miércoles, 30 de mayo de 2018

90 años del tranvía de Mataró a Argentona (1928-2018)


El pasado 27 de mayo el tranvía de Mataró a Argentona cumplió nueve décadas de su inauguración. A pocos años de cumplir un siglo, este servicio desaparecido en 1965, a pesar de haber tenido una vida corta, se convirtió en toda una institución y quedó grabado en la memoria histórica de muchas generaciones que todavía lo recuerdan.
La ciudad de Mataró, capital de la comarca del Maresme, contaba con una rica industria textil y numerosos talleres, mientras que su municipio vecino Argentona destacó por ser núcleo de reposo y veraneo de las clases acomodadas. Ello generó una importante movilidad entre ambas localidades, lo cual motivó el establecimiento al menos desde 1899 de un servicio regular de tartanas para unir los dos municipios, sustituido en 1913 por autobuses. Los propietarios de este servicio fueron Francesc Estrada "Xicu" y Joan Casabella "Suari", empresarios ambiciosos que proyectaron entre finales del siglo XIX y principios del XX una línea de ferrocarril entre Mataró y Granollers con parada en Argentona. Ante el desinterés por parte de las compañías ferroviarias Caminos de Hierro del Norte de España (Norte) y Compañía del Ferrocarril de Madrid, Zaragoza y Alicante (MZA) el proyecto no se llevó a cabo, pero a cambio se reemplazó por la opción de implantar un servicio de tranvías que tampoco prosperó.



Finalmente, el industrial químico y responsable del tranvía de Montgat a Tiana inaugurado el 1 de noviembre de 1916, Antoni Gaillard Cluchier, presentó el 1 de julio de 1917 a los Ayuntamientos de Mataró y de Argentona el proyecto de un servicio regular de tranvías entre ambos municipios. Tramitado al Gobierno Civil de Barcelona, el proyecto fue aprobado por Real Orden de 23 de agosto de 1919. El 13 de enero de 1921 se celebró en Madrid la subasta de la línea, la cual fue a parar a manos del señor Gaillard, cuya concesión sería de 60 años. Éste peticionario (como vicepresidente), junto con el maestro de obras mataronense Rafael Carreras (director gerente) y el comerciante de granos argentonense Eduard Fortí (como presidente) fundaron el 3 de agosto de 1926 la empresa "Tranvía de Mataró a Argentona Sociedad Anónima" (TRANMASA). En dicha sociedad fueron también socios fundadores los señores Joaquim Maria de Nadal (como tesorero), Albert Marchal (como vocal), Manuel Soler (como vocal) y Joan Estrada (como secretario). El capital social era de 500.000 pesetas.
Las obras de construcción de la línea, iniciadas en 1926, no quedaron exentas de polémica, pues ello obligó a la reurbanización de aquellas calles y plazas por donde el tranvía iba a circular. Hubo protestas vecinales, especialmente en Mataró, por el talado de árboles y por el proyecto de reurbanización de la plaza de Santa Anna, además de algunos enfrentamientos con el Consistorio municipal debido a las diferencias de criterios técnicos. El presupuesto de construcción ascendió a 301.948,40 pesetas.



El 27 de mayo de 1928 a las 11:00h. tuvo lugar la inauguración oficial de la línea con la presencia de las principales autoridades, la correspondiente bendición, el primer viaje y el banquete con 200 comensales. Por la tarde empezó el servicio público, hecho que comportó la supresión de la línea de autobuses vigente por superposición. La línea tenía una longitud de 5.800 metros, construida en vía única de ancho métrico y tres apartadores para permitir el cruce de los vehículos. El recorrido partía de la estación ferroviaria de MZA, y continuaba por Pinzón, Lepant, plaza de Santa Anna, Riera, Argentona, Isern, plaza de Granollers, carretera de Mataró a Granollers, Can Vador del Sorrall y puente sobre la riera de Argentona. Llegados al término municipal de Argentona proseguía por la carretera de Granollers, plaza Nova, Riudemeia, y Josep Soler hasta el paseo del Baró de Viver, frente al Hotel Solé. En el término municipal de Mataró se establecieron 10 paradas fijas: estación de ferrocarril MZA, clínica La Alianza, plaza de Santa Anna, Ayuntamiento, calle Argentona, calle Isern-Can Patuel, calle Isern-Fray Luís de León, plaza Granollers, colegio Salesianos y xalets Carreras. Y en Argentona otras 10: La Bassiria, Les Bassetes, Sant Crist, hotel Colón, bar Deportiu, plaza de Vendre, Font de Lladó, paseo Baró de Viver, plaza Ballot y hotel Solé.



