Vista nocturna
Leo con sorpresa, indignación y estupor la propuesta de la CUP de retirar el monumento a Colón de la ciudad de Barcelona. Últimamente estamos acostumbrados a escuchar rarezas que finalmente suponen una pérdida de tiempo y dinero en tiempos de crisis, donde algunas formaciones políticas alardean de invertir en aquello que es prioritario. Sin embargo, ya hemos sido protagonistas de propuestas estériles que, finalmente, además de crear polémica y dividir a la sociedad forjando un conflicto allá donde no existía, nos llevan inexorablemente hacia una vía muerta.
Barcelona fue antaño la ciudad del mundo que mejor dedicó a la memoria de Cristóbal Colón. El malintencionado (y a mi parecer, políticamente consentido) incendio de la réplica de la nao Santa María por parte de la banda terrorista Terra Lliure en 1991 y la nula voluntad de restaurarla o reconstruirla ya fue un primer aviso de hacia dónde podrían llegar a derivar determinadas actitudes políticas.
Proyecto inicial de Gaietà Buïgas
Igual que yo, una inmensa mayoría de quienes defendemos la permanencia del monumento a Cristóbal Colón e incluso la restitución de una nueva réplica de la nao Santa María no lo hacemos en absoluto bajo criterios anticatalanes, españolistas, antidemocráticos, imperialistas, racistas, esclavistas, ultraconservadores, reaccionarios, nacional-catolicistas o franquistas. Todos estos términos y otros más son los que a menudo usarán algunos de quienes sí se postulen en favor de su desaparición para coaccionarnos, infundarnos miedo y obligarnos a la autocensura. Lamentablemente suele ser una práctica muy recurrente para criminalizar y anular a quienes piensan o creen diferente.
Existen numerosas razones por las cuales merece la pena conservar el monumento a Colón para la posteridad. Además de ser indiscutiblemente patrimonio de la ciudad, es un icono que forma parte ineludible de la identidad de Barcelona.
La bastida para su construcción
Coincidiendo su inauguración con la celebración de la Exposición Universal de 1888, es uno de los elementos que reflejan el inicio de la historia contemporánea de la ciudad y su apertura definitiva a la modernidad y al mundo. Es necesario remontarse a los tiempos en que se propuso la construcción del monumento a Colón, una iniciativa promovida exclusivamente por catalanes, en cuyas obras de construcción (arquitectura, esculturas y fundición) también participaron exclusivamente catalanes. Luego se trata de un producto 100% catalán el cual Madrid ni planteó ni impuso como algunos pueden creer. En ese sentido, centrar únicamente el debate al descubrimiento de América y sus consecuencias es faltar a la realidad porque se trata de un monumento que explica la historia de una época, de unos valores, de unas creencias, de unas formas de pensamiento, de un modelo social y de ciudad, de una situación económica, de unas corrientes artísticas y culturales y de un contexto que, en definitiva, nos hace entender por qué se hizo realidad en ese momento y no antes o después.
Vista desde arriba de la columna
Barcelona contiene arquitectura, monumentos y símbolos católicos, judíos, musulmanes, masones, republicanos, monárquicos, franquistas y catalanistas, entre muchísimos otros, lo cual supone no solo que el paisaje urbano barcelonés sea un auténtico museo de historia al aire libre, sino además una fuente de riqueza inigualable, única e irrepetible que debería servir desde una perspectiva pedagógica a entender el pasado, a explicar el presente y a mejorar el futuro. Creer que un monumento como el de Colón es peligroso y capaz de adoctrinar a la gente hacia la exaltación del genocidio indígena con solo mirarlo es un argumento harto absurdo e irracional, con el error añadido de que su reconversión a un monumento homenaje a los indígenas reprimidos no haría cambiar para nada la mentalidad de quienes idealizan los colonialismos e imperialismos. Además, merece añadirse que defender el monumento a Colón no está en absoluto reñido con la propuesta de instalar una obra alegórica de la resistencia de los pueblos indígenas y de los esclavos en otra parte de la ciudad, como ejemplo de pluralidad y de los valores actuales, pero nunca a costa de borrar ciertos elementos del pasado.
