martes, 30 de agosto de 2011

Lo siento, pero no tenéis razón


Debo lamentar el hecho de tener que afirmar rotundamente que aquellos aficionados del Real Madrid que apoyan incondicionalmente la actitud de su entrenador José Mourinho y hacen esa clase de críticas hacia el F.C. Barcelona no tienen razón. Lo siento mucho, pero esta vez están equivocados, y lo dice un barcelonista que sabe ser autocrítico y reconoce los errores que los azulgranas han cometido a lo largo de su historia, que no son pocos, aunque eso duela. Soy culé de corazón porque es un sentimiento que he tenido y vivido desde mi infancia, pero aunque suene raro o paranormal no soy antimadridista, ni tampoco antimadrileño porque eso sería todavía más absurdo. Y ello se debe a que no me gusta mezclar el fútbol con la política porque nada debería tener que ver una cosa con la otra aunque se empeñen muchos culés y merengues a ver un Barça-Madrid como un Cataluña-España o bién como un Catalanismo-Españolismo. Para mí, se trata de un enfrentamiento deportivo y no un conflicto identitario. Admito con sana envidia que el Real Madrid ha sido el mejor equipo del fútbol mundial del siglo XX en cuanto a número de títulos se refiere. No niego los méritos para lograr tantos gloriosos triunfos y las justas victorias que han contribuido a llenar el museo del club con tantas copas y trofeos, así como la calidad de sus excelentes jugadores de ahora y de antaño. Ni quisiera deseo caer en la trampa de los favoritismos arbitrales o afirmar que el régimen franquista (o incluso el gobierno del PP como dicen algunos) le ayudó a ganar ligas y copas de Europa como rosquillas. Es más, en relación a esto último, el F.C. Barcelona entre los años 1939 a 1975 ganó 8 Ligas, 9 Copas del Generalísimo, 3 Copas Eva Duarte y 3 Copas de Ferias, que en total suman 23 títulos, solo 5 menos que los logrados por el Real Madrid.
Como aficionado he procurado en la medida de lo posible evitar cometer los mismos errores y desembocar en los tópicos, pero sin embargo esta vez son determinados sectores del madridismo (e insisto que no son todos) quienes se equivocan. Durante muchos años se quejaron del victimismo de los barcelonistas, que siempre ponían excusas para justificar sus derrotas y atribuir los éxitos del club blanco, pero ahora que el Barça está en racha y vive estos años erigido como el mejor club del mundo, el Real Madrid ha caído a cuatro patas en los mismos errores. José Mourinho es un agitador y un instigador, va “haciendo amigos” allá por donde va y es capaz de decir o hacer cualquier cosa para generar odios y conflictos. Lamento que ante la evidencia de los hechos todavía exista un destacado sector del madridismo que le apoye, le dé la razón y encima pida a los barcelonistas que nos disculpemos. Apoyar a ese entrenador es como apoyar la apología de la violencia. ¿De qué nos tenemos que disculpar? Nosotros no tenemos nada que perdonar. Esta vez no, porque ellos no tienen razón. Y lo afirmo en un sentido positivo y conciliador. No existe el llamado “villarato” arbitral ni cualquier otra clase de favoritismo. Han caído en los mismos mitos que el barcelonismo de antaño. Sencillamente, ahora el equipo azulgrana es el mejor y no hay excusas, y cualquier alegación es criticar por criticar. ¿Qué sucedería si Mourinho fuese entrenador del Barça e hiciese exactamente lo mismo? No cabría la menor duda de que todos los clubs españoles se nos echarían a la yugular y tendríamos que soportar superlativos insultos hacia el barcelonismo y sobre todo hacia los catalanes.
Resulta obvio que esas extremas hostilidades se deben a la carencia de deportividad real y a elevar los clubs de futbol a unos iconos identitarios de unos territorios y unos sentimientos políticos. El día que el deporte supere ese lastre y se erija más allá de cualquier simbolismo y consiga reafirmarse como tal, tal vez los aficionados de un club y de otro conseguirán un acercamiento, pero eso es algo que difícilmente se llegue a producir. Sencillamente no interesa la paz.