Las oficinas, la cochera y la subcentral eléctrica se ubicaban en la plaza de Granollers de Mataró. El material móvil constaba de tres vehículos adquiridos en 1928, numerados del 1 al 3, de 15 asientos, y construidos en Valencia por la empresa Lladró, Cuñat y Cía. Concretamente el coche número 3 era de segunda mano y fue apodado "la Treseta". Las frecuencias de paso eran de 20 a 30 minutos y se establecieron tarifas según trayecto, de 10 a 60 céntimos de peseta. También se expedían unos abonos a 25 céntimos cada uno en forma de librito de 20 páginas al precio de 5 pesetas.
Los inicios fueron excelentes, siendo muy popular desde el principio donde viajaban mezclados tanto personas de clase obrera como de la burguesía. En ese sentido se avanzó tres años a Barcelona en cuanto a la popularización de los transportes públicos se refiere, pues en la capital catalana eran propiamente unos medios de desplazamiento caros y asequibles solo a la gente adinerada y comerciantes. El éxito de público propició la adquisición en 1929 del coche número 4, un vehículo de mayor capacidad, apodado "el Gros", con 36 plazas sentadas, fabricado por el Taller de Construcción Moderna de Juan Torrent Gispert en Mataró. Durante los años treinta se puso en servicio un ramal desde la plaza Nova hasta la plaza del Vendre, en Argentona, que tuvo poco éxito de público. Era habitual que, en caso de inundaciones, el puente de la riera de Argentona quedara temporalmente inutilizable, obligando a seccionar la línea de tranvía en dos tramos.



Al estallar la Guerra Civil la línea fue colectivizada y mantenida en servicio por parte de un comité obrero hasta el año 1939. Afortunadamente los daños provocados por los bombardeos fueron mínimos y enseguida se pudo retomar el servicio. Sin embargo, la falta de recambios, de suministros y las restricciones de energía se hicieron notar durante los primeros años de la postguerra. A ello se sumaría la mala situación económica de la empresa. Para compensar se autorizó a aumentar las tarifas según trayecto, que pasaron de 15 a 75 céntimos de peseta. La rentabilidad de la línea quedó asegurada gracias a la llegada de nueva población en el barrio mataronense de Cerdanyola, lo cual proporcionó nuevos pasajeros que aumentaron la demanda. Ante la situación, se establecieron servicios especiales limitados al barrio de Cerdanyola y otras expediciones hasta Argentona. Para ello se adquirieron de segunda manos en 1950 dos unidades de tranvía procedentes de "Tranvías de Barcelona", construidos por Cardé y Escoriaza en Zaragoza, de 21 asientos cada uno, que fueron numerados como 5 (apodado "el Quinto") y 6 (ex-349 y ex-355, respectivamente, de TB).



