sábado, 31 de octubre de 2015

De ODEÓN a ODEÓN


El sábado 31 de octubre bajó las persianas la Cansaladeria Solanes, la última parada que quedaba activa en el centro comercial Odeón, poniendo así punto y final a este mercado. Aunque las razones de su cierre resultan por desgracia coherentes, siempre es una mala noticia porque la desaparición de un espacio de estas características es también la desaparición de un pedazo de la historia e identidad de un barrio. Lo mismo sucede el día que anuncian por ejemplo la clausura de un comercio centenario o de una sala de cine emblemática. Hay lugares que marcan demasiado por las numerosas historias que allá se han desarrollado y por los sentimientos depositados de quienes lo han vivido y adoptado como parte de su vida.
Y es desgraciadamente coherente lo sucedido porque si nos fijamos en el contexto de estos últimos años la feroz competencia del centro comercial La Maquinista y de los supermercados cercanos en general, el cambio del perfil de la clientela y de los hábitos de compra, sumado a la crisis económica, han puesto punto y final a 32 años de historia de este mercado que siempre se resistió a modernizarse y a cambiar su modelo tradicional de comercio, manteniéndose fiel a su estilo y a su oferta.


El centro comercial Odeón abrió el 13 de abril de 1983 con 55 paradas dedicadas a la alimentación y 3.206 metros cuadrados de superficie. Aunque era de titularidad privada, nunca funcionó como una galería comercial sino como un mercado municipal, incluso la estructura del edificio, aunque moderna y funcional, presentaba estas características otorgando el mismo ambiente. Así fue como se quiso concebir y de ahí su aspecto. Sus inicios fueron buenos porque la proximidad era todavía el factor más importante en el comercio, destacando los ubicados en calles o plazas importantes. La especialización no era elemento decisivo aunque empezaba a percibirse. Durante los años ochenta y noventa se consolidaron y mejoraron los mercados municipales, así como los bulevares como lugares de concentración comercial y la especialización del comercio de proximidad. En ese sentido, fueron dos décadas positivas para el Odeón porque su oferta y modelo comercial se ajustaban tanto al perfil como a los hábitos de la clientela.


Con la entrada al nuevo siglo XXI la tendencia cambió y se inició una progresiva etapa de decadencia. Fueron los años en que la aparición de otras dinámicas obligó a replantear el modelo de comercio en Barcelona. El fenómeno de la inmigración introdujo nuevos productos y una nueva clase de establecimientos, y desde entonces se pasó definitivamente a integrarse en las dinámicas de la globalización económica que caracteriza nuestra sociedad. Los ejes comerciales se fueron definiendo progresivamente y con la proliferación de grandes superficies tanto el comercio tradicional como el de proximidad así como los mercados municipales sufrieron la amenaza de desaparecer. La actividad comercial tendió a concentrarse aún más, cerrando los locales situados fuera de los ejes destacados.


Los mercados municipales tuvieron que actualizarse a los nuevos tiempos para sobrevivir y evitar su cierre. Ese proceso actualmente continúa, siendo bastante lento y costoso. Desde el punto de vista arquitectónico, los que se han sometido al cambio han rehabilitado sus edificios, especialmente los históricos de arquitectura del hierro que vuelven a lucir esplendorosos. A ello han incorporado un aparcamiento subterráneo para los clientes, han ampliado los servicios de logística situados generalmente en planta sótano, han introducido medidas de eficiencia energética y disponen de sistema de gestión integral de las instalaciones que permite reducir tanto los consumos como el mantenimiento. En cuanto al contenido se han reducido el número de paradas en base a una nueva demanda, se ha adaptado la oferta a los nuevos cambios culinarios y a la venta de productos especializados, se ha instalado en algunos casos una sección de autoservicio o supermercado, se ha enfocado la oferta y su atractivo para atraer al turismo, se han incorporado bar-restaurantes y oficinas bancarias, e incluso se desarrollan actividades dinamizadoras para gente de todas las edades gracias a la existencia de salas polivalentes para conferencias, cursillos, fiestas y exposiciones.