En relación con el tema, el historiador José Miguel Villaroya ha publicado un libro titulado “La Cataluña del Real Madrid” donde se narran las grandes dificultades que supone en Cataluña ser aficionado del Real Madrid. Respondiendo amablemente a su trabajo, decirle al autor que en absoluto quiero poner en duda nada de lo expuesto porque posiblemente tolo lo relatado se basará en vivencias reales y en las aportaciones de diversos testigos. Como culé y catalán, deseo lamentar y condenar todos los daños, insultos, ataques, agresiones y prejuicios que los madridistas catalanes o ciudadanos de Cataluña hayan podido sufrir por defender sus colores. Le afirmaré que tengo amistades merengues con quienes me llevo muy bien y trato la rivalidad incluso con risas y buen humor. Y si yo lo he podido lograr, otras personas también porque basta solo con un poquito de voluntad, respeto y tolerancia mutuos. Yo no valoro a las personas por sus ideas políticas, sus creencias religiosas o por sus afinidades futbolísticas. Sin embargo, discrepo cuando se pretende generalizar la discriminación hacia todos los culés y catalanes. Si usted señor Villaroya reside en Cataluña sabrá tan bien como yo que la gente no va por la calle con escopetas o tirachinas persiguiendo a los merengues ni los Mossos d’Esquadra van como la Gestapo llamando puerta por puerta preguntando a los vecinos de qué equipo son o pidiéndoles la documentación como a inmigrantes ilegales. Lamento que desde el resto de España se quiera ofrecer esta imagen tan nefasta de Cataluña, que es completamente falsa. El colectivo culé o catalán que se manifiesta agresivo y violento contra los madridistas es minoritario y es un grupo con el cual muchos barcelonistas, entre ellos un servidor, no se siente identificado. Es innegable que en un clásico Barça-Madrid jugado en el Camp Nou se contagie cierta euforia y se genere una histeria colectiva traducida en silbidos y abucheos contra el equipo blanco, pero una vez descargada la adrenalina al salir del estadio la vida de cada ciudadano sigue con normalidad y el día a día de la mayoría nos dice que existe respeto entre culés y merengues, salvo, claro está, aquellas excepciones que no deben de tomarse como la totalidad que se dedican a insultar, amenazar o agredir.
No negaré que existen culés que hacen dura la vida de un madridista en Cataluña, como también existen madridistas que hacen dura esa vida a un culé residente en Madrid y hacen debate identitario e insultan a todo aquello que tenga que ver con lo catalán. Ni unos son mejores ni otros peores, y por encima de todo la convivencia es lo que debería de reinar más allá de las malas intenciones de políticos y medios de comunicación encargados de dividir nuestra sociedad y de que nos enfrentemos contra falsos enemigos.

viernes, 26 de agosto de 2011

Parecidos razonables

La primera imagen corresponde a la portada de una excelente revista norteamericana de ciencia ficción titulada "Amazing Stories", que desgraciadamente nunca ha llegado a nuestro país. La portada de este número corresponde a febrero de 1964, y en ella se puede observar la ilustración de unos visitantes que con sus platillos voladores han llegado a nuestro planeta Tierra ya arrasado, y con un vestigio de que una vez existió una civilización: la Estatua de la Libertad.


Cuatro años después, en 1968 el director cinematográfico Franklin J. Schaffner dirigió la película "El planeta de los simios" (The planet of the apes) basada en la novela del mismo título de Pierre Boulle. Se trata de una versión que difiere a la obra literaria original pero que sin embargo resulta una buena película, ciertamente muy digna e interesante, cuya calidad se ha mantenido incluso cuarenta y tres años después de haberse rodado. La secuencia final causó un gran impacto en su época porque es el golpe de efecto que el espectador no se espera. El personaje de George Taylor (interpretado por Charlton Heston) descubre que en realidad no se encuentra en un planeta extraterrestre sino que ha viajado al futuro y que la humanidad se ha autodestruido víctima de su orgullo y su prepotencia, cediendo la hegemonía a los simios que se erige como la nueva civilización inteligente y dominante de la Tierra


Obsérvese el gran parecido entre ambas imágenes. ¿Una simple casualidad o bien Schaffner tomó nota?

