Ante todo, no me considero ni racista ni islamófobo, pero permítanme que me oponga rotundamente a convertir la plaza de toros Monumental en una mezquita. Y no se trata de un prejuicio hacia una religión, puesto que también me mostraría disconforme en instalar un templo budista o una iglesia cristiana. El antiguo coso taurino no debería usarse para fines religiosos porque Barcelona no lo necesita ni su Ayuntamiento debería pagarlo. No se trata por ello de prohibir, limitar o restringir el derecho a la libertad de culto de quienes de buena fe practican una doctrina y hacen de ello una forma de vida. Tampoco se pretende apartarlos, arrinconarlos o esconderlos como si fuesen marginales ya que su presencia es un reflejo de la rica diversidad de cultos que ha caracterizado a la ciudad, un valor de libertad y de convivencia. Todo lo contrario a cualquier intento de marginar o criminalizar, pero las creencias son algo íntimo e individual que forman parte de cada comunidad y por ello la habilitación o construcción de cualquier templo religioso debería de ajustarse a la demanda y a las necesidades reales de sus feligreses. Como deísta que soy (es decir, creyente no religioso), desde mi más sincero respeto personal hacia todas las creencias religiosas, me resulta contradictorio que determinados partidos políticos que alardean de su laicismo, a efectos prácticos no hacen más que primar unas religiones por encima de otras pretendiendo que eso da imagen de "buen rollo". ¿Laicismo real o venganza contra el catolicismo?. Y más grave resultan aquellos quienes "miman" a una comunidad religiosa determinada, incluso invitándola a su expansión, solo para conseguir votos y hacer realidad sus objetivos políticos.
En tiempos de crisis, Barcelona necesita potenciar más que nunca la cultura, y la antigua plaza de toros Monumental representa una oportunidad que no debería desaprovecharse. De convertirse ésta en una mezquita o bien en un templo de cualquier otra confesión, tanto su interés como su uso quedarían limitados a una minoría social, mientras que un equipamiento cultural se vería ampliado y abierto al interés general, sin excepciones ni limitaciones debidas a ideas, creencias, valores, raza, edad, sexo o sexualidad, resultando así más rentable, accesible y beneficioso para todos.
Antes de vender el coso al mejor postor solo porque estamos en crisis, en vez de de dar un "sí" a quien ofrezca más dinero, sería necesario apelar al sentido común y proceder a realizar un estudio exhaustivo de posibles usos y necesidades, extendiendo su futura compatibilidad al barrio que le rodea en tanto que la nueva Monumental se convierta en un motor de revitalización del espacio urbano comprendido entre las plazas de les Glòries Catalanes y de Tetuan, actualmente poco vital. Es decir, cualquier equipamiento que se adjudique no podría vivir de espaldas al vecindario de los alrededores sino que su presencia debería traducirse en una mejora económica, repercutiendo a reformas urbanísticas que hagan atractivo el paseo ciudadano, potenciando tanto la restauración como el comercio de barrio.
Entre las diferentes opciones que se podrían barajar, la recuperación del proyecto de la Biblioteca Provincial de Barcelona sería una de ellas y totalmente factible, teniendo en cuenta que la plaza de toros tiene 10000 metros cuadrados de superficie frente a los 8000 del mercado del Born, cuyo emplazamiento se descartó tras el hallazgo de las ruinas del antiguo barrio de la Ribera. Mejor espacio sería incluso que la majestuosa estación de Francia, cuya estructura y características arquitectónicas serían merecedoras de otros usos más adecuados que permitiesen seguir gozando de su espléndida arquitectura del hierro.
Otra alternativa sería su uso como espacio polivalente para conciertos de música, audiciones, festivales, conferencias, exposiciones, congresos, ferias y teatro, intentando resucitar lo que hubiese podido ser la plaza de toros de Las Arenas. Precisamente en aquél coso, el compositor británico Andrew Lloyd Weber, conocido por sus excelentes musicales de fama y prestigio mundial, autor entre otras cosas de "Cats", "Jesucristo Superstar" y "El fantasma de la ópera", se interesó en adquirir el recinto taurino, reformarlo y convertirlo en un teatro musical para estrenar allí sus obras. Él mismo estaba dispuesto a comprarlo y a costear las obras de rehabilitación y reforma. La respuesta de las administraciones fue un "no", perdiéndose así una oportunidad de oro de potenciar la oferta cultural barcelonesa y colocar la ciudad a la altura de las ciudades europeas más cosmopolitas. En este sentido, la opción de convertir la Monumental en un centro comercial no sería buena porque perjudicaría económicamente al pequeño comercio, convirtiendo las calles en "desiertos" y disolviendo irreversiblemente e inexorablemente la personalidad del barrio. A ello debería tenerse en cuenta que a poca distancia se halla el centro comercial Barcelona Glòries, y que el concepto de la gran superficie como motor de desarrollo ha quedado actualmente obsoleto.
Una alternativa que se ha debatido a menudo ha sido la instalación de un circo permanente, incluida una escuela de circo. Barcelona carece de un equipamiento de estas características cuando la ciudad antaño tuvo una tradición circense bastante fuerte y fue cuna de numerosos artistas de talla nacional e internacional. Hasta el momento, en todas las veces que el coso taurino se ha utilizado para espectáculos temporales de estas características, la respuesta popular ha sido muy favorable, hecho que refleja el interés de la sociedad por el ocio y la cultura.
En cuanto al Museo Taurino, actualmente abierto y visitable, debería permanecer en el futuro. Aunque Barcelona fue decretada ciudad antitaurina, preservar este espacio como un memorial histórico de lo que una vez hubo así como hacer saber que la capital catalana albergó el mayor número de plazas de toros de toda España es importante porque en caso contrario ello sería inventarse o encubrir la historia, cuando la realidad, nos guste o no, es la que es. Y afirmar esto no significa ser protaurino puesto que un servidor nunca ha sido aficionado a los toros, y no me gustan en el sentido animalista (no identitario) como tampoco me agradan los "correbous".
En definitiva, el futuro uso de la plaza de toros Monumental debería ser cultural y abierto a toda clase de público, y su reconversión comportaría ir acompañada con un plan de mejora general de los barrios que se hallan bajo su influencia. Invertir en cultura es invertir en una Barcelona que merecería arrancarse de una vez por todas su triste fama de provinciana, en beneficio de todos. No es aconsejable ni son buenos tiempos para plantear proyectos que solo generarán polémica, controversia, recelos, división social y conflictos vecinales.