Autorretrato del fotógrafo Pepe Encinas
Por ello, su permanencia contribuirá a mantener la pluralidad de Barcelona. Otra propuesta de la CUP paralela a eliminar la estatua de Colón es que se retire el monumento a Antonio López y las banderas españolas y símbolos monárquicos de los edificios municipales barceloneses. Igualmente, otras formaciones políticas aprobaron recientemente el cambio de nombre del salón de plenos de la Reina Regente del Ayuntamiento de Barcelona por el de Carles Pi i Sunyer, y lograron hace dos años retirar de la fachada del mismo edificio la placa histórico-artística que indicaba "Plaza de la Constitución". Además, está en estudio el cambio de nombre de algunas calles de la ciudad que hacen referencia a personajes de la monarquía. ¿Dónde está el respeto hacia la pluralidad de la sociedad barcelonesa? En un sistema democrático cabe toda forma de pensamiento, pero el problema radica cuando una de ellas se cree superior y en posesión de la verdad hasta el punto de anular las restantes, incluso transformando la identidad real del territorio por un modelo artificial destinado a pasar como el bueno aunque falte a la verdad. Es legítimo e incluso de justicia dedicar calles y monumentos a personajes que representaron valores ejemplares y recuperarlos del olvido, pero nunca a costa de reemplazar los actualmente existentes ni mucho menos, bajo posturas revanchistas o vengativas.
El zapato de Colón de Josep "Pitu" Conillera que ostentó un récord Guinness
La historia de Barcelona demuestra que la evolución de la ciudad se debió gracias a personajes que aportaron decisivamente y cuyas ideologías fueron muy variadas. Borrar de la memoria a algunos de ellos responde solo a conveniencias, a intereses personales y, desgraciadamente, a un desconocimiento real de la historia, es decir, a la ignorancia.
Modestia aparte, el monumento a Colón de Barcelona es, posiblemente, si no el mejor del mundo dedicado al descubridor, uno de los mejores, puesto que constituye una auténtica obra de arte por su contenido escultórico y una estructura de la base a la corona que resume perfectamente todos los elementos constitutivos del descubrimiento de América. En la base se hallan los ocho leones, cuatro de los cuales están sentados mirando hacia la montaña y cuatro de pie que miran hacia el mar. Además, existen ocho relieves rectangulares de bronce con numerosas escenas relativas a la historia de Colón. El pedestal incluye ocho escudos de piedra de localidades españolas y países americanos relacionados con Colón y el escudo del mismo descubridor forjado en hierro.
El dedo de Colón
Y en la parte superior del mismo pedestal se ubican las esculturas de Pere de Margarit, Jaume Ferrer de Blanes, Fra Bernat Boïl y Luís de Santángel, todos ellos personajes implicados del momento. Contiene además ocho medallones en relieve dedicados a Fernando el Católico, Isabel la Católica, Martín Alonso Pinzón, Vicente Yáñez Pinzón, Andrés de Cabrera, Beatriz de Bobadilla, Fray Juan Pérez y Fray Antonio de Marchena. En la base de la columna hay cuatro grupos de carabelas con dos grifos cada uno que sostienen el escudo de Barcelona, y cuatro semiesferas con gaviotas sobre las que se alzan cuatro Famas aladas que ofrendan coronas de la inmortalidad de Colón. La parte superior del pedestal contiene cuatro estatuas femeninas alegóricas de los reinos medievales de Aragón, Castilla y León. El capitel de la columna tiene cuatro relieves con alegorías de Europa, África, Asia y América. Y finalmente la estatua del personaje de Cristóbal Colón se encarga de coronar del monumento, en cuyo primer proyecto no se preveía que señalara con el dedo, miembro del cual se han escrito muchas historias y se han hecho infinidad de interpretaciones de todas clases.
El león y el descubridor
Aunque en el pleno municipal haya resuelto denegar la propuesta de la CUP, actualmente el monumento a Colón necesita una pronta rehabilitación para evitar su degradación, por lo que es de desear que a corto plazo se haga una intervención. Dicen que el famoso dedo índice de Colón, de medio metro de longitud, apunta alegóricamente hacia América en vez de hacerlo hacia la Rambla, es decir, la dirección auténtica. Otros aseguran que apunta hacia el mar porque es el único camino posible en barco hacia América, y también hay quienes creen que señala hacia Mallorca o Génova, si bien aquí prefiero no entrar en la polémica acerca de su presunta catalanidad. El Ayuntamiento de Barcelona debería señalar hacia el seny català y mantener lo que pertenece a toda la sociedad barcelonesa.
Fotos: AFB, Cunillera Sabater, Pepe Encinas, Ricard Fernández Valentí, Travel Photographers Magazine.