El 11 de julio de 1952 se escribió la primera página negra al morir atropellado un empleado de la Compañía que resbaló bajo el vehículo cuando intentó subir en marcha.
El 31 de mayo de 1953 se celebraron las Bodas de Plata. Para ello se engalanaron los tranvías números 1,3 y 4, se efectuó un viaje especial entre Argentona y Mataró, se celebró una misa en la iglesia de Sant Josep de Mataró y de regreso a Argentona se obsequió a la comitiva y autoridades invitadas al evento con un banquete especial.
Desde entonces el tranvía inició una etapa de decadencia marcada por el auge del automóvil, el apogeo del autobús, las trabas municipales a la circulación de los tranvías y las premeditadas campañas anti-tranvía por parte de la prensa mataronense. Incluso dentro de la mismísima empresa TRANMASA hubo división entre los partidarios de mantener el tranvía y los favorables a su sustitución por autobuses. En 1958, con motivo de las obras de desvío por la costa de la carretera nacional II cambió su origen y final a la calle de Churruca, año en que se produjo el segundo atropello mortal de su historia. Otro accidente acaecido el 1 de octubre de 1961 que ocasionó el descarrilamiento y vuelco del coche número 3 por la acumulación de arena en las vías tras unas intensas lluvias, provocando hasta 45 heridos incluso algunos de gravedad, las constantes averías del tranvía número 7 (ex-53 de la Compañía de  Tranvías de Gijón) adquirido de segunda mano en 1962 y apodado "la Góndola", y el fallecimiento a los 95 años de edad de Eduard Fortí, favorable al mantenimiento del tranvía, fueron los factores decisivos en decantar la balanza en favor de su desaparición.



Finalmente, la noche del 8 al 9 de octubre de 1965, una fuerte tormenta que desbordó la riera d'Argentona llevándose consigo el puente que usaba el tranvía para cruzarla, así como la inundación de la cochera que inutilizó la subcentral, puso punto y final al tranvía de Mataró a Argentona. A partir de la tarde del 9 de octubre del citado año el servicio quedó provisionalmente sustituido por autobuses, una provisionalidad que terminó como definitiva. Los trámites burocráticos de TRANMASA se prolongaron hasta 1977 cuando el Ministerio de Obras Públicas subastó material móvil e instalaciones de la línea. En 1988, año en que expiraba la concesión, la empresa cambió de nombre a "Autobusos Mataró-Argentona, S.A." (AUTOMASA). En 1993 la línea pasó a "Autocars J.Barba" y desde 1997 pertenece a "Barcelona Bus", del grupo "Sagalés". Del material móvil tres de los tranvías se restauraron y preservaron: los coches 1, 5 y 6 preservados por la Fundació Patrimoni Històric de TMB; el 2 restaurado y expuesto en la plaza Nova de Argentona; el 3 restaurado y expuesto en la rotonda de la plaza de Granollers de Mataró; y el 4 ubicado en el matadero de Mataró, propiedad de una asociación. Solo el número 7 fue lamentablemente desguazado.
Pocos medios de transporte como éste han tenido una trayectoria tan intensiva y cargada de anécdotas en poco más de 37 años de vida. De hecho, la historia contemporánea mataronense y argentonense no se podría explicar sin hacer referencia obligada al citado tranvía.


Fotos: Autor desconocido, Ferran Llauradó, Güell, Jaume Morell, Jordi Ibáñez, Prims.

sábado, 19 de mayo de 2018

20 años del "Bus del Barri" (1998-2018)

Foto: José Mora Martín (autobusesbcn.es)

Se cumplen dos décadas de la implantación del llamado "Bus del Barri" en la ciudad de Barcelona. Bajo este concepto se definen aquellas líneas de autobús que circulan por los barrios cuyas características urbanísticas de calles estrechas, curvadas y empinadas impiden el paso de vehículos estándar. Es por ello que se utilizan vehículos midibuses (de 9 metros de longitud y de anchura estándar) o microbuses (de 5 metros de longitud y de anchura menor) que pueden adentrarse por los lugares de más difícil accesibilidad y dotarlos a su población de transporte público colectivo. Los itinerarios suelen ser cortos y tienen por objetivo cubrir territorialmente el interior de estos barrios y conectarlos a la vez con los lugares de interés social y de servicios más cercanos, como los equipamientos educativos, deportivos, sanitarios y culturales, los mercados y ejes comerciales y administraciones públicas, entre otros. También conectan con la red básica de transporte público con el fin de facilitar el intercambio. De este modo se convierten en servicios de aportación al autobús convencional o al metro. Por regla general, los intervalos de paso son largos, con frecuencias que irían desde los 15 minutos hasta una hora, en función de la demanda, por ello los horarios de paso se hallan detallados en cada parada señalando la hora aproximada de paso para evitar que los usuarios estén demasiado tiempo de espera.

