sábado, 4 de octubre de 2014

Mossèn Juncà, de aquí a la eternidad


El pasado día 2 de octubre falleció a los 91 años de edad Mossèn Josep Maria Juncà i Ramon, rector de la parroquia de Sant Sebastià entre los años 1959 y 1968. Desgraciadamente su desaparición parece haber pasado bastante desapercibida y solo una esquela publicada en el diario "La Vanguardia" me ha permitido descubrir la triste noticia. La figura de este hombre es importante ya que fue uno de los grandes representantes del sector más social de la Iglesia católica en tiempos difíciles, intentando obrar lo máximo posible al margen de las directrices marcadas por el nacional catolicismo imperante.
Tuve el placer de conocerlo en persona en el año 2006. En el Arxiu Històric de Roquetes-Nou Barris donde colaboro desde hace 15 años me pidieron si podía dirigirme a la residencia geriátrica de las Germanetes Pobres, en el barrio de Gràcia, para hacer una entrevista a Mossèn Juncà. Acepté de buen grato porque supe que de la experiencia se podría hacer un interesante artículo. Acordada la cita, un miércoles día 5 de julio del citado año, a primera hora de la tarde y en pleno verano, me dirigí a dicha residencia, situada en el número 1 de la calle de Sant Salvador. Desde fuera solo se apreciaba un recinto aparentemente vulgar, delimitado por una gran tapia que lo cerraba e impedía apreciar su interior. Llamé al timbre y me identifiqué. Tras abrirme las puertas y dar el primer paso hacia adentro, hallé de pronto un espacio magnífico, enorme, un oasis de paz y tranquilidad en medio de una ciudad alborotada como Barcelona. Su interior estaba presidido por un gran patio con una fuente y tres edificios. Una de las monjas me recibió amablemente y me condujo directamente al lugar donde residía Mossèn Juncà. Nada de todo aquello tenía parecido alguno a un geriátrico convencional, sino más bien a un hotel con todas las comodidades incluidas.


Tomé el ascensor y llegué hasta la planta de destino. Un largo pasillo distribuía mediante habitaciones el lavabo con ducha, la cocina, el comedor, un pequeño recibidor y el dormitorio, formando parte todo ello de la vivienda. Enseguida Mossèn Juncà me vio y me recibió muy amablemente. Vi en él a un hombre mayor pero saludable y sin ofrecer sensación de fragilidad o carencia de lucidez. Tras presentarme formalmente le dije que colaboraba en el Arxiu y que participaba en el proyecto de redacción de un libro dedicado a explicar la historia de la parroquia de Sant Sebastià con motivo de sus cincuenta años. Tomamos asiento en una salita de estar. Sobre una mesa había un ejemplar del diario Avui que anunciaba la muerte a los 98 años de edad del antiguo cronista oficial de Barcelona Andreu Avel·lí Artís Tomàs, más conocido como Sempronio.
Durante la entrevista, me explicó que nació en Igualada en 1923. Durante la Segunda República estudió en la llamada Escola Nova Unificada. De adolescente se afilió a la CNT-FAI. Finalizada la Guerra Civil, cuando contaba con 16 años de edad, ingresó en el Seminari Conciliar de Barcelona. Finalizados sus estudios, en 1950 fue ordenado sacerdote en un acto celebrado en la parroquia de Santa Maria del Taulat, en el barrio del Poblenou. Fue en 1958 cuando se vino a vivir al barrio de Verdum, donde permaneció doce años, estableciendo su vivienda en la calle de Góngora esquina Marín, en un bloque de la Obra Sindical del Hogar.


Explicaba que el panorama del barrio en aquella época era muy diferente al actual. Habían los bloques de las Viviendas del Gobernador del año 1952 y los de la Obra Sindical del Hogar de 1953. Los espacios interiores, ahora urbanizados y ajardinados, antes los llamaban espacios pardos por razones obvias. Para la construcción de aquellas casas se compraron unos terrenos a un señor que los tenía en propiedad, a cinco céntimos de peseta el palmo. Progresivamente, los bloques fueron ocupados mayoritariamente por gente procedente del resto de España, salvo una comunidad catalana residente en la calle de Llopis.
En el barrio de las Roquetes, al otro lado de la Via Favència, varios de los terrenos donde se edificaron viviendas estaban en realidad destinados a ser zona verde. Sin embargo, un propietario de terrenos no alertó sobre ello  a los compradores, y así fue como se levantaron casas de autoconstrucción, muchas de ellas sin cimientos y aguantadas sobre las duras rocas de la montaña desafiando las leyes de la gravedad, ni siquiera sin haber aplanado el terreno previamente. Eran construcciones ilegales, de modo que si el Ayuntamiento ordenaba su derribo, a la mañana siguiente se volvían a erigir. Eso pasaba sobretodo con las barracas. Mossèn Juncà recordó el anécdota de que una vez un difunto tuvo que ser evacuado de su vivienda reventando la pared porque por la ventana o la puerta no pasaba el cuerpo.
Recuerda que antes de cualquier urbanización anterior a la parroquia el paisaje estaba formado por campos de viñedos. Asimismo, hizo referencia a la llegada del primer autobús urbano a los barrios, conocido popularmente como el TAC o el Pénjamo.


