martes, 13 de enero de 2009

QUÉ FÁCIL ES SER ALCALDE


Que fácil que es ser alcalde hoy en día. Parece mentira pero es así. Gracias a las nuevas tecnologías, puedes mandar y hacer gestiones a kilómetros de distancia del municipio al cual perteneces y tienes a tu cargo. Mediante Internet, no hace falta ni que te muevas de la butaca de tu casa. Con solo apretar una tecla, das el visto bueno de la mayoría de asuntos a tratar, sin necesidad de cuestionar y discutir nada con los miembros de tu partido o con la oposición. Solo hay que acudir al municipio únicamente cuando hay plenos o asuntos de suma importancia, o sea, un par de veces al mes a lo sumo.
En definitiva, ser alcalde es como un juego de mesa o de ordenador, sin más. Obtener buenos resultados solo depende de tus habilidades. Muy lejanos quedan los tiempos en los que un alcalde mandaba de verdad y procuraba establecer una proximidad con la ciudadanía, un diálogo cara a cara con la gente, y se convertía casi en un vecino más del barrio.
En Barcelona, el paso definitivo del alcalde tradicional al alcalde gestor se dio con la llegada del franquismo. Sin embargo, bajo el régimen de Primo de Rivera ya hubo un precedente de este giro, con el mandato de Darius Rumeu i Freixa, Barón de Viver, que ha pasado a la historia por la renovación de la ciudad como consecuencia de la Exposición Internacional de 1929. El motivo del cambio era muy sencillo. Bajo un gobierno militarista y autoritario se perdía por fuerza la popularidad y se ganaba fuerza en la toma de decisiones, sin el peligro de perecer bajo una protesta o una revuelta popular en caso de desacuerdo ciudadano. Eran los tiempos en los que, casi por primera vez, el/la ciudadano/a debía de cargar y asumir las actuaciones de los barrios, tanto si le gustaban como si no, lo que vulgarmente se dice “tener que tragar”. Durante la Segunda República, en cambio, a pesar de la inevitable influencia del nuevo estilo impuesto por el Barón de Viver, en parte también debido a la llegada de nuevos tiempos, se intentó recuperar la figura del alcalde próximo a su ciudadanía, pero fue un breve período que se vio impedido de fructificar por la Guerra Civil. Finalmente, bajo el yugo del franquismo, el primer alcalde de la ciudad, Miquel Mateu i Plà contribuyó a ese giro definitivo en la forma de gobernar. Desde entonces, un alcalde pasaría a ser para siempre un gestor, un empresario, y Barcelona una empresa, una fábrica que produce y se transforma, con una ciudadanía equivalente a la mano de obra que hace funcionar un sistema mecánico y abierto como es la ciudad.

Y así continuaron sus dos sucesores hasta la llegada a la “Casa Gran” de Josep María de Porcioles, el cual llevó el modelo de alcalde gestor-empresario a su máximo exponente. Figura insigne y a la vez muy controvertida, ya que tiene desde grandes admiradores hasta feroces detractores, solo le bastó con rodearse de empresarios y directivos de su confianza para la construcción de la Gran Barcelona. Su radio de influencia fue tan fuerte que incluso casi contribuyó a la transformación de Cataluña, llegando a niveles de decisión que prácticamente rebasaban a los de los gobernadores civiles. Con independencia de la clase de hombre que llegó a ser, Porcioles se erigió indudablemente decisivo para la modernización de Barcelona y Cataluña y se convirtió en un personaje carismático por su gran inteligencia, cultura y formación académica, que contribuyó a una renovación y “suavización” del autoritarismo franquista que tan duro fue durante la autarquía.
Actualmente en democracia, los 30 años de socialismo en Barcelona confirman la consolidación y continuidad de la figura del alcalde gestor-empresario y de la capital catalana como empresa productiva, y ello se ha extendido al resto de alcaldes y municipios catalanes. Para ellos, cuanto más lejos de la ciudadanía, más seguros se sentirán y más protegidos estarán. Representa la postura más cómoda y menos engorrosa de trabajar y apoltronarse al poder años y años. Es el gobierno del pueblo pero sin el pueblo. Entonces, ¿por qué se quejan algunos de ellos del porciolismo cuando en realidad no se ha hecho otra cosa más que continuar del modelo Porcioles en vez de empezar desde otro punto de partida nuevo? Sin lugar a dudas, el modelo de la Barcelona actual se le debe a él.

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