Con motivo de la crisis económica, la red de transporte público se ha visto modificada con el propósito de ajustarla a la demanda actual, que aseguran ser más baja debido al incremento del paro y a la marcha de numerosos inmigrantes a sus países de origen, todos ellos usuarios potenciales que ahora se han perdido parcialmente.
No es la primera vez que la crisis sirve de excusa perfecta para hacer una serie de reformas y modificaciones que ya deberían de haberse producido antes, incluso cuando la economía iba presuntamente boyante. Ese es el problema, que en los tiempos memorables en que se decía aquello de “España va bien” ya existían toda una serie de deficiencias, déficits y malas gestiones traducidas en incorrectas y abusivas inversiones y que en la situación actual que vivimos, sumado a la mala memoria histórica que la ciudadanía acostumbra a tener, se atribuyen erróneamente a la dichosa crisis. Y lo más triste es que mucha gente se lo cree.
Ahora se va a regular la red de autobuses, una actuación que ya se debía de haber hecho antes, pero una extraña falta de valentía municipal lo impidió. No deseo en absoluto responsabilizar a la empresa TMB de la actual situación porque su propósito de reestructurar la red de transporte público de superficie para racionalizarla y mejorar la relación oferta-demanda proviene de mediados de la década anterior. Sin embargo, es la clase política quien tiene la última palabra y la que decide a instancia final los servicios que van a permanecer y los que se van a suprimir. De lo contrario, se hubiese ido implantando la ambiciosa (y a la vez controvertida) red de líneas verticales y horizontales y en el presente año el llamado Retbús de autobuses exprés, revolucionando así una estructura procedente de la primitiva red radial de tranvías.
Si bien durante las décadas de 1980 y 1990 el Ayuntamiento fue valiente y decisivo para permitir a TMB prolongar líneas de autobuses, crear nuevas y suprimir otras, especialmente con motivo de la prolongación de la red de metro, en esta última década se ha entrado, vuelvo a insistir, en una inexplicable y extraña moratoria de la que tan solo se han producido tímidas modificaciones a cambio de centrar los recursos en la modernización de la flota con unidades de nueva tecnología, piso bajo y combustibles más limpios. Lo más destacado ha sido solamente la implantación del Bus del Barri que ha permitido mayor cobertura territorial de todos los barrios de Barcelona con transporte público.
Centrándonos en el caso particular de la barriada de Sant Andreu, un sector destacado de sus vecinos se siente disgustado porque a partir del presente año pasará a depender en buena medida del metro para sus desplazamientos en detrimento del autobús, cuyo número de líneas se verá notablemente reducido y con una oferta pobre.
Recientemente, el pasado día 19 de diciembre de 2011 la reestructuración de la red del Barcelonès Nord, gestionada por la empresa TUSGSAL, ha comportado la supresión de las líneas B16 (Vall d’Hebron-Badalona Pep Ventura) y B22 (Hospital de Sant Pau-Badalona Canyadó) y la modificación del recorrido de la línea B20 por Sant Adrià de Besòs i el Poblenou.
El resultado es la desaparición en Sant Andreu de tres líneas de autobús, a la que pronto sumaremos una cuarta, la 35 (Hospital de Sant Pau-Santa Coloma), gestionada por TMB. Se puede entender la eliminación y modificación de algunos de estos servicios, pero no la de todos. Así, por ejemplo, la B 16, un refuerzo de la B 19 con idéntico recorrido entre los dos puntos antes indicados, es prescindible debido a que esta puede asumir el pasaje de aquella. En cambio, la línea B20, cuyo recorrido por Barcelona es similar al que hacía la línea 35 en sus años de gloria cuando esta llegaba hasta la plaza de Catalunya, la modificación por la calle de Pere IV genera serias dudas acerca de su mayor rentabilidad al circular por un territorio de baja densidad de población y en proceso de transformación urbana. Se dice que su trazado era paralelo al del metro, aunque realmente se superpondría si se efectuara por la avenida Meridiana y no por las calles Gran de Sant Andreu, Sagrera y Clot, alejadas del suburbano. La línea B22 ha sido sustituida por la nueva línea B2, de similar itinerario entre Santa Coloma y el barrio del Canyadó de Badalona, y la línea 35 ha sido presa fácil después de años de agonía con un pésimo servicio de frecuencias a 45 minutos. De este modo, el servicio de autobuses directo entre Sant Andreu y el Hospital de Sant Pau ha desaparecido. Para acceder al centro de Barcelona en autobús solo se dispone de la línea 40, cuyos intervalos de paso oscilan entre los 15 y los 20 minutos. Permanecen también las líneas 11, 73, 126 y B19, de recorridos periféricos, que sumada a la anterior da un total de cinco. Se descartarían las líneas 26, 34, 36, 60 y 62 al circular alejadas del corazón de Sant Andreu.
En definitiva, la red de metro es la que a partir de ahora en adelante deberá asumir la movilidad de los vecinos de Sant Andreu para sus desplazamientos. Aunque es innegable que con el suburbano se puede llegar a muchos ámbitos de manera directa o mediante transbordo y que la rapidez del servicio permite viajar en poco tiempo, hay que tener en cuenta el papel del autobús como medio de comunicación directo y la existencia de una demanda importante de usuarios que optan por un transporte de superficie. Para acceder al Hospital de Sant Pau se entiende que determinados colectivos de avanzada edad y de movilidad reducida les resultará mucho más cómodo el autobús que no el metro a pesar de que éste disponga de ascensores. La demanda de pasajeros entre este equipamiento hospitalario y Sant Andreu era notable, y es necesaria la recuperación de dicho tramo que ayude a compensar las recientes modificaciones. Es por ello que la A.VV. de Sant Andreu, juntamente con la Associació per a la Promoció del Transport Públic (PTP) solicitaron a la empresa TUSGSAL una moratoria para la supresión de la línea B22 hasta que TMB asumiera el trazado. En este sentido, la línea 15 de autobús podría ser una candidata idónea para prolongar su recorrido, mejorando las comunicaciones directas de Sant Andreu con otras barriadas, pues de hecho en el Retbús se preveía una línea exprés entre l’Hospitalet de Llobregat/Collblanc con ramales hacia La Maquinista y el Bon Pastor.
Paralelamente, en la propuesta de reforma de la red de autobuses de Barcelona, se contempla la comunicación directa entre Sant Andreu y el litoral barcelonés y también con la barriada de Horta, dos temas pendientes de resolver y que continuarán siendo objeto de reivindicación.
Se espera que la finalización de las obras de construcción de la nueva estación ferroviaria de La Sagrera y la urbanización de su ámbito de influencia contribuya a una potenciación de la red de transporte público, pero todavía faltan años para hacerse realidad, posiblemente al finalizar la presente década, y Sant Andreu no debe de esperar tanto tiempo.
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