Recibo con tristeza la noticia del fallecimiento de Ginés Cuesta Ortiz, maestro de la fotografía, polifacético artista bohemio como los de antes, excelente amigo y mejor persona. Lo conocí durante el año 2011 en el Arxiu Històric de Roquetes-Nou Barris, donde colaboro y soy socio desde hace veinticuatro años. Fue el amigo y colaborador Roberto Lahuerta quien contactó con él para hacerle una entrevista, a la vez que hizo de puente entre él y la entidad. Si bien al principio se mostró reticente, poco a poco se fue acercando hasta tomar confianza y terminar legando allá buena parte de sus fotografías. Nacido en Barcelona en 1945, con tan solo 7 años de edad se trasladó a vivir con su familia en las Viviendas del Gobernador, en el barrio de Verdum, convirtiéndose así en testigo de toda una época de un lugar del cual siempre tuvo un gran apego a pesar de sus largos viajes por el mundo.
Ginés fue indudablemente un artista en distintos ámbitos. Dentro del séptimo arte forjó su vocación desde muy joven, en su etapa como botones en el hotel Recasens, trabajando desde los 15 a los 17 años. El contacto con actores de cine que se hospedaban en dicho alojamiento a su paso por Barcelona le despertó la curiosidad por el cine. Por ello, entre 1962 y 1965 realizó cursos de interpretación y fotografía, fue alumno en la Escuela de Actores de Julio Coll y F. Espona y realizó estudios en la Escuela Municipal de Formación Profesional de Medios Audiovisuales. Trabajando como camarero en el camping “Tres Estrellas”, fue convocado para una película por el director francés Maurice Ronet, el cual tras realizarle una prueba lo eligió para encarnar el papel de jefe de la banda juvenil en la película “El ladrón del Tibidabo”, título con el que se estrenó en Francia pero que en España se llamó “La vida es magnífica”. De 1965 a 1968 ejerció como ayudante de producción, operador de cámara y dirección en la productora Profilmes y en 1968 como ayudante del director Pedro Balañá en la película “El último sábado”, encargándose de localizar los lugares del rodaje.
De 1970 a 1975 ejerció de operador de cámara y guionista en varios documentales informativos y culturales para la televisión italiana, francesa, holandesa y sueca. Viajó en barco a los EE.UU. donde hizo documentales sobre las comunidades hispanas de Nueva York y Boston. Precisamente de la ciudad de los rascacielos me llegó a comentar una vez que fue el único lugar del mundo donde nadie le hizo sentirse jamás extranjero o forastero. Entre 1975 y 1976 trabajó en la productora Beco Films S.A. como guionista y director durante el prerrodaje de la película “Icaro”, que no se llegó a realizar. Entre 1975 y 1979 realizó tareas como operador de cámara y otras colaboraciones en documentales informativos para la Escuela EMAV de Barcelona. Entre 1979 a 1981 desarrolló tareas como operador de cámara en un documental informativo en Marruecos y en varios programas piloto para la televisión sudamericana. Y en 1981 fue realizador de tres espectáculos de homenaje al ingeniero Carles Buïgas i Sans en la última fuente que construyó en vida, en Salou (Tarragona).
Su otra vocación fue, sin duda, la fotografía, especialidad en la cual se hizo más conocido durante estas últimas décadas por su estilo y cuya calidad de su trabajo se podría equiparar perfectamente y sin exagerar a la de maestros fotógrafos de Barcelona como Brangulí, Zerkowitz, Sagarra, Cuyàs, Colom, Seguí y Colita. Durante la primera mitad de los años setenta hizo numerosos reportajes fotográficos para agencias de prensa en varios países orientales. Realizó, además, reportajes para las revistas “Por Favor”, “Serra d’Or” e “Interviú”, entre otras, así como fotografías para libros escolares de editoriales como Teide y Juris. Desde su sencillez, su humildad y su modestia fue capaz de elevar la fotografía a expresión artística de la belleza por medio de la imagen. Él mismo se autodefinía como un fotógrafo de la calle porque era un hombre de calle, un observador donde intentaba captar, leer e interpretar mediante la imagen aquello que había visto a través de su cámara. Su mirada jamás buscó el drama sino la belleza, lo cotidiano, siempre con gran contenido y procurando captar lo que a priori no se observaba pero aun así estaba sucediendo. Para él la fotografía era una síntesis de luz, belleza y geometría donde se debía buscar y encontrar un mensaje y descubrir aquello que te llamara la atención del paisaje urbano. Defensor de la imagen tradicional realizada mediante cámara analógica y en blanco y negro, tuvo que verse obligado a adaptarse a las nuevas tecnologías, a la cámara digital y al color de alta definición.
Con Ginés mantuve siempre una relación muy cordial. Conmigo era muy agradable y cariñoso, siempre se alegraba de verme y tenía algo que contarme. Lo conocí como un hombre inquieto, seductor y con don de gentes, capaz de meterse a cualquiera en el bolsillo con solo abrir la boca. A menudo me acostumbraba a explicar anécdotas de su vida, que no eran precisamente pocas, pues los artistas bohemios suelen tener una trayectoria personal muy intensa y muy densa de contenido. Le gustó la presentación que yo hice de él en el año 2012 cuando en el Arxiu Històric de Roquetes-Nou Barris se inauguró la exposición fotográfica "Verdum parcel·lat" confeccionada mediante una selección de sus fotografías del barrio de Verdum realizadas durante los años sesenta y setenta. Tras mis entusiasmadas palabras hacia él me aseguró que en piropos me podía ganar. Luego nos dimos dos besos y el público aplaudió. Fue una tarde festiva y emotiva a la vez.