Foto: José Mora Martín (autobusesbcn.es)

El origen del "Bus del Barri" se remonta a mediados de los años noventa del pasado siglo, cuando el Ayuntamiento de Barcelona elaboró la Síntesis de Extensión y Renovación del Transporte (SERT), un programa destinado a mejorar la red de autobuses para adaptarla a las transformaciones y cambios constantes de la ciudad y del Área Metropolitana para facilitar los desplazamientos. Se aplicó para el periodo 1996-1997 y 1998-2001 e incluía un plan de microbuses para atender a los barrios más necesitados. A modo de prueba piloto, y con la participación del Distrito Horta-Guinardó, el 12 de febrero de 1998 se inauguró un servicio experimental de microbuses entre el paseo de la Vall d'Hebron y la parte más alta del barrio de Sant Genís dels Agudells, pues era también una larga reivindicación vecinal hecha realidad. El concurso, convocado en enero del citado año, lo ganó Autocares Ravigo y tuvo gran éxito de público, sobrepasando las expectativas iniciales. Al cabo de tres meses entró en servicio la primera línea de "Bus del Barri": la 211 (Vallvidrera-Tibidabo), coincidiendo con la reapertura del funicular de Vallvidrera tras su reforma y modernización. Ello contribuyó a una mejora de las comunicaciones en las zonas urbanizadas de Collserola.

Foto: José Mora Martín (autobusesbcn.es)

Tras ella llegaron nuevos servicios: la 212 "Sant Genís" el 17 de agosto de 1998 y que vino a sustituir el servicio piloto de Autocares Ravigo; la 215 "Bordeta" el 24 de diciembre de 1998; la 214 "Can Baró" el 8 de febrero de 1999; la 213 "La Mercè" el 25 de mayo de 1999; la 216 "La Salut" y la 217 "Guinardó" el 6 de junio de 2000; la 218 "Les Planes" (subdividida en dos líneas), la 219 "Teixonera" y la 221 "Poble Sec" el 22 de septiembre de 2000; y la 220 "Raval" el 26 de septiembre de 2000. El 31 de octubre de 2002 todas ellas cambiaron de numeración a raíz de una reordenación numérica planificada por la Autoritat del Transport Metropolità que designaba a las líneas de TMB la serie del 1 al 199. Para ello sustituyeron el 2 por el 1 dejando una serie del 111 al 121, y renumerando las dos líneas 218 como 118 y 128 para evitar confusiones.

Foto: Ferran Nadeu (El Periódico)

Durante la primera década del nuevo siglo XXI llegaron nuevas líneas resultado de un plan de ampliación basado especialmente en las reivindicaciones vecinales: la 122 "Turó de la Peira" el 11 de octubre de 2002; la 123 "Bonanova" el 5 de noviembre de 2002; la 124 "Penitents" el 15 de noviembre de 2002; la 126 "Sant Andreu" el 10 de diciembre de 2002; la 125 "Marina" el 18 de diciembre de 2002; la 127 "Roquetes" el 20 de diciembre de 2002; la 130 "Can Caralleu" el 5 de septiembre de 2006; la 131 "El Putxet" el 28 de septiembre de 2006; la 129 "El Coll" el 6 de octubre de 2006; y la 132 "Torre Llobeta-Prosperitat" el 1 de octubre de 2008 en sustitución de la línea 12. Salvo la línea 112 estas líneas son las que nos han llegado hasta la actualidad, si bien algunas de ellas han sido modificadas escuchando las distintas recomendaciones vecinales, hecho mucho más factible con respecto a líneas convencionales por tratarse de servicios de proximidad.

