Una de las pocas salas de barrio todavía existentes (y ya veremos hasta cuando aguantará) es el actual Cinema Nàpols 2 sales, que funciona como local de estreno. Sin embargo, yo lo conocí en su etapa anterior, es decir, cuando aún era sala única y ofrecía programas dobles de reestreno.Situado en la parte alta de la Dreta de l’Eixample y cercano al barrio de Gràcia, concretamente en el número 168 de la calle de Sant Antoni Maria Claret, fue inaugurado el lunes 30 de abril de 1962 a las nueve de la noche con un programa doble: “Regreso a Peyton Place” y “Bombas sobre Montecarlo”. En los años posteriores se mantuvo como cine de reestreno ofreciendo programas dobles. Sin embargo, durante unos años muy breves el cine Nápoles se convirtió en el Cinestudio Nápoles, para una oferta de repertorio similar a la de los cines Condal, Maldà y Cinestudio Spring. Esto sucedió durante la primera mitad de la década de los ochenta. Luego, y probablemente porque no dio el resultado esperado debido al descenso de público, la sala volvió a ser nuevamente el Cine Nápoles de reestreno de toda la vida.
Recuerdo este local como un cine no muy grande, con una sola platea para una capacidad de 492 personas sentadas, y con unas butacas la verdad nada cómodas, pues no te podías apalancar porque enseguida tus rodillas quedaban oprimidas por los asientos de la fila delantera. Tenías que sentarte normal y punto. No fue un cine que frecuentara mucho la verdad, pues para mí estaba situado en un lugar geográficamente algo incómodo de llegar con transporte público, y la mayoría de películas que ofrecían las podía ver en la mayoría de salas de barrio más cercanas a mi casa. De todos modos, para cambiar un poco de aires, en pocas ocasiones había llegado a ir con mi hermano Tomás y nuestro amigo José María Robles los domingos por la tarde. Algunos de los filmes que me vienen en la memoria serían “Donde te escondes hermano” (jamás me había reído tanto con una película de terror), “Siete mujeres atrapadas”, “Posesión infernal” (entonces la película más gore de la historia del cine), y “Más allá del terror” (película española clasificada “S” que por su calidad hacía honor al título, y a destacar la versión irreverente que hacen del Padre Nuestro dentro de una catedral abandonada).
Ante la crisis del reestreno y el auge del vídeo, el cine Nápoles cerró el día 12 de diciembre de 1988 para someterse a una remodelación que lo convertiría en un cine de estreno con dos salas, pues era la moda de las multisalas, algo que sirvió para evitar el cierre definitivo de muchos cines, especialmente los del centro de Barcelona. Las obras duraron muy poco tiempo, pues el nuevo Cinema Nàpols 2 sales reabrió once días más tarde, todo un récord. El resultado fueron dos salas, una de 306 butacas y otra de 178. Recuerdo que su interior no era muy agraciado que se diga en cuanto a belleza decorativa se refiere, pues se notaba mucho que se trataba de una sala con un tabique en medio para hacer dos salas. Su interior era todo negro, y según explicaba su propietario, Enric Pérez Font, el objetivo era “dar a la sala, mediante una adecuada iluminación, una atmósfera especial y, en última instancia, acercarla todo lo posible al concepto de sala oscura, o caja negra, con la que se asocian los cines”. Solo el suelo era de otro color, concretamente malva. El citado titular también era el propietario de los cines Verdi y Verdi Park, con lo cual el nuevo Cinema Nàpols 2 sales proyectó películas de arte y ensayo pero con la diferencia de que estaban dobladas, pero también ofreció una programación más popular y comercial para no perder su público habitual. En su nueva etapa solo he llegado a ir una sola vez con un amigo para ver “El sastre de Panamá”. El 30 de septiembre de 1994, el remodelado cine de barrio de estreno inició una programación de películas en versión original subtitulada, pero actualmente ofrece cine comercial de estreno y de repertorio que atrae tanto al público general de todas las edades como al público especializado en determinados géneros y estilos.






Recuerdo en mi infancia que cuando salía de la escuela para ir hacia mi casa, a menudo entraba para ver la cartelera y las fotografías de las películas. Debido a la censura de la época, era frecuente pintar con un rotulador negro encima de los pezones de los pechos femeninos y de otras partes íntimas. Durante los años de la Transición, el cine Diamante se dedicó a la exhibición de películas clasificadas “S”, pues fueron los tiempos del destape y de la sangre a chorros. En ese caso, muchas veces no habían fotografías de las películas, solo un cartel situado a la derecha de la entrada con una enorme letra “S” y un escrito que unas veces decía “Rigurosamente prohibida a menores de 18 años” y otras veces “Advertimos a los señores espectadores que el contenido o temática de las películas que se exhiben en la presente sala pueden herir la sensibilidad del espectador”.


