lunes, 22 de noviembre de 2010

Contra un modelo educativo secesionista en Cataluña

Frente al modelo de inmersión lingüística en el sistema educativo defendido por los partidos nacionalistas catalanes, partidos como PP, C’s y UPD quieren apostar por un modelo diversificado consistente en que los padres puedan elegir en qué lengua quieren educar a sus hijos en las escuelas. Bajo esta presunta buena intención con la premisa de que ello se traduciría en un sistema de libertad para el individuo, y queriéndose amparar demagógicamente en el decreto de la UNESCO que afirma el derecho y la recomendación de toda persona a recibir la educación en su lengua materna, existe un malintencionado deseo de alienar y dividir por motivos de lengua a la sociedad catalana.
Si se quiere, se puede criticar el actual modelo de inmersión lingüística, consistente en que todas las asignaturas están impartidas en catalán (salvo la asignatura de lengua extranjera) menos una de ellas que es en castellano, concretamente lengua y literatura española. Sin embargo, el modelo diversificado de “libertad de elección” propone a elegir entre los siguientes modelos:
1. Inmersión en catalán. Como hemos dicho antes, todas las asignaturas impartidas en catalán salvo una sola en lengua castellana.
2. Inmersión en castellano. Al revés del anterior, todas las asignaturas en castellano salvo una sola en lengua catalana.
3. Semi-inmersión en catalán. En el primer curso todas las asignaturas son en catalán salvo una en castellano, y a medida que se va pasando de curso se va introduciendo una asignatura más en castellano hasta llegar al 50%, momento en que se mantiene y se finaliza la enseñanza obligatoria con la mitad de las asignaturas en catalán y la otra en castellano.
4. Semi-inmersión en castellano. Al revés del anterior, en el primer curso todas las asignaturas son en castellano salvo una en catalán, y a medida que se va pasando de curso se va introduciendo una asignatura más en catalán hasta llegar al 50%, momento en que se mantiene y se finaliza la enseñanza obligatoria con la mitad de las asignaturas en castellano y la otra en catalán
5. Bilingüismo equitativo. Desde el primer curso de la enseñanza obligatoria hasta su finalización, el 50% de las asignaturas son en catalán y la otra mitad en castellano.
6. Trilingüismo equitativo. Desde el primer curso de la enseñanza obligatoria hasta su finalización, se reparten las asignaturas en tres partes iguales impartidas en catalán, en castellano y en una lengua extranjera, generalmente inglés.

Demasiados modelos lingüísticos que no hacen más que dividir a la sociedad, y que convierten el ir a estudiar y elegir uno de esos cinco modelos en algo parecido a ir a un restaurante y elegir un menú a la carta. Pero la realidad es que la educación es algo muy serio y decisivo para los hombres y mujeres del mañana como para que la pedagogía se convierta en un simple menú de restaurante. La educación es un derecho pero también un deber, y hay que respetar la realidad de un territorio determinado, la cual está por encima de lo que dictamine una ley o una declaración de principios.
Los partidos políticos que aplican o desean aplicar este modelo “a la carta” en las comunidades autónomas bilingües, deberían de preguntarse qué sentido tiene separar a los alumnos por razones de lengua cuando hoy día se apuesta por la cohesión social como la mejor herramienta para garantizar la unidad, la conciliación, la concordia, la convivencia, el respeto, la solidaridad, el enriquecimiento y la tolerancia de una sociedad tan heterogénea como es la nuestra. En tiempos del franquismo, se solían separar a los alumnos por razones de sexo (habían escuelas solo para niños y otros para niñas o bien un solo colegio pero con dos secciones separadas por un muro), por razones económicas (escuelas para alumnos de padres adinerados y otras para alumnos pobres), por razones de salud (los niños y niñas enfermos o con una minusvalía física iban a escuelas especiales), o por razones intelectuales (en una misma aula, los alumnos empollones se les sentaba más cerca del maestro mientras que a los holgazanes se les arrinconaba), entre otras cosas. Todo esto suponía una pedagogía letal en cuanto a la inculcación de valores se refiere. Así, el niño o niña, desde pequeño aprendía que había personas “diferentes” y que por ese motivo se las separaba, y si se acercaban individuos de otra condición diferente a la suya, automáticamente los marginaban o bien los pegaban o apedreaban en el patio del colegio o en la calle como si se trataran de enemigos que viniesen a invadir su territorio. En definitiva, aprendías que las diferencias eran una cosa mala y no una simple particularidad, que eran perjudiciales en vez de enriquecedoras.
Resulta muy contradictorio que estos partidos hablen de respeto lingüístico cuando ellos son los primeros en discriminar por razones de lengua. Con ello ponen en evidencia que no consideran el idioma como una simple particularidad sino como algo gravemente diferenciador. ¿Os imagináis que a los alumnos también se los separaran por ser mujeres, homosexuales, negros o magrebíes, alegando que por su condición deberían de tener un modelo educativo especial para ellos, y que a eso lo llamaran respeto y convivencia?

Vistos los anteriores ejemplos, ahora habría que preguntarse si es este el modelo educativo que quieren estos partidos políticos para los territorios bilingües, un sistema en que niños y niñas aprenderán desde muy pequeños que catalanohablantes y castellanohablantes son diferentes y por ello irán en colegios o aulas diferentes. Si implantar de dos a seis modelos educativos distintos en un territorio es realmente una apuesta por la libertad y la convivencia, mejor nos retiramos o mejor aún, nos exiliamos. Hablamos de un modelo claramente utópico, pues no hay presupuestos suficientes como para implantarlos, y muchos alumnos deseosos de optar por un modelo educativo determinado podrían quedar excluidos de acceder por falta de plazas suficientes y forzados entonces a estudiar bajo un modelo que no desean. A ello se sumaría la inercia social hacia un modelo educativo concreto de esos seis que se convertiría en el más dominante y demandado en detrimento de los demás, los cuales por falta de plazas se verían obligados a eliminarlos, con el peligro de caer en la diglosia lingüística que terminaría perjudicando a una de las dos lenguas. Y eso no es todo: la politización resultaría inevitable como en todas las cosas. Enseguida veríamos como colectivos independentistas o nacionalistas fomentarían elegir el modelo de inmersión en catalán, mientras que sectores más españolistas incitarían a elegir el modelo más favorable al castellano con el argumento de que es una lengua más útil y con más futuro. Y volvemos de nuevo al conflicto.
No existe un modelo educativo ideal capaz de satisfacer a absolutamente toda la población. Siempre habrá quienes discreparán por una razón u otra, y ello es inevitable. No se trata de hacer un “modelo a la carta” por el hecho de que existan diferentes realidades sociales. Precisamente es al revés, pues por el hecho de que es un fenómeno real en Cataluña, sería preferible apostar por un modelo lingüístico educativo único, acatado y consensuado por todas las fuerzas políticas parlamentarias, y avalado por las A.M.P.A.’s, el profesorado, pedagogos y expertos en materia lingüística. Hay que abogar por un modelo que la gran mayoría de padres y alumnos, incluido el colectivo inmigrante, acepten y vean con completa normalidad su aplicación, es decir, un modelo cohesionador que no enseñe a vernos diferentes, sino que enseñe a que todas las personas, seamos catalanohablantes, castellanohablantes u otra particularidad, la que sea, formamos parte de un mismo equipo, que estamos en el mismo bando y que navegamos dentro de Cataluña en un mismo barco y hacia un mismo rumbo para hacer de nuestra sociedad del futuro un mundo mejor y un territorio ejemplar, en el que todos nos podamos enriquecer y aprender de los demás.

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