 1952 se inauguró en la banda de la Prosperitat del paseo de Valldaura la fábrica de de motores de baja cilindrada para motocicletas y motocarros Hispano Villiers. Poco después, en el mismo lado y cercana a esta, en 1956 abrió sus puertas la Ideal Plástica Flor.
En cuanto a la toponimia, hubo cambios de nombres. Así, la calle 40 metros (después Carlos Marx) pasó a ser Vía Julia, la calle 60 metros (después Garreta) pasó a ser Vía Favencia, la plaza de Salvat Papasseit pasó a llamarse del Virrey Amat, la calle de Rusia (después Anarquía) se dedicó a Santa Engracia y la calle de Charlot (Carmel Tusquellas) se bautizó como Padre Rodés.

Por lo referente a la red de transportes, se empezaron a perfilar proyectos de ampliación de líneas de autobuses, tranvías y metro hacia el norte de Sant Andreu. Entre 1947 y 1952 se procedió al derribo, ampliación y modernización de la antigua cochera del tranvía de Horta multiplicando la superficie destinada a tranvías y convirtiendo el nuevo espacio funcional en las cocheras de Borbón. En 1949, gracias a las presiones vecinales, RENFE construyó un nuevo apeadero para servir a la barriada de Torre Baró. El 8 de noviembre de 1953 la empresa Talleres Aragall y Cía. inauguró un servicio circular de autobuses entre Fabra i Puig y las barriadas de Santa Eulàlia de Vilapicina, Porta, Verdum y Prosperitat, de gran utilidad para la creciente población del territorio de Nou Barris. Se le conoció popularmente como el “TAC” o “Pénjamo”. Y el 18 de marzo de 1955 el tranvía de la línea 47 llegó por primera vez hasta la plaza del Virrei Amat.


jueves, 10 de junio de 2010

Sobre la mujer musulmana y el machismo occidental

El otro día, de camino hacia el trabajo un automóvil se detuvo casualmente en el paso de cebra (por una vez esta marca vial no era algo decorativo) para dejar pasar a una chica. Yo iba detrás, pero cuando estuve a punto de cruzar, el automovilista pegó un acelerón y pasó por delante de mis narices en vez de dejarme pasar como era su deber.
Justo después de ese momento dado a un trato de preferencia hacia esa chica (puesto que si yo hubiese sido también otra chica el conductor también me hubiese dejado pasar) me vino a la cabeza la polémica que se está dando últimamente acerca de las vestimentas de las mujeres musulmanas y en especial de la prohibición de llevar la burka y el niqab en espacios públicos.
En la sociedad occidental, la manera de vestir de la mujer musulmana es algo que veo como preocupa hasta niveles muy exagerados. Ni siquiera otras vestimentas tradicionales como la yihab, la shayla y el chador son aceptadas, es decir, absolutamente ninguna, alegando que se deben a una imposición y a una forma de represión cultural y religiosa y discriminación sexista. Sobre este tema es algo que merece la pena estudiar con más detención, puesto que se trata de algo muy delicado con peligro a cometer fáciles juicios equivocados si se conoce poco el tema. Dado que este tema tan controvertido podría ser objeto de opinión más extensa en otro artículo, esta vez me quiero referir al machismo de la sociedad occidental, es decir, de aquel machismo que no se ve pero que allí está. El ejemplo que he expuesto antes al principio acerca del coche en el paso de cebra demuestra la realidad de fondo de la sociedad occidental que presume de mujeres liberadas, aquella que los medios de comunicación nunca enseñan. ¿Qué es la igualdad de la mujer, la masculinización del sexo femenino en tanto que sea exactamente igual al hombre en todo o bien responde a una igualdad de derechos y oportunidades pero manteniendo la identidad, las características personales y la identidad que identifica a las mujeres como tales? ¿Y la liberación de la mujer, se acepta porque los hombres realmente se alegran de que el sexo femenino les alcance o les supere en sus ámbitos o bien porque la mujer va a ser más accesible como objeto sexual y esto compensa lo otro?