Foto: Arxiu Històric de Roquetes-Nou Barris

Otros servicios también se podrían integrar dentro del concepto de "Bus del Barri" aunque no hayan sido concebidas como tales, como la 13 "Mercat Sant Antoni-Estadi Olímpic", la 97 "Fabra i Puig-Vallbona", la 143 "La Pau-Sant Adrià", la 150 "Pl.Espanya-Castell Montjuïc", la 191 "Congrés-Hospital Sant Pau", la 192 "Poblenou-Hospital de Sant Pau" y la 196 "Pl.Kennedy-Bellesguard". Mientras que desde 1968 hasta la actualidad existen líneas de midibús que se podrían considerar precedentes directos del "Bus del Barri" al tratarse de servicios de proximidad: 80 "Pl.República-Vallbona", 81 "Pl.República-Vallbona", 82 "Pl.Virrei Amat-Torre Baró", 83 "Ciutat Meridiana-Torre Baró", 86 "Tajo (Horta)-Calderón de la Barca", 87 "Tajo (Horta)-Trav.Gràcia", 91 "Manso-Bordeta", 107 "Interior Cementiri Sudoest" y 185 "Vall d'Hebron-Metro Canyelles".

Foto: Brangulí (AFB)

Aunque la denominación oficial cuenta ya con veinte años de vida, los servicios de proximidad o autobuses de barrio en realidad han existido desde hace muchos años. Probablemente el más antiguo que conocemos es el que cubrió la relación entre el Clot y el Poblenou, desde 1908, primero con carruajes y luego con autobuses, a cargo de la familia Martí. Fue la línea popularmente conocida como "La Catalana". Ya en los años veinte y treinta del pasado siglo existieron líneas explotadas por compañías independientes como Autobuses Grácia, Guinardó y Horta (Pl.Lesseps-Horta), Autobuses del Norte de Barcelona, S.A. (Pl.Lesseps-Horta y Pl.Lesseps-Nª.Sª.Carmelo), Auto-Ómnibus Vallcarca-Coll, S.A. (Pl.Lesseps-Nª.Sª.Coll), Auto-Ómnibus Becker y Cía. (Pl.España-Maternidad), Domingo Estañol (Pl.España-Casa Antúnez) y Pedro Gasulla (San Andrés-Casas Baratas). Durante los años cincuenta del pasado siglo, Barcelona contó entre 1953 y 1960 con una línea de doble circunvalación entre Fabra i Puig y el norte de Sant Andreu, de Talleres Aragall y Cía. y entre 1953 y 1959 con dos líneas municipales entre la plaza de España y el parque de Montjuïc. Todos estos servicios citados iban dotados de vehículos microbuses. Igualmente, han existido numerosas líneas especiales con carácter provisional y excepcional debidas a diferentes motivos y circunstancias. En la actualidad serían el caso de la línea CJ "Estació de Sants-Ciutat de la Justícia" y la lanzadera al Campus Vall d'Hebron.

Foto: José Mora Martín (autobusesbcn.es)

El éxito de la experiencia ha llevado incluso a extender el "Bus del Barri" más allá de Barcelona, especialmente en varios municipios de la Región Metropolitana incluso por toda Cataluña. Ello ha contribuido a dotar de transporte público a barrios de difícil accesibilidad y a ofrecer mayor cobertura territorial.
Gracias a los beneficios obtenidos en el Bus Turístic ha sido posible financiar estos servicios de transporte en Barcelona cuya función social es fundamental para extender la movilidad en transporte público hasta el último rincón de la ciudad. Una vez se haya completado la red ortogonal es muy probable que surjan nuevas líneas de proximidad a petición vecinal.

