viernes, 14 de marzo de 2014

El bibliobús en Barcelona


Con el buen propósito de ofrecer el acceso a la lectura en aquellos barrios o territorios aislados, a menudo poco poblados y/o carentes o muy escasos de bibliotecas públicas, se estableció el llamado bibliobús, una biblioteca móvil con las mismas funciones y prestaciones que una biblioteca fija destinada a recorrer aquellos lugares que requerían atenciones especiales.
Como claro precedente, el primer bibliobús que se puso en circulación en Barcelona fue en 1938, en plena Guerra Civil, por iniciativa Servei de Biblioteques del Front, dependiente del Servei de Biblioteques Populars de la Generalitat de Catalunya y creado por la Conselleria de Cultura. La dirección iba a cargo del filólogo, profesor e historiador Jordi Rubió i Balaguer. Un año antes, el 17 de febrero de 1937 se había aprobado por decreto este nuevo servicio, debido principalmente a la falta de una organización capaz de recoger y tramitar libros al frente de Aragón, algo que hacían como podían entidades varias, de las cuales destacó especialmente la Agrupació d'Escriptors Catalans.


Para disponer de material móvil se habilitó un camión de la firma Ford con unos 2000 libros mediante la adaptación de su carrocería. Se dice que el 23 de mayo del citado año, el impresor y escritor Miquel Joseph i Mayol, entonces miembro del Servei de Protecció del Patrimoni de la Generalitat, hizo entrar el camión dentro de los jardines del Palau Robert, en el paseo de Gràcia, para proceder a su adecuación con la simple y rápida instalación de unos bancos de madera y unas estanterías. Poco después se habilitó otro camión. De vida bastante efímera, estos bibliobuses sirvieron a las tropas que luchaban en el bando republicano tanto en primera línea del frente como en la retaguardia, además de colaborar con los hospitales para soldados. A su vez, esta iniciativa se convirtió en un buen instrumento de propaganda durante el conflicto bélico.
El 24 de enero de 1939 los dos bibliobuses hicieron su último viaje, uno de ellos cruzando la frontera para llevar al exilio a personajes destacados como Mercè Rodoreda, Rovira i Virgili, Pompeu Fabra, Joan Oliver, Xavier Benguerel o Francesc Trabal, entre otros. Los exiliados llegaron a salvo a Perpignan el 3 de febrero siguiente. Tras la ocupación de Barcelona por las tropas nacionales, este servicio dejó de funcionar.


En 1941, bajo el régimen franquista, tanto en Barcelona como en el resto de Cataluña se desarrollaron las llamadas bibliotecas escolares circulantes, financiadas con fondos privados de la Caja de Ahorros de Sabadell, concretamente lotes que debían ser solicitados por el maestro y que permanecían tres meses en cada escuela. El préstamo a domicilio requería el pago de una pequeña cuota de 10 céntimos por libro que posteriormente se sorteaba anualmente entre las escuelas participantes en el proyecto. Todas las colecciones contaban con catálogos de autores, materias, títulos, registro y préstamo. Si bien la sección de literatura era común, las obras especializadas se hallaban diferenciadas por grados y por sexos.
Paralelamente se pusieron en marcha las llamadas bibliotecas filiales, financiadas con dinero público, a iniciativa de las Diputaciones Provinciales de Barcelona, Girona, Lleida y Tarragona. Aunque no eran exactamente bibliobuses, eran vehículos que pretendían acercar el servicio de biblioteca a aquellos lugares carentes de servicio de lectura. Llevaban consigo lotes mensuales de libros dependientes de la Red de Bibliotecas Populares.


Si bien los bibliobuses tal y como los conocemos actualmente se pusieron progresivamente en marcha en varias ciudades como Soria (con el servicio de bibliotecas viajeras en 1949), Madrid (1953), Oviedo (1956), Zaragoza (1956) y Castellón de la Plana (1956), en Barcelona no llegaron a funcionar hasta el año 1957. En el caso barcelonés, la iniciativa la llevó a cabo la Red de Bibliotecas Populares de la Diputación de Barcelona, a diferencia del resto de España, que dependía directamente de la Dirección General de Archivos y Bibliotecas del Ministerio de Educación Nacional. Esta fue precisamente la encargada de ceder dos vehículos a la Diputación Provincial de Barcelona. Con la visita del director general de Archivos y Bibliotecas, García Noblejas, el 18 de enero de 1957 se celebró el acto oficial de entrega del primer vehículo, en la plaza de San Jaime, con la asistencia de las principales autoridades. Al día siguiente entró en servicio la llamada Biblioteca móvil número 1, un bibliobús con 6500 volúmenes cuyo destino eran los barrios populares del sur de Barcelona, especialmente las zonas de Les Corts (plaza del Centro), Sants (plaza de Salvador Anglada), Hostafrancs y Montjuïc (barrios de barracas). Posteriormente, a medida que en estos lugares se crearon bibliotecas, prolongó su ruta hasta los municipios de L'Hospitalet de Llobregat (plaza Española y calle de Santa Eulalia), Sant Joan Despí (plaza Comas) y Esplugues de Llobregat.