La parroquia más cercana era la de Santa Engràcia, en el barrio de la Prosperitat, de modo que en Verdum ni en las Roquetes no existía ninguna. Por ello, a partir de 1958 el mismo Mossèn Juncà se encargó de oficiar las misas de los domingos y fiestas de guardar en la calle, concretamente en el bloque 87 de la esquina de la Via Favència con la calle de Almansa. El 1 de marzo de 1959 se inauguró el barracón provisional dedicado a San Sebastián, en medio de la Via Favència. Ignoraba la razón por la cual se bautizó con este nombre, aunque de todos modos en Barcelona no existía ningún templo dedicado a dicho santo.
La parroquia definitiva se erigió años después por obra del mismo arquitecto del templo provisional, Josep Maria Martorell. El 23 de octubre de 1966 se inauguró el nuevo edificio, situado en la calle de Viladrosa entre los torrentes de Campanyà y de Borràs. mientras que el barracón se reaprovechó como escuela de formación profesional. De ese modo, la nueva parroquia dejó de depender de la de Santa Engràcia, pasando a formarse una nueva demarcación parroquial. Para ello el arzobispo de Barcelona Gregorio Modrego firmó la desvinculación. Acerca de este personaje, Mossèn Juncà lo recuerda como un hombre temperamental que acostumbraba a levantar la voz cada vez que alguien le contradecía, pero aseguró que nunca fue rencoroso o vengativo. También recuerda a la figura de Narcís Jubany, entonces auxiliar de Modrego. Aparte de bendecir la nueva parroquia, aseguró que vino a Verdum en un par de ocasiones más en las cuales regaló unas sandías a los vecinos e hizo instalar una cruz en la montaña, cerca del castillo de Torre Baró.


Durante la entrevista explicó que la parroquia en aquellos años también desarrolló numerosas actividades sociales para los barrios. Él reconoció haber sufrido timidez ante tanta precariedad. Las fiestas mayores solían ser difíciles de organizar por falta de presupuesto. En la montaña se organizaban actividades festivas de una semana de duración en las que participaban agrupaciones infantiles y colonias de verano. Durante la llamada Semana de la Juventud se proyectaban películas de cine dentro de la parroquia sin previa autorización. Una vez fueron descubiertos por un representante de las autoridades pero jamás averiguó que los responsables fueron los comerciantes.
Gracias al nuevo templo se pudo ampliar la oferta lúdica y cultural. Había salas dedicadas a reuniones donde se impartían cursos de corte y confección y unos subterráneos pensados para equipamientos sociales. Se estimulaba que todo el mundo desarrollara un oficio. Cuando preguntabas por la profesión a la gente, ésta en su mayoría respondía que trabajaban "del campo". Otros talleres se impartían en el barracón de la guardería Los Enanitos. Este centro educativo se abrió como una necesidad obligada ante los elevados índices de natalidad en un barracón que anteriormente sirvió de escuela y sin previo permiso municipal. Los responsables eran exalumnos del colegio del Sagrado Corazón.