No quiero dudar en absoluto de aquellos hombres que realmente rechazan por convicción ciertas vestimentas típicas de las mujeres musulmanas porque ven en ellas represión machista. No quiero dudar tampoco de la preocupación y sensibilidad que tengan muchos hombres por liberar a una mujer musulmana y que algún día alcance los mismos derechos y oportunidades que las occidentales. Sin embargo, es cierto también que a muchos hombres esa obsesión responde a una pura hipocresía aunque ellos no lo sepan o no lo quieran reconocer. En realidad lo que a ellos les molesta no es tanto que estén sumisas a los hombres o a una religión, sino que “no enseñan muslo, culo y teta” como las occidentales. Es decir, que para ellos la mujer musulmana es una criatura lamentable (igual que las monjas) porque no es sexualmente accesible como muchas otras, y eso fastidia.
Luego los mismos hombres que aborrecen a la mujer musulmana y claman por su liberación son los mismos que practican el machismo occidental, mediante la discriminación positiva y el sexo libre. En realidad, en Occidente, toda liberación y logro conseguido para la mujer es en realidad bajo el consentimiento machista, no bajo el consentimiento de igualdad. Se trata pues de un feminismo machista, de una libertad lograda bajo la supervisión del hombre que ha dado luz verde. Consciente que esto puede irritar a los colectivos más feministas, todo avance femenino en realidad se debe a que no compromete seriamente el estatus masculino imperante y dominante. Y mientras no se “pase de la raya”, se podrá seguir avanzando en derechos y oportunidades pero siempre existirá un techo que no se podrá sobrepasar. El hombre es machista por naturaleza, y por mucho que la mujer alcance altas cotas de la esfera mundial, jamás permitirá que le sobrepase o termine por dominar el mundo. El machismo muta como los virus, es decir, que se elimina una forma pero pronto surge otro adaptado a los nuevos tiempos y a la modernidad. Incluso en un modelo utópico de igualdad absoluta, el machismo también existiría, y en un caso más extremo, incluso si las mujeres llegasen a gobernar a los hombres y a tomar las riendas del planeta. Y para ello da igual la ideología política. Se es machista de derechas, de izquierdas, fascista, comunista, de centro o anarquista.

Sin embargo, ello no significa que no exista conciencia de igualdad por parte de los hombres, puesto que el machismo se manifiesta en diferentes grados y niveles. Ahora bien, el llamado “hombre feminista” no existe, es un mito, ni siquiera los travestidos, los gays o los transexuales lo son. Se puede ser hombre y defensor de la igualdad de derechos y oportunidades de la mujer y ser contrario a la violencia de género, pero jamás se puede ser hombre y feminista. Y quien se manifieste como tal miente. En ese caso, esos son los peores porque son machistas por su naturaleza y encima demagogos e hipócritas. Yo siempre les he recomendado a todas las mujeres que he conocido que por su bien jamás se fíen ni esperen nada bueno de un “hombre feminista”. En cambio, para desgracia de ellas, sí que existen “mujeres machistas”, y en la sociedad occidental existen muchas y no hace falta ir a los países islámicos para hallarlas. El mejor ejemplo es la llamada discriminación positiva, de la que muchas callan y aceptan con gratitud si a cambio obtienen unbeneficio o porque no la pueden impedir.
Así, toda igualdad responde en realidad a una operación de imagen. El feminismo está de moda y fomentarlo crea prestigio, pero ese machismo allí está, vivo, caliente, esperando su oportunidad de florecer de forma explícita o bajo el disfraz de “Caperucita Roja”. Por supuesto que casi nadie reconoce su machismo porque eso “hace feo” decirlo abiertamente y es políticamente incorrecto. Hace unos años, me llamó la atención como una empresa de transportes públicos cuyo nombre no voy a decir destacó en su propaganda que el 80% de sus empleados eran mujeres. ¿Significa ello que es una empresa feminista y defensora de la igualdad y los derechos de la mujer? Se puede creer que sí, pero también se trata de una forma de machismo que casi nadie ve. Nos encontramos ante la mujer publicidad, la mujer de “para el consumo”, la mujer como herramienta de prestigio en beneficio de los hombres que están detrás de esta magnífica campaña de igualdad de sexos. Esas mujeres han accedido a un buen puesto de trabajo, pero no se librarán del machismo. Si bien tal vez no sufrirán de acoso sexual por parte de un trabajador, sufrirán sin darse cuenta por parte de los que se encuentran “arriba de todo”, a quienes la igualdad de la mujer no les importa por convicción sino por intereses personales egoístas e individualistas, porque da prestigio, buena imagen y sobre todo, mucho dinero. Vemos aquí la igualdad como negocio capitalista, la feminización integrada dentro del sistema, un valor de uso (la mujer) por un valor de cambio material (dinero) e intangible (prestigio y consideración social).