domingo, 14 de agosto de 2011

Records d’un català a Mallorca (4). Inca i Sa Calobra



La segona excursió per la serra de Tramuntana ens va portar a recórrer el sector NE de l’illa, amb un itinerari que oferia unes vistes encara més espectaculars que les del sector SW. Resulta increïble que en una petita illa com Mallorca puguin haver unes muntanyes tant impressionants amb unes panoràmiques extraordinàriament belles.
De Palma a Inca es pot anar per l’autovia Palma-Sa Pobla o bé per la carretera de Palma a Inca, i també amb el ferrocarril de Palma a Sa Pobla o Manacor. Per qualsevol de les anteriors opcions, es passa pels municipis de Marratxí, Santa Maria del Camí, Consell i Binissalem. Són quatre nuclis urbans molt bonics segons he pogut observar en fotografies però que malauradament per una qüestió de temps no ens varem poder aturar a visitar-los detingudament, sinó que tant sols ens havíem de conformar amb contemplar-los de lluny. Espero poder visitar-los detingudament en una altra ocasió que vingui a l’illa de Mallorca. Per carretera o autopista es travessa per un paisatge pla rodejat de grans extensions de camps de conreus i els emblemàtics molins de vent. A l’esquerra la serralada de Tramuntana fa de teló de fons. Les poblacions abans esmentades s’observen com a nuclis antics de petites dimensions però ben conservats i que ofereixen tranquil•litat i qualitat de vida als seus habitants.


Arribats a Inca, ens ubiquem en una vila de dimensions més considerables, capital de la comarca del Raiguer. Té una superfície de 58,34 km2 i una població molt propera als 30.000 habitants. Des de l’any 1900 ostenta la categoria de ciutat. El nom de la vila procedeix de l’àrab Inkan, que aleshores esdevingué una important alqueria o comunitat rural pels fruits obtinguts amb l’agricultura i dels productes procedents tant del pla com de la muntanya que es comercialitzaven.
És conegut i tradicional el mercat setmanal dels dijous anomenat Dijous Bo, una fira agrícola, ramadera i industrial amb una destacada participació de tota Mallorca. De fet és la fira més important de les Illes Balears. Hi ha grans exposicions de tota mena, concursos literaris i de bestiar, recitals musicals i festes esportives. Es celebra el quart dijous després de la festivitat de Sant Lluc, el 18 d’octubre. D’altra banda, la indústria del calçat i la marroquineria s’ha convertit en un referent mundial que es va iniciar amb els gremis de sabaters del segle XV. A les botigues especialitzades i als mercats hi podem trobar les típiques sandàlies mallorquines que tant èxit de vendes han tingut pertot arreu i que s’utilitzen com a calçat d’estiu molt corrent. Marques de calçat i d’articles de pell com Barrats, Lottusse, Cámper, George’s, Farrutx, Munper i Asinca, entre d’altres, són originàries d’Inca i de fama nacional i internacional. Al llarg de l’any també es celebren altres fires fins el punt que Inca s’ha promogut sota el lema d’esdevenir “un gran centre comercial a cel obert”.



Com a llocs d’interès hi trobem les esglésies de Santa Maria la Major, Sant Domingo i Sant Francesc, el monestir de Sant Bartomeu, l’ermita de Santa Magdalena, la plaça d’Espanya, l’edifici de l’Ajuntament, el carrer Major, el centre Bit Raiguer i el parc del Serral de ses Monges. El Museu del Calçat i de la Pell, inaugurat l’any passat, és el primer dedicat al calçat i a la pell construït a les Illes Balears. Altres elements d’interès són els cellers i diversos edificis civils de diferents èpoques i tendències arquitectòniques que fan del municipi un indret bonic per passejar i contemplar detingudament.
Sortint d’Inca ens varem dirigir a Sa Calobra, un dels pocs accessos de la serra de Tramuntana al mar. La ruta per arribar-hi es fa necessàriament a través d’una carretera de 14 quilòmetres de longitud extremadament sinuosa, plena de corbes i rampes perquè no existeix cap altra sistema d’accés. Ingent obra d’enginyeria va ser concebuda per un italià anomenat Antonio Paretti a l’any 1932 i definida com un complicat sistema destinat a evitar la perforació de la muntanya per a fer-hi túnels. Malgrat que el trajecte sembla interminable i que mai no s’arriba a la destinació desitjada, igualment resulta força entretingut pels paisatges que ofereix el fet d’endinsar-se al cor de la serra de Tramuntana. Tot i la dotzena de corbes de 80º i haver de passar per l’anomenat Nus de la Corbata, un revolt de 360º, mereix la pena aturar-se als diferents paradors especialment habilitats i contemplar les vistes de les muntanyes, algunes d’elles de gran fondària i bellesa per la constant combinació de vegetació alternada amb roca nua i la línia del mar com a teló de fons. Entre Inca i Sa Calobra es travessen les localitats de Selva, Caimari, Lluc i Escorca. Al pas per aquest darrer municipi, a la banda dreta tot tocant a la carretera trobem l’ermita de Sant Pere, erigida a mitjans del segle XIII i d’estil gòtic primitiu.