El centro comercial Odeón, posiblemente por su condición de privado, no introdujo ninguna modernización de las antes citadas a diferencia de los mercados municipales, de modo que prolongó su modelo tradicional invariable desde su apertura. Las ventas disminuyeron y causaron el cierre de varias paradas. Otros comerciantes se jubilaron o decidieron vender la parada, o bien se trasladaron a un mercado municipal, principalmente los de Sant Andreu y de Felipe II. Una de las paradas se adaptó para la venta de libros de ocasión a un euro, destinando el dinero obtenido a proyectos solidarios en El Salvador y Guinea Ecuatorial. Tras esta iniciativa había un grupo de voluntarios de la parroquia de Sant Pacià y de la asociación Família Jesús María.
Entre finales del 2007 y principios del 2008 algunas inmobiliarias compraron varias de las paradas cerradas para facilitar la posibilidad de liquidar el mercado y así poder construir en su lugar un bloque de viviendas. Incluso una de las constructoras ofrecía mantener el mercado en el nuevo edificio situándolo en la planta baja del edificio. Sin  embargo, la crisis frenó cualquier proyecto. En el 2011 sólo había abiertas quince paradas y desde principios de este año se mantuvieron abiertas seis, hasta que poco a poco trasladaron el negocio fuera del mercado porque los gastos cada vez eran más insostenibles.


Pero esta no es toda la historia del Odeón, ya que el centro comercial se llamó así porque justo en el mismo emplazamiento hubo antaño una sala de cine del mismo nombre inaugurado a mediados del año 1921 con la presencia de numerosos asistentes, entre ellos el empresario del teatro del Liceu, el actor Jaume Borràs y el poeta y dramaturgo Ignasi Iglésias. En sus inicios fue un local prestigioso y distinguido tanto por su oferta cinematográfica como por su programación teatral. Sin embargo, con la llegada del sonido pasó a ser sala de programas dobles o triples pero sin varietés. En 1935 el cine pertenecía a la Empresa Rovira, disponiendo de con 1.800 localidades y costaba entre 0,30 y 0,50 pesetas. Eran muy conocidas las sesiones matinales musicales, mientras que las tardes del domingo era habitual lugar de encuentro de familias. Durante los años cincuenta y sesenta tenía la misma programación que el cine Recreo, y años más tarde, simultaneó con la programación del cine Astor Palace. Además, la sala se utilizó durante el franquismo como espacio para celebrar los actos de afirmación política al régimen, a la Falange y a Acción Católica. Durante las Fiestas Mayores, y en ocasiones excepcionales, actuaron artistas de renombre como Hipólito Lázaro, Emili Vendrell, Marcos Redondo, o Joan Gual, este último vecino del barrio de Sant Andreu. Además, en los años sesenta hubo algunas veladas operísticas.


El aspecto de la sala se mantuvo intacto hasta el año 1952 en que su empresario Josep Coll Navarra procedió a una reforma que mejoró su visibilidad y la decoración, pasando a disponer 1.036 butacas en la platea y 568 en el anfiteatro. Precisamente en ese año, el 5 de diciembre, actuó en el cine la artista Carmen de Lirio. Contaba mi madre que había sido usuaria habitual del Odeón, que en las sesiones de noche te podías llevar la cena de casa y comer mientras veías el programa doble. Además, el dueño tenía un gato que en plena proyección se paseaba sigilosamente por la platea e incluso se sentaba en la falda del público, algo que hoy día sería impensable. Finalmente, sucumbiendo a la crisis de las salas de reestreno, el 14 de junio de 1981 cerró definitivamente sus puertas, siendo posteriormente derribado para dar paso a la construcción del centro comercial que heredó el nombre del antiguo cine. De sala de cine y teatro a mercado. De Odeón a Odeón. Que este espacio sea recordado en la posteridad como parte importante de la historia local contemporánea del barrio de Sant Andreu.



Nota: parte de la información relativa al cine-teatro Odeón ha sido extraída del libro "Barcelona tuvo cines de barrio", de Roberto Lahuerta Melero.