El segundo vehículo, similar al anterior y conocido con el nombre de Biblioteca móvil número 2, se presentó y bendijo el 31 de mayo de 1960 en la plaza de San Jaime ante las principales autoridades, entrando en servicio el día siguiente. Este bibliobús, con 4500 volúmenes, se dedicó a atender los barrios del norte de Barcelona, especialmente la zona de la Sagrada Família, Horta y los entonces distritos municipales de Sant Martí y de Sant Andreu (que entonces incluía el actual distrito de Nou Barris). Efectuaba estacionamiento en las plazas de Ibiza, del Virrey Amat, del Congreso Eucarístico, de Maragall, de San José de Calasanz, de la Sagrada Familia, el paseo del Triunfo y la Verneda.
Según decía textualmente el proyecto de la Dirección General de Archivos y Bibliotecas, estos bibliobuses, en realidad bibliotecas en roulottes remolcadas por un Land Rover, se concibieron "sobre modelos americanos principalmente, pero introduciendo en ellos las modificaciones que aconsejan las circunstancias del servicio en España; el uso del remolque en lugar del automóvil, es una de estas modificaciones realizadas sobre los modelos propuestos, en la que se halla la ventaja indiscutible de emancipar el servicio de bibliobús de las posibles averías de su motor, apto para ser sustituido instantáneamente en nuestro sistema. Se ha calculado al proyecto de remolque una capacidad aproximada de 2000 volúmenes que deberá ser compulsada con las posibilidades de tracción".


A cada lado y en la zaga disponían ventanas a modo de escaparate de libros. El acceso se efectuaba mediante dos puertas situadas en cada extremo. El interior, de apenas 6 metros cuadrados, constaba de un conjunto de cuatro estanterías de siete niveles en cada uno de los lados, más una mesa de recepción e información para el/la bibliotecario/a situada en la parte trasera. Además de libros, también disponían de una sección audiovisual con tocadiscos, magnetofones y cinematógrafos sonoros, instalada en la parte delantera.
Ambos servicios tuvieron bastante éxito y fueron muy utilizados según consta en las estadísticas del Anuario de la Biblioteca Central y las Populares Especiales 1957-1960 del año 1964. Solían estacionarse en una plaza y acostumbraban a abrir a partir de las 5 de la tarde hasta las 9. Tras tomar un libro prestado, al cabo de un mes el bibliobús regresaba al mismo lugar y el cliente devolvía el ejemplar.
Pero a medida que se fueron inaugurando bibliotecas públicas y populares de barrio, los bibliobuses enseguida desaparecieron de Barcelona, manteniéndose sin embargo para los municipios de las comarcas de la provincia. Así fue como en 1973 se inauguró el primer bibliobús propiamente dicho (no remolque) de carácter rural, en la comarca del Berguedà.


A modo de curiosidad, como iniciativa independiente, entre los años 1972 y 1978 circuló el Bibliobús del Llibre Català tanto en Barcelona como por el resto de Cataluña, a cargo de la entidad Cultura en Ruta, con la finalidad de promover la lengua catalana a través de libros y discos en catalán.
En 1993, el bibliobús del Berguedà, tras una avería después de dos décadas al servicio de la cultura, dejó de circular, poniendo en evidencia la obsolescencia e inseguridad del vehículo. Entre 1995 y 2012 la Diputació de Barcelona puso en funcionamiento diversos bibliobuses dentro del Pla de Bibliobusos de la Diputació de Barcelona. Todos ellos son vehículos modernos adecuados a las necesidades actuales, y una oferta con las mismas prestaciones que una biblioteca fija, incluyendo un servicio informatizado y acceso a Internet. En la actualidad existen once bibliobuses en funcionamiento en toda Cataluña, nueve de los cuales pertenecen a la Xarxa de Biblioteques Municipals de la Diputació  de Barcelona y dos corresponden al Servei de Biblioteques de la Generalitat de Catalunya.

Fotos: Arxiu Familiar Fernández Valentí, Pérez de Rozas.

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