Actualment es troba dins d’una propietat privada i només s’obre al culte cada 29 de juny. Una mica més amunt hi ha un petit parador que ofereix unes vistes espectaculars, punt d’aturada de turistes i curiosos. És un lloc estret i allargat i cal anar en compte amb el trànsit. Conté una petita zona d’aparcament a l’altra banda i, per tant, obliga a creuar la carretera per accedir a aquest parador, que en realitat no és altra cosa que un petit balcó amb vistes a la muntanya. A l’altra banda i a prop de la zona d’aparcament, tocant a la carretera hi ha una botiga de souvenirs i refrescs que aprofita d’una manera pràctica per a fer negoci del pas de la gent que s’hi atura a fer fotografies i a retratar-se. En un moment del recorregut la carretera passa per sota un aqüeducte de quatre arcs de mig punt o “arcs d’en Fontanet”, nom degut amb motiu de la seva constructora, Montserrat Fontanet, al segle XVIII. Va funcionar durant 233 anys fins que al 1983 es va modernitzar la infraestructura a fi de millorar les canalitzacions d’aigua, i tant l’aqüeducte com la canaleta restaren com a monument patrimonial. Baixant per la serra de Son Torrella la carretera arriba per fi al seu final. Havíem arribat a Sa Calobra, que en realitat també pertany al municipi d’Escorca. Érem conscients que la tornada suposaria efectuar exactament el mateix llarg i sinuós camí d’anada però a l’inrevés perquè no existia cap altre camí alternatiu.



Tal i com he esmentat abans, la carretera literalment s’extingeix i el trajecte fins al mar s’ha d’efectuar a peu. Uns cartells donen la benvinguda als visitants i una fotografia ensenya una bella platja entre roques. A l’entrada hi ha un estacionament de pagament per automòbils. El camí a la platja s’ha de fer a peu i té una longitud d’uns 300 metres, però resulta bastant planer i ple de pinedes, algunes de les quals s’agafen amb les seves arrels de manera extraordinària a les roques per a no precipitar-se. Prèviament s’arriba al port de Sa Calobra, de petites dimensions i situat a un nivell inferior del camí a la platja. S’hi accedeix a través d’unes escales de pedra, i és una platja de sorra, grava i roques de diverses dimensions que impedeixen el bany, i un grapat de velles barraques que atorguen al indret un aire mariner antic i típic de poble de pescadors. Està destinat a petites embarcacions, essent les més grans els vaixells turístics tipus “golondrines” procedents del port de Sóller. A diferents nivells s’hi han instal•lat restaurants. Des de dalt el paisatge ofereix una bonica panoràmica del mar flanquejat lateralment per dos penyals d’uns 380 metres d’altitud. El de la dreta, ubicat tot just davant la desembocadura del Torrent de Pareis és famós i se’l coneix com a Morro de sa Vaca, possiblement pel seu aspecte.