Otro equipamiento importante fue el dispensario, que el mismo Mossèn Juncà promovió. El día de su inauguración en 1962 asistió el arzobispo Modrego. Trabajaban las monjas hospitalarias de la Santa Cruz y otros médicos y enfermeros. Se ubicaba en el número 19 de la calle de Góngora. Por aquel entonces, el único médico titulado del barrio era el doctor Basté, que vivía en la calle de Simancas. En una ocasión se atendió a una joven desmayada que dos vecinos trajeron. Tras el examen por parte de un tocólogo, se descubrió que fue violada. De este tema apenas habló, igual que de aquellos asuntos que todavía le dolían en el alma pese a haber transcurrido tantos años, así que por respeto decidí no insistirle. Sin embargo sí que habló acerca de las trágicas inundaciones de 1962 en las comarcas vallesanas y que causaron numerosas víctimas mortales. La parroquia contribuyó a hacer generosos donativos económicos y a proporcionar colchones para quienes habían perdido su vivienda. Desgraciadamente, el dinero destinado a aquella pobre gente se quiso invertir para erigir el Monumento al Ahogado, iniciativa del gobernador civil de Barcelona. Afortunadamente, el presupuesto se invirtió en una escuela.
En el mismo año 1962 abrió también sus puertas el barracón de la escuela Ton i Guida, cuya moderna e innovadora pedagogía fue liderada por la maestra Maria Antònia Canals.
En 1968 cesó como rector de la parroquia. Recuerda haber bautizado a más de 4.000 niños y niñas, además de presidir numerosísimas comuniones. Fue enviado a la parroquia de Santa Magdalena, situada en la calle de Llopis, en las Roquetes. Este nuevo templo se construyó porque la parroquia de Sant Sebastià englobaba demasiada población, lo que aconsejó definir una nueva demarcación parroquial.


Durante la entrevista, Mossèn Juncà insistió en reivindicar el importante papel social que jugó un sector de la Iglesia y que actualmente no ha sido reconocida debido al peso que ejerció quienes colaboraron con el franquismo. Él aseguraba que hubo muchos clericales que discrepaban de la dictadura y organizaban, entre otras cosas,  reuniones clandestinas, y que por ello tuvieron problemas, poniéndose él mismo de ejemplo. Destacó que aquellos sacerdotes se esforzaron en hacer todo aquello que la gente no podía hacer ni pedir, los únicos en hacer algo considerado ilegal sin ser condenados a la cárcel. Mossèn Juncà apoyó la huelga de trabajadores de la fábrica Pegaso en pro de un salario digno y la celebración de la Assemblea de Catalunya. Criticó también que actualmente muchas escuelas hayan cambiado su antiguo nombre de santo por otro de laico porque eso equivale a no reconocer la realidad de la historia.
Tras finalizar la entrevista, le obsequié con el último número de la revista L'Arxiu que publica semestralmente nuestra entidad y con un ejemplar del libro Relligant Nou Barris, escrito por Francesc Pujol i Martínez.
La última vez que vi a Mossèn Juncà en persona fue el 13 de junio de 2008 durante la presentación del libro Sant Sebastià de Verdum. Mig segle d'una parròquia de barri (1958-2008) en el interior de la parroquia de Sant Sebastià. Estaba en la mesa junto al actual rector, Joan Cuadrench. Lo saludé y enseguida me reconoció. Continuaba siendo aquel hombre sonriente, simpático, cordial y campechano que yo entrevisté. Así lo recuerdo y así lo recordaré, y si su figura no ha sido lo suficientemente reconocida ni reivindicada, espero poder haber contribuido a ello con el presenta artículo. Descansa en pau, amic meu. Gràcies per tota la teva feina, per haver volgut ser un exemple de cristianisme real i fins un altre.

Fotos: Arxiu Històric de Roquetes-Nou Barris, Arxiu Parroquial de la Parròquia de Sant Sebastià.

2 comentarios:

  1. Ramon Solà i Juncà3 de agosto de 2015, 21:51

    Gràcies per aquest escrit.
    De part d'un dels seus nou nebots i fillol, Ramon.

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  2. he leido todo tu escrito y es veridico porque yo lo vivi de cerca, fuy el primer monaguillo de la parroquia san sebastian, bueno parroquia entre parenticis, los domingo se cenebraba la misa deonde uste ha dicho en la calle gongora pero los dia de cada se celebraba en el taller de Nazaret, por las mañanas se hacia la misa y por la tarde los jovenes hacian lo que hoy es FP, usted sabe que donde hay un parroco hay un vicario y en esto de los archivos no se da el nombre del vicario que se llamaba mossen Carles una bella persona que entretenia a toda la juventudes de entonces, tambien es cierto que habia un poco de politica en los curas de la epoca eran un poco antifranquistas pero mucho nacionalista, yo en casa de los mossen vi un dia a un jugador del barca vasco, y los vi hablar de nacionalismo y el jugador no vino de casualidad el jugador jugaba de central y era Garay, te felicito por tu entrevista la has calcado de lo que era josep maria junca felicidades

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