Fotos: Andreu Puigdoller, Centre de Documentació de la Sagrera, Ricard Fernández Valentí.

domingo, 18 de octubre de 2015

Recordando el cine ARENAS: de sala de variedades a sala gay (1928-2015)


El pasado lunes 12 de octubre cerró definitivamente sus puertas el cine Arenas, la única sala cinematográfica gay que permanecía activa en Barcelona. Su clausura se ha debido a motivos urbanísticos y de rentabilidad económica. Por un lado, el local ocupa un espacio actualmente afectado urbanísticamente por las obras de prolongación de la calle de la Diputació, razón por la cual se halla afectado por derribo. Por otro, el colectivo homosexual dispone de una amplia oferta de locales de ambiente y puntos de encuentro más atractivos y diversificados por la ciudad siendo el "Gaixample" el ejemplo más representativo. A ello se añadiría el hecho de que en Barcelona la liberación gay y lesbiana ha llegado al punto de que las parejas, salvo pequeños incidentes homófobos, pueden mostrarse públicamente con toda normalidad por las calles sin necesidad de esconderse o de acudir a espacios marginales para sus encuentros. En ese sentido, el cine Arenas todavía respondía a ese modelo, por decirlo de algún modo, "caduco" de congregación gay, causa por la que descendió el número de espectadores.


Pero la historia de este salón cinematográfico se remontaría muchos años atrás. Concretamente el 25 de diciembre del año 1928 abrió sus puertas en la calle de la Creu Coberta nº22-24, en el barrio de Sants, con la proyección de las películas "El Danubio Azul", "Amores de niño" y "Sombras en la noche". El edificio se construyó sobre un terreno ocupado en parte por un viejo hostal. Inicialmente poco más de 2.000 butacas, una gran pantalla y comodidades como calefacción central. Se exhibía cine mudo cuya música era interpretada en el interior de la sala por la Orquesta Goldwin. Durante los primeros meses de 1929 se ofrecieron títulos de calidad como "El ángel de la calle", "Por la razón y la fuerza", "Té para tres", "La sangre no se despinta", "Latidos del corazón" y "Crímenes a medianoche". Todos ellos y otros solían ir acompañados de variedades a cargo de Ramper, Pepita Iris, Mary Sarín, Hermanos Marbel o la Troupe Fortunato Bassi. También hubo teatro, con la representación de la obra teatral "El místic", interpretada por Enric Borràs, la noche del 28 de febrero de dicho año y con Santiago Rusiñol de espectador. En junio de 1930 llegó por primera vez el cine sonoro con la proyección de las películas "La bodega", "El despertar" y "El loco cantor". El sistema de sonido lo proporcionó la empresa Cinematográfica Astrea, S.A., que comercializaba los aparatos llamados Orpheo-Sincronic. El 5 de julio siguiente se celebró un festival de ópera con la intervención de Lauri Volpi y Raymonde Visconti, con el acompañamiento de una orquesta dirigida por el maestro Josep Sabater.


Tras estallar la Guerra Civil, durante los primeros días del mes de septiembre del año 1936, la sala acogió una asamblea obrera donde se nombraban los comités que habían de regir las empresas, con el visto bueno de todos los trabajadores. En este cine fue donde precisamente se celebró la asamblea para la colectivización de la empresa La España Industrial.
Ya en los años de posguerra se retomaron las variedades con la actuación de artistas como Pilarín Arcos, Faust, el dúo Raúl y Elena, Tino Folgar, Antonio España, Mario Beut y Laura Moreno. En el ámbito musical, pasaron por el local las orquestas Diamantes Blancos, Martín de la Rosa, Bernard Hilda, Gran Casino y las coblas Moderna y Alberto Martí. En 1943 el cine sufrió una primera reforma importante con la instalación de un nuevo sistema de climatización y el recubrimiento mediante placas de corcho de paredes y techo de la platea. La empresa gestora era Las Arenas, S.A., la cual se encargaba también de programar en otras salas barcelonesas como fueron los cines Albéniz, Alborada, Gayarre, Liceo y Vallespir. La oferta era la típica de los cines de barrio, con programas dobles. Al cabo de unos años, el cine se integró en la cadena de la empresa Pedro Balañá, viéndose nuevamente afectada la programación ya que era el mismo programa que en los cines Borrás, Capitol, Fémina y Palacio del Cinema. En 1954 el arquitecto Antonio Moragas procedió a una tercera reforma con la introducción del moderno sistema de Cinemascope y un sistema de distribución uniforme del aire acondicionado mediante conductos subterráneos que llegaba hasta las butacas, sistema que pese a pretender ofrecer mayores comodidades terminó en la práctica siendo un engorro. Las butacas quedaron reducidas a 1.500.