Com a breu detall, esmentar que en una de les parets de les roques del camí a la platja hi ha una placa instal•lada a l’any 1956 per part de la Sociedad Fomento del Turismo dedicada a Francesc Vidal i Sureda, a qui se li deu el gran impuls del turisme a Mallorca. Continuant el mateix camí cap a la platja es travessen alguns túnels de vianants excavats a la muntanya que permeten sortir al Torrent de Pareis. Van ser realitzats durant la dècada de 1950, i al seu interior hi ha algunes “finestres” que permeten contemplar el mar.
Finalment arribàrem a la platja, que alhora és la desembocadura del Torrent de Pareis, un canó de tres quilòmetres de longitud on l'acció de l'aigua torrencial sobre la roca calcària i els processos de dissolució càrstica han originat una gran fractura tectònica, formant una vall abrupte de traçat força recte i amb parets verticals de 200 metres d'altitud. S'inicia a s'Entreforc, punt on conflueixen el Torrent de Lluc o d’Albarca i el Torrent del Gorg Blau. Ambdós formen una conca de 46,5 Km2, dels quals 4,5 km2 corresponen pròpiament al Torrent de Pareis. Per les seves condicions naturals i la seva ubicació s’ha convertit en un dels llocs més espectaculars de la serra de Tramuntana. El Govern de les Illes Balears va declarar-lo a l’any 2003 com a Monument Natural. Degut al clima i a l’orografia del territori existeixen més de 300 espècies de flora, de les quals unes 30 són endèmiques. Pel que fa a la fauna, es va descobrir un amfibi denominat ferreret que s’havia cregut extingit fins que a l’any 1980 se’n van trobar diversos que havien sobreviscut en un sector de la serralada força inaccessible.


La platja pròpiament és molt bonica però la fotografia d’aquesta abans esmentada situada a l’entrada del recinte enganya a la vista, doncs en la imatge no s’aprecia que es tracta d’una platja de sorra i graves que dificulten molt caminar descalç i endinsar-se a l’aigua. Per això, és recomanable fer-ho amb sandàlies. L’entrada al mar es troba flanquejat pels penyals del Morro de sa Vaca i el Morro de ses Fel·les.
Després d’estar una estona descansant sobre aquell “llit de pedres”, varem decidir de marxar cap a Palma. De camí per la mateixa ruta, a més de trobar un ruc solt per la carretera possiblement d’algun propietari de terrenys, més amunt un rètol ens assenyalava una desviació per anar a una tal Cala Tuent que no sabíem que existia, així que varem decidir de provar sort per si valia la pena trigar una mica més a arribar als nostres respectius hotels. Efectivament, va ser una decisió més que correcta perquè Cala Tuent és un veritable racó de món, un paradís on regna la calma, la pau i la convivència, i possiblement la platja més fotogènica que mai he contemplat. Quan el sol està centrat al cel tot enfosquint els penyals i argentant les aigües ofereix ermoses imatges de postal.
Finalment, al vespre, de tornada a Palma, varem aprofitar per acabar de contemplar el paisatge de la serralada i fer algunes sessions fotogràfiques tot aprofitant una bonica i acolorida posta del sol. A l’endemà, ens esperava una singular excursió en tren històric fins a Sóller i en tramvia fins al port i la platja de Sóller. Però això serà la història del proper capítol.

