Leo a través de las redes sociales la triste noticia del próximo cierre de la librería Alibri, antaño Herder. En mis años de estudiante fui cliente habitual, pues allí compré muchos de los libros que nos recomendaban leer. También fue el lugar donde adquirí una parte importante de las publicaciones más recientes sobre la historia de Barcelona, mi especialidad, pues la oferta era muy interesante.
Si efectuamos un breve repaso histórico, los orígenes debemos encontrarlos en la editorial Herder, fundada en 1801 en la localidad alemana de Freiburg (Brisgovia) por la familia Herder. En 1887 empezaron a editar libros en español y tras observar que su volumen editorial contenía un importante fondo, barajaron la posibilidad de disponer de una sucursal en España, optando finalmente por Barcelona, donde abrió sus puertas al público en 1925 en el número 22 de la calle de Balmes. Uno de los motivos fue que en aquél entonces la ciudad era capital editorial mundial en español. Posteriormente abrieron otras librerías en varias ciudades latinoamericanas. En los años 20 y 30 era habitual que la Asociación Cultural Alemana organizara obras de teatro cuyas entradas se podían adquirir en la librería. Tras una trayectoria estable y sin hechos destacables, la Guerra Civil española tuvo como consecuencia la incautación de la librería por parte de los sindicatos anarquistas.
En 1939, ya al inicio de la postguerra, Antonio Valtl Friedl decidió recuperarla mediante su adquisición en una subasta pública. De este modo pasó a ser el propietario y trasladó el local en el número 26 de la calle de Balmes.
En 1941 la Universidad de Barcelona otorgó a la librería el título de "Librería Universitaria" como reconocimiento a su calidad editorial y a la pluralidad de ejemplares en temas relativos al mundo de la docencia y la cultura escritos en inglés, alemán, francés, italiano e incluso en lenguas minoritarias que difícilmente se encontraban en otras librerías.
En 1945 el mismo régimen franquista expropió temporalmente la librería forzado por EE.UU. que exigió la confiscación y subasta de todas las propiedades de los ciudadanos alemanes en España. Ante la dificultad de distribuir libros por el resto de Europa por la situación de guerra mundial y postguerra española, decidieron imprimirlos en Barcelona.
En 1948 Antonio Valtl Friedl fundó la Editorial Herder con sede en el chaflán de las calles de Provença con Roger de Flor. Tras tomar la dirección, dejó la librería a manos de Leo Fetscher, quién ostentó el cargo hasta 1971 tras ser sustituido por Hermam Nahm, procedente de la casa Herder de Buenos Aires (Argentina).
Durante la década de los 70 se proyectó la remodelación de las instalaciones, trasladando la administración y la sección de subscripciones a revistas al piso que se adquirió sobre la librería. Las obras se realizaron entre 1975 y 1980, finalizando en 1987 tras incorporar el local situado al lado izquierdo de la librería, donde se instaló el departamento de idiomas. El resultado fue un espacio de 1.500 metros cuadrados y 127.000 libros repartidos en grandes áreas temáticas que llegó hasta la actualidad.
A finales de los años 80 introdujeron un nuevo programa de gestión propio y se elaboró la página web. En febrero de 1999 se creó el departamento de catalogación y Alibri Informática. Ello coincidió con el cambio de nombre de la librería que desde el 1 de marzo del mismo año pasó a llamarse Alibri.
La presentación de publicaciones era algo habitual. En el año 2012 un servidor tuvo el honor de presentar en esa librería mi libro "Funiculars i telefèrics de Montjuïc". Pocos años después, en 2017 lo hizo mi hermano Tomás Fernández Valentí con el libro "Méliès", que escribió conjuntamente con otros colaboradores. En 2018 el Gremi d'Editors de Catalunya otorgó a la librería el Premi Atlàntida por los 75 años de actividad editorial continuada.
El cierre de una librería siempre es una mala notícia y, desgraciadamente, un síntoma de la decadencia cultural. El desinterés por la filosofía y las humanidades (géneros de los cuales la librería Herder o Alibri estaba especializada, entre muchos otros) es un claro reflejo de ello. Barcelona fue tradicionalmente ciudad de magníficas e históricas librerías, tanto por su calidad como por su variedad. ¿Vamos hacia una inexorable extinción de las tiendas de libros o bien nos dirigimos hacia un modelo renovado basado en una nueva relación entre el lector y el libro? Sobre el futuro uso del local de la calle de Balmes, sírvanse ustedes mismos y hagan sus apuestas.
Fotos: Archivo Librería Alibri.
Sencillamente los libros ya no interesan a nadie. Son algo absolutamente absoletos a su vez son unos estorbos.
ResponderEliminarSi una librera con guiños a la independencia y alguna charla presentación de libros de esa guisa.
ResponderEliminarTodo lo que toca la independencia se convierte en miseria.
Así que si la librera coquetea con eso y cierra pues mejor que se vayan al carajo.
Bon vent i barca nova uno menos.
AZNAR que no es precisamente santo de mi devoción dijo: Antes que romperse España se romperá cataluña.
ResponderEliminarY ahí esta cataluña hecha un asco la mitad mosqueada con la otra media, un gobierno a la greña, sin control ni rumbo.
Y si..., todo lo que toca el independentismo es toxico y corrosivo, ademas lo de inculcar el catalán con calzador lo único que se consigue es el efecto contrario, aquellos que dicen amar cataluña son los que le están haciendo el mayor daño.
Soy fiel seguidor
ResponderEliminarLe recomiendo un artículo de prestamistas y montes de piedad de Barcelona. UD que tiene experiencia seguro que lo redactará bien.
Escriba sobre las construcciones y aluminosis, defectuosas del franquismo.
ResponderEliminarTuro Peira y Barrio Besos
Los libros no les interesa a nadie en la época Apple, son algo del pasado romántico como los vinilos.
ResponderEliminarPues parece que sí siguen interesando a alguien los libros porque finalmente la librería Alibri se ha salvado. :) Una gran noticia, probablemente es la mejor librería de Barcelona.
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