En uno de mis cumpleaños me ofreció como regalo personal una de sus fotografías de la serie dedicada a la Rambla barcelonesa. Me dijo que fuese a su archivo y que me llevara la imagen que más me gustara. Finalmente me decanté por una instantánea de la Rambla con la entonces calle del Conde del Asalto, actual Nou de la Rambla. Le gustó mi elección, afirmó ser una buena fotografía. De entre su variedad de imágenes, destaca la colección dedicada al barrio de Verdum y la colección dedicada a la Rambla y la inauguración del mosaico de Joan Miró en el Pla de l'Os. De esta segunda serie también se realizó una interesante exposición fotográfica. Merece, además, destacar su visión personal de Barcelona, pues él valoraba aquella ciudad preolímpica de los años sesenta y setenta porque la consideraba más auténtica y con gran personalidad, pues aún no se habían perdido aquellos lugares que desaparecieron con la globalización. Incluso veía "belleza" a través de su cámara en los espacios degradados. En cambio, pocas cosas le interesaban de la Barcelona moderna, mucho más carente de aquellos alicientes de antaño que le otorgaban aquel sabor tan especial. Ginés fue un hombre de ideas muy claras y sabía argumentar todas sus opiniones, a diferencia de muchos.
En el año 2015 tuve el placer de colaborar con él en la elaboración de los plafones informativos situados en el castillo de Torre Baró. Fue el señor Joan Roca, director del MUHBA, quien acudió a nosotros en calidad de colaboradores del Arxiu Històric de Roquetes-Nou Barris. Yo me encargué de redactar los textos relativos a la historia mientras que a Ginés le encargaron de fotografiar el paisaje panorámico de 360º. Para ello, con la inestimable colaboración de nuestro amigo y compañero de la entidad Josep Maria Babí fuimos los tres a realizar el trabajo de campo. Primero visitamos el mirador de las baterías antiaéreas del Turó de la Rovira para tener una referencia clara de lo que nos pedían. Luego acudimos al castillo en tres ocasiones mientras todavía duraban las obras de restauración del emblemático edificio. Ginés, muy atrevido, se subió a la última planta y sacando medio cuerpo entre dos almenas al borde del precipicio procedió a retratar el skyline de la ciudad. Tal fue el susto que me dio que no tuve más remedio que ir corriendo a sujetarlo por detrás. En otras fotos por suerte usó el trípode. La experiencia fue divertida. Sabía perfectamente sobre qué horas del día y bajo qué clima sería el momento más adecuado para proceder a la sesión fotográfica.
Otra faceta de Ginés más desconocida fue la escritura. Es autor del cuento “El gegants de Montserrat”, el cual fue recuperado el año 2019 por el Arxiu Històric de Roquetes-Nou Barris e integrado en el libro "Contes i relats de Nou Barris" (Col·lecció Favència nº7). Ha dejado, además, numerosos textos inéditos. Sus indiscutibles méritos lo llevaron a ser socio honorífico de la citada entidad que conserva en su fondo documental casi todo su legado fotográfico como patrimonio único e irrepetible. Personas varias del mundo de la fotografía, la cultura y la política han avalado la calidad del trabajo de Ginés en las exposiciones que se han hecho de sus trabajos artísticos, así como de sus imágenes usadas en varias publicaciones. A título póstumo ha recibido el Premi Nou Barris 2023.
Residió en Verdum hasta el final de sus días, dejando este mundo a los 78 años de edad, con la satisfacción de que su trabajo quedará preservado en el futuro. Muchísimo más podría explicar acerca de Ginés, pero no debo alargarme más. Espíritu libre y soñador y a la vez creyente, una vez afirmó que Dios le había compensado regalándole un par de hijas. No dudo de que algún día nos volveremos a reencontrar. Allá donde vaya le esperará su gran amigo Alfredo Maulini Gil, otro artista con quien compartió muchas cosas y con el cual disfruté en varias ocasiones de sus noches bohemias en su casa. Allá donde esté, que su buena energía ayude a inspirar a las nuevas generaciones de fotógrafos que tengan tanto su obra como sus enseñanzas unos referentes ineludibles. Gràcies, mestre, per tot allò que m'has ensenyat i fins a la propera, amic estimat. Saluda al Maulini de part meva. Et trobaré a faltar i sempre et recordaré. Señoras y señores, os presento a Ginés Cuesta Ortiz, un artista para la eternidad.
La información biográfica ha sido posible gracias a la información aportada por Roberto Lahuerta Melero en su libro "La notícia fue en Nou Barris" y en el boletín "Verdum parcel·lat", ambos editados por el AHRNB.
Fotos: Álvaro Monge (El Periódico), Archivo personal de la familia, Aroa Ortega (Metrópoli Abierta), Arxiu Històric de Roquetes-Nou Barris, Ricard Fernández Valentí.