Fotos: Arxiu Històric de Roquetes-Nou Barris, autobusesbcn.es, Brangulí, Ferran Nadeu (El Periódico), José Mora Martín.

sábado, 5 de mayo de 2018

130 años de la Exposición Universal de Barcelona (1888-2018)

Vista general del recinto expositor. Foto: Antoni Esplugas

En el presente año se cumple un siglo y tres décadas del evento internacional que cambió para siempre la historia de Barcelona: la Exposición Universal de 1888. Era entonces alcalde Francisco de Paula Rius y Taulet, principal impulsor del acontecimiento y responsable de grandes reformas urbanísticas, de ahí que sea considerado para muchos uno de los mejores regentes que ha tenido la ciudad, o incluso el mejor. El motivo por el cual se decidió emprender tal aventura fue con motivo de la prosperidad económica en general e industrial en particular que vivía Cataluña. En otras ciudades del mundo ya se habían celebrado esta clase de exposiciones destinadas a mostrar los avances tecnológicos, los descubrimientos científicos y el potencial económico e industrial del país al cual pertenecían.
El recinto ferial ocupó una superficie de 380.000 metros cuadrados, los cuales incluía el actual parque de la Ciudadela y el Zoo, parte de la estación de Francia y del hospital del Mar en la Barceloneta. Las edificaciones fueron obra de prestigiosos arquitectos de la época como Domènech i Estapà. Domènech i Montaner, Pere Falqués, August Font i Carreras, Antoni Gaudí, Elíes Rogent, Antoni Rovira i Trias y Enric Sagnier. El precio de la entrada era de 1 peseta y el abono para acceder a todos los pabellones de 20 pesetas. Se abrió al público del 8 de abril al 9 de diciembre, siendo oficialmente inaugurada el 20 de mayo. Recibió alrededor de unos 400.000 visitantes, si bien otras fuentes apuntan 2.240.000, y participaron 22 países de todo el mundo con 12.223 expositores.

Plano del espacio ocupado por la Exposición Universal. Foto: ICG

El legado patrimonial que dejó el citado acontecimiento queda todavía afortunadamente reflejado en algunas zonas de la ciudad. Así, hoy día podemos contemplar majestuosos edificios como el palacio de Justicia, el Castillo de los Tres Dragones, el Hivernacle, el Umbracle, el museo Martorell, las casas porticadas del paseo de Picasso y el mercado del Borne (actual Born Centre de Cultura i Memòria); originales monumentos como el Arco de Triunfo, la Cascada Monumental, la Dona del Paraigua, la estatua del general Prim y el monumento a Cristóbal Colón; y singulares espacios urbanos como el paseo de Lluís Companys (entonces salón de San Juan), el paseo de Picasso (entonces paseo de la Industria), el parque de la Ciudadela y el paseo de Colón. Barcelona, además, había iniciado un proceso de remodelación del casco antiguo, el inicio del derribo de las antiguas murallas y la expansión del Eixample por el llano.
A pesar de haber aportado unas pinceladas básicas, no hay aquí intención alguna de explicar o resumir la historia de tan magno acontecimiento, pues ya existen muchas fuentes de información, sino más bien de exponer una reflexión personal sobre lo que supuso aquella efemérides para la ciudad de Barcelona.

Arco de Triunfo, principal entrada al recinto. Foto: AFB

En primer lugar, fue el primer gran evento internacional de Barcelona. Nunca hubo precedentes con tanta repercusión mundial, si bien deberían considerarse las exposiciones industriales celebradas en los años 1822, 1825, 1826, 1828, 1829, 1844, de 1848 a 1852, 1860, 1871 y 1877. Estos eventos sirvieron de punto de apoyo para la Exposición Universal y como muestra de la capacidad de la capital catalana de acoger un certamen mundial.
En segundo lugar, fue el inicio de las grandes transformaciones urbanas. Lógicamente, Barcelona tenía que ofrecer buena imagen tanto interior como sobretodo exterior, y ello suponía un lavado de cara mediante la ejecución de grandes obras urbanas. Entre ellas destacaríamos la apertura de la avenida del Portal de l'Àngel, la urbanización de calle de Méndez Núñez (entonces Bilbao), la zanja de la calle de Aragó, la Gran Via de les Corts Catalanes (entonces calle de Cortes), el mercado de Sant Antoni, el mercado de la Barceloneta, el cementerio de Montjuïc (o del Sudoeste), la plaza de Tetuàn, la plaza de Urquinaona, la plaza de la Universitat, y la urbanización de la rambla de Catalunya. Además, se procedió a la electrificación del alumbrado público, se mejoró la red de tranvías y se inauguró el servicio de "Golondrinas" del puerto.

Gran Hotel Internacional. Obra de Domènech i Montaner, se construyó en tan solo 69 días, ostentando un récord Guinness. Se ubicó en el paseo de Colón, en un terreno
ganado al mar, frente a Capitanía General. Foto: AFB

En tercer lugar, estimuló el crecimiento de Barcelona mediante la anexión de los municipios del llano. En 1897 fueron agregados los pueblos de Sants, Les Corts, Sant Gervasi de Cassolas, Gràcia, Sant Andreu de Palomar y Sant Martí de Provensals. En 1904 lo haría Sant Joan d'Horta y en 1921 Sant Vicenç de Sarrià.
En cuarto lugar, mejoró la economía tanto de la capital catalana como de Cataluña, pasando a entablarse relaciones con el mercado europeo. Dos años antes de la Exposición, en 1886 se había fundado la Cámara de Comercio, Industria y Navegación de Barcelona, destinada a defender los intereses de los industriales barceloneses, el proteccionismo y el librecambio.
En quinto lugar, estimuló nuevas corrientes artísticas y culturales. Barcelona vivió a caballo de diversas corrientes artísticas como fueron el Romanticismo, el Realismo, el Naturalismo y el Modernismo, siendo esta última la que viviría una gran etapa de esplendor. Ello influyó en el arte, la literatura e incluso en el pensamiento político, de donde surgieron grandes artistas e intelectuales con una proyección nacional e internacional. Igualmente, se estaba viviendo un apogeo de la literatura en lengua catalana.

La gran pasarela que unía la Ciudadela con la Barceloneta. Con motivo de los Juegos Olímpicos de 1992, se proyectó otra pasarela que quedó finalmente inacabada. Foto: AFB

En sexto lugar, proyectó Barcelona internacionalmente. La ciudad dejó de ser una urbe provinciana para pasar a ser más cosmopolita. Si bien siglos atrás la tradición comercial hacia el Mediterráneo y el continente americano fue un precedente de este talante abierto e integrador, la Exposición Universal hizo merecida justicia colocando a la capital catalana en el mundo, pasando a ser más conocida en los cinco continentes.
En séptimo lugar, convirtió Barcelona en ciudad turística y de turismo. Se pasó del concepto de viajero al de turista. Ello fue consecuencia de los apartados anteriores, sumado a la mejora en el sistema ferroviario que conectaba con Francia. Proliferaron nuevos hostales, fondas y hoteles. Espacios como las Rambles, el Pla de Palau y la plaza de Catalunya se convirtieron en referentes de primer orden para los forasteros. Y se editaron guías turísticas para visitar la ciudad y conocer los principales lugares de interés. Este proceso culminaría en 1909 con la fundación de la Sociedad de Atracción de Forasteros, institución clave en el fomento y desarrollo de la industria del turismo en Barcelona.

La Torre Lapierre (izquierda) proyectada por Joseph Lapierre, y la Torre Condal (derecha) proyectada por Pere Falqués, los primeros rascacielos de la historia que se proyectaron para Barcelona. Debían tener 200 metros de altura. Ninguno de los dos se hizo realidad y de ahí salió la leyenda de que París ofreció la Torre Eiffel a Barcelona. Foto: autor desconocido

En octavo lugar, creó un modelo de desarrollo aplicado posteriormente. Efectivamente, durante el siglo XX Barcelona creció a base de la celebración de grandes eventos internacionales que sirvieron de excusa para modernizar la ciudad y ejecutar grandes transformaciones que requerían de un elevado presupuesto. Tenemos los ejemplos de la Exposición Internacional de 1929, del Congreso Eucarístico Internacional de 1952, de los Juegos Olímpicos de 1992 y del Fòrum Universal de les Cultures de 2004. Actualmente han surgido voces críticas con este modelo de desarrollo de la ciudad y se quiere apostar por otra forma de crecimiento. Por ahora el modelo vigente desde 1888 no ha sido superado.
En noveno lugar, contribuyó a una transformación del panorama social y político. Bajo el marco de la Restauración, siendo María Cristina reina de España, la burguesía catalana y la monarquía española afianzó sus buenas relaciones. Fueron también los años del catalanismo político o nacionalismo catalán. El proletariado también destacó en su lucha para defender sus intereses y mejorar sus condiciones laborables. Ello motivó la fundación en 1888 de la Unión General de Trabajadores (UGT) y que el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) celebrara en el citado año su primer congreso en Barcelona.

Ilustración de la Fuente Mágica ubicada en el recinto de la Exposición Universal. Diseñada por The Anglo American Brush Electric Light Corporation, fue sin duda un claro precedente de la Fuente Mágica de Carles Buïgas ubicada en Montjuïc, con motivo de la Exposición Internacional de 1929. Foto: autor desconocido

Y en décimo lugar, inició en definitiva la historia contemporánea de Barcelona. Si bien la revolución industrial y los cambios sociopolíticos de principios del siglo XIX suponen un claro precedente de la transformación del territorio catalán, el momento que representó una culminación y cambio definitivo en el rumbo evolutivo de la ciudad, fue gracias a la Exposición Universal de 1888, cuyos efectos se prolongaron durante los años posteriores. Desde la celebración de tan magno acontecimiento, nada volvió a ser como antes.
Pero eso no es todo. Hablar de la Exposición Universal de 1888 significa también reivindicar la figura de Eugenio Rufino Serrano de Casanova (Neda, La Coruña, 1841 - Barcelona, 1920), un empresario gallego afincado en Barcelona, casado con una maestra catalana que colaboraba con Rosa Sensat, y que fue el verdadero impulsor del certamen. Habituado a llevar turistas a las exposiciones que se celebraban en distintas ciudades europeas, pensó que la capital catalana podía acoger un evento de tales características por su cercanía a Francia, su desarrollo económico y su buen clima. El 11 de marzo de 1885 ofreció al Ayuntamiento de Barcelona un convenio para organizar, sin subvenciones, una exposición a cambio de la cesión gratuita de un solar de 200.000 metros cuadrados durante el periodo del certamen y de los derechos de explotación.

Eugenio Rufino Serrano de Casanova, el verdadero impulsor de la Exposición Internacional
de Barcelona, e injustamente olvidado. Foto: autor desconocido

El Consistorio barcelonés, interesado, firmó un acuerdo el 9 de junio siguiente. Sin embargo, cuando toda la infraestructura estaba prácticamente acabada, desde el Ayuntamiento de Barcelona se le aumentó el presupuesto y Serrano no pudo responder, por lo que tuvo que acabar abandonándolo en abril de 1887 a cambio de una indemnización por la obras realizadas, momento en el cual el municipio asumió el proyecto. Posteriormente dicho personaje fue olvidado, incluso al morir, se enterró en la fosa común del cementerio de Montjuïc. ¿Respondió ello a motivos ideológicos? Un final injusto para el verdadero promotor de la modernización de Barcelona que incluso merecería tener un espacio público dedicado a su memoria.