En definitiva, la mujer liberada occidental responde a un modelo construido sobre una base machista, que regula y tolera esa liberación progresiva en base a sus intereses. Se trata de un negocio rentable porque hoy día, en un sistema capitalista como el nuestro se tiende a capitalizarlo todo para obtener a cambio un beneficio, pues en caso contrario se elimina. El machismo se respira todos los días, en la calle, en los transportes públicos, en el trabajo, en la atención personal, en los locales y salas de fiesta, en asociaciones y entidades culturales… Y a una parte de quienes detestan a la mujer musulmana es porque esta no se ha querido occidentalizar, porque no viste con tejanos, porque no es sexualmente accesible, porque no enseña tatuajes ni piercings y porque no usa camisas que marquen buenas tetas.
Por lo que se refiere al Islam y a la manera de vestir de ellas (¿voluntad o represión?) eso tal vez sea objeto de otro artículo para otra ocasión.

jueves, 3 de junio de 2010

Breve historia de Nou Barris IV: la Guerra Civil (1936-1939)

La madrugada del domingo del 19 de julio de 1936 hubo un levantamiento militar encabezado por el general Goded que tenía el propósito de apoderarse de la ciudad mediante el control de los centros de comunicación y de los edificios oficiales. Fue un primer alzamiento contra el régimen republicano, sofocado por las fuerzas del orden público de la Generalitat, activistas obreros y la Guardia Civil. Desde entonces se desencadenó un movimiento revolucionario. Los cuarteles militares fueran saqueados para tomar armas, y la clase obrera afiliada a los sindicatos puso en marcha un proceso de colectivización de las empresas bajo control obrero y destituyendo a los antiguos encargados. La empresa Tranvías de Barcelona Colectivizados que tenía en posesión la cochera de Horta intentó mantener el máximo de tiempo posible en servicio a toda la red. Los servicios que llegaban a “Els Quinze” se mantuvieron durante todo el conflicto bélico y más regularmente que la red de autobuses. El estallido de la Guerra Civil significó la paralización automática de cualquier proyecto de crecimiento del territorio de Nou Barris. Así, por ejemplo, el Segundo Plan de Conjunto que preveía la llegada de dos líneas de autobuses, así como los planes de dotación de servicios varios (escolares, comerciales, sanitarios y culturales) que tanto se necesitaban no se llegaron a materializar. Las parroquias de Santa Engràcia, de Santa Eulàlia de Vilapicina, de Sant Francesc Xavier y del Institut Mental de la Santa Creu fueron saqueadas e incluso aprovechadas para usos civiles diversos, sobre todo como almacén, y en el Institut Mental de la Santa Creu hubo expoliaciones, pero a pesar de ello funcionó como instalación sanitaria y por tal motivo se pintó una gran cruz para que fuese vista desde el cielo. Los talleres ferroviarios de la compañía del Norte fueron objeto de bombardeos militares por parte de los aviones enemigos que, desde el mar, penetraban perpendicularmente hacia el interior y atacaban desde la sierra de Collserola. Algunos testigos de la época aseguran que estos aviones durante la noche lanzaban bengalas para iluminar la zona destinada al bombardeo de la población civil.Para protegerse de los ataques aéreos, se construyeron numerosos refugios, tanto oficiales como subterráneos de las viviendas particulares. En la barriada de les Roquetes se construyó uno emplazado en la mina de la Ciutat, aprovechando la galería de agua. Según un estudio de la colección Finestrelles y recogido también en el libro de Francesc Pujol Relligant Nou Barris, entre los refugios oficiales había consignados los de Via Júlia (entre Batllori y Joaquim Valls), con una capacidad para 81 personas; en la calle de Flor de Neu (Nou Pins), para 28 personas; en la calle del Conveni (Vinyeda), para 24 personas; en la calle del Pou (Joaquim valls), para 39 personas; en la calle de Badosa (Argullós), para 66 personas; en la calle del Japón, para 49 personas; en la calle de Les Torres (Catasús), para 55 personas; y finalmente en la calle de Casas i Amigó, para 44 personas. En la actualidad, el refugio que nos ha llegado en mejores condiciones ha sido el de la calle de Cornudella, en el barrio de casas baratas de Can Peguera. El resto de refugios eran de particulares y su número superaba notablemente a los oficiales. En total se han llegado a contabilizar hasta 344, lo que suponía un promedio de 415 habitantes por refugio. En el sector de Porta de la barriada de Santa Eulàlia, algunos refugios estaban ubicados en las calles de Porta, de Piferrer, de Rialp. Del Estudiant, dels Garrofers, de La Selva y de Busquets, y en los paseos de Fabra i Puig i del Doctor Pi i Molist, así como en el túnel del ferrocarril de la compañía del Norte.
A nivel toponímico, algunas calles cambiaron de nombre. Así, por ejemplo, el distrito de Sant Andreu de Palomar pasó a ser Harmonia de Palomar. Por lo referente a vías públicas, el paseo de Verdum se convirtió en el paseo de Durruti, el paseo de Fabra i Puig en el paseo de Josep Garcia, y la calle del Japó (Santa Engràcia) en Anarquia.