La actual situación de crispación política invita a ignorar cada vez más la celebración de toda fiesta nacional. Si bien lo más lógico y coherente sería que una festividad congregara a toda la ciudadanía de un país con el propósito de conciliarla y reforzar los lazos de concordia y entendimiento, a efectos prácticos sucede todo lo contrario. Desde hace varios años, los mensajes solo van dirigidos a un determinado colectivo, mientras que el resto tiene dos opciones, o bien lo acatan por la fuerza tal y como lo han definido o bien lo rechazan a cambio de convertirse en desafectos a la patria o a la nación.
Anteriormente publiqué un artículo donde dí a entender que la festividad del 11 de Setembre ha sido apropiada por quienes la han convertido exclusivamente en una reivindicación nacionalista e independentista. De ahí mi afirmación muy personal de que la única y verdadera Diada Nacional de Catalunya como tal que reunió a toda la ciudadanía sin distinciones por razones particularistas fue solo una, la del año 1977.
En relación con la festividad del 12 de Octubre, Día de la Hispanidad o Fiesta del Pilar, según como se quiera enfocar, sucede algo parecido pero con la diferencia de que jamás he tenido el placer (ni las ganas) de celebrarla. Las razones son muy sencillas, por supuesto bajo mi juicio de valor subjetivo.
En primer lugar, la Hispanidad no representa a todo el conjunto del pueblo español. Por lógica, una fiesta nacional debería de tener presente la realidad del país y exaltarla como una gran virtud que otras grandes naciones del mundo carecen por completo. Sin embargo, se minimiza o incluso se ignora la diversidad cultural, lingüística y singular de todos los territorios que conforman la nación. Quienes son críticos con la Diada de Cataluña alegan manipulación de la historia y arrinconamiento de aquellos quienes no comulgan con el nacionalismo o bien son castellanohablantes. Sin embargo, cuando dichos críticos celebran el día de la Hispanidad ¿dan ejemplo de respeto y tolerancia hacia quienes hablan o piensan diferente? ¿Esa diversidad es para ellos un motivo de orgullo, un enriquecimiento y una oportunidad para el entendimiento y la concordia entre todos los pueblos de España? ¿Cómo pretenden entonces que exista “unidad”? A menudo se confunde una fiesta nacional con una fiesta nacionalista, y la imparcialidad política es lo que debería de imperar por respeto a todas esas diferencias que forman parte del país o de un territorio determinado (se le quiera llamar nación, región o autonomía), nos guste o no, porque en caso contrario se discriminan aquellos colectivos que en un momento dado pueden ser decisivos para nuestro bienestar y para nuestro futuro.
Y en segundo lugar, la Hispanidad es una festividad que celebra la conquista de un continente, con la supuesta sustitución de una antigua civilización ya existente (a la que llamaban salvaje) por otra (presumiblemente buena). No se trata de hacer únicamente crítica a las conquistas del llamado Imperio Español, sino también a las correspondientes a otros imperios, como el inglés, francés, portugués y holandés, entre los más destacados. En definitiva, el colonialismo en general, sea español o de cualquier otro país, ha sido un grave error en la historia de la humanidad, y es un fenómeno que jamás debió darse porque ello ha supuesto un genocidio en nombre de la civilización y el progreso, actualmente desembocado al fenómeno del subdesarrollo. La historia debería de servir para enseñar a no volver a caer en los errores del pasado. La difusión de una lengua, una cultura, una tradición, unos valores y unas creencias debe hacerse mediante el estímulo, la invitación, la interculturalidad, siempre bajo el paraguas de la democracia y de los derechos humanos, nunca bajo el derramamiento de sangre o la irracional e irreal ínfula de superioridad.
Sin embargo, respeto a quienes de corazón y buena fe deseen celebrar el 12 de Octubre. Tal vez han percibido unos valores y un significado que yo no he sido capaz de asimilar o entender, lo que no me convierte en antiespañol, pues eso sería absurdo e irracional. Jamás he dado la espalda a los ciudadanos procedentes del resto de España residentes en Cataluña, ni siquiera he deseado adoctrinarlos. Mi función siempre ha sido que se sientan lo mejor posible en mi tierra y que todos juntos formemos parte del mismo equipo.
No cabe la menor duda de que las fiestas nacionales se alejan cada vez más del conjunto de la ciudadanía y se han convertido en un instrumento perfecto de difusión e instigación social de unas ideologías determinadas. Esos colectivos, lobbys de poder muy potentes y con una extraordinaria capacidad de intervenir tanto en la política como en los medios de comunicación han sido los responsables de dirigir las masas a sus conveniencias. Ahora, bajo la sombra de la crisis económica, la cuerda que tiran unos y otros se va tensando más, pero algún día esa soga se romperá por el trozo más débil, que en este caso ocupa el ciudadano anónimo, cada día más estrangulado y ahogado.
Amigo, te imaginarás que la hispanidad ni me roza. De todas formas yo respeto la voluntad de todos. Y defiendo que todos puedan defender lo que deseen, en paz, y en concordia. Otra cosa es que denuncie las trampas que yo crea observar, como en este caso los autocares que vendrán de Madrid para festejarlo en la plaza Catalunya, que ya tiene tela tener que buscar refuerzos en la villa y corte, pero claro, los refuerzos hay que buscarlos donde están. ¡También hacían lo mismo los taurinos, que llenaban la Monumental cuando venía José Tomás con autocares que traían a la inspirada María Teresa Campos, que era hasta capaz de envolverse con la senyera! En fin, que respeto el derecho de manifestarse que tienen todos pero me reservo el derecho a significar las trampas, faltaría más.
ResponderEliminarPor lo demás entiendo tu sentido de españolidad. Me cae bien esa españolidad, quizá porque hasta hace cuatro días era la mía. Yo me desengañé cuando vi que no había nadie en las españas que la compartiera. O sea que situándote en ese contexto eres tan catalanista como yo mismo, ni que sea porque defiendes una cosa que sólo se defiende en Catalunya.
Pero bueno, respetémonos siempre, y seamos capaces de aprender de los otros. Va en serio que nunca creo que tengo la razón de mi parte: es por eso que me considero abierto a modular mis opiniones con las opiniones de los amigos.
Como se tradujo al castellano la canción de Brassens: 'en la fiesta nacional yo me quedo en la cama igual', y me vale para cualquier movida patriótica, nuestra o de quién sea, ya que Brassens hace referencia a su 14 de julio, tan mitificado. Aunque más de una vez, como fue el caso en el reciente septiembre también me movió la curiosidad y el inevitable resentimiento ante tanta incomprensión peninsular.
ResponderEliminarEn todo caso salvo Sant Jordi que fue fiesta literaria inspirada en la muerte de Cervantes y también bastante 'reconvertida'.
Sobre el tema del colonialismo, Colón y el resto, debe colocarse todo en el contexto y la mentalidad de la época, las condenas retrospectivas caen a menudo también en trampas diversas, la historia -pasada- sirve para todo y no hay ningún pueblo inocente, en esos continentes colonizados también unos abusaban de los otros en tiempos precoloniales, por desgracia.