sábado, 6 de agosto de 2011

Detractores de Gaudí y de su obra para dar la nota


Determinadas personas han decidido abominar de la figura del arquitecto Antoni Gaudí y de su obra arquitectónica.. Sin embargo, los argumentos que utilizan para justificarse responden mayormente a tópicos infundados. Suelen decir que Gaudí estaba loco, era un megalómano y un fanático religioso creador de una arquitectura poco innovadora, vacía y carente de un mensaje.
Quisiera discrepar de estos motivos que a mi parecer reflejan un claro desconocimiento sobre el personaje de Gaudí, de su obra y de la historia de la arquitectura. No deseo entrar a defenderlo con razones técnicas porque un servidor no es arquitecto y, por tanto, desconozco muchas cosas de este campo que me impiden hacer un claro juicio de valor en este sentido. Tampoco quiero entrar a defenderlo por razones identitarias o políticas, porque eso sería absurdo e irracional, puesto que nada tiene que ver valorar la obra y el genio en relación con el lugar donde se ha nacido y las creencias personales que tuviese.
Por supuesto, se puede criticar a Gaudí y decir que no gusta ni su persona ni su obra, y no quiero ilegitimar a quienes adopten esa postura ni etiquetarlos siquiera. No existe ninguna norma o ley que obligue y dictamine a pensar que Gaudí era un genio y que sus obras son magníficas, en contra de la voluntad de quien crea lo contrario. Soy consciente de que insigne figura de nuestra historia ha sido “prostituida” desde una perspectiva económica como herramienta de marketing para el fomento del turismo de la ciudad. La relación entre Barcelona y Gaudí ha sido tan extremadamente insistente que da la sensación de que tenemos “trencadissos” hasta en la sopa. Entiendo que haya gente más que harta y aburrida de ese Gaudí del turismo, de japoneses retratando la Sagrada Familia y La Pedrera, de turistas preguntado cómo ir al Park Güell, de arquitectos modernos que imitan sus curvas y parábolas y afirman haber tenido una “inspiración gaudiniana”, del merchandising creado entorno a su mundo, y un poco de ese dogma que socialmente nos presiona para afirmar que Gaudí era un genio y sus obras arquitectónicas irrepetibles, y quien afirme lo contrario se equivoca o es tonto. Insisto, pues, en no demonizar a sus detractores ni convencerlos de que están equivocados, solo exijo la argumentación de unos motivos coherentes y de peso para explicar por qué no les gusta Gaudí.


Y aunque parezca que yo siga la doctrina impuesta por el Ayuntamiento, sí que me gusta Gaudí y le defiendo, y creo además que efectivamente fue un genio y sus obras unas piezas maestras únicas e irrepetibles que se avanzaron a su tiempo e innovaron la arquitectura moderna. Ahora bien, mi opinión no se debe a una imposición de Turismo de Barcelona o a una sumisión personal al dogma municipal o catalanista puesto que si pensara lo contrario no dudaría en hacerlo. Me gusta y lo defiendo con independencia de que exista esta presión infundada, y lo hago en base a lo que he visto y leído pese a no ser arquitecto. Es más, yo tampoco quiero afirmar que tengo la razón porque en mi posición de defensa también puedo estar equivocado. En cuanto a quienes lo aborrecen, no acepto razones de coyuntura en tanto que ahora en Barcelona está de moda y solo pretendan llevar la contraria a lo que dice la mayoría. Es decir, afirmar que no gusta porque es lo que gusta a casi todo el mundo para dar a nota y marcar la diferencia me parece una postura absurda e irracional que no lleva a ningún sitio. También quiero referirme a quienes alardean de ser muy modernos o “modelnos” y les da por desvalorizar la arquitectura modernista en general y a quienes les encanta abominar de Gaudí para darse un toque de intelectualidad que les dé una imagen de interesante y atrevido. No es la primera vez que oigo afirmar que los arquitectos Puig i Cadafalch y Domènech i Montaner fueron mejores y más innovadores. Es una postura opinable y respetable si se argumenta coherentemente, pero sin embargo me huele a pose en la mayoría de casos que he conocido personalmente, como otra muy conocida en el mundo cinematográfico de quienes afirman que Buster Keaton era mejor humorista que Charles Chaplin. Insisto de nuevo, eso es igual que lo anteriormente dicho, opinable y respetable, pero a menudo de dudosa sinceridad por la manera en como lo expresan o argumentan. Otra crítica absurda hacia Gaudí es alegar su exceso de conservadurismo, catalanismo y religiosidad, puesto que aquí no se juzga al hombre, al genio y a su obra, sino su pensamiento político y sus creencias divinas, y establecer una relación significa afirmar que las personas que son ideológicamente de una determinada manera como lo era él no valen nada o eran malas.


Gaudí está de moda. Gaudí se ha convertido en el icono del turismo de Barcelona. Tenemos la presencia de Gaudí por todas partes. Quieren dogmatizar el genio de Gaudí y su obra. Y yo entiendo a quienes se manifiestan hartos de todo esto, pero rechazar a Gaudí como una reacción a esa perversión erigida por las administraciones e instituciones no es un argumento de peso. Por favor, busquen motivos convincentes alejados de los tópicos encaminados a dar la nota o hacerse el intelectual y os respetaré.