Tras la catástrofe que supuso las fuertes riadas acaecidas en las comarcas vallesanas y que también afectaron a varios barrios de Barcelona, con el resultado de numerosas víctimas mortales y miles de personas sin hogar, se efectuó una campaña de recolecta por parte de los responsables del Gobierno Civil destinada a ayudar a los damnificados. Algunos cines y productoras cinematográficas contribuyeron a la causa, siendo el Arenas uno de los participantes. Ello sucedió el 2 de octubre de 1962.
Durante los años de la Transición y la primera mitad de los años ochenta la oferta cinematográfica fue bastante mediocre con la exhibición de películas eróticas y cintas clasificadas "S". En 1988 la empresa Pedro Balañá dejó de programar la sala cuya gestión pasó a manos de los arrendatarios del local, los herederos de Juan Estrada y el directivo de la distribuidora Cortaplano, Miquel Martín. Ello comportó una rehabilitación de las instalaciones incluida la renovación de los equipos de proyección y de la pantalla. El número de butacas quedó a 1.140. El 1 de julio del citado año se inició un nuevo periodo con el estreno de la película "Cuando fui mayor". Desgraciadamente, tras el subarriendo del local el género erótico regresó nuevamente.


El 4 de noviembre de 1990 una avería en el sistema de calefacción ocasionó un pequeño incendio sin desgracias personales. Coincidiendo con la etapa de decadencia y cierre de los llamados cines de reestreno, la empresa intentó remontar el número de espectadores con la recuperación de las variedades como cierre de los programas dobles. El primero de estos espectáculos se ofreció el 12 de octubre de 1991, siendo protagonistas artistas como María de la O, Curro Moreno, Miguel de Mairena, el transformista Raibel y el grupo de bailarines Babel. Se ofrecían los miércoles y sábados desde las 20:00h. hasta las 21:30h. Tras nuevas reformas en la sala adecuándola a la demanda, el 23 de noviembre de 1997 el cine Arenas reabrió sus puertas con tan solo 286 localidades.
El 11 de junio de 2001 es la fecha con la cual inició su etapa oficial como cine gay, con la proyección de las películas "Splendor" y "Operación Reno". Con motivo de su nueva función, desde el año 2003 se cerró la entrada principal en la calle de la Creu Coberta para trasladarse en la calle de Tarragona nº5-7, siendo mucho más discreta. Se procedieron a hacer reformas a fin de adaptarlo a tales necesidades, con la incorporación de un guardarropía, una máquina expendedora de preservativos, un "cuarto oscuro" para encuentros sexuales, dos monitores emitiendo videos porno gay en el bar, e incluso una pequeña salita de 20 butacas donde se proyectaban películas porno. En el blog llamado "En la penumbra" existe un artículo publicado el 2 de agosto de 2011 donde se hace una buena descripción con pelos y señales de lo que fue este cine. Podéis acceder al post clicando AQUÍ.


Merece puntualizar que el cine Arenas, mucho antes de ser reconocida como sala gay, ya era punto de encuentro de homosexuales. Durante los años sesenta y setenta las citas se hacían de manera discreta y de forma clandestina por temor a las represivas leyes persecutorias que se aplicaban durante el franquismo. Luego a partir de los años ochenta y noventa se intensificó. El bar, los lavabos y los pasillos eran un ir y venir constante en busca de encuentros sexuales. El ambiente que se respiraba era muy similar al de las desaparecidas salas "X". la programación era lo de menos. Tras convertirse en la única sala de ambiente, incluso algunas revistas temáticas internacionales de temática gay este cine era citado y recomendado.
Los tiempos han cambiado y la imagen sórdida del mundo gay ha desaparecido. Ahora es todo lo contrario. El cine Arenas encarnó dicha imagen y por ello representó esa parte de la historia sexual de Barcelona. El cierre de cualquier sala de cinematografía resulta siempre triste, y esta sala merece ser recordada en la posteridad por todo lo que aportó a tantas generaciones de barceloneses, incluido el mundo gay.


Nota: parte de la información relativa a la historia del cine Arenas ha sido extraída de los libros "Cines de barrio" de Roberto Lahuerta Melero y "Els cinemes de Barcelona" de Joan Munsó Cabús.

Fotos: Arxiu Barcelofília, Jordi Cotrina, Joan Munsó Cabús, Xulio, 

lunes, 12 de octubre de 2015

El Congrés-Indians versus Can Ros-Can Berdura


A menudo la oficialidad de los nombres de los barrios no se corresponde exactamente con la realidad o con la tradición. En ese sentido un claro ejemplo lo encontraríamos en el barrio del Congrés-Indians de Barcelona, formado en realidad por dos barriadas cada una de ellas con su propia historia y su propia identidad.
Cronológicamente los Indians sería el núcleo más antiguo. Los terrenos que posteriormente se urbanizarían pertenecieron mayormente (no todos) a la masía de Can Berdura, de la cual hay constancia escrita de su existencia al menos desde 1771. Dichos terrenos se fueron vendiendo progresivamente y en 1895 sus nuevos propietarios presentaron un proyecto de urbanización y edificación, pero el hecho de no ajustarse a lo estipulado en el Pla Cerdà motivó su desestimación. Fue a principios del siglo XX cuando se abrieron las primeras calles de esa nueva barriada que en las guías urbanas y expedientes municipales sería llamada de Berdura. La población que se asentaría compró aquellos terrenos pertenecientes a los citados propietarios para el autoconsumo y la edificación de viviendas. Enseguida surgieron elegantes torres señoriales, casas baratas impulsadas por cooperativas e incluso pisos de alquiler. Para defender sus intereses, en 1918 sus habitantes fundaron la Asociación de Propietarios y Vecinos de la Barriada de Can Berdura, situada en la Sociedad Recreativa Instructiva "El Porvenir" de la calle de Capella número 8, en el barrio del Guinardó. Desapareció en 1939.


Aunque las calles fueron bautizadas entre los años 1903-1904 con nombres que evocaban a Cuba, la barriada jamás recibió el nombre oficial o popular de Indians o Indianos. Con toda probabilidad la decisión se hizo como homenaje a la isla tras dejar de ser colonia española en 1898. La decisión de otorgar tal nomenclatura se atribuye, aunque no está comprobado, a Francesc "Panxo" Subirats, un empresario catalán que hizo fortuna en la ciudad de La Habana, pero que tras una desgracia familiar sumada a la situación política del momento se vio obligado a regresar de Cuba a Barcelona donde ejerció como agente de cambio y bolsa. Sus amistades con gente importante lo llevaron a adquirir terrenos de Can Sabadell y Can Berdura. Tras su muerte, la viuda se hizo construir una torre llamada Villa Carmen. Este personaje fue el único indiano del cual se tiene constancia histórica, y a partir de él se forjó el mito de que la barriada la habían construido los indianos con el dinero obtenido gracias a la fortuna hecha en el continente americano, cuando en realidad se trataba de obreros de las fábricas próximas, comerciantes, administrativos y profesionales liberales. En cuanto a la urbanización de las calles se refiere, los planos de Barcelona demuestran que no fue hasta los años treinta que se urbanizaron con los nombres actuales, y que anteriormente las construcciones fueron testimoniales debido a la vigencia del Pla Cerdà.


Finalmente, fue en 1983, tras la fundación de la Asociación de Festejos del Antic Barri dels Indians cuando la barriada pasó a denominarse como Indians, pues el nombre de Can Berdura hacía tiempo que nadie lo usaba, quedando el mote de manera testimonial en un pasaje. Esta entidad promovida por comerciantes, nació como reacción a los problemas urbanísticos y ante la poca efectividad de las asociaciones cercanas para reivindicar mejoras. De hecho, tras la desaparición de la antigua asociación en 1939 se padeció una etapa de despersonalización. Solo la vieja masía de Can Berdura derribada en 1954 recordaba una historia que cada vez más entró en el olvido. A partir de 1952, con la inauguración de los primeros bloques de las Viviendas del Congreso Eucarístico sobre terrenos vecinos de Can Ros o Ca l'Armera generó enseguida un vínculo con el nuevo barrio pero que a cambio terminó de enterrar la verdadera identidad de la histórica barriada de Can Berdura. Un problema de identidad por desconocimiento de la historia sumado al escaso vínculo entre la nueva asociación con los habitantes más antiguos, originó el imaginario del cual tantos han creído como cierto. Quién sabe si los nombres de las calles, de no haber evocado a la isla de Cuba hubiesen permitido recuperar el nombre original de Can Berdura.


Durante la segunda mitad del siglo XX, en terrenos vecinos propiedad de la masía de Can Ros se crearon las llamadas Viviendas del Congreso Eucarístico, cuyo proyecto se materializó con motivo del gran certamen religioso internacional celebrado entre el 26 de mayo y el 1 de junio de 1952 en Barcelona con el cual se quería, entre otras cosas, estimular a la inversión para resolver el problema de la vivienda. La Iglesia Católica, encabezada en Barcelona por su arzobispo Gregorio Modrego Casaus, quiso asumir el papel de promotora de vivienda social. El resultado fue la construcción de diferentes conjuntos denominados Viviendas del Congreso Eucarístico como el grupo San Medir-La Bordeta en Sants-Montjuïc, el grupo de Nuestra Señora de la Soledad en el distrito de Sant Andreu, las 63 viviendas alrededor de la parroquia de Santa Engràcia en Nou Barris y un conjunto de bloques entorno a las calles de Bac de Roda, Andrade y Concili de Trento en Sant Martí. Pero el proyecto más importante y ambicioso con el cual se ensayó un nuevo modelo de urbanismo y de barrio fue el proyectado en los terrenos adquiridos a la masía de Can Ros. De hecho, inicialmente la barriada se denominó oficialmente VCE-Can Ros, pero el nombre de la entidad benéfico-constructora finalmente terminó por imponerse, a diferencia de los otros conjuntos construidos que por sus dimensiones terminaron integrándose en los barrios donde fueron erigidos.


En el Congrés no hubo imaginario popular sino que el nombre fue una decisión administrativa aceptada por sus habitantes desde un principio. La denominación de la estación de metro de la actual L5 inaugurada en 1959 inicialmente llamada "Viviendas del Congreso" y luego "Congrés" también contribuyó decisivamente a dejar de lado el término de Can Ros o Ca l'Armera. Los accesos se hallan en la calle de Garcilaso, en el barrio de los Indians, de ahí que esta barriada durante mucho tiempo se confundiera con el Congrés, cuando son dos realidades urbanísticas, sociales, históricas y temporales totalmente distintas, aunque complementadas. En ese sentido, era habitual escuchar que el cine Río, la escuela Ferton, la Torre Rosa o el instituto L'Alzina, entre otros casos, pertenecían al Congrés. Esa fue una de las luchas de la Asociación de Festejos del Antic Barri dels Indians, es decir, dejar bien claro que ellos no formaban parte del Congrés, si bien el hecho de existir una continuidad de la trama urbana y el uso común de equipamientos por gentes de las dos barriadas forjó un vínculo social, comercial e incluso cultural entre ambas partes. Actualmente, y ese ha sido sin duda un triunfo vecinal, el Congrés y los Indians son reconocidos y aceptados como hechos diferenciales aunque a nivel oficial por decisión municipal constituyen un solo barrio.


Ante el cambio de nomenclaturas previsto, debería aprovecharse la ocasión y rebautizar la estación de metro de la L5 como "Congrés-Indians".
Determinar los nombres considerados como "correctos" no es una tarea fácil. Además de la historia, juegan con mucha fuerza, tal vez demasiada, los sentimientos personales. Lo correcto no siempre prevalece sobre lo deseado. ¿Congrés-Indians o bien Can Ros-Can Berdura? Que cada persona saque sus propias conclusiones.

Fotos: AHCB-AF, Arxiu Històric del COAC, blocs.mesvilaweb.cat, Institut Cartogràfic de Catalunya, Jordi Batlle, memoriadelsbarris.blogspot.com.

lunes, 5 de octubre de 2015

El fugaz paso de ELIZABETH TAYLOR por Barcelona y la Costa Brava (1959)


Barcelona casi siempre ha recibido la visita de personajes mundialmente importantes procedentes de todos los ámbitos y disciplinas. Ello otorga prestigio y contribuye a proyectar una buena imagen al exterior, además de promocionarla como lugar de interés. Sin embargo, un caso por desgracia muy fugaz, en realidad demasiado, fue el de la estrella hollywoodiense Elizabeth Taylor, que tan solo pisó la ciudad para cambiar de medio de transporte y subir al yate que la esperaba para iniciar inmediatamente su luna de miel por el Mediterráneo.
Esta breve historia se inició el 12 de mayo de 1959 cuando la actriz Elizabeth Taylor (1932-2011) contrajo matrimonio en Las Vegas con el cantante Eddie Fisher (1928-2010) por decirlo de algún modo "a toda prisa". La pareja se conoció cuando ella solo hacía seis meses que había enviudado de Mike Todd, su tercer marido, fallecido en accidente aéreo. De aquél truncado matrimonio (de 1957 a 1958) tuvieron una hija. Liz había estado casada con Conrad Nicholas Hilton con quien duró solamente nueve meses (de 1950 a 1951) y luego con Michael Wilding (de 1951 a 1957) con quien tuvo dos hijos. Eddie Fisher estaba casado con la actriz Debbie Reynolds, famosa por compartir protagonismo junto a Gene Kelly en el film "Cantando bajo la lluvia" (1952). Su relación con Liz fue inicialmente amistosa, pues él había sido un gran amigo del malogrado Mike Todd, pero enseguida terminó prendado de ella y decidió abandonar a su mujer. Por ese motivo el caso se convirtió en uno de los escándalos más sonados de la época, portada de la prensa rosa norteamericana. Desde entonces Elizabeth Taylor se ganó la fama de roba-maridos, incluso algunos periodistas rumorearon que ello le costó el Oscar por su interpretación en "La casa sobre el tejado de zinc" (1958).


Procedentes de Nueva York y tras un largo vuelo en un avión de la compañía Pan American World Airways la pareja de recién casados llegó a las 9:40h. de la mañana del sábado 16 de mayo al aeropuerto del Prat. Numerosos fotógrafos y periodistas de distintos países, así como representantes de la radio y la televisión española esperaban en la pista para hacer fotografías y entrevistarlos. Los cronistas del momento anotaron que "Elizabeth Taylor vestía chaqueta de azul y blanco con trama de pata de gallo". La pareja estaba cansada y mostró su disgusto por la expectación que había provocado su llegada, negándose a hacer declaraciones ante los medios de comunicación porque ninguno de los dos quiso dar explicaciones acerca de su vida privada. A cambio aceptaron amablemente posar para los fotógrafos. Tras abandonar el aeropuerto se dirigieron a un automóvil que los esperaba para su traslado directo al puerto de Barcelona, donde seguidamente en el Muelle de España (actual Port Vell) embarcaron en el Olnico, un yate de lujo construido por la firma británica Camper & Nicholson en 1932 a bordo del cual realizarían un crucero por el Mediterráneo. Eddie Fisher manifestó que aquella era la primera vez que pisaba Barcelona, ciudad de la cual aseguró tener excelentes referencias. La pareja, a bordo del yate, continuó posando para sesiones fotográficas, entrando y saliendo continuamente del camarote para exhibirse cada vez con un modelo distinto de vestir y ser así retratados con parte de su variadísimo vestuario. A modo de curiosidad, dicho camarote tenía una cama cuyo diseño imitaba la que Cristóbal Colón dispuso en su primer viaje con la nao Santa María.


A las 12:45h. del mediodía la pareja abandonó el puerto de Barcelona. Fue un paso muy fugaz y casi desapercibido. Se echó en falta una breve visita por parte de ambos a los rincones más típicos de la capital catalana, una recepción del alcalde e incluso que Elizabeth Taylor hubiese ofrecido una rueda de prensa tanto para promover la película "El árbol de la vida" que ella misma protagonizaba y cuyo estreno estaba fechado para el lunes 18 de mayo en los cines Palacio del Cinema y Florida, como para explicar su próximo rodaje en la Costa Brava. Posiblemente todo ello hubiese sido posible de haber emprendido el viaje el día 13, ya que la idea inicial era efectuar una breve visita turística por Madrid y Barcelona antes de embarcar al yate. Sin embargo, un problema técnico de última hora originado por no disponer de los pasaportes en regla alteró los planes, retrasando el vuelo. Madrid la pasaron de largo y Barcelona fue solo un mero intercambiador de transporte porque disponía de un aeropuerto y un puerto internacionales cuya posición geográfica era la más adecuada para iniciar su ruta por el Mediterráneo. Tras zarpar del puerto barcelonés, la noche del domingo 17 de mayo efectuaron escala en S'Agaró, donde pernoctaron en el lujoso hostal de La Gavina. A la mañana siguiente continuaron discretamente su viaje, huyendo de la presión mediática. El yate estaba bien provisto: incluía salón con biblioteca, equipo de música, climatización, cuatro baños y salón de belleza (por supuesto, para la dama). Disponía además de un chef que diariamente preparaba para la pareja un menú variado a base de carnes, pescados, tartas y pasteles.


La actriz regresó a tierras catalanas al poco tiempo, con su marido e hijos. Permaneció del 13 al 28 de agosto del mismo año en la Costa Brava para participar en el rodaje de la película "De repente, el último verano". Basada en una obra teatral de Tennessee Williams, estaba dirigida por Joseph L. Mankiewicz y producida por Columbia Pictures. Los exteriores fueron filmados en Sant Feliu de Guíxols, Sant Antoni de Calonge, las playas de S'Agaró y Pals y por las estrechas calles cercanas a las ruinas del castillo de Begur. En algunas escenas acompañó el actor Julián Ugarte, además de un grupo de figurantes de los municipios circundantes, de edades comprendidas entre los 15 y 20 años. Katharine Hepburn y Montgomery Clift, las otras dos estrellas que completaban el reparto, no acudieron a la Costa Brava sino que rodaron sus correspondientes escenas en unos estudios ingleses.
La expectación que provocaba la presencia de Elizabeth Taylor y Eddie Fisher en su primer día de playa en S'Agaró, los obligó a marchar inmediatamente hacia su hotel. Incluso como consecuencia del escándalo matrimonial que tanto alboroto produjo, una mujer del pueblo llegó a increpar a la actriz. En ese mismo día, por la tarde, cuando los dos quisieron pasear por el centro de Sant Feliu de Guíxols, finalmente tuvieron que llamar a su chófer para que los llevara de vuelta al hotel. Al igual que en Barcelona, se negaron a ser entrevistados, molestos por cómo los periodistas tanto locales como norteamericanos trataban su vida privada.


Durante su estancia y siempre que el rodaje de la película se lo permitía, hicieron turismo por la zona y solían ir a comer en el bar Frigola de Begur. Conocieron a Xavier Cugat y su esposa Abbe Lane, con quienes fueron a una corrida de toros en la plaza España Brava de Sant Feliu de Guíxols, a cenar en el hostal de La Gavina y hacer una visita turística por Calonge y Pals. Generalmente cuando Liz rodaba, su marido hacía de "canguro" de sus hijos en el hotel Cap sa Sal de Begur, donde se hospedaban. Testigos de la época aseguran que Joseph L. Mankiewicz, a pesar de ser un hombre duro y con carácter fuerte en su trabajo, el trato personal era muy cordial, y que Elizabeth Taylor era en realidad una persona muy asequible que no tuvo inconveniente alguno en firmar autógrafos fuera de sus horas de trabajo.
El 28 de agosto de aquél 1959 tomaron un avión con destino a Londres. Los medios de comunicación tanto españoles como internacionales hicieron sus correspondientes reportajes, si bien no fueron de gran envergadura debido al secretismo impuesto por Columbia Pictures.


La película se estrenó en España veinte años más tarde (el 7 de diciembre de 1979) por culpa de los prejuicios de los censores que, sin todavía haberla visto, promovieron una campaña contra la cinta en base a una (presunta) mala imagen que se ofrecía de España. Además, temas como la homosexualidad y el canibalismo que se trataban en el film fueron objeto directo de la censura.
Elizabeth Taylor y Eddie Fisher estuvieron casados hasta el año 1964 en que se divorciaron. La próxima pareja de la actriz, la más duradera, fue el actor Richard Burton. Ambos jamás regresaron a Cataluña. Ella sin embargo volvió a pisar España en 1973 con motivo del Festival de Cine de San Sebastián, en 1986 en un viaje por la Costa del Sol acompañado del actor Gerorge Hamilton y en 1992 lo hizo para recibir el premio Príncipe de Asturias de la Concordia en Oviedo por su lucha contra el SIDA.



Fotos: Archivo RTVE-Filmoteca Española, Arxiu Diari de Girona, Diario de Barcelona, Josep Carreras, Picture